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Inicio / Cuenteros Locales / daniluna / Un sub mundo y la Avenida de las moscas

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Hay algo vano dentro de mí. Algo absurdo, difuso , complejo. Un montón de manos sucias aplastando una plasticina, un poco de tierra en mis ojos, trozos de frío en mi piel, cabezazos dolientes en mi almohada, espejos de azúcar disuelta en mi sangre.
Cierto día, al entrar al da ducha, vi moscas haciendo la hora. Tomaban la once y se disponían a activar sus reflejos ante mi negativa de que allí estuvieran... las ataqué con palabras, con gestos, con las manos. No hubo caso de poder atraparlas, pero sabía que estaban ahí, en mi espacio, bajo mis reglas, perturbando mi privacidad...
No es normal que la gente ataque a las moscas, menos cuando estas nunca les han atacado. Es como tener un cuchillo en la mano con sangre de un bistec crudo, y creer que uno fue el asesino. Culpa, la culpa que tiene cara de risa, que tiene experiencia y margen de error. Puede matarme la culpa si algo hice motivada por lo vano, por lo complejo, lo turbio. Y vengo así matando y matándome. Sería tan fácil para las moscas esconderse detrás de un vidrio, en las goteras, en las cimas de la cortina, en los jabones con trozos de la piel que me quito, de las ganas de lo irreal.... sería fantástico no voltear la cara cuando se acercan, que no me produjeran ese asco que nace desde el fondo de la repulsión. Maldiciendo cada vuelo, vomitando rabia... sobretodo si vengo entrando a una noche, donde lo único que quiero es ablandar con agua caliente mi pecho y simplemente lanzarme al sueño.
A veces en la noche las veo, son grandes, me persiguen, me quieren atacar, y no tengo manos para echarlas, pies para patearlas, no tengo boca para gritarles ni saliva para escupirles. Me desesperan esos sueños llenos de silencios de mí, solo me quedan oídos para escuchar el zumbido maniático, sus alas absurdas moviéndose de allá para acá. Como un problema imposible de solucionar. Despierto transpirando, tengo lagunas, grito, lloro, me sacudo en la cama. Prendo la luz, mi habitación parece el crepúsculo tenebroso, no hay nada, ni nadie cerca, por el borde de la cortina veo la luna, los árboles y el viento como alma en pena silbando. Ahí me entra la duda entre lo real e irreal. No soy otra cosa que una mas entre otras cosas.
Existe la paradoja y le temo, como al sentido de la vida inexistente. Tampoco sé por qué existen las moscas, ni las larvas, ni la podredumbre. No es locura nada de lo que digo ni pienso. Es mentalidad triste. Cuando lo que me controla ha desatado sus brazos, sus piernas, y ahora corre hacia lo que siempre ha querido ser. ¡que clase de cosas son los complejos! Residuos de basura en el inconsciente. Mi mas profundo yo. El mas profundo tú.


Todo esto era tan satisfactorio para un loco, hasta que me enteré que las moscas y los insectos no sienten dolor, pues no tienen cerebro. Buena solución, olvidar sacando lo que me hace recordar. Nunca pude entenderme, menos comprender las vidas y las muertes, menos inferir de las mañanas, capturar las escenas, aceptar los números, alegrar las noches, matar las dudas, trazar los sueños, manifestar los miedos, vencer las pausas, activar un reto, monitorear una cima, hacer una escultura de la cabeza loca. Morir en la carcajada y pasearme por la avenida de las duchas amorfas.

Texto agregado el 02-04-2005, y leído por 119 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
25-04-2005 Mujer, este relato es excelente, me sacó la cabeza. Todo lo que sos capaz de relatar inspirándote en unas simples moscas es genial. Felicitaciones espartako
15-04-2005 Simplemente magnífico!!!!!!! Mis estrellas para tí. nicklas
 
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