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Inicio / Cuenteros Locales / la_familia / ¡Las Boere están siendo espiadas!

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En un intento por instruirse, Noelia agarró la National Geographic. Era un ejemplar que había dejado en casa por accidente papá Juan… siempre tiene esas cosas, él… después llega con una tonelada y media de fatays o helado de brócoli y se lo regala, así, entero, a la que se entregó primero a sus trampas.
Paulina estaba en el baño, la Melosa hablaba por teléfono con un centroamericano que aún no se había dignado a llevarla a cenar, Luciana afilaba su colección de catanas y Lucy escondía debajo de la alfombra los vidrios que se habían roto mistriosamente mientras jugaba con lo que parecía ser una pelotita de golf.
Era el primer fin de semana que las hermanas pasaban en su nueva casa. La habían construido sobre el tronco de un ombú, para disminuir los gastos. A los dos días de instaladas, frente al inmenso árbol (algunos especialistas clasifican al ombú como un arbusto) ya había brotado un mirador para turistas y un puesto de panchos que desaparecía como por arte de magia si algún patrullero rondaba la zona. Las excentricidades familiares iban de boca en boca y nadie podría no girar la cabeza cuando pasaba por la plaza en donde se alzaba el gigante… ¿arbusto?
Pero volvamos a lo que nos ocupa. En medio de su lectura (Noelia esperaba que padre Juan llegara al fin para su visita de domingo y ‘sorpresivamente’ la descubriese leyendo), la segunda de las hermanas emitió un grito que hizo vibrar los cimientos de la mansión (¡utilicemos un poco la imaginación, joder!). La Melosa cortó en seguida el teléfono ante la oportunidad (la excusa) que se le había presentado, Paulina salió a toda carrera del baño con la pollera enganchada en su ropa interior y un trozo de papel higiénico pegado las sandalias jipis, y Lucy tiró apurada los vidrios restantes por la ventana (el viejo internado en el Fernández no tiene nada que ver).
Luciana fue la única que se mantuvo inmutable al ataque de su hermana la actriz. Las otras cuatro se reunieron en torno de la revista y observaron, atónitas, una fotografía que las mostraba en pleno sueño (a casi todas), el día de la mudanza. El artículo que acompañaba a la imagen hablaba sobre la nueva especie que los científicos locales creían haber descubierto.
- Seguro que el vendedor de panchos de la esquina es un espía- dijo la Melosa, algo confundida e indignada a la vez-. La vez pasada cuando fui a comprar la cena me tomó unas fotos y…
- ¿Cómo que te sacó fotos, Melina?
- Y, bueno, Noelia… me dijo que le gustaban mis ojos… no me miren así… también me sacó una muestrita de sangre para tener un su mesa de luz, me dijo, así se podía acordar de mí todas las noches… me pidió una bombacha, pero a mí ya me dio cosa, viteh, que fuera tan acelerado…
Luciana contuvo la risa y siguió afilando y puliendo la más grande de las catanas.
Paulina tomó en seguida la foto. La imagen mostraba a cuatro de las cinco hermanas durmiendo profundamente (léase ‘profundamente’ con especial énfasis). La nota le dedicaba un párrafo largísimo a la descripción de Noelia, que había sido fotografiada colgada de una soga atada al techo, patas para arriba, y de los graves trastornos psicológicos que esto denota…
- ¡Hey! ¡Es una técnica! ¡Si no, no me crece el pelo! ¿Qué? ¡No me miren así! Lucy, no te hagas la sota ahora… ¡vos intentaste hacerlo antes de ayer, pusiste mal los nudos y por poco no te rompés el marulo contra el piso!
Paulina siguió mirando y no la vio a Luciana
- No me jodan. Yo fui ese día a… eh… jugar mi torneo de golf nocturno- alegó la cuarta hija de Juan.
Las otras cuatro Boere intercambiaron miradas y siguieron leyendo.
El artículo no hablaba más que zarangandeces. Que el desorden, que la comida, que los mates, las máscaras, la ropa jipi, las catanas, que la casa sobre el ombú…
En eso estaban cuando irrumpió papá Juan vestido de saltimbanqui. Era un nuevo traje que acababa de comprar y se puso porque no pudo resistir hasta halloween… Las hijas lo recibieron preocupadas y le mostraron el artículo. En seguida Juan miró a Luciana, luego a las otras cuatro, y nuevamente a Luciana.
- Pero.. ¿Cómo? ¿Vos no les dijiste nada?
Luciana encogió los hombros y continuó su trabajo. Padre Juan entonces explicó que en una de sus rondas nocturnas alrededor del árbol..-
- ¿Cómo que rondas nocturnas? ¿Vos nos vigilás, papá?
- Estem… no, nena. Lo que pasa es que están demasiado hermosas y no quiero que los energúmenos que las rodean se pasen de listos
- Pero… ¿entonces eras vos? Con razón el dardo que tenía el otro día Fulanito en el culo, cuando llegó a visitarme… ¡Ay, papá, ya estamos grandes!
- Bueno, hijas, no molesten a papá Juan en su relato.
Resulta entonces que en una de esas rondas nocturnas, papá Juan vio cómo un tacho de basura caminaba con sus dos patitas veinte metros y se apostaba en una esquina a sacarle fotos al árbol. Se dirigió a él y descubrió a un agente de Pancho Dotto espiando hacia la casa del árbol.
- Y como, a pesar de que le desfilé con todo mi esmero no me tomó, me enfurecí, y diplomáticamente, porque yo soy una persona de valores y priorizo el respeto antes que nada, lo agarré del cogote y le pregunté con quién más estaba. Resultó ir acompañado de dos científicos que las estaban investigando desde el día que llegaron, que ya habían mandado a imprimir esta nota y que pretendían continuar con el estudio. A cambio les iban a pasar una mensualidad, pero veo que Luciana no les ha dicho nada…


------chan------

¿Quién pude explicar la conducta de la hermana Luciana? ¿Por qué no les reveló al resto de las hermanas que estaban siendo espiadas?
Lectores, con su aporte develaremos el misterio.
Mientras tanto, sigan comprando la National Geographic que esta semana publica una serie de fotos de
• Paulina cantando ‘Durazno Sangrando’ frente al espejo en paños menores
• Noelia ideando métodos de depilación no dolorosos
• Lucy en una secuencia de fotos que comparan el antes y el después de la menor de las Boere al ponerse a cocinar alfajores en escabeche
• Melina armando una fogata jipi en medio del ‘departamento’ para crear un clima más romántico
BONUS TRACK
• Publicación de una carta que parecería ser del hijo de Lucy, en un dialecto no conocido aún
• Juan en su traje nuevo
• Crítica de Luciana a la posmodernidad, el problema de la palangana oxidada y su relación con la termodinámica.



Lucy Boere

Texto agregado el 02-04-2005, y leído por 1070 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
18-08-2005 A lo mejor se ganó un kilo de criollos por no abrir la boca. Esas cosas no suceden todos los días. Me gustan los textos, localistas e ingeniosos. Me viá pega unas vueltas. Paradigmata
27-05-2005 Ahora que volví, me doy el LUJAZO de comentar este TREMENDO TEXTO.....sólo puedo decir: LUCY, SOS LO MASSSSSSS!!!!!....Magnífica descripción particular y general...te admiro! OliveriaVol_II
04-04-2005 La verdad, les juro juro, pense que esto lo habia escrito Paulina!!!!!!!!!! Hubiese apostado la parte blanquita de la uña del dedo chiquilin!! Hey, muy bueno esto... no me siento en condiciones de dilucidar nada, mas aun que soy de esos parientes que no conocen a la susodicha y ademas, las katanas me dan un poco de miedo saben? Un aplauso para el padre que soporta a estas "nenas"!! jaja Abin_sur
03-04-2005 NOOOOOO!!!! No puedo estar riéndome taaanto!!! Ay, hermana... Lamento no poder ayudar... Quién sabe el por qué de los silencios de Luciana??? Y eso que vivo con ella!!! Sólo supongo ("supongo") que no nos avisó nada de ácida que es.. Me la imagino riéndose, muy divertida, mientras ve nuestras caras atónitas, pensando para sus adentros "qué ridículas"... Es un retrato perfecto de cada una...EXCELENTE! Paulina
03-04-2005 Me gustó, es ameno y entretenido. Aunque debo confesar que en algun momentos me costó un poco seguirle el hilo a la profusión de personajes y situaciones. Cumple el propósito de divertir, pero me quedé con ganas que redondeara más la idea y le diera mas suspenso al motivo de porque Luciana no estaba en las fotos. Alguno de los gags esta muy bueno, como el de Noe durmiedo colgada boca abajo para que le crezca el pelo, o el papa vestido de saltimbanqui de puro ansioso. Todo el texto explota con coherencia la propuesta de la biografia emparentandose con el estilo de los locos Adams, aunque todavía no alcanzan ese grado de locura. Fuerza que se puede! Malomo
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