LA TIZA






Preguntó la hora.
- Las once - dijo, el de la derecha.
Unas tres horas...pensó Rodolfo.
El olor penetrante a colonia cara y berreta, del de la izquierda , lo atontaba... sentía que dentro del automóvil era imposible respirar. Se ahogaba ... el codazo en las costillas lo hizo gemir, ya hacía mucho que no gritaba... - no te duermas -, escupió el del golpe.
- Al primero que lo toque lo reviento, le aseguro que no volverá a ocurrir -
- Está bien no fue nada -.... él sabía lo del “bueno y el malo” ; las largas sesiones siempre las interrumpía “el bueno”. Conocía a todos y a sus trucos, ¿querés mandar un mensaje ?....tú familia está bien..., uno de
los chicos tuvo gripe, pero ya se recuperó... ; y los otros, ... que tetas tiene tú mujer ... como se mueve ...

-¿ Es alguno de esos ?-, del numero 1636 salían dos hombres apurados, ambos con portafolios.
- Me parece que no -.
-¿ Te parece ?-.
- No... no, estoy seguro, ninguno de los dos...-.
Adentro le habían dicho: lo logran...a la larga lo consiguen.
A Churro lo vio venir por la vereda de enfrente, sabía que ellos sabían... que era partícipe de un sádico juego en el cual no tenía ninguna posibilidad de ganar.
- Aquél - dijo - el de la campera...-.
Una reflex automática comenzó a funcionar.
- Oiga - habló “el bueno” - ahora se baja y le sale al encuentro, pídale dinero y una cita con Bigote, tome -, le dio una tiza - písela frente a la puerta del departamento, cuando salga a la calle corra hacia la esquina de Viamonte, a la vuelta lo esperamos, ¿entendió ?-.
- Si -
- Medina...-. cuanto hacía que no lo llamaban así...cuanto....
- Medina - repitió - no haga macanas, está a punto de ser libre -.
Lo expulsaron del rodado, caminó hasta enfrentar a Churro...ambos conocían lo que pasaba, entendían. entraron sin hablar.
Una vez adentro solo se abrazaron, las manos de ambos se fundían en la espalda del otro, Rodolfo abrió la puerta y salió cerrándola tras si.....
Churro rápidamente puso dos cargadores más en el bolsillo de la campera... mientras subía a la terraza escuchó el chirriar de una frenada, un golpe y el histérico grito de mujer.....
Entre el gentío apesadumbrado, tres hombres se arrimaron.

Como haciendo un corte de manga, el brazo de Medina emergía del pesado chasis sosteniendo entre los dedos una blanca tiza manchada de rojo.