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ESPERA
Ha llegado el momento: hoy es el reencuentro. Han pasado ya varios días de la última vez que estuvimos juntos y ya parecen varios años. Me preparo ansioso, como si fuese la primera vez. Los nervios entorpecen tdo lo que hago. Se me vuelca el perfume, me choco el sillón. Cierro la puerta, llamo al ascensor. Planta baja. ¿Las llaves?. Obviamente, muertas de risa sobre la heladera. No importa, algún vecino pasará, o al menos eso espero.
Llego quince minutos tarde a la cita pensando en como pedir disculpas por la impuntualidad. Vano esfuerzo: la mesa está vacía. ¿No llegó o ya se fue?. Inútil preguntarle a José porque no te conoce, y eso que él conoce a cualquiera que anda por acá. Claro, es tu primera vez en mi refugio.
Miguel trae lo de siempre: “Café con 2 de azúcar y el diario, si es que está libre”. Zacudo ansiosamente los sobrecitos mirando hacia la ventana, pero no hay caso: más quiero que llegues, más tardás. Recorro velozmente las páginas del pasquín, pero no logro distraerme; demasiada basura poco novedosa. Monos que van, monas que vienen; algunos saludan... ¿y éste quién es?. Saludo por las dudas sin perder de vista la ventana. ¿Qué pasa?.
Casi media hora de retraso... no es normal. ¡Media hora!. ¡Con todo lo que tengo que hacer!. Tengo que ... esteeee ... nada. Eso tengo que hacer: nada. Absolutamente nada más importante que esperarte. Pero odio tener que esperar. Ahora Piazzolla se despide de un tal Nonino, y yo todavía no te recibo ... (¿irónico, no?).
Enciendo otro cigarrillo más para calmar la ansiedad, y van ... demasiados van. Pero la ansiedad me carcome la cabeza, no puedo pensar en otra cosa. No veo la hora de tenerte en mis brazos, mostrarte a todos con orgullo, disfrutarte plenamente como compensación por todo lo que me costó llegar hasta vos. Fueron meses muy duros: altibajos, momentos de alegría, momentos de tristeza. A punto estuviste de dejarme en el camino, y luché como un gladiador en el Circo Máximo para que no me dejes, y tuve mi oportunidad. Ya sé que no estuve del todo bien desde el principio, pero recuperé con esfuerzo el tiempo perdido.
Hoy parecía ser el gran día, nuestro gran día. Ya se me fue la ilusión de que hoy estés. Apago un cigarrillo más y dejo unas monedas antes de emprender el regreso. Me voy con dudas. ¿Y si espero un ratito más?. No tiene sentido, hoy es el día en que mis sueños con vos se desvanecen.
Salgo a la calle y me cierro el abrigo para resguardarme del viento que siempre sopla en esa vereda. Sólo unos pasos más adelante advierto lo ahora impensado: ¡ahí te traen!. Renace la esperanza y la ilusión, y se abre nuevamente la puerta al futuro y vuelve la emoción de tenerte en mis brazos. Tanta espera tenía que servir para algo...
Al fin llego hasta vos, mi tan ansiado exámen. “Vendredi: 2, y no se aceptan reclamos” dice con displicencia el profesor. Sin palabras. ¿Hacía falta tanta agua para apagar tanto fuego?.

Ernesto Vendredi

Texto agregado el 01-12-2002, y leído por 347 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
03-12-2002 si... la espera impacienta... Quien no ha pasado por esto??? Tu yexto es leible! obituari
02-12-2002 jua! qué padecimiento esperar la nota de un examen... bueno, me gustó marxxiana
 
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