Dedicado a mí hermana, Isabel.


Hoy recuerdo lo que fui,
un viento susurrante, frío y cansado.
Recuerdo como amontonaba entre mis dedos
hojas secas de un otoño rojo.

Entre susurros y hechizos silenciosos,
creaba una ligera y dulce ondulación
que se la llevó el río
para que puedas sentirla,
quemante
ante el sol.

Hoy recuerdo como me acercaba a tus oídos,
cantando a lo lejos para amarte,
pero para ti sólo fui una brisa
o un baile de duendes-
agonizado y temblante.

En noches frías obturabas las ventanas de tu alma
para que no pueda ver tus secretos
rotos,
en la calma,
y te veo entre grietas de silencio
enloquecida como el viento.

Y a pesar de los años, el fuego y el agua
seguiría siendo el viento que respira tu alma,
hasta que un día entiendas
que el aire frío que te acaricia
es mi voz estrangulada que sigue cantando
apagada.


© Natalie Najshomov, Abril de 2005.