Recuerdas aquella vez que caminábamos por la avenida, era otoño en ese entonces y yo solía usar un chaleco rojo, mientras caminaba miraba el suelo como queriendo contar las hojas verdes y amarillas.

Tú venías hacia mí y seguramente no venías solo, en ese momento éramos unos completos desconocidos y lo seguimos siendo durante los años siguientes.

Y de repente, algo se cuela entre los huesos y lo mas probable que halla sido la brisa otoñal, de repente oímos susurros y pensamos que era el silbido de aquella brisa, fue entonces, mientras avanzábamos yo cruzaba mis brazos cerca de mi cintura y tú detuviste tu mirada en mi chaleco rojo y yo detuve mi mirada en busca de tus ojos.

Quizás no lo recuerdas, porque hasta yo ignoro que aquello sea cierto. Solo sé que recorrimos las mismas calles y las mismas aulas durante años, sé que recorrí miradas y en ocasiones miré hacia atrás cuando escuchaba los susurros.

O quizás entre nuestras vidas solo hubieron desencuentros… el tiempo no era el real, los momentos no había que vivirlos, las miradas no se podían cruzar y la vida se lleno de susurros indescifrables.

Entonces es cuando pienso que mientras tú tomabas el autobús yo recién iba a doblar la esquina, cuando avanzabas por el pasillo yo me acordaba del libro que tenía que retirar de la biblioteca, cuando te sentabas a contemplar los jardines yo tenía que correr porque llegaba tarde a una clase.

Quizás la vida nos regala momentos y entre ellos un encuentro entre cientos de desencuentros.