Y del infinito, qué me dices, si ahora mismo, con esos ojos de gata de luna y tejado en lugar de pelo te dejas caer a la luz del farol que es mi vida y la tuya y el proyecto ese de que tanto hablábamos, convertido ahora, apenas, en una nube pasando por la ventana desvencijada del baño en suite en que al momento de escribir esta misiva reposo, pienso y sigo reposando, porque me faltan las ganas para salir de aquí y no doy el tono con tu ausencia y menos con tu recuerdo.
El agua en lavabo gira siempre en el mismo sentido, como inevitablemente lo hacen las cosas.