| 
 
 
 Dime, te escribo
 e imagino tus manos pálidas
 de dedos ágiles
 dibujando
 el concierto de palabras
 dirigidas a mi corazón por la aduana
 de mis ojos,
 iteraciones deliciosas,
 ortografía falible
 y tu risa cristalina
 como catarata de diamantes
 desplegándose jocosa
 en el blanco pentagrama.
 
 Escucha, te digo
 y ahora son mis dedos
 los que escalan las notas
 para componer
 las frases exentas de voz
 grito sin ecos que cruza
 los vientos y las aldeas
 para llegar al instante
 a centímetros de tu rostro
 intentando besarte
 con mi vocablo presuntuoso.
 
 Me dices,
 me susurras,
 ronroneas en onomatopeya visual
 te imagino,
 sonrío dibujándote a mi antojo
 en mi mente desbocada
 y sin asidero firme,
 bosquejo tus contornos
 con trazos silabados
 me desprendo de los huesos
 para surcar un anhelo
 sobrevuelo
 mi esencia de hombre concreto
 para nimbarte de deseos y caricias,
 enloquezco.
 
 Te digo
 y me respondes acentuada,
 reticente, revestida
 tras los sutiles sinónimos
 del femenino recato,
 te evades, te enredas
 en los laberintos sintácticos,
 me quejo, te enfadas, te beso
 con el esquema simple
 de una carita sonriente.
 
 Detrás de esos requiebros,
 aleteo de dedos,
 suspiros sublimados,
 cabalgando cual jinetes del averno
 los hacedores de milagros
 ríen a carcajadas
 al contemplar
 a aquellos desquiciados
 que se enamoran
 ya no con rosas y caricias
 sino
 por el frio expediente
 del sistema binario,
 l@ er@ est@ lleg@ndo @ su fin,
 exclaman
 y sus labios óseos
 enarbolan dientes desvencijados
 como teclas
 de pianola victoriana
 mientras auguran
 l@ er@ y@ se @c@b@,
 triple doble s@lto @ l@ eternid@d inciert@
 punto fin@l…
 
 
 
 
 
 
 |