Denominadores Comunes

Segunda entrega.

Bien, yo sé que aquí debiera ir una introducción, por más que todos sepamos de qué se las trae este espacio que me he dado el lujo de nombrar Denominadores Comunes. Pero, honestamente, ¿necesitan que siga escribiendo palabras insulsas que no generan más que pérdida de tiempo?, ¡preciado tiempo!, que me sería plenamente útil para leer los apuntes de Economía (Melina, te dejo este espacio para que digas CUAC, y a vos, Juan, padre mío, ¡para el gesto!). Pero, a lo que iba, esteeem, como les decía....¿qué les decía?. En fin, si me lo he olvidado es porque debía carecer de importancia. Aunque esto realmente me lleva a pensar que en breve debo ir al boticario para que me recete un tónico para la memoria...un tónico para la memoria...un tónico para la mem...un tónico....¿Agua tónica? ¡si! ¡Enrolla la sed! ¡Paso de los Toros!. Eso sí, no tomemos del pico de la botella, porque me salió un herpes, y no los quiero contagiar...no quiero introducir bacterias en sus sanitos cuerpos. ¿Bacterias? ¿de bacterias quería hablar? ¡Oh! ¡Claro!...introducirlos al mundo bacteriano de la Familia más desfachatada jamás vista en los cuentos.net (sí, somos la única familia, ya lo sé, ¿¿y qué??).

Mejor, pasemos a las preguntas. No quiero escaramuza.

Comenzaré por el primer cuestionamiento de mi bella hermanita Lucila.

“¿en qué se basa la sintomatología obsesivo-ordenística de mi progenitor?”



Queridísima Lucy: Tu pregunta es tan interesante como intrínseca. Pero eso, hermanita, no significa que no tenga la respuesta. Aunque, para ser honesta, fue mi estimadísimo poeta Oliverio Girondo (sí, sí, él otra vez, ¿algún problema?) quién me ha ayudado a resolver el dilema.
Verás, nuestro progenitor presenta rasgos esquizoides importantes, severos diría; aunque, por el momento, completamente inofensivos.
Este “cocktail de personalidades” que caracteriza a papá Juan, le acarrea una necesidad imperiosa de orden. De no ser así, ¡imaginate lo que podría llegar a suceder!. De pronto, quiere hacer un collage con cartones de la calle, y al siguiente minuto, lo encontramos pateando con furia al carrito del pobre indigente que los recolecta!. Serían conductas inaceptables, ¿no crees?. Juan DEBE ORDENAR A TODAS SUS PERSONALIDADES CON EL FIN DESPÓTICO DE NO IR PRESO. No te olvides que en Santa Fe y Gurruchaga, muy cerquita de su casa, está el destacamento policial. Y ninguno de nosotros quiere esa culminación para quién es la cabeza jerárquica de tanto delirio.
Bien, aún no respondo a tu pregunta, Lucy. Aunque, conociendo la inteligencia con la que contás, seguramente ya has dilucidado la cuestión.
La sintomatología de papá es sólo una extensión psico-física de su contrariedad de personalidades. ¿Qué tiraste una taza y te miró de forma asesina?. ¡No es por volcar el líquido, o por haber tenido la posibilidad de romper el pocillo!. Es, simplemente, que en ese momento, en ese “aquí y ahora”, mi querida hermanita, todo el extraño mundo de Jack (perdón, de Juan!!), se encontró en peligro.
Nosotros, quiénes lo amamos tanto, debemos ser condescendientes con su debilidad, y fomentar a que estas cosas no sucedan. Pero, ¡qué joder! También somos juguetes del destino... y una volcadita de taza la tiene cualquiera... Por lo pronto, yo pondré los sahumerios donde a él le gustan, y vos, Lucy, tomarás en vaso de plástico y con sorbete.

Pasemos a tu próxima pregunta. (espero se haya comprendido la respuesta anterior).

“quería saber por qué mi hijo Bruno tiene esa ortografía del demonio... no quiero ser muy pesada, doc, pero... ¡no entiendo a quién salió!”.

Mmmmm... interesante.
Primero, hermana, debo decirte que la culpa no es del chancho. Es decir: el consentimiento que tiene Bruno dentro de la familia (empezando por casa, por vos, Lucy) es una de las causas más importantes de la ATROZ ortografía de Brunito.
Creo que más que preguntarte ¿por qué Bruno escribe tan para el ojete?, debieras asumir: ¿qué he engendrado?. Y la respuesta está a la vista. Un niño inteligente, pero caprichoso. Taan caprichoso que “escribe como quiere” y no le importa que haya que decodificarlo cada vez que se lo lee.
Aun así, Lucy, esta es sólo una de las causas de su ortografía exótica. (Para lo que aconsejo unas buenas sesiones de picana siempre que escriba mal una palabra, y utilizar la máquina de Kafka –léase “En la Colonia Penitenciaria”- para grabar en su piel el correcto uso de la lengua castellana).
Bien, otra de las causas que generan esta gravísima consecuencia, es la dicción. Nuevamente, hermana, debes reconocer culpas. Este niño necesita URGENTE un médico fonoaudiólogo. Toooooodos reíamos cuando el pequeño Bruno quería cepillarse los dientitos de leche con su “Olodito”. Pero hoy que ya tiene las mueles de juicio, realmente la risa que genera es grotesca. ¡Es hora de que comience a usar ODOL! (y si es extra fuerte, ¡mejor!). Además, pensalo, Lucy: la palabra Odol es más corta; Bruno tendría así menos chances de equivocarse.
Sí, sé que no soy la indicada para dar las soluciones, pero quizás, comunicándonos con él monosilábicamente, lleguemos a una buena comunicación, libre de aftosa.
Ojalá emprendas el camino indicado para mejorar la ortografía y dicción de mi queridísimo sobri-no.





Mis amigos, estoy plenamente agotada de alivianarles la existencia. Tanto es así, que para finalizar estos renglones, estuve 15 días...
En fin, me despido, no sin antes decir:

“LA PUTA, QUE VALE LA PENA ESTAR VIVO”
(Héctor Alterio dixit)

Saludos gloriosos,

Noelia Boere.