México 1974, el día fatídico el 7 de julio, un simple éxtasis de cielo en madrugada para terminar en el torrente de un grito dador de vida, de una contracción final que permitiera salir de lo etéreo al insondable vacío de la existencia.
Así termina una historia, así comienza otra, que desde hace varios años se sigue escribiendo día con día en las hojas amarillentas de mi alma.