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Inicio / Cuenteros Locales / Silva Graterol (vana) - [U:vana] 

Hola a todos...en realidad no es una biografía muy completa pero creo que el siguiente texto que escribi hace unos meses me define a nivel interno, mis sentimientos y la esencia de mi persona, por ello lo coloco en este espacio.


El precio de una Oreo.

Una lágrima rueda por la mejilla. Por su mente, el recuerdo de un jovencito que le dejó el corazón cual colador. De repente una imagen se mezcla con el rostro masculino. Ahí está. Tenía 8 años y su más grande reto era alcanzar el paquete de galletas Oreo que su madre dejó sobre la nevera. Parecía tan difícil ser niña. Más pequeña que todo el universo. Con menos conocimiento que todo el mundo. Sin facultad para tomar decisiones. Y sin ningún conocimiento del mundo más que de la zona donde vivía. Sin embargo, el universo era tan amplio en su mente. Reía con Tom y Jerry, comía potes de helado y caramelos de leche. Los problemas más graves no pasaban de que su muñeca había sufrido un cambio de look inesperado al emerger los complejos de estilista de aquella niña. O tal vez que, de repente, la pelota chocó con el bendito florero regalo de la tía abuela. O cuando se ponía las medias al revés, eran idénticas ¿quién lo notaría? Si lo notaba alguien, mamá. El anhelo más grande, pues lo que quiere todo el mundo (es decir, todos sus amiguitos) ir a Disney World. El peligro más grande, caerse del tobogán y que no estuviera mamá cerca...

Pequeño mundo aquél, pero tan rico en creatividad, en sueños, en inocencia.

Pero los años pasan, y no se pudo quedar así...El paquete de Oreo cada año se acercó más, llegó la universidad, su mundo se amplió con Internet, Tom y jerry son solo un recuerdo. Y vinieron nuevas situaciones. Ya no era la Barbie sino su cabello desenfadado que baila al son del viento y no hay gel fijador que pueda con él. Ya no hay floreros rotos, sino diskman que se caen del morral subiendo al transporte de la universidad. Ya no es el tobogán, sino el malandraje de la ciudad que no descansa. Y si, aún está mamá, pero ya no es un heroína, no puede serlo, hay que aprender a vivir y a volar.

La niña extraña su mundo, lo recuerda con nostalgia, lo acaricia como a su oso de peluche llamado Pepe, que aún conserva. La niña está triste. Porque ahora los varones no son unos odiosos, porque ahora no les llama varones, los llama chicos. Porque ahora no tiene que pintarse a escondidas de mamá. Compra sus cosméticos. Porque ahora ponerse el vestidito de ayer si es un problema, ahora la observan. Porque ya no usa pañales pero si tiene que ir a la farmacia a comprar unos paquetes parecidos. Porque ahora descubrió que las Oreos tienen calorías y el algodón de azúcar es fatal para la cintura. Porque ahora su corazón ya no es liso como la seda. Tiene su primera herida de amor.

La niña piensa. Y se alegra, ve a su alrededor, ve a su nueva compañera. Le parece extraño. Su nueva amiga es igual a ella, tiene su cabello, su sonrisa, pero sus ojos no tienen la inocencia de ella, su mirada no se pierde en las vitrinas de las jugueterías, la mirada de su amiga se pierde en las noches estrelladas, en el infinito del mar, en la crema de un capuchino, hoy su mirada se pierde en un rostro. A veces su amiga la llama para conversar con ella un rato, y las dos ríen, y cantan. Por unos instantes. Niña y mujer conviven en el mismo cuerpo. Se ayudan una a la otra cada día que comienza. Hoy, la niña le dice a la mujer: si no sonríes, no te doy una Oreo.

Y saben, degusté esa Oreo como nunca, porque sonreír con el corazón herido tiene su mérito...

También les invito a mi página personal:
http://rincondevana.webcindario.com en la cual podrán conocer más de mí.
Hasta pronto.


Bibliografía:
Churún Merú (Cuento, 722 palabras)
Cadena (Cuento, 565 palabras)
Aparente Devoción (Cuento, 594 palabras)
Los colores del río (Cuento, 892 palabras)


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