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Aristidemo,18.08.2010



Del libro “La importancia de vivir” de Lin Yu Tang




LOS TREINTA Y TRES MOMENTOS FELICES DE CHIN


(...) Chin Shengt'an, el gran crítico impresionista del siglo XVIII, nos ha dado, entre sus comentarios sobre la obra teatral Cámara Occidental, una enumeración de los momentos felices, que cierta vez contó con su amigo, cuando estuvieron encerrados diez días en un templo a causa de las lluvias. Estos, pues, son los que él considera momentos verdaderamente felices de la vida humana, momentos en que el espíritu está inseparablemente atado a los sentidos:

I(*): Es un día caluroso de junio, cuando el sol pende quieto del cielo y no hay un hálito de viento o de aire, ni una traza de nubes; el patio y el jardín son como hornos, y ni un pájaro osa volar. El sudor corre por todo mi cuerpo en arroyitos. Ante mí está la comida del mediodía, pero no la puedo tomar, por el calor. Pido una estera para estirarla en el suelo y tenderme, pero la estera está empapada de humedad y las moscas vuelan como en un enjambre y se me posan en la nariz, y no quieren irse. En este momento, cuando me siento tan completamente desventurado, hay un trueno repentino, y grandes masas de nubes negras tapan el cielo y se acercan majestuosamente como un gran ejército que avanza a la batalla. Comienza a caer el agua de la lluvia como cataratas de los aleros. Cesa el sudor. Desaparece la pegajosidad del suelo. Todas las moscas se marchan para esconderse, y puedo comer mi arroz. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Un amigo, a quien no he visto durante diez años, llega de pronto, a la puesta del sol. Abro la puerta para recibirle y, sin preguntarle si vino por agua o por tierra, y sin pedirle que se siente en la cama o en la yacija, voy a la cámara interior, y pregunto humildemente a mi esposa: "¿Tienes un galón de vino como la esposa de Su Tungp'o?" Mi esposa se quita alegremente del pelo su horquilla de oro para venderla. Calculo que nos durará tres días. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Estoy solo, sentado en un cuarto vacío, y me va enfureciendo una laucha que siento en la cabecera de la cama, y me pregunto qué significa ese ruidito; qué prenda mía está mordiendo, o qué volumen de mis libros está comiendo. Mientras me encuentro en este estado de ánimo, y no sé qué hacer, veo de pronto a un gato de feroz aspecto, que agita la cola y mira con los ojos muy abiertos, como si buscara algo. Contengo el aliento y espero un instante, completamente quieto, y de pronto, con apenas un ruido, la laucha desaparece como una ráfaga de viento. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: He quitado el hait'ang y el chihching (**) que había frente a mi estudio y acabo de plantar diez o veinte verdes bananeros. jAh! ¿No es esto felicidad?

I: Estoy bebiendo con algunos amigos románticos, en una noche de primavera y me siento a medias embriagado; me es difícil cesar de beber, e igualmente difícil seguir bebiendo. Un sirviente comprensivo, a mi lado trae de pronto una caja de grandes cohetes, alrededor de una docena, y me levanto de la mesa y voy a encenderlos. El olor del azufre me entra por la nariz y me llega al cerebro, y siento todo el cuerpo confortado. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Escuchar a nuestros hijos que recitan los clásicos tan de corrido, como el sonido del agua que se vierte de una jarra. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Por no tener nada que hacer, después de una comida voy a las tiendas y me encapricho por una cosita. Después de regatear un rato, discutimos todavía por una pequeña diferencia, pero el mozo de la tienda se niega a vender. Entonces saco una cosita de la manga, que vale casi lo mismo que la diferencia, y la arrojo al mozo. El mozo sonríe de pronto, y se inclina cortésmente, diciendo: "¡Oh, es usted muy generoso!" ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Nada tengo que hacer después de una comida y trato de revisar las cosas guardadas en viejos arcenes. Veo que hay docenas o centenares de pagarés de gente que debe dinero a mi familia. Algunos han muerto y otros viven todavía, pero de todos modos no hay esperanza de que devuelvan el dinero. Sin que me vean, hago una pila con los papeles, y enciendo con ellos una hoguera, y miro al cielo y veo desaparecer la última huella del humo. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Es un día de verano. Salgo descalzo y con la cabeza descubierta, con un quitasol, para ver a los jóvenes que entonan canciones del pueblo de Soochow mientras trabajan en la rueda de agua del molino. El agua salta sobre la rueda en un tumultuoso torrente, como plata derretida o como nieve fundida en las montañas. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Me despierto de mañana y me parece oír que alguien suspira y dice que anoche murió alguien. Pregunto inmediatamente quién, y me entero de que es el tipo más astuto, más calculador de la aldea. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Despierto temprano en una mañana de estío, y veo que están aserrando un largo tronco de bambú para emplearlo como caño de agua, bajo un cobertizo de esteras. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Camino por la calle y veo a dos pobres tunantes que discuten acaloradamente, con las caras encendidas y llenos los ojos de furor, como si fueran enemigos mortales, aunque pretenden ser ceremoniosos, pues alzan los brazos y doblan las cinturas para saludarse, y emplean el lenguaje más culto; se tratan de tú y de ti. El palabrerío es interminable. De pronto aparece un hombre grande y morrudo, que agita los brazos, se acerca a ellos y con un grito les ordena que se marchen. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Ha estado lloviendo un mes entero, y estoy tendido en cama, por la mañana, como un ebrio o un enfermo, y me niego a levantarme. De pronto escucho un coro de pájaros que anuncian un día claro. Corro rápidamente la cortina, abro la ventana y veo el sol hermoso que brilla y resplandece, y el bosque invita a darse un baño. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: De noche me parece escuchar que alguien piensa en mí a la distancia. Al día siguiente voy a visitarle. Entro por su puerta y miro en torno a su cuarto, y le veo sentado ante su escritorio, cara al sur, leyendo un documento. Me ve, asiente suavemente y me toma por la manga para hacerme sentar, diciendo: "Ya que estás aquí, ven a mirar esto." Y reímos y gozamos hasta que han desaparecido las sombras de las paredes. Siente hambre, y me pregunta lentamente: "¿También tú tienes hambre?" ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Sin tener serias intenciones de construirme una casa, empecé a construir, sin embargo, porque inesperadamente me llegó una pequeña suma de dinero. Desde ese día, todas las mañanas y todas las noches se me decía que necesitaba comprar madera y piedras y tejas y ladrillos y argamasa y clavos. Y he explorado y agotado todos los medios de conseguir dinero, todo a causa de esta casa, pero sin poder vivir en ella todo este tiempo, hasta que me resigné a tal estado de cosas. Un día, por fin, está terminada la casa, han blanqueado las paredes y barrido los pisos; se han pegado las ventanas de papel y colgado pinturas de las paredes. Todos los trabajadores se han marchado, todos mis amigos han llegado y están sentados en sitios diferentes, en orden. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Estoy bebiendo, una noche de invierno, y de pronto noto que la noche se ha puesto sumamente fría. Abro la ventana y veo caer los copos de nieve del tamaño de una mano, y ya hay tres o cuatro pulgadas de nieve en la tierra. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Cortar con un cuchillo afilado una brillante sandía verde sobre una gran fuente escarlata, una tarde de verano. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Hace tiempo he deseado ser monje, pero me preocupaba porque entonces no me estaría permitido comer carne. Pero si se me permitiera ser monje y comer carne en público, ¡pues entonces calentaría un cuenco de agua y con la ayuda de una aguzada navaja me afeitaría la cabeza en un mes de verano! ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Mantener tres o cuatro manchas de eczema en una parte privada de mi cuerpo, y quemarlas o bañarlas de vez en cuando con agua caliente tras puertas cerradas. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Encontrar una carta manuscrita de algún viejo amigo en un arcón. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Un sabio pobre viene a pedirme dinero, pero tiene timidez antes de mencionar el tema, y por ello deja que la conversación derive sobre otros temas. Veo su incómoda situación, lo hago a un lado, adonde estamos solos, y le pregunto cuánto necesita. Luego entro a casa y le doy el dinero, y después de hacerlo le pregunto: "¿Tiene usted que irse inmediatamente a arreglar este asunto, o puede quedarse un rato y beber algo conmigo?" ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Estoy sentado en un bote. Hay buen viento en nuestro favor, pero el bote no tiene velas. De pronto aparece una gran barca, que avanza tan veloz como el viento. Trato de enganchar el bote a la barca con la esperanza de que nos remolque, e inesperadamente el gancho prende en la barca. Lanzo entonces una cuerda, y nos remolcan, y empiezo a cantar los versos de Tu Fu: "El verde me hace sentir ternura hacia los picachos, y el rojo me dice que hay naranjas." Y estallamos en gozosas carcajadas. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Hace tiempo que busco una casa para compartirla con un amigo, pero no he podido encontrar una que nos acomode. De pronto alguien trae la noticia de que hay una casa, no demasiado grande, sino de unas doce habitaciones, y que da a un gran río y tiene hermosos árboles verdes en torno. Pido a este hombre que me acompañe a comer, y después de la comida vamos juntos a ver la casa, porque no tenemos idea de cómo es. Al entrar por el portón, veo que hay un gran terreno baldío de unas seis o siete varas, y me digo: "En adelante no tendré que preocuparme por la provisión de verduras y melones." ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Un viajero vuelve a su casa después de un largo trayecto y ve la vieja puerta de la ciudad y oye a las mujeres y los niños, en ambas márgenes del río, que hablan su dialecto. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Cuando se rompe una buena pieza de porcelana, ya se sabe que no hay esperanzas de repararla. Cuanto más vueltas se le dan, cuanto más se la mira, tanto más se exaspera uno. Yo entrego entonces la porcelana al cocinero, y le digo que la utilice como una vasija vieja, y le ordeno que no deje jamás que esa vasija vuelva al alcance de mis ojos. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: No soy un santo y, por ende, no estoy libre de pecado. Por la noche hice algo malo, y me despierto por la mañana y me siento muy incómodo. De pronto recuerdo lo que enseña el budismo, que no ocultar los pecados es lo mismo que el arrepentimiento. Y entonces empiezo a contar mí pecado a todos los que me rodean, sean extraños o viejos amigos. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Mirar cómo alguien escribe grandes letras de un pie de altura. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Abrir la ventana y hacer que salga del cuarto una avispa. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Un magistrado ordena que redoble el tambor, y da por terminado el día. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Ver un incendio en la pradera. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Haber terminado de pagar todas las deudas. ¡Ah! ¿No es esto felicidad?

I: Leer el Cuento de Cabeza Ensortijada (***). ¡Ah! ¿No es esto felicidad?



¡Pobre Byron, que sólo tuvo tres horas felices en la vida! Era un espíritu mórbido y enormemente desequilibrado, o sólo fingía el Weltschmerz de moda en su década. Me creo obligado a sospechar que, si no hubiera estado tan de moda el sentimiento de Weltschmerz, Byron habría confesado por lo menos treinta horas felices en lugar de tres. ¿No es evidente, por lo que antecede, que el mundo es en verdad un festín de la vida, que se ha dispuesto para que lo gocemos sencillamente con nuestros sentidos, y que un tipo de cultura que reconoce estos placeres sensuales nos posibilita con ello para admitirlos francamente?






* Cuando un chino redacta una serie de diecisiete o dieciocho reglas, es su costumbre (modismo de nuestro idioma) escribirlas como "Artículos I. I, I, I, I, I", etc.

** Hait'ang es de la familia del peral, con frutos como las manzanas silvestres, y el chihching florece en primavera, con pequeñas flores violetas que salen directamente del tronco y las ramas.

*** El héroe, conocido como Cabeza Ensortijada, ayudó a la fuga de una pareja de enamorados, y después de entregarles su hogar, en una ciudad distante, desapareció para siempre.



 
madrobyo,18.08.2010
Alguien le robo la clave a aristidemo.




Seguro fue shosha o masterdam.
 
colomba_blue,18.08.2010
fue carmen
 
Aristidemo,18.08.2010
joi joi joi

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