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Inicio / Lista de Foros / Literatura :: Crítica / Círculo de lectura: La noche de los feos. Mario Benedetti. - [F:5:12242]


leobrizuela,20.02.2012
La noche de los feos. Mario Benedetti.

Ambos somos feos. Ni siquiera vulgarmente feos. Ella tiene un pómulo hundido. Desde los ocho años, cuando le hicieron la operación. Mi asquerosa marca junto a la boca viene de una quemadura feroz, ocurrida a comienzos de mi adolescencia.

Tampoco puede decirse que tengamos ojos tiernos, esa suerte de faros de justificación por los que a veces los horribles consiguen arrimarse a la belleza. No, de ningún modo. Tanto los de ella como los míos son ojos de resentimiento, que sólo reflejan la poca o ninguna resignación con que enfrentamos nuestro infortunio. Quizá eso nos haya unido. Tal vez unido no sea la palabra más apropiada. Me refiero al odio implacable que cada uno de nosotros siente por su propio rostro.

Nos conocimos a la entrada del cine, haciendo cola para ver en la pantalla a dos hermosos cualesquiera. Allí fue donde por primera vez nos examinamos sin simpatía pero con oscura solidaridad; allí fue donde registramos, ya desde la primera ojeada, nuestras respectivas soledades. En la cola todos estaban de a dos, pero además eran auténticas parejas: esposos, novios, amantes, abuelitos, vaya uno a saber. Todos -de la mano o del brazo- tenían a alguien. Sólo ella y yo teníamos las manos sueltas y crispadas.

Nos miramos las respectivas fealdades con detenimiento, con insolencia, sin curiosidad. Recorrí la hendidura de su pómulo con la garantía de desparpajo que me otorgaba mi mejilla encogida. Ella no se sonrojó. Me gustó que fuera dura, que devolviera mi inspección con una ojeada minuciosa a la zona lisa, brillante, sin barba, de mi vieja quemadura.

Por fin entramos. Nos sentamos en filas distintas, pero contiguas. Ella no podía mirarme, pero yo, aun en la penumbra, podía distinguir su nuca de pelos rubios, su oreja fresca bien formada. Era la oreja de su lado normal.

Durante una hora y cuarenta minutos admiramos las respectivas bellezas del rudo héroe y la suave heroína. Por lo menos yo he sido siempre capaz de admirar lo lindo. Mi animadversión la reservo para mi rostro y a veces para Dios. También para el rostro de otros feos, de otros espantajos. Quizá debería sentir piedad, pero no puedo. La verdad es que son algo así como espejos. A veces me pregunto qué suerte habría corrido el mito si Narciso hubiera tenido un pómulo hundido, o el ácido le hubiera quemado la mejilla, o le faltara media nariz, o tuviera una costura en la frente.

La esperé a la salida. Caminé unos metros junto a ella, y luego le hablé. Cuando se detuvo y me miró, tuve la impresión de que vacilaba. La invité a que charláramos un rato en un café o una confitería. De pronto aceptó.

La confitería estaba llena, pero en ese momento se desocupó una mesa. A medida que pasábamos entre la gente, quedaban a nuestras espaldas las señas, los gestos de asombro. Mis antenas están particularmente adiestradas para captar esa curiosidad enfermiza, ese inconsciente sadismo de los que tienen un rostro corriente, milagrosamente simétrico. Pero esta vez ni siquiera era necesaria mi adiestrada intuición, ya que mis oídos alcanzaban para registrar murmullos, tosecitas, falsas carrasperas. Un rostro horrible y aislado tiene evidentemente su interés; pero dos fealdades juntas constituyen en sí mismas un espectáculos mayor, poco menos que coordinado; algo que se debe mirar en compañía, junto a uno (o una) de esos bien parecidos con quienes merece compartirse el mundo.

Nos sentamos, pedimos dos helados, y ella tuvo coraje (eso también me gustó para sacar del bolso su espejito y arreglarse el pelo. Su lindo pelo.

"¿Qué está pensando?", pregunté.

Ella guardó el espejo y sonrió. El pozo de la mejilla cambió de forma.

"Un lugar común", dijo. "Tal para cual".

Hablamos largamente. A la hora y media hubo que pedir dos cafés para justificar la prolongada permanencia. De pronto me di cuenta de que tanto ella como yo estábamos hablando con una franqueza tan hiriente que amenazaba traspasar la sinceridad y convertirse en un casi equivalente de la hipocresía. Decidí tirarme a fondo.

"Usted se siente excluida del mundo, ¿verdad?"

"Sí", dijo, todavía mirándome.

"Usted admira a los hermosos, a los normales. Usted quisiera tener un rostro tan equilibrado como esa muchachita que está a su derecha, a pesar de que usted es inteligente, y ella, a juzgar por su risa, irremisiblemente estúpida."

"Sí."

Por primera vez no pudo sostener mi mirada.

"Yo también quisiera eso. Pero hay una posibilidad, ¿sabe?, de que usted y yo lleguemos a algo."

"¿Algo cómo qué?"

"Como querernos, caramba. O simplemente congeniar. Llámele como quiera, pero hay una posibilidad."

Ella frunció el ceño. No quería concebir esperanzas.

"Prométame no tomarme como un chiflado."
"Prometo."
"La posibilidad es meternos en la noche. En la noche íntegra. En lo oscuro total. ¿Me entiende?"
"No."
"¡Tiene que entenderme! Lo oscuro total. Donde usted no me vea, donde yo no la vea. Su cuerpo es lindo, ¿no lo sabía?"

Se sonrojó, y la hendidura de la mejilla se volvió súbitamente escarlata.

"Vivo solo, en un apartamento, y queda cerca."

Levantó la cabeza y ahora sí me miró preguntándome, averiguando sobre mí, tratando desesperadamente de llegar a un diagnóstico.

"Vamos", dijo.

2
No sólo apagué la luz sino que además corrí la doble cortina. A mi lado ella respiraba. Y no era una respiración afanosa. No quiso que la ayudara a desvestirse.

Yo no veía nada, nada. Pero igual pude darme cuenta de que ahora estaba inmóvil, a la espera. Estiré cautelosamente una mano, hasta hallar su pecho. Mi tacto me transmitió una versión estimulante, poderosa. Así vi su vientre, su sexo. Sus manos también me vieron.

En ese instante comprendí que debía arrancarme (y arrancarla) de aquella mentira que yo mismo había fabricado. O intentado fabricar. Fue como un relámpago. No éramos eso. No éramos eso.

Tuve que recurrir a todas mis reservas de coraje, pero lo hice. Mi mano ascendió lentamente hasta su rostro, encontró el surco de horror, y empezó una lenta, convincente y convencida caricia. En realidad mis dedos (al principio un poco temblorosos, luego progresivamente serenos) pasaron muchas veces sobre sus lágrimas.

Entonces, cuando yo menos lo esperaba, su mano también llegó a mi cara, y pasó y repasó el costurón y el pellejo liso, esa isla sin barba de mi marca siniestra.

Lloramos hasta el alba. Desgraciados, felices. Luego me levanté y descorrí la cortina doble.

 
leobrizuela,20.02.2012
Por supuesto, el emoticón que aparece en el texto no debe considerarse.
 
ninive,20.02.2012
La coordinación de este nuevo texto está a cargo de leobrizuela. Gracias.
 
justine,20.02.2012
Buenas tardes leobrizuela, ninive. Leo un rato y comento.
Saludos.
 
sagitarion,20.02.2012
Pareciera que la fealdad es el tema central de este cuento. He dicho pareciera, porque en lo particular lo que me llamó más la atención es la inmensa soledad de los protagonistas. La soledad no está en la naturaleza del hombre, éste es un este social. Mientras que la fealdad sólo puede ser evaluada como carencia, destrucción o envilecimiento de la belleza.

“...Allí fue donde por primera vez nos examinamos sin simpatía pero con oscura solidaridad; allí fue donde registramos, ya desde la primera ojeada, nuestras respectivas soledades”, “"Vivo solo, en un apartamento...” dice el narrador. Personaje que muestra un estado sicótico producto de la terrible soledad que padece, no tanto de su fealdad que es la que provoca esa soledad y lo hace sentirse excluido del grupo social. Este personaje hace conjeturas generalizando desde su propio sentir: “poca o ninguna resignación con que enfrentamos nuestro infortunio”. “Tanto los de ella como los míos son ojos de resentimiento”, “al odio implacable que cada uno de nosotros siente por su propio rostro”.

Sin que el autor haga alguna referencia explícita de la soledad y por ende de la necesidad de compañía de la mujer, ésta se puede encontrar entre líneas: “Usted se siente excluida del mundo, verdad. "Sí", dijo, todavía mirándome”, luego, la actitud coqueta cuando se mira al espejo y finalmente, la rapidez con que aceptó intimidar con el hombre.

La parte en que la pareja accede a la íntima fealdad del otro a través del tacto, me parece el encuentro final entre esas dos soledades, la aceptación recíproca, total, la compañía anhelada, “tal para cual”, dijo ella. Porque asumiendo que la mano toca tanto como el espíritu, ellos se aceptaron uno al otro y así mismos.

Por la mañana... cuando él descorre la cortina doble, me parece un acto libertario, se han liberado por fin de su opresiva y aprehensiva soledad.
 
loretopaz,20.02.2012
Gracias Leobrizuela, es un cuento bellÍsimo, que indaga en las profundidades del ser, que nos enfrenta con nuestros propios egoÍsmos, con nuestras certitudes, nuestro convencimiento der ser un poco "como todo el mundo", o casi. No lo había leído, tiene el encanto y la sencillez que sabe dar Benedetti a sus cuentos.
 
musas-muertas,20.02.2012
Si, Gracias Leo coincido con Loreto, el cuento es tan hermoso como triste. Siempre existiran los feos, locos, gordos, bajos, etc,etc. vivimos en una sociedad que descarta todo lo que sale del "standard". No obstante la especie animal tiende a seleccionar sus ejemplares por el standard, "supervivencia y procreacion de los mas aptos dicen". En Esparta arrojaban a los bebes deformes desde el monte Taigetos.... pero su standard estaba orientado a reproducir guerreros o vientres sanos para concebirlos. Mas alla de segregacion tácita, la moraleja parece ser que el amor siempre encuentra una razón que la razón no entiende...
 
qoele,21.02.2012
Un cuento de singular belleza. Es asombroso cómo los grandes escritores, como Mario Benedetti, logran penetrar en rincones de la vida donde tantos pasamos de largo, y nos da un puño en el estómago para que podamos ver la original ternura y belleza que existe en la desarmonía llamada fealdad, que no sabemos mirar, cuando ese sadismo inconsciente que hierve en nuestros cánones cinematográficos y publicitarios, nos lo impide.
Este cuento me pareció una apología a un tipo de belleza, hasta antes del encuentro en la fila del cine, prohibida o inalcanzable a los feos protagonistas, debido a las marcas y señas que las miradas ajenas, fueron dejando en sus existencias. La belleza del sentimiento y del triunfo del encontrarse a sí mismo desde lo que se es.
Eso de la oscuridad, la hipocresía que la caricia y la luz vencen, son adornos de una gran pluma, seguramente; pero la esencia a mi modo de ver está en el ojo, en la mirada, en el espejo feroces que caen sobre la fealdad física, olvidando la propia en relación a la inalcanzable y artificial del cánone cinematográfico de los falsos ídolos del narcisismo fugaz.
Es un mensaje, más allá del triunfo del amor de los protagonistas, feroz hacia la normalidad de los lineamientos armónicos o menos, pero lejos de la fealdad verdadera, porque esa dimensión lejana del ojo sartreano que observa y daña, puede precipitar a la fealdad en cualquier momento, un accidente, o más tarde con la vejez y el degrado físico.
Un cuento que lo disfruté mucho. Breve y poderoso, donde un aspecto de la vida recibe un potente haz de luz.
 
Gadeira,21.02.2012
Un cuento precioso Leobrizuela.
Regreso a la noche cuando termine mi jornada laboral para unirme a los comentarios.
 
filiberto,21.02.2012
Uno de los cuentos más hermosos que he leído en mi vida. Nos reconcilia con nuestra particularidades físicas personales y nos aleja de ese sector de la sociedad que se empeña en "descartar" a todo aquel que no coincida con los ítems de belleza actuales: gordos, bajos, demasiado oscuros, demasiado claros...cualquier cosa que no copie a los rubicundas/os anoréxicas/cos musculosos/as que sólo piensan en el gimnasio y en parecerse a las/los modelos de turno. Un placer volver a leerlo.
 
ninive,21.02.2012
En este cuento se cumple rigurosamente la definición de
"cuento" dada por Cortazar. Cortázar compara el cuento con
una buena fotografía que debe darnos el objeto elegido sin detalles
que desvien la atención.

Benedetti comienza diciendos ambos éramos feos: y pasa a describir
esa fealdad que es producto de un accidente que se eterniza en el rostro de
los dos.
Comienza por lo que será el nudo del cuento y si bien vemos ya lo
anticipó en el título.
nada distrae la atención del lector de lo que es el foco de la
acción y de la ambientación que la acompaña.

En su característico lenjuaje sencillo y cotidiano Benedetti nos
presenta el problema de soledad y de angustia de esos dos personajes y
ninguna palabra superflua nos desvía del cauce que sigue la
acción.No trata de impresionar al lector acompañando con
palabras a ese liberador descorrer de las cortinas dobles
 
leobrizuela,22.02.2012
El hombre social ha entronizado la belleza (y esencialmente en las formas) desde tiempo inmemorial. Al punto de juzgar al otro por su aspecto, más o menos ajustado a un canon convencional.
La aceptación de los otros, la pertenencia al sistema tienen como puerta de entrada ciertas condiciones que resulten agradables, simpáticas.
Bellas.
El cuento descubre la mirada de aquellos excluídos, de los postergados que han perdido la chance de participar en la contienda social.
Ronda en el inicio del cuento la idea central: nadie puede enamorarse de un deformado, de un desclasado, de un feo. Salvo que se trate de alguien de la misma especie. La fealdad condena a la marginalidad.
Cae por gravedad el apareamiento entre los dos desvalorizados. ¿Quién más podría acercarse a uno de ellos?
En la historia se revela una vuelta de tuerca magistral, eje del relato: la búsqueda de la oscuridad como cómplice aportaría una dosis negadora de amnesia sobre la condición de ambos desdichados. En esa oscuridad de cortinas cerradas ambos serán normales, perfectos, queribles.
Pero -y acá está el detalle superlativo del cuento- ocurre que ambos se reasumen como individuos con sus respectivas verdades ("sus manos también me vieron"), en una actitud que reconoce y acepta la fealdad, la desigualdad.
Caen los velos. Se descorren las cortinas y entra la luz.
Claro que, como toda aceptación de lo que no puede ser cambiado, hay un costo que pagar.
Y la cuota la forman el dolor y las lágrimas hasta el amanecer.
 
leobrizuela,22.02.2012
Otra vez un travieso emoticón se introduce subrepticio en el texto. Cosas del sistema.

 
ladanny,23.02.2012
Un poco tarde me comunico, pero más vale tarde...
Pienso que este cuento destaca en forma subliminal la cultura actual:
" Jovenes, bellos, exitosos."
Pienso que después de Hiroshima, las guerras y los mutilados, poco a poco todos quisieron olvidar y el consumo tapó lo demás.
Quizás me desvío un poco, pero pasada la emoción, me quedó lo que ahora envío.
 
leobrizuela,23.02.2012
Contemplo complacido la respuesta de los talleristas y me agrada comprobar que, finalmente y tras tantos vaivenes, el cuento elegido fue adecuado al cometido.
Se me ocurre -y esto sea dicho sin faltar la consideración al maestro Benedetti-, pensar cuál sería una prosecusión de la historia. No hablo de prolongar el cuento, sino de imaginar que les pasaría a los protagonistas de aquí en más.
Queda abierta la continuidad imaginativa.
 
ninive,23.02.2012

imagino lo que podría pasar:
(no me maten)

Los protagonistas se casan y tienen una hija bellísima, recuerden que la fealdad de los padres era producto de un accidente en los dos. La hija se enamora y viene a presentar al novio. Los padres (nuestros feos) se niegan al casamiento y a la relación en general con el muchacho
negro.
 
qoele,23.02.2012
A un cierto momento el protagonista dice: "Hablamos largamente".
En ese punto yo pensé "cómo me gustaría escuchar esa larga conversación".
 
qoele,23.02.2012
A propósito de que sugiere leobrizuela con eso de la "continuidad imaginativa" de este cuento, debo decir que yo no imagino nada más, pero es una pregunta que se hizo Nabokov en La dádiva, su último libro escrito en ruso, donde se interroga acerca de los periplos que la imaginación de los lectores recorrerán, después que los jóvenes enamorados de la historia, dejen la escena de la novela.
 
ladanny,23.02.2012
Me encantó el final del cuento:"Desgraciados, felices.Luego descorrí la cortina doble"
Ya no necesitan ocultar sus fealdades y eso me pareció un maravilloso acierto de Benedetti.
Escribir un cuento con ese tema tiene para mí un desafío doble: lograr que sea un "Cuento" y no caer en sentimentalísmos fáciles.
En cuanto a tu continuación imaginaitva Nínive, me gustó la sorpresa del final, pero le siento un dejo de moraleja.
 
filiberto,23.02.2012
No tienen por qué tener una hija bellísima ( de acuerdo a los cánones) , la hija tiene que ser bellísima como ellos lo son."Ya no necesitan ocultar sus fealdades"

"Hablamos largamente". Cada vez se consigue menos. Ese hablar "como ir en bicicleta" con alguien.

Insisto el cuento es-pec-ta-cu-lar y sin "sentimentalísmos fáciles" ni cursilerías ni demagogia por parte del autor.

 
ninive,23.02.2012
Respondo a ladanny que dice que en el final de mi imaginaria continuidad vio una especie de moraleja. Sí, la moraleja es que la sociedad tiende a rechazar al "diferente" . De allí al racismo ...sólo un paso
 
leobrizuela,23.02.2012
Coincidiendo con su proverbial dulzura, Nínive ha elaborado una salida rosa con un final paradójico.
En mi caso seré menos romántico.
Imagino que ambos amantes, tras cierto número de días de convivencia y agotada la expectativa por el otro, comenzarán a percibir el asombro general del público ante la aparición conjunta de ambos fenómenos. Cada uno verá aumentado su sufrimiento por la exclusión -y acaso la burla-, ahora más intensa por el hecho de la duplicación simultánea de tanta fealdad y, finalmente, optará por lo anterior.
Esto es, sobrevivir tratando de pasar inadvertido para el común de la gente, tal como se hallaba acostumbrado.
El compartir la fealdad no la mitiga, sino que la suma.
 
musas-muertas,23.02.2012
en mi caso, la historia sigue asi:
Se casan, renuncian a tener hijos y deciden adoptar buscando al niño mas "feo" disponible. Ese que no quiere nadie. ya se, soy un romantico, pero creo que el amor todo lo puede.
cariños a todos los integrantes, como siempre son mas ricos los comentarios que el hermoso cuento en si.

 
sagitarion,24.02.2012

Bueno, ahora que se está en este ejercicio lúdico. Les dejo mi versión.
Seis años después... La pareja discute por cualquier cosa, ya no se soportan, en los primeros años la cercanía de uno con el otro palió la soledad que atormentaba a cada cual. Cada uno de los feos encontró por diferente camino la desilusión a la expectativa que crearon aquella primera noche de entrega total. Reconocían que vivir en pareja fue sólo un remedo de felicidad, ambos seguían siendo feos, los dos eran marginados de los grupos sociales a los que intentaron pertenecer y lo peor era que sus hijos, Adonis y Afrodita pagaban también la consecuencia de la fealdad de sus padres. Porque esos niños –nada feos por cierto, tampoco de gran belleza- desde su temprana edad fueron el escarnio de los demás niños del vecindario y luego de la escuela donde asistían. Ellos, los niños, no comprendían porqué no siendo tan feos como sus padres, los demás párvulos los excluían de los juegos y de su cercanía. Empezaron a experimentar la soledad, el vacío social en torno de ellos que sufrieron y continuaban padeciendo sus padres. La relación familiar era tormentosa, los niños se rehusaban a que el papá o la madre los llevaran al colegio. Para ellos un paseo familiar era un verdadero tormento, la niña, como el padre, desarrolló los sentidos y escuchaba con nitidez el cuchicheo y las risitas de las personas a su alrededor cuando iban en compañía de sus progenitores. Adonis, en medio de su inocencia y del y trauma psicológico que se le estaba formando, se tornó rebelde contra todo, con Dios por haberles dado unos padres tan horribles, con la vida, por permitir el desamor de las personas; contra sus padres por haberlo engendrado y con él mismo, por ser tan pequeño y no poder huir de ese entorno en donde el señalamiento de los demás eran cuchillos filosos que no le causan heridas físicas pero en cambio le iban matando su autoestima... Y la historia podría continuar.
 
ninive,24.02.2012
Un productor cinematográfico les propone realizar una película. Ellos serán normales al principio y se enamoran, un accidente deja las huellas en el rostro de los dos y no pueden soportarse así como quedaron desprovistos de belleza.
Cada uno rechaza en el otro la propia fealdad.
 
leobrizuela,24.02.2012
Otro desafío.
El autor ha escrito en primera persona. Podría haber usado la tercera.
Enumerar ventajas y desventajas.
 
musas-muertas,24.02.2012
Solo desde mi humilde punto de vista y en lo personal, me cuesta menos escribir en primera persona, es mas facil ponerse en los zapatos del personaje. Adicionalmente me parece que de esa forma hablo con el lector....
 
ninive,24.02.2012
Creo que el narrador en primera persona era el único que se podía usar. La primera persona plural alterna con la singular y esto lo hace íntimo y compacto. A este cuento no le borraría ni una coma.
 
loretopaz,24.02.2012
Con respecto a prolongar el cuento, no le encuentro mucho sentido : el argumento trata de un encuentro, lo que pasó antes nos es relatado con el fin de que podamos entender de qué se trata, pero la continuación no tiene importancia. Una canción de Falú dice : "la vida es sólo un instante, un beso la eternidad..." El encuentro entre ambos personajes es eso, un momento de eternidad, un encuentro fuera del tiempo y espacio en donde nos movemos habitualmente, es un encuentro crucial para ambos y que van a recordarlo a lo largo de toda su vida, idealizándolo si sus caminos se separan, tal vez con pena en el caso de que siguieran juntos, interrogándose por qué la relación se fue estancando poco a poco. Un instante de eternidad.
 
leobrizuela,24.02.2012
Coincido con tu apreciación, Loretopaz. No se trata, y lo dije, de prolongar el cuento más allá de lo escrito por don Denedetti. La historia señala un encuentro entre dos seres en una condición especial y la idea era imaginar, habida cuenta de la experiencia pasada, un hipotético proseguir de la relación entre ambos. Es decir, ponerse en el lugar de los actuantes, hacer propia la condición y preguntarse que haría cada uno de nosotros, como individuos, de allí en más.
Un ejercicio para los que borroneamos papel con historias improbables. Eso es todo.
 
leobrizuela,24.02.2012
A mi juicio, el uso de la primera persona implica "hablar" con el protagonista, leer sus pensamientos, sus sensaciones de primera mano. El uso de una tercera provocaría un distanciamiento perjudicial del lector con un fenómeno particular: que el narrador es feo y lo sabe, lo confiesa sin ambages. Esto elimina la posibilidad de un punto de vista exterios, en caso de que el cuento fuera narrado por un testigo.
 
loretopaz,25.02.2012
Sí, Leo, entiendo lo que deseas imaginar, pero la verdad es que me cuesta hacerlo... Creo que se presentan dos posibilidades, una, vivir con el recuerdo de algo que "no pudo ser", con nostalgia, tal vez amargura ; la otra es comprender la dimensión digamos "cósmica" del encuentro, y atesorar ese momento vivido como una perla secreta. Estas dos posibilidades me parecen independientes del hecho que se hayan separado o no.

En cuanto al relato en primera persona, pienso como tú, es la mejor manera de suscitar la empatía del lector, lo que nos permite identificarnos con el narrador y proyectarnos, imaginándonos en su situación.
 
leobrizuela,25.02.2012
Amigos de las letras, concluye la semana y, si no hay objeción, cedo la posta a Nínive, que trae bajo la capa un cuentazo para el análisis.
He disfrutado de la participación de todos ustedes, a quienes agradezco el interés y dedicación puestos en este taller virtual.
Y cierro pensando que, así como la música es el idioma universal, la literatura es un vínculo de comunicación maravilloso y agradezco a la providencia haberme introducido en él.
Un saludo a todos.
 
Gadeira,25.02.2012
No he podido participar antes en este foro debido a que he estado cuidando de un familiar enfermo. Como pequeño aporte personal tras lo leído a los compañeros, y aún sabedora de que esto es como buscarle los tres pies al gato, he de decir que me llama poderosamente la atención cómo, bajo el pretexto de la fealdad como tema, el subtítulo, por llamarle de alguna forma, podría ser: "los pares se buscan" . Suele ocurrir en política, religión etc.

De todos es sabido que es al amparo de los iguales, donde las personas, unificando fuerzas, logran sus mayores triunfos.

Nuestros feos, se reconocen en su fealdad el uno en el otro. Bajo el manto de esa "lacra" social se alian, de manera similar como se alían y acompañan las parejas de personas discapacitadas, por poner un ejemplo. Pero, en el cuento, mientras las cortinas cerradas a la luz, y por tanto a la cruda realidad son simplemente la cobertura donde compartir soledades y sufrimientos, de repente los tactos, la voz, las lágrimas, la piel de ambos, se va imponiendo. Es decir, nada hay por encima del ser, de la esencia de las personas. Se descorren entonces cortinas y esperanzas de amor y felicidad.

¿Un final para este cuento? personalmente no quiero añadir ninguno. Qué nuestros feos se amen en paz y sean ejemplo para todos nosotros, de que ese exterior nuestro es como una punta de iceberg.La abundancia de belleza, está dentro de cada uno de nosotros.

¡Puñetas! conozco feos y feas de quienes no me costaría ni el mínimo esfuerzo enamonarme de tanta luz como desprenden.

Un abrazo chicos. Y gracias a leobrizuela de nuevo. Un cuento para no olvidar.

 
ladanny,25.02.2012
Me maravilla cuantas ideas, propuestas y mucho más se pudo sacar de este cuento.
A mi me sigue encantando ese final, diría chejoviano.
De paso Chejov es uno de mis autores preferidos; sugiere con maestría lo que no dice en sus finales abiertos.
Gracias Leobrizuela.
 
justine,25.02.2012
Como gadeira, apenas he tenido tiempo esta semana. Si bien he leído todos los comentarios a este estupendo cuento, no he tenido disposición para escribir hasta este instante justo cuando leobrizuela está cerrando el foro.
Sólo una cosa, no hemos discutido si son valientes o cobardes o ambas cosas, me explico: La realidad social es cruel frente a lo que considera "lacras" pero hay feos y feas maravillosos que comparten sus vidas con parejas de gran belleza refiriéndome exclusivamente al aspecto exterior sin menoscabo de la vida interior que puede ser más o menos hermosa.
Onetti narra el cuento de tal manera que conduce la historia al hilo del desaliento, de la injusticia, de la fuerza de la exclusión social cuando algo no entra en los cánones de lo establecido; es muy hábil reduciendo la perspectiva al patetismo de la soledad y la marginalidad. Sólo al final deja entrar la luz a través del enamoramiento, cuando descorren la doble cortina y la luz les abre el resto de las perspectivas que les ofrece la vida. En los comentarios se han desplegado un montón de ellas como si se tratara de un abanico, algo pequeño, alargado, menudo, que carece de toda estética y que con un solo golpe se despliega y deja ver colores, paisajes, lienzos maravillosos.
Los protagonistas, el narrador y su fea, van solos a la cola de un cine para ver una película como todos los demás, En ese aspecto opino que son valientes porque viven como los otros. También el protagonista me deja la opción de la cobardía, porque sabiéndose feo, el mismo se encasilla en el mismo lugar que los demás lo hacen y parece sumiso a quedarse en ese lugar, admite los límites que los otros le a tribuyen. Mira a su alrededor y en la fila sólo ve parejas, hombres y mujeres normales que van a ver historias de hombres y mujeres normales. Él parece más marcado por la falta de amor que por la fealdad. No cree en sí mismo, en lo que es. Pienso que lo que ocurre es que en la cola del cine se enamora, se enamora de una mujer que comparte con él la fealdad, y por eso ve en ella cosas que le pasan a él, y que no forzosamente tendrían que pasarle a ella, aunque la historia lo desmienta. La ve a ella y se ve a sí mismo, es compasivo con ella y entonces es compasivo con él, ve que puede amarla y entonces siente que puede ser amado. Todo lo que ocurre después es la búsqueda de él hacia ella, porque simplemente se ha enamorado. La invitación al cuarto, los titubeos de ambos en la oscuridad, pueden equipararse a los de una pareja en su primera vez, lo diferente en este caso es que ambos se sienten marcados y se temen, se encuentran en una situación que nunca habían creído posible. ¡He voilâ, cést l’amour!
 
elclubdelapaginaazul,26.02.2012
Mientras Nínive decide qué hacer para alimentar el fuego del círculo de lectura les mando un cuento Chinopara disfrutar de su sabiduría.

Una vez un campesino chino, pobre y muy sabio, trabajaba la tierra duramente con su hijo.
Un día el hijo le dijo: "Padre, ¡qué desgracia!Se nos ha ido el caballo."
"¿Por qué le llamas desgracia? - respondió el padre, veremos lo que trae el
tiempo..."

A los pocos días el caballo regresó, acompañado de otro caballo."¡Padre, qué suerte! - exclamó esta vez el muchacho, nuestro caballo ha traído otro caballo."
"¿Por qué le llamas suerte? - repuso el padre, veamos qué nos trae el tiempo."

En unos cuantos días más, el muchacho quiso montar el caballo nuevo, y éste, no acostumbrado al jinete, se enfurecio y lo arrojó al suelo. E muchacho se quebró una pierna.
"Padre, qué desgracia! - exclamó ahora el muchacho - ¡Me he quebrado la pierna!"
Y el padre, retomando su experiencia y sabiduría, sentenció:
"¿Por qué le llamas desgracia?Veamos lo que trae el tiempo!"

El muchacho no se convencía de la filosofía del padre, sino que se quejaba en su cama.Pocos días después pasaron por la aldea los enviados del rey, buscando jóvenes para llevárselos a la guerra. Vinieron a la casa del anciano, pero como vieron al joven con su pierna entablillada, lo dejaron y siguieron de largo.

El joven comprendió entonces que nunca hay que dar ni la desgracia ni la fortuna como absolutas, sino que siempre hay que darle tiempo al tiempo, para ver si algo es malo o bueno.

La moraleja de este antiguo consejo chino es que la vida da tantas vueltas,y es tan paradójico su desarrollo, que lo malo se hace bueno, y lo bueno,malo.Lo mejor es esperar siempre el día de mañana, pero sobre todo confiar en que todo sucede con un propósito positivo para nuestras vidas.



 
musas-muertas,26.02.2012
Lo habia leido, es toda una leccion de vida, basada en la resignacion y la aceptacion, claras virtudes sobre todopara la cultura oriental. Tengo un dilema personal con el llamado "destino inevitable"... mi orgullo me impide aceptarlo plenamente siento que estoy aqui para algo y mi historia no esta escrita (al menos totalmente) y que algo de ella me toca escribirla a mi....
 
ninive,26.02.2012
Es cierto, Gustavo, el cuento fábula deja poco espacio al libre albedrío, pero me encanta la idea de la aceptación de todo lo bueno y todo lo malo. Naturalmente cada uno lo interpretará según su formación espiritual.

Puse este "pasaje" entre cuento y cuento porque quiero subir un texto muy "jugoso" y no consigo encontrarlo.
Se trata del cuento de Inés Arredondo El estío que pertenece al libro La señal.
Yo no sé scanear y de todas maneras si no figura en la red será que tiene derechos de autor aún vigentes.
Si alguien lo encuentra agradecería que me lo dijera . Esperaré unos días y si no será este será otro.Hasta pronto.
 
sara_eliana,26.02.2012
Yo debo pedir disculpas una vez más, porque no he podido cumplir las tareas en tiempo y forma por andar paseando. He visto que Leo está cerrando el capítulo, pero no quiero quedarme con las ganas de hacer mi comentario. Ya he repasado todo lo que han puesto los compañeros y la verdad es que no creo que haya mucho más para decir, pero bueno, ahí va.

Cuando leí este cuento –no lo conocía-, me acordé de Kafka y su metamorfosis. Gregorio Samsa no nace insecto; un día se despierta convertido en un insecto. Y nadie sabe, no se dice, no interesa, cómo es que llegó a ese estado: un buen día, o mejor dicho un mal día, ya no es el que era hasta ayer, y ahí comienzan sus problemas.

Nuestros personajes son anónimos, ninguno está marcado por una identidad, lo cual siempre amplía el rango de significación hasta el infinito: podría ser cualquiera, podríamos ser todos. Nuestros personajes no nacieron feos. Ambos llegaron a la fealdad por una circunstancia ignorada para el lector que sin embargo sabe que sus consecuencias dejaron en sus caras marcas imborrables. Ella de niña; el de adolescente. Es obvio que ambos están lejos de ser responsables de esas marcas. ¿Fue por negligencia de los padres? ¿Fue una guerra, fue en la escuela? ¿Fue simplemente una desgracia, “error humano”, ese imponderable que nunca falta y que nos acosa continuamente? No se sabe, no importa. La vida los marcó para siempre con la fealdad y la desdicha a temprana edad, los marcó una sociedad que es esa misma que ahora los observa como fenómenos, cambiando los tonos de voz, los movimientos, las miradas … cuando ellos pasan.

Pero ¿qué pasa con ellos? Como ya se ha señalado, ambos experimentan un proceso a lo largo del relato que da cuenta de su crecimiento: primero están solos, aislados; no hay timidez, no hay vergüenza, no se esconden, hay plena conciencia de sus rostros feos. Luego se juntan… y sí, ambos quisieran que la vida no los hubiera marcado de ese modo, pero ya está, “es lo que hay”, como dicen los chicos, y hay que salir adelante. Y luego descubren, como Edipo, que no siempre se ve la verdad con los ojos, que muchas veces el alma, la sabiduría, la generosidad, la humildad, el amor, nos permiten ver lo que no descubre la vista. ¿Cuántas veces nos habrá ocurrido, descubrir una persona maravillosa tras una apariencia no demasiado lucida?

Me gustan los finales conciliadores, esos que dejan una puerta abierta al lector. Y en esto, Benedetti es de lo mejor.

un abrazo, y disculpen mis retardos


 
ninive,26.02.2012
Gracias a bloretopaz/b podré subir el cuento de I. Arredondo(mejicana)" El estío".

Nos vemos allí
 
ninive,26.02.2012
Gracias a loretopaz podré subir el cuento de I.
Arredondo(mejicana)" El estío".

Nos vemos allí

 
lorogrande,23.06.2013
Hola. Leí "la noche de los feos". Muy bien lograda. En "corrí la cortina doble" pienso que está el indicio que me indicaría, luego, el final esperado. El haber sido escrito en primera persona,no quiere decir que Benedetti es uno de los personajes, pero puede serlo. Lo que más destaco es el diálogo que tienen los personajes; Y ya desde q están en el cine que él quiere tener un encuentro íntimo con ella (este podría ser otro segundo indicio) cuando la ve de espalda con su cabellera rubia. El diálogo es lo más interesante y que da a entender todo lo que sigue, aunque fué importante haber presentado a los dos personajes con sus defectos en la piel de sus rostros al principio del cuento. O sea que las tres partes del cuento están bien colocadas. Principio, lugar y presentación de los personajes, luego la narración de los hechos, y el final, que a juzgar por el indicio que señalo, el de correr las cortinas dobles, a esa altura, ya era el final esperado. Muy bueno. La construción de este cuento, puede servir de ejemplo para los nuevos escritores. Saludos.
 
rhcastro,28.06.2013
Un texto muy triste.-
 



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