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Inicio / Lista de Foros / Literatura :: Crítica / Antonio Di Benedetto: al rescate de los desconocidos - [F:5:9572]


luchochago,09.09.2007
Roberto Bolaño, lo reconoció en uno de sus cuentos, Sensini. En esa epoca cuando ganaban concursos en los ayuntamientos españoles. Ganaba Bolaño o Di Benedetto

Pero quién es???

Antonio Di Benedetto nació en Mendoza el 2 de noviembre de 1922. Luego de cursar algunos años de abogacía, se dedicó al periodismo. En 1953 publicó su primer libro, Mundo animal, con el que inició su brillante carrera de escritor cuya cima fue la novela Zama, acaso una de las más grandes novelas de la literatura argentina, segun algunos criticos (entre ellos Cortazar y Saer)

Di Benedetto ocupa un destacado lugar en la narrativa contemporánea argentina. Para ello lo acreditan su personalísimo estilo, su capacidad de crear personajes vivos, su facultad inventiva, su aguda captación sensorial y su activa intencionalidad poética de remodelador del mundo.
En Zama, alcanzó su culminación el realismo profundo de Di Benedetto; fuerte, cruel, incisivo, supera las apariencias de las cosas y acoge en su seno los productos de la más pura fantasía creadora.
En 1976, pocas horas después del golpe militar del 24 de marzo, Di Benedetto fue secuestrado por el ejército. "Creo nunca estaré seguro que fui encarcelado por algo que publiqué. Mi sufrimiento hubiese sido menor si alguna vez me hubieran dicho qué exactamente. Pero no lo supe. Esta incertidumbre es la más horrorosas de las torturas", diría años más tarde. Humillado, golpeado y destrozado anímicamente, fue excarcelado el 4 de septiembre de 1977 y se exilió en Estados Unidos, Francia y España. Regresó definitivamente a la Argentina en 1985. Murió víctima de un derrame cerebral el 10 de octubre de 1986 en Buenos Aires.

 
gaviotapatagonica,11.09.2007
Gracias Lucho; un autor interesante que descubro hoy de la mano de tu comentario. Dejo aquí un pedacito de un texto suyo..
piq piq


bAntonio di Benedetto/b
uiEl hacedor de silencio/u /i(fragmento)

" El sol se prodiga sobre la mesa del comedor de diario. Nombrar su bondad forma parte del rito del almuerzo y resulta necesario como pronunciar la gratitud.
Pero no conseguimos proceder igual que siempre. El ruido, continuo, nos compulsa a tenerlo más presente que ninguna otra cosa.
-¿Cómo sabe que es un ómnibus? -Le pedí a tu tío que se acercara y viera.
El hermano sólo gasta un movimiento de cabeza para avalar su informe.
La explicación del trámite está implícita: desde que eso empezó, ella se siente aturdida y molesta y se ha inquietado, a cuenta, por el hijo.
Mi tío opina: -No puede durar. Un ómnibus viene y se va.
El ruido, presionándome la cabeza, me empuja a cuestionar: -"Viene y se va", eso es una frase. Viene y se va cuando anda por la calle. ¿No se da cuenta que este ómnibus es diferente, que está injertado en nuestra casa? ¿No lo oye, acaso? ¡Claro, no tendrá que soportarlo, usted no vive aquí!...
La cuchara, suspendida en el aire, desbordando la sopa -esa única respuesta de la sorpresa de mi tío- achica mi vehemencia y me hace callar, mortificado.
En el silencio de los tres, ordeno las razones con que él podría moderarme: yo descargo sobre él mi agresividad y mi cólera y al hacerlo me equivoco de sujeto y me pongo injusto con torpeza; no acato la posibilidad de que el ruido de repente se apague y no regrese, me encarnizo en la suposición de que el problema se ha posesionado del futuro y ya nunca nos dará un respiro; descuido atender que lo normal de un ómnibus es circular por ahí o por allá, siempre afuera, y que un motor en marcha, si el coche no anda, es antieconómico y está sometido, nada más, a una prueba transitoria.
Digo, corrigiendo el atropello que también rozó a mi madre: -Bueno, ya pasará; de lo contrario, tendremos un remedio legal para que pase.
No obstante, sobre esas mismas palabras me arrepiento, porque es como adquirir el compromiso de entablar una oscura batalla para la cual no me hallo bien dispuesto: denuncias, no sé a quién; comprobación, pruebas, alegatos; la sanción para los otros; para mí, la hostilidad de los culpables, aún innominados.
Para mí, el ruido se interrumpe con la segunda porción de la jornada que debo dar a la oficina.
De vuelta, la vereda de mi casa marca el límite del recelo: más allá pueden encontrarse planteadas las condiciones definitivas para una lucha.
Adentro sólo están mi madre y los benignos ruidos domésticos.
No pregunto cuánto más duró aquello. Mi madre no me infiere ningún recuerdo verbal; pero su rostro y sus ojos están fatigados y su administración de la cena denuncia la prisa por llegar al lecho. "
 
quenickpelotudotenes,14.09.2007
Yo no creo que Di Benedetto sea desconocido; es más, a él lo rescató de las sombras Saer. Fueron precisamente Saer y Di Benedetto contemporáneos de su tiempo. El legado de Antonio es grande: basta leer su novela Zama para darse una idea de cuán especial es su tratamiento del lenguaje.

El que sí es bastante desconocido es Juan Filloy.
 
mandrugo,14.09.2007
Nada mòas lejos que Antonio Di Benedetto sea un desconocido que hay que rescatar.
Es un grandísimo escritor traducido en muchas lenguas y reconocido como un auténtico grande.
No sé de dónde sales estas extrañas leyendas, pareciera que Bolaño era un tipo que le gustaba contar historias medias raras, ja!
 
luchochago,14.09.2007
pues yo creo que para nosotros (la mayoria de los chilenos) es un descubrimiento .
De Hecho solo a principios de este año llegó una reedicion de sus libros que no estaban en circulacion, creo, por lo menos hace 20 años
 
mandrugo,14.09.2007
Si dices que es así, creo que sea muy posible, tratándose de lectores chileno jóvenes, digamos menores de 30 años, o por ahí.
Yo soy un lector chileno de muchas "chenos", entonces a este grandísimo escritor lo conozco desde que comencé a leer a Sábato, Borges, Cortázar.
Tiempos antidiluvianos, por eso me sorpredí. Creo.
 
quenickpelotudotenes,14.09.2007
Ahora les falta conocer a Filloy. Sus libros escasean hasta en la Argentina. Sucede que no le importaba mucho publicar. Pero es un grande, un grande oculto. De las mejores plumas hispanoamericas.
En fin, hay tanto que se pierde. En estas últimas décadas se han hecho "descubrimientos" que hasta entonces permanecían en las tinieblas: Juan L. Ortiz, Viey Temperley y etcéteras.

A mí Zama, Diego Zama especialmente, me caló hondo.
 
quilapan,14.09.2007
Muy interesante lo que dicen aquí sobre Di Benedetto y sobre Juan Filloy. A los dos no los he leido y los tendré haciendo gimnasia para cuando pueda leerlos con atención.

Por mientras me quedo con otro Juan, que es chileno y mi predilecto. Saludos.
 
quenickpelotudotenes,15.09.2007
Juan Emar? jajaj. Por la publicidad que le hacés debe ser bueno. Alguna vez gustaría de leerlo.
 
luchochago,16.09.2007
Lo que pasa es que quienes bordeamos la treintena, hijos de la Dictadura, por así decir, en su lado histórico, no metafisico, hay tantos escritores por descubrir. Lo digo considerando que las editoriales (en Chile), luego con la llegada de la democracia, estuvieron buscando una nueva narrativa, des-cargada de textos de exilios y sufrimientos.
Por eso un Fuget, un Collier, un Ampuero, Franz, etc., que sin duda algunas de sus novelas o cuentos son muy interesantes, relatando este paso de "la oscuridad a la Luz".

Por otra parte, el Boom, dejo de lado a otros grandes que no tuvieron tanto renombre como Vargas, como García como Fuentes, etc. Aunque tal vez estos son demasiado insufribles para el resto.
Couando hace poco, semanas, leí Zama del argentino, pues Di Benedetto, de un cuento de Bolaño, Sensini (si no me equivoco), tomo cuerpo y alma.
Ahora estoy comprando y leyendo lo que encuentro de este argentino

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