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| oscaron,24.06.2007
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PALEMÓN
Poema de Oscar Portela
Blanca es ésta página y helada como la soledad
Del cuerpo mío. Fluye tras el cristal como la vida
Que es muerte y río, oscuridad y endriagos.
Ah, ya lo sé, lo sé. ¿Que más da , estar muertos
O estar vivos? ¿Acaso el Otro lo echaría en cuenta?
Lo he comprobado ya. Solo a la soledad confío
Los augurios del tiempo. Soy invisible al Otro
Y su porfía. Me he muerto ya con el deseo a cuestas
Que lleva en si los encontrados reinos del poema.
Estoy de vuelta. Es de noche y el día me acongoja.
Todo humano es hostil a mis ensueños.
Solo, solicísimo confío al verso las plegarias
De vagos pensamientos. El sol me escalda.
El triste gris acero de los cielos el sueño no me quita.
No hay albergues. Deshabitado estoy como Carfaxs
En Ruinas y solo entro a la noche en la que vivo.
Todo otro es ausencia. Solo ausencia. Los llamados
Se han muerto en las estepas y el aullido bronco y espasmódico
Mustio está ahora bajo el áureo hielo.
¿A que escribir entonces si el circulo vicioso
Repite el estribillo eternamente?
¿A que volcar en blanco las penurias de la tierra indigente
Que ha parido lobeznos en la blancura de los sueños?
Nadie sabe si estoy o si me ido.
A nadie importa éste destino
Cierto que tiene por verdad la urna ya elegida
Y nadie lo sabrá cuando a la nada entre en el silencio
Sin llamar siquiera. Alguien me espera entre la zarza ardiente.
Su voz tonante es dulce y su figura altiva de Adán desnudo
Y si pecado alguno ni redención, ni Paraísos idos,
Me lleva hacia otras puertas nunca abiertas.
¿Qué importa ahora si sueño todo esto?
No vivo en el desierto. Si la noche y el infierno
Temido es el deseo que tiembla entre mis labios
Cuando sueño….
Allí la zarza siegue ardiendo a solas
Como mi corazón en el desierto.
Oscar Portela
Corrientes del 2007-06-23
Argentina
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| quilapan,24.06.2007
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Me han parecido acertados los versos que testimonian esa contemplación en que cae el poeta donde es, digamos necesario, el alejamiento del mundo que se ofrece día a día, tanto de las personas como de las situaciones que junto a ellas uno puede acceder; en este caso se opta por la reclusión voluntaria en una soledad contemplativa.
Ahora me llama la atención el nombre que usted ha elegido para su poema; yo me encuentro leyendo una obra en la que existe un personaje que es un símil de Lucifer llamado Palemón de Costamota; por otro lado, hace tiempo di con una obra de teatro de Silvina Ocampo, los traidores, en la cual hay un personaje llamado Filemón de Siracusa. Por lo tanto me intriga esta similitud de nombres, su relación con la figura de Lucifer, y el nombre que ha venido a ocupar en su poema. | | |
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