TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Lista de Foros / Literatura :: Talleres / Rincón de correcciones y sugerencias de NINIVE 4 - [F:9:12755]


ninive,17.08.2014
A quien interese una crítica estilística y gramatical Aquí estoy con deseos de ayudar en lo que pueda.NINIVE

1) Deja aquí el nombre del texto( el texto debe figurar en la página en MIS CUENTOS)Sólo el texto.
2) PROSA que no supere las 1000 palabras!!!!
3) Mi comentario figurará aquí en el foro
4) Si necesitas aclaraciones a la corrección, por favor solicítalas en mi libro de visitas
 
esclavo_moderno,17.08.2014
La raya cincuenta y cuatro.
La bombilla seguía encendida cuando el hombre despertó. Restregó la mirada en los bloques grises y roñosos del cuartucho y miró las cincuenta y tres rayas. La mesa vieja y rustica yacía en la esquina y encima unos cables con alambres despeinados. El sol cuajó su luz en la ventanilla de barrotes. Probó sentarse en el camastro y una tos de alce le sacudió los pulmones. Le ardía el pecho y constató que los navajazos se hallaban vivos. Escupió la saliva sanguinolenta.
El chasquido en la cerradura le serruchó los nervios. Tres hombres se asomaron. Uno llevaba el café y un pedazo de pan y frijoles en un plato azul y lo abandonó en el húmedo suelo. El flaco de piel palúdica encargado de las llaves lo ignoró y el de espalda de ropero y ojillos de tacuacín le dijo:
—Disfruta el almuerzo que al rato regresamos. —estiró los labios y los dientes de oro brillaron.
Halló el amor en ese lugar. Se enamoró locamente de la libertad. La llegó amar como la vida nace atornillada a la muerte y la muerte va aflojando poco, a poco los tornillos oxidados de la vida. Siempre era lo mismo, le rondaba coqueta en la alborada. Lo supo a través de los cables de voltios atados a los huevos (bolas). La bolsa plástica de gamezan moldeo su cabeza y la fetidez le ahogaron las fosas nasales; lo embriagó. El dolor de los testículos ya no lo sintió. Lo que sintió fue el restregón de algo sobrehumano en la piel y esa sensación sembró su monarquía en la vivienda temporal. Él lo sabía. Anteriormente le había olido y visto. Fue la madrugada que su hombría se aterrorizó. Esa madrugada cuando la muchacha con la mirada cristalizada se plasmó como foto en su memoria. Al alba, decidió rayar su primera raya, igual a un diario.
En la tercera raya. A latigazos eléctricos quisieron ablandar la mente y luchó por retener los recuerdos; aquellos recuerdos que vivió con su compañera y los hijos. Ellos fueron asesinados dos noches después de su captura. Se lo dijo el flaco palúdico. Él no lloró.
Odiaba el cableado de confesar de los lunes. Lavado de cerebro los martes y miércoles y cantara la verdad que no existía. El vía crucis de la imputación lo obligó aceptar que existían días de la semana torturando su inocencia. Clamaba su libertad, esa libertad que sorda y aterrorizada le huía. Cierto amanecer logró atraparla y agarrada a ella sus corneas oscilaron en los hoyuelos blanquecinos. La luz del foco ardía.
La zozobra lo hacía correr y esconderse y seguir corriendo de ese fatídico lunes, pero siempre terminaba siendo un fugitivo atrapado. Se levantó feliz, tenía trabajo. Había pasado seis meses sin trabajar, ahora tenía trabajo. Su familia estaba contenta. Su mujer le sirvió el desayuno. En una copa le puso jugo de limón con un huevo crudo: “para levantar el ánimo” decía él. Sus panes con frijol y queso estaban en la mesa en una bolsa plástica para lo que sería su almuerzo.
—Ten cuidado estamos en golpe de estado, hay mucha confusión. —le recalcó su compañera.
La abrazo. Los labios se pegotearon y sus lenguas se relamieron, se empalagaron; ella lo retiro.
—Es mejor que te vayas no quieres que llegues tarde al trabajo, hoy es tu primer día.
El reprocho. Se fue al dormitorio de Manuelito de siete y Claudia de nueve y los besos en la frente. En la puerta en la que no volvería entrar; estaba de nuevo su mujer esperándolo. La beso y le dijo adiós.
Las ocho de la mañana marcaba el reloj. Iba feliz con su camisa blanca, corbata gris y pantalón oscuro cuando abordó el bus para la ciudad y así iniciarse en su nuevo trabajo. A su lado una chica de ojos inquietos y largas trenzas le habló de libertad. Liberar el pueblo. Antes de llegar, encontraron un retén de hombres camuflados. El encapuchado con paso de gallito inglés se paseó entre los asustados pasajeros. Primero, la señaló a ella.
—Este indio también. —asevero el enmascarado señalándolo. La moza dijo que él era inocente. La culata de una escopeta hizo brincar dos dientes, reventó los labios y la sangre tiño el vestido.
En el cuartel. Una veintena de uniformados desnudaron a la mujer. Él cerró las pestañas y unos ásperos dedos gordos se las jalaron para que siguiera mirando tras las rejas. Un guardia jadeaba y se restregaba en medio de las piernas. Ella gritaba perdida, desolada en la selva del martirio.
Su hombre interno, impotente, se transfiguró en perro rabioso y la boca espumó.
No lo perturbó la fresca penetración de limón a esa hora y la saliva disolvió el ácido en la lengua. Sí lo desconcertó la nubosidad verde-amarillenta. La nube fantasmal reptaba. La linfa boca femenina se lo tragó. La soñadora de liberar el pueblo no lo vio a él, pero, él sí. Ella emergió y rozó la luz del foco. Quiso retornar al cuerpo bañado en semen, magullado, irrecuperable; la mirada se había cristalizado.
—¡Puta mucha y ahora que le decimos al comandante!
—¡Pues que se murió! —respondió otro.
—Pero no tenía que morirse tan luego. —expreso el más joven.
—A quien chingados le importa, de todo modos se iba a morir. —exclamó el que daba las órdenes.
Eso pasó el día de su detención.
A las rayas siguientes. Cortando la medianoche trajeron a otros y otras que nunca vio, soló oyó los gemidos, suplicas, gritos y llanto.
Hace dos rayas con sus madrugadas que no traen a nadie. La soledad y la paz se revuelcan por el eco en el infierno de su gimoteo. El flaco, el que hace ruido con las llaves, ayer al clavarle una fiera mirada le contó que proseguirá la fiesta, más; muchos revoltosos llegaran de la montaña para darles la ansiada libertad que piden.
—Necesitamos habilitar todos los calabozos. —le dijo.
La fragancia firme, densa, penetrante del exprimido limón ceutí le polvoreó la nariz y se desvaneció en su boca. La presencia sobrenatural lo entusiasmó; pero no quiso ilusionarse.
—¿Estás aquí? —preguntó con temor.
Un silencio diáfano se infiltró en sus oídos y bajo la luz encendida ojeó algo serpenteando en el pelado techo; era la misma nubosidad de aquella madrugada. La nubosidad atizaba por fantasmas. Cerró los ojos. Torpemente acomodó el cuerpo y se prestó a esperar, esperar y siguió aguantando. El sigilo era interrumpido por el violín de las moscas que aterrizaban en la comida y muchas ya se habían empanzado con el café. Lo traicionó la impaciencia y abrió un ojo y después el otro y lo desesperó la espera. Un gusto sopló de zumo cítrico aspiró y paladeó el jugo de limón del ultimo desayuno allá en casa. Los sentidos se afinaron. Lo zangoloteó un tufo a mierda de gato.
—¿Vienes a liberarme? —cuestionó.
Olvidó la luz y el volar de las moscas. Ambiguo leyó cincuenta cuatro rayas. El peso en el tórax lo asfixiaba y emitió un quejido imperturbable, reposado. Perdonó a la joven libertadora. Ella se había ido sin despedirse.
Él levantó las manos y acarició la desdibujada cara de su mujer y abrazó a los hijos. La nubosidad aguanosa con cabellera de camaleón lo contempló con atención pasmada. Masco el olor a limón proveniente de la nada y los dientes se engarrotaron, las glándulas hicieron saborear la saliva a borbotones y sus músculos se contrajeron en la cara escuálida. Oyó pasos en el pasillo de los tres viejos conocidos y unas llaves chasquearon la cerradura y un fogonazo sonó. La luz siguió encendida.




 
ninive,17.08.2014
ESCLAVO-MODERNO:
LA RAYA CINCUENTA Y CUATRO


La bombilla seguía encendida cuando el hombre despertó.
EESTA FRASE RECUERDA LA DEL CUENTO DE MONTERROSO. COMO NO LO PUEDES EVITAR Y ES UNA BUENA FRASE DEJA INTACTA LA CONSTRUCCIÓN.
“cuando el hombre…………………….encendida


Restregó la mirada en los bloques grises y roñosos del cuartucho y miró las cincuenta y tres rayas.

DESPERTÓ, restregó,miró. son tres verbos en el mismo tiempo(pretérito perfecto) y suena mal. TRATA DE CAMBIAR UNO DE ELLOS
La mesa vieja y rustica ***acentoÚ (yacía)
en UNA(la )esquina y SOBRE ELLA( encima) unos cables con alambres despeinados. El sol FILTRÓ(cuajó su luz POR (en) la ventanilla de barrotes. AL INTENTAR (Probó )sentarse en el camastro( y ) una tos de alce le sacudió los pulmones. Le ardía el pecho y constató que los navajazos ESTABAN (se hallaban) vivos. Escupió la saliva sanguinolenta.
PERO REPASA LOS VERBOS Y SUSTITUTE POR OTRO TIEMPO CUANDO HAY EXCESIVAS REPETICIONES. Ó Ó Ó

El chasquido en la cerradura le serruchó los nervios. ENTRARON Tres hombres (se asomaron); u (U)no llevaba el café y un pedazo de pan y frijoles en un plato azul y lo abandonó en el (húmedo) suelo. El flaco de piel palúdicaCOMA encargado de las llaves COMA lo ignoró y el de espaldaS de ropero y ojillos de tacuacín le dijo:
—Disfruta el almuerzo que al rato regresamos. —estiró los labios y los dientes de oro brillaron.

Halló el amor en ese lugar. Se enamoró locamente de la libertad. La llegó amar como la vida nace atornillada a la muerte y la muerte va aflojando poco, a poco los tornillos oxidados de la vida. LA REPETICIÓN ATORNILLADO TORNILLOS NO ESTÁ BIEN.¿ PUEDE SER ENROSCADA?Siempre era lo mismo, le rondaba coqueta en la alborada. Lo supo a través de los cables de voltios atados a los huevos (bolas) TESTÍCULOS?. La bolsa plástica de gamezan moldeo su cabeza y la fetidez le AHOGÓ (ahogaron) las fosas nasales; lo embriagó. El dolor (de los testículos) ya no lo sintió. Lo que sintió fue el restregón de algo sobrehumano en la piel y esa sensación sembró su monarquía en la vivienda temporal. ESTA FRASE ES UN POCO REBUSCADA, SIMPLIFICAR Él lo sabía. Anteriormente le había olido y visto. Fue la madrugada que su hombría se aterrorizó. Esa madrugada cuando la muchacha con la mirada cristalizada se plasmó como foto en su memoria. Al alba, decidió rayar su primera raya, igual a un diario.
En la tercera raya. A latigazos eléctricos quisieron ablandarLE la mente y luchó por retener los recuerdos; aquellos recuerdos que vivió con su MUJER (compañera )y los hijos. Ellos fueron asesinados dos noches después de su captura. Se lo dijo el flaco palúdico. Él no lloró.
Odiaba el cableado PARA HACERLO (de) confesar de los lunes. Lavado de cerebro los martes y miércoles PARA QUE( y) cantara la verdad que no existía. El vía crucis de la imputación lo obligó aceptar que existían días de la semana QUE TORTURABAN (torturando) su inocencia. Clamaba su libertad, esa libertad que sorda y aterrorizada le huía. Cierto amanecer logró atraparla y agarrada a ella sus corneas oscilaron en los hoyuelos blanquecinos. ESTA FRASE NO LA ENTENDÍ La luz del foco ardía.
La zozobra lo hacía correr y esconderse y seguir corriendo de ese fatídico lunes, pero siempre terminaba siendo un fugitivo atrapado. Se levantó feliz, tenía trabajo.
ESTE ABRUPTO RETORNO AL PASADO ES MUY CONFUSO. EVITA LAS FRASES GRANDIOSAS Y METAFÓRICAS, EL TEXTO ES FUERTE Y DURO Y REQUIERE SENCILLEZ Había pasado seis meses sin trabajar, ahora tenía trabajo. Su familia estaba contenta. Su mujer le sirvió el desayuno. En una copa le puso jugo de limón con un huevo crudo: “para levantar el ánimo” decía él. Sus panes con frijol y queso estaban en la mesa en una bolsa plástica para lo que sería su almuerzo.
—Ten cuidado estamos en golpe de estado, hay mucha confusión. —le recalcó su compañera.
La abrazo Ó. Los labios se pegotearon y sus lenguas se relamieron, se empalagaron; ella lo retiro Ó.
—Es mejor que te vayas no SEA (quieres) que llegues tarde al trabajo, hoy es tu primer día.
LAS PALABRAS DE LA MUJER SON ALGO INNATURALES¿ÉL NO SABE QUE ES EL PRIMER DÍA DE TRABAJO? ESTAMOS EN GOLPE DE ESTADO¿ÉL NO LO SABE?
El reprocho Ó. Se fue al dormitorio de LOS NIÑOS (Manuelito de siete y Claudia de nueve y los besos en la frente.)
INNECESARIO DAR LAS EDADES DE LOS NIÑOS Y TAMBIÉN LOS NOMBRES En la puerta en la que no volvería entrar; estaba (de Nuevo) su mujer esperándolo. La beso OTRA VEZ y le dijo adiós.
Las ocho de la mañana marcaba el reloj. Iba feliz con su camisa blanca, corbata gris y pantalón oscuro cuando abordó el bus para la ciudad (y así iniciarse en su nuevo trabajo.) A su lado una chica de ojos inquietos y largas trenzas le habló de libertad. Liberar el pueblo. Antes de llegar, encontraron un retén de hombres camuflados. El encapuchado con paso de gallito inglés se paseó entre los asustados pasajeros. Primero, la señaló a ella.
—Este indio también. —asevero el enmascarado señalándolo. La moza dijo que él era inocente. La culata de una escopeta LE hizo brincar dos dientes, reventó los labios y EL VESTIDO SE TIÑÓ DE SANGRE (la sangre tiño el vestido.)
En el cuartel. Una veintena de uniformados desnudaron a la mujer. Él cerró LOS OJOS O BAJÓ LAS PESTAÑAS las pestañas y unos ásperos dedos gordos se las jalaron para que siguiera mirando tras las rejas. Un guardia jadeaba y se restregaba en medio de las piernas. Ella gritaba perdida, desolada en la selva del martirio.
Su hombre interno, impotente, se transfiguró en perro rabioso y la boca espumó.
No lo perturbó la fresca penetración de limón a esa hora y la saliva disolvió el ácido en la lengua. Sí lo desconcertó la nubosidad verde-amarillenta. La nube fantasmal reptaba. La linfa boca femenina se lo tragó. NO ENTENDÍ
La soñadora de liberar el pueblo no lo vio a él, pero, él A ELLA sí. Ella emergió y rozó la luz del foco. Quiso retornar al cuerpo bañado en semen, magullado, irrecuperable; la mirada se había cristalizado.
—¡Puta mucha y ahora que le decimos al comandante!
—¡Pues que se murió! —respondió otro.
—Pero no tenía que morirse tan luego. —expreso el más joven.
—A quien chingados le importa, de todo modos se iba a morir. —exclamó el que daba las órdenes.
Eso pasó el día de su detención.
A las rayas siguientes. Cortando la medianoche trajeron a otros y otras que nunca vio, soló oyó los gemidos, suplicas, gritos y llanto.
Hace dos rayas con sus madrugadas que no traen a nadie. La soledad y la paz se revuelcan por el eco en el infierno de su gimoteo. El flaco, el que hace ruido con las llaves, ayer al clavarle una fiera mirada le contó que proseguirá la fiesta, más; muchos revoltosos llegaran de la montaña para darles la ansiada libertad que piden.
—Necesitamos habilitar todos los calabozos. —le dijo.
La fragancia firme, densa, penetrante del exprimido limón ceutí le polvoreó la nariz y se desvaneció en su boca. La presencia sobrenatural lo entusiasmó; pero no quiso ilusionarse.
—¿Estás aquí? —preguntó con temor.
Un silencio diáfano se infiltró en sus oídos y bajo la luz encendida ojeó algo serpenteando en el (pelado) techo; era la misma nubosidad de aquella madrugada. La nubosidad atizaba por fantasmas.ATIZABA POR FANTASMAS¿¿¿¿¿¿¿??? Cerró los ojos. Torpemente acomodó el cuerpo y se prestó a esperar, esperar y siguió aguantando. El sigilo era interrumpido por el violín de las moscas que aterrizaban en la comida y muchas ya se habían empanzado con el café. Lo * traicionó la impaciencia y* abrió un ojo y después el otro y lo *desesperó la espera. Un gusto *sopló de zumo cítrico *aspiró y *paladeó el jugo de limón del ultimo desayuno allá en casa. Los sentidos se afinaron. Lo* zangoloteó un tufo a mierda de gato.
—¿Vienes a liberarme? —cuestionó.
*Olvidó la luz y el volar de las moscas. Ambiguo* leyó cincuenta cuatro rayas. El peso en el tórax lo asfixiaba y* emitió un quejido imperturbable, reposado. *Perdonó a la joven libertadora. Ella se había ido sin despedirse.
SEÑALO CON ASTERISCO LOS TIEMPOS DE VERBOS REPETITIVOS Y MONÓTONOS.

Él levantó las manos y acarició la desdibujada cara de su mujer y abrazó a los hijos. La nubosidad aguanosa AGUANOSA¿¿¿con cabellera de camaleón lo contempló con atención pasmada. Mascó el olor a limón proveniente de la nada y los dientes se engarrotaron, las glándulas hicieron saborear la saliva a borbotones y LOS (sus) músculos DE SU CARA ESCUÁLIDA se contrajeron.( en la cara escuálida.) Oyó pasos en el pasillo .ERAN SUS(de los) tres viejos conocidosPUNTO Y COMA( y) unas llaves chasquearon la cerradura y un fogonazo sonó. La luz siguió encendida.

 
ninive,17.08.2014
CIERTAS FRASES ME RESULTARON CONFUSAS. MUCHAS EXPRESIONES NO SON DE MI DOMINIO Y NO PUEDO CORREGIR, A LO MEJOR ESTÁN BIEN.
Usas muCHOS adjetivos y a veces dos para un mismo sustantivo, trata de economizAr
TEN PRESENTE LA OBSERVACIÓN DE LOS TIEMPOS VERBALES. trata de mejorar el pasaje al pasado
SIEMPRE DISPUESTA A AYUDARTE .
YVETTE
 
esclavo_moderno,20.08.2014
Nínive, dejó otro escrito en su foro, aprovechando que no hay muchas solicitudes. Gracias de antemano por su ayuda y el comentario al mismo. Reciba un fuerte abrazo desdé la distancia.

La venganza
La luz del sol se convirtió en un abanico de lanzas clavándose en cada espacio del bosque. Los pajarillos cantaban y las mariposas hacían piruetas. Lauro desde su escondite miraba el temblequeo de los rayos amarillos rozando la copa de las ceibas. Se despertó de madrugada y le prometió a la virgen del Perpetuo Socorro entregarse a la justicia. Agarró el sombrero ajado y descolorido y la otra mano apretó la cacha negra del corvo dejando a su espalda un hilera de ramas y lianas. Un susurro adormilado de chinchín le llegó por el bejucal. Sintió una tarascada en su antebrazo. La culebra de cascabel se camufló entre la vegetación y los ojillos de halcón la descubrieron y de un tajo la cortó en dos. Aprisionó de nuevo el machete y se hizo una herida en los dos agujeros. Succionó el veneno y el escupitajo fue a dar a la hierba. Se quitó la camisa sucia y sudada y en el brazo se la enrolló y un pedazo de palo le sirvió para ceñir el torniquete. La herida lo hizo recordar otra herida que traía encajada en sus entrañas y el dolor era visible en él, cuando la recordaba a ella. En su cabeza seguía dando tumbos la voz de Venancia: “Perdóname, voy a tener un hijo tuyo”
Machucando la aridez del monte logró salir a campo abierto. Se lamió los labios grumosos y sintió su cuerpo apedreado con granizo. Contempló las huellas del arado que habían peinado la tierra. En la lejanía, él creyó ver el firmamento impecable como si un trapeador hubiese aseado las nubes que se empalmaban con la campiña. Paso en medio de la alambrada y una de las púas le araño la cadera. Sus zapatos se hundieron en el polvo del camino. Se quitó el sombrero y con el reverso de la mano se limpió el sudor de la frente. La mirada estaba puesta al sur, por ese rumbo se encontraba su rancho. Por ese mismo rumbo estaba la estación de policía. Respiró profundo y viendo al cielo gritó: ¿Por qué, virgencita, si vos sabias cuanto la amaba?
Escuchó el gorgoriteo de algunos pajarillos que saltaban entre los matorrales y emprendió la caminata recordando el otoño…
El bullicioso octubre había llegado acompañado de la fiesta patronal con luces de colores, música, juegos mecánicos y confitería. Lauro y sus amigos perseguían a las muchachas.
Deambulando entre las champas de colores, Lauro, fascinado descubrió a un vejezuelo que sostenía una barra de madera y en la parte de arriba reposaba una jaula con canarios amarillos y rojos. Las avecillas picoteaban pequeños sobres blancos, rosados y celestes donde se pronosticaba el futuro. La curiosidad le mordió por saber el destino. Iba a iniciar a leer y una fría brisa rozó su nuca y al darse vuelta encontró un par de ojos negros vivarachos, labios gruesos y una cabellera ennegrecida.
—¡Hola! ¿Cómo estás?, ¡Me llamó Venancia!
—Yo… yo… Lauro
—Qué dice tú suerte
“Hoy encontraras el amor de tu vida”
—Déjame, ahora pido el mío— y la sonrisa dejo entrever los hoyuelos en las mejillas.
—Que dice en el tuyo.
“Se aproxima una desgracia”
* * *
La remembranza la interrumpió el ardor en la piel hinchada y color de caimito. A sus pies, brincó el camino, igual a una piedra saltando en el río y largo rato después supo que estaba en el suelo. El sol le hostigó la cara y vio el celaje descolorar el cielo. Desorientado, le tomó unos minutos saber que era la senda correcta hacia la delegación de la Policía Nacional. Se dijo: “ya voy llegando”.
Su mano izquierda le sirvió para ponerse de pie. El sombrero no estaba. Observo las margaritas y las petunias perdidas en el monte. El olor a gardenias y crisantemos le recordó la casa adornada de flores en su boda.
—¡Qué vivan los novios!— gritaba la gente.
El abogado del pueblo los casó. La marimba tocó un vals y el matrimonio rompió el baile. Entre los invitados estaba el viejo Fidelio y su familia; patrón de la finca “La barranquilla” donde Venancia trabajó por muchos años. Fidelio solicitó bailar con la desposada. La música terminó y le entregó la novia a Lauro; no sin antes decirle:
—Aquí te entregó a tu bella esposa. Te llevas una joya dejándonos tristes y suspirando a un montón de enamorados secretos. —todos rieron a carcajadas.
Las noches dieron cuenta de la fogosidad de los enamorados. Los años fueron aquietando la pasión de los recién casados y la rutina se instaló en el hogar. Entrado el invierno Venancia le insinuó que pronto sería padre. Una mañana Lauro le dijo que llegaría tarde ya que necesitaba terminar la siembra. La tormenta azotó el bajío y él regresó más temprano. Traspasó la puerta y la flama del quinqué se inquietó. En la esquina unas sombras hacían ruido en la cama. Era Venancia abierta de piernas debajo de Fidelio.
* * *
La luna reemplazo al sol. Las pulsadas de luces del pueblo se divisaron en la lejanía y los chuchos ladraron. La jefatura de policía se encontraba en la orilla del poblado. Perdió el paso y trastrabillando cayó en la cuneta. La humedad en los pies mojados lo saco de su ensimismamiento. Introdujo la boca en el agua. El jadeo se volvió espesó, insistente; igual a un perro acalorado. Se hincó. Las luces y el camino lo emborracharon. El dolor en el estómago lo hizo vomitar. Cruzó el arroyo a gatas. Entre su alucinación se percató que había llegado al lugar donde había sido feliz hasta que la desgracia tocó a su puerta. A rastras cruzó el patio y a la casa entró con la vista enrevesada y la respiración agolpó el pecho. A tientas encendió el quinqué. Allí estaba Venancia y Fidelio esperándolo; desnudos, amarrados con alambre de púas, la barriga de Venancia apuñalada y los dos yacían decapitados.



 
ninive,26.08.2014
REVISIÓN DEL TEXTO DE ESCLAVO MODERNO LA VENGANZA

La venganza

La luz del sol se convirtió en un abanico de lanzas CLAVADAS (clavándose) en cada espacio del bosque. Los pajarillos cantaban y las mariposas hacían piruetas.
LA FRASE DE LOS PAJARILLOS ESTÁ BIEN, PERO TE INVITO A CONSIDERAR LO SIGUIENTE: SI ESTOY ENFRENTANDO UN RELATO DRAMÁTICO LAS FRASES RISUEÑAS DESENTONAM .ES DANDO UN EJEMPLO EN MÚSICA COMO SI EN MEDIO DE UNA MARCHA MILITAR INTRODUCES UN VALS…. A TU CONSIDERACIÓN. TÉCNICAMENTE LA FRASE ESTÁ BIEN.
Lauro MIRABA desde su escondite (miraba) el temblequeo de los rayos amarillos QUE ROZABAN (rozando) la copa de las ceibas. AL DESPERTAR (Se despertó de madrugada y) le prometió a la virgen del Perpetuo Socorro entregarse a la justicia. Agarró el sombrero ajado y descolorido y la otra mano apretó la cacha negra del corvo dejando a su espalda un hilera de ramas y lianas. Un susurro adormilado de chinchín le llegó por el bejucal. Sintió una tarascada en su antebrazo. La culebra de cascabel se HABÍA MIMETIZADO( camufló entre la vegetación PERO (y )los ojillos de halcón la descubrieron . LAURO (y de un tajo) la cortó en dos DE UN TAJO. Se hizo (Aprisionó de nuevo )con el machete(y se hizo) una herida en los dos agujeros. Succionó el veneno Y el escupitajo fue a dar a la hierba. Se quitó la camisa sucia y sudada y SE LA ENRROLLÓ en el brazo HERIDO ; (se la enrolló y) un pedazo de palo le sirvió para ceñir el torniquete. La herida lo LE RECORDÓ ( hizo recorder) otra (herida) que traía encajada en sus entrañas .(y el dolor era visible en él, cuando la recordaba a ella.) En su cabeza seguía dando tumbos la voz de Venancia: “Perdóname, voy a tener un hijo tuyo”
Machucando la aridez del monte logró salir a campo abierto. Se lamió los labios grumosos y sintió su cuerpo apedreado con granizo. Contempló las huellas del arado que habían peinado la tierra. En la lejanía,( él )creyó ver el firmamento impecable como si un trapeador hubiese aseado las nubes que se empalmaban con la campiña. Paso en medio de la alambrada y una de las púas le araño la cadera. Sus zapatos se hundieron en el polvo del camino. Se quitó el sombrero y (con el reverso de la mano) se limpió el sudor de la frente CON EL REVERSO DE LA MANO . La mirada estaba puesta al sur, por ese rumbo se encontraba su rancho. Por ese mismo rumbo estaba la estación de policía. Respiró profundo y viendo al cielo gritó: ¿Por qué, virgencita, si vos sabias cuanto la amaba?
Escuchó el gorgoriteo de algunos pajarillos que saltaban entre los matorrales y emprendió la caminata recordando AQUEL (el) otoño…
***
El bullicioso octubre había llegado acompañado POR (de) la fiesta patronal con luces de colores, música, juegos mecánicos y confitería. Lauro y sus amigos perseguían a las muchachas.
Deambulando entre las champas de colores, Lauro, fascinado descubrió a un vejezuelo que sostenía una barra de madera y en la parte de arriba reposaba una jaula con canarios amarillos y rojos. Las avecillas picoteaban pequeños sobres blancos, rosados y celestes donde se pronosticaba el futuro.LE MORDIÓ LA CURIOSIDAD ( La curiosidad le mordió por saber el destino. CUANDO Iba a iniciar a leer (y) una fría brisa rozó su nuca y al darse vuelta encontró un par de ojos OSCUROS (negros) vivarachos, labios gruesos y una cabellera ennegrecida.
—¡Hola! ¿Cómo estás?, ¡Me llamó Venancia!
—Yo… yo… Lauro
—Qué dice tú TU SIN ACENTO suerte
“Hoy encontraras el amor de tu vida”
—Déjame, ahora pido el mío— y la sonrisa dejo DEJÓ entrever los hoyuelos DE SUS (en las) mejillas.
—Que dice en el tuyo.
“Se aproxima una desgracia”
* * *
La remembranza FUE INTERRUMPIDA POR (la interrumpió )el ardor en la piel hinchada y color de caimito. A sus pies, brincó el camino, igual a una piedra saltando en el río y largo rato después supo que estaba en el suelo. El sol le hostigó la cara y vio el celaje descolorar el cielo. Desorientado, le tomó unos minutos saber que era la senda correcta hacia la delegación de la Policía Nacional. Se dijo: “ya voy llegando”.
Su mano izquierda le sirvió para ponerse de pie. El sombrero no estaba. Observo las margaritas y las petunias perdidas en el monte. El olor a gardenias y crisantemos le recordó la casa adornada de flores en su boda.
—¡Qué vivan los novios!— gritaba la gente.
El abogado del pueblo los casó. La marimba tocó un vals y el matrimonio rompió el baile. Entre los invitados estaba el viejo Fidelio y su familia; patrón de la finca “La barranquilla” donde Venancia trabajó por muchos años. Fidelio solicitó bailar con la desposada. La música terminó y le entregó la novia a Lauro; no sin antes decirle:
—Aquí te entregó a tu bella esposa. Te llevas una joya dejándonos tristes y suspirando a un montón de enamorados secretos. —todos rieron a carcajadas.
Las noches dieron cuenta de la fogosidad de los enamorados. Los años fueron aquietando la pasión de los recién casados y la rutina se instaló en el hogar. Entrado el invierno Venancia le DIJO (insinuó que pronto sería padre. Una mañana Lauro le dijo que llegaría tarde ya que necesitaba terminar la siembra PERO . La tormenta azotó el bajío y (él) regresó más temprano. Traspasó la puerta y la flama del quinqué se inquietó. En la esquina unas sombras hacían ruido en la cama. Era Venancia abierta de piernas debajo de Fidelio.
* * *
La luna reemplazo Ó al sol. Las pulsadas de luces del pueblo se divisaron en la lejanía y los chuchos ladraron. La jefatura de policía se encontraba en la orilla del poblado. Perdió el paso y trastrabillando cayó en la cuneta. La humedad en los pies mojados lo saco de su ensimismamiento. Introdujo la boca en el agua. El jadeo se volvió espesó, insistente; igual a un perro acalorado. Se hincó. Las luces y el camino lo emborracharon. El dolor en el estómago lo hizo vomitar. Cruzó el arroyo a gatas. Entre su alucinación se percató que había llegado al lugar donde había sido feliz hasta que la desgracia tocó a su puerta. A rastras cruzó el patio,( y a la casa) entró A LA CASA con la vista enrevesada y la respiración agolpó el pecho. A tientas encendió el quinqué. Allí estaba Venancia y Fidelio esperándolo; desnudos, amarrados con alambre de púas, la barriga de Venancia apuñalada y los dos yacían decapitados.

ES NATURAL QUE HAYAS QUERIDO DAR UN GOLPE FINAL DRAMÁTICO PERO ME PARECE QUE CON LA DECAPITACIÓN SE TE VA LA MANO. .
SEGÚN LO NARRADO LOS ENCUENTRA EN LA CAMA¿ALLÍ LOS DECAPITA? SON DOS CONTRA UNO. TRATA DE VISUALIZAR LA ESCENA’DE QUÉ ARMAS DISPONE?
EL TEXTO ES MUY BUENO PERO LA LÓGICA DEL TIEMPO ME PARECE QUE NO ESTÁ CLARA. ¿LOS ENCUENTRA OTRA VEZ A DISTANCIA DE DIAS. Nadie los descubrió evidentemente. . yo entendí que los sorprende. saca un cuchillo y los mata. para qué los amarra con alambre de puas. ya estarían muertos si lo puede hacer. No veo la dinámica de las acciones. Piensa y aclara.
Comprendo que la mordida de la serpiente es un modo de desviar la atención y está bien ,lo logras. supongo que los mató y se escondió en el bosque y al dia siguiente decide entregarse.
El cuento es muy bueno, las correcciones son mínimas creo que solo tuve que arreglar el orden de las frases ,tiendes a invertirlas a veces está bien pero abusas del recurso.

Noto mejoría en el uso de los tiempos verbales(con respecto al relato anterior. Me gustaría releerlo corregido . Un placer ayudarte. Yvette


 
esclavo_moderno,27.08.2014
La venganza.

La luz del sol se convirtió en un abanico de lanzas clavadas en cada espacio del bosque. Lauro, miraba desde su escondite el temblequeo de los rayos que rozaban la copa de las ceibas. Al despertar le prometió a la virgen del Perpetuo Socorro entregarse a la justicia. Agarró el sombrero ajado y descolorido y la otra mano apretó la cacha negra del corvo dejando a su espalda un hilera de ramas y lianas. Un susurro adormilado de chinchín le llegó por el bejucal. Sintió una tarascada en su antebrazo. La culebra de cascabel se había mimetizado pero los ojillos de halcón la descubrieron. Lauro de un tajo la cortó en dos. Saco el puñal y se hizo una herida en los dos agujeros. Succionó el veneno y el escupitajo fue a dar a la hierba. Se quitó la sucia y sudada camisa y se la enrolló en el brazo: un pedazo de palo le sirvió para ceñir el torniquete. La sajadura le recordó otra que traía encajada en sus entrañas. En su cabeza seguía dando tumbos la voz de Venancia: “Perdóname, voy a tener un hijo tuyo”
Machucando la aridez del monte logró salir a campo abierto. Se lamió los labios grumosos y su cuerpo fue apedreado con granizo. Contempló las huellas del arado que habían peinado la tierra. En la lejanía, él creyó ver el firmamento impecable como si un trapeador hubiese aseado las nubes que se empalmaban con la campiña. Paso en medio de la alambrada y una de las púas le araño la cadera. Sus botas se hundieron en el polvo. Se quitó el sombrero y con el reverso de la mano se limpió el sudor de la frente. La mirada estaba puesta al sur; por ese rumbo estaba su rancho. Por ese mismo rumbo se encontraba la estación de policía. Respiró profundo y viendo al cielo gritó: ¿Por qué, virgencita, si vos sabias cuanto la amaba?
Escuchó el gorgoriteo de los pajarillos que saltaban entre los matorrales y emprendió la caminata recordando aquel otoño…
El bullicioso octubre había llegado acompañado por la fiesta patronal con luces de colores, música, juegos mecánicos y confitería. Lauro y sus amigos perseguían a las muchachas.
Deambulando entre las champas de colores, Lauro, fascinado descubrió a un vejezuelo que sostenía una barra de madera y en la parte de arriba reposaba una jaula con canarios amarillos y rojos. Las avecillas picoteaban pequeños sobres blancos, rosados y celestes donde se pronosticaba el futuro. Le mordió la curiosidad. Cuando iba a iniciar a leer una fresca brisa rozó su nuca y al darse vuelta encontró un par de ojos oscuros, vivarachos, labios gruesos y una cabellera ennegrecida.
—¡Hola! ¡Me llamó Venancia!
—Yo… yo… Lauro
—Qué dice tu suerte
“Hoy encontraras el amor de tu vida”
—Déjame, ahora pido el mío— y la sonrisa dejó entrever los hoyuelos de sus mejillas.
—Que dice en el tuyo.
“Se aproxima una desgracia”
* * *
La remembranza fue interrumpida por el ardor en la hinchada piel y de un color caimito. Bajo sus pies sintió el camino brincar, igual a una piedra saltando al río y después supo que ya estaba en el suelo. El sol le hostigó la cara y vio el celaje descolorar el cielo. Desorientado, le tomó unos minutos saber que era la senda hacia la delegación de la Policía Nacional. Se dijo: “ya voy llegando”.
Su mano izquierda le sirvió para ponerse de pie. El sombrero ya no estaba. Observo las margaritas y las petunias perdidas en el monte. El olor a gardenias y crisantemos le recordó la casa adornada de flores en su boda.
—¡Qué vivan los novios!— gritaba la gente.
El abogado del pueblo los casó. La marimba tocó un vals y el matrimonio rompió el baile. Entre los invitados estaba el viejo Fidelio y su familia; patrón de la finca “La barranquilla” donde Venancia trabajó por muchos años. Fidelio solicitó bailar con la desposada. La música terminó y le entregó la novia a Lauro; no sin antes decirle:
—Aquí te entregó a tu esposa. Te llevas una joya dejándonos tristes y suspirando a un montón de enamorados secretos. —todos rieron a carcajadas.
Las noches dieron cuenta de la fogosidad de los enamorados. Los años fueron aquietando la pasión de los recién casados y la rutina se instaló en el hogar. Entrado el invierno Venancia le dijo que pronto sería padre. Una mañana Lauro le avisó que llegaría tarde ya que necesitaba terminar la siembra pero la tormenta azotó el bajío y regresó más temprano. Traspasó la puerta y la flama del quinqué se inquietó. En la esquina unas sombras en la cama. Era Venancia abierta de piernas debajo de Fidelio.
* * *
La luna reemplazo al sol. Las pulsadas de luces del pueblo se movían en la lejanía y los chuchos ladraban. La jefatura de policía se encontraba a la orilla del poblado. Perdió el paso y trastrabillando cayó en la cuneta. Lo mojado de su ropa y zapatos lo sacó de su ensimismamiento. Introdujo la boca en el agua. El jadeo se volvió espesó, insistente; igual a un perro acalorado. Se hincó. Las luces palpitantes de las casas y el camino enturbiado lo emborracharon y lo hicieron vomitar. Cruzó el arroyo a gatas. Entre su alucinación se percató que había llegado al lugar donde había sido feliz hasta que la desgracia tocó a su puerta. A rastras cruzó el patio y entró a la casa con la vista enrevesada y la respiración agolpó el pecho. A tientas encendió el quinqué. Allí estaba Venancia y Fidelio esperándolo; desnudos, la barriga de Venancia apuñalada y amarrados con alambre de púas.

 
pichiciego,03.09.2014
Ninive le dejo mi relato a ver que puede hacer con él.


bVacacionar/b



Paré en un hotel bastante bueno, a 200 metros del mar. Desde mi habitación se podía ver la playa, el mar y una franja celeste de cielo cortando el horizonte. Desempaqué mi equipaje que consistía en pura ropa de verano: camisas, short, bermudas, zapatos y un par de libros que había decidido traer conmigo por si Brasil no lograba superar mis expectativas. Desde el lobby del hotel telefoneé a Sofía para avisarle que todo estaba bien y que el hotel era magnifico y que el trato de los empleados era excelente. Sofía se rió y dijo que disfrutara de mis vacaciones, que ella se iba a encargar de la venta de la chacra y que cualquier novedad me iba a mantener al tanto, después cortó y me quedé solo en el lobby del hotel sin saber qué hacer.

Los primeros días de la semana fueron de profunda soledad para mí, no conseguía hallarme y por la noche me iba a la playa con un paquete de cigarrillos y una cerveza y me echaba sobre la arena y me ponía a contemplar el cielo y a pensar en mi vida. Cuando me aburría, cuando las cavilaciones se me volvían demasiado profundas, me levantaba de allí y caminaba por la orilla con los pies en el agua hasta que me entraba el sueño y no me quedaba más remedio que regresar al hotel y dormir algunas horas. A la mañana siguiente volvía a despertar de buen humor y desayunaba en el restorán del hotel, casi siempre jugo de naranja con tostado mientras leía los encabezados de los diarios argentinos, después me levantaba y volvía a deambular por las calles de Río.

Una mañana decidí pasar por las famosas escaleras de Selarón y llegué allí y tomé algunas fotos y le pedí a un hombre que estaba en el lugar, que en un principio me había parecido Brasilero, que me contara la historia de la escalera, pero el tipo dijo no entender mi idioma y se excusó con una frase en inglés y se dio media vuelta y se marchó. Seguí tomando algunas fotos, convencido de que cuando llegara al hotel lo primero que haría sería buscar información acerca de la dichosa escalera. No lo hice. Llegué al hotel cansado y con pocas ganas de instruirme. Pedí que me enviaran una botella de vino a la habitación y me pasé toda la noche fumando y bebiendo y planificando las excursiones de la mañana siguiente: había extendido sobre la cama un plano de la ciudad de Río que había conseguido en el lobby del hotel y con una birome roja fui marcando con un circulito todos los lugares turísticos que ya había visitado y los que me quedaban por visitar. Según mis cálculos, sólo me quedaba el Cristo Redentor y un par de lugares más que me eran completamente indiferentes y que yo sabía, —muy en el fondo— que no visitaría en los doce días que me quedaban de estadía en aquella ciudad. Como a las 4 de la mañana me dormí y al día siguiente desperté con resaca y mal humorado. Desayuné un café cargado en el restaurante del hotel y llamé por teléfono a Sofía para ponerla al tanto de mi situación y para preguntarle, de paso, como iba con la venta de la chacra. Sofía me contó que durante mi ausencia había aparecido un comprador que ofrecía 50 mil dólares por las tierras, un tal Huck, de origen norteamericano. El yanqui estaba muy entusiasmado y al parecer parecía dispuesto a pagar las tierras al contado. El hecho me pareció un poco extraño y le dije a Sofía que me pasara los datos del supuesto comprador, que en un par de días la volvería a llamar con noticias. Sofía me pasó algunos datos que yo anoté sobre una de las servilletas del restaurante y me la eché en el bolsillo y de un sorbo largo apuré lo que quedaba del café y pagué la cuenta y salí a la calle. Caminé algunas cuadras y entré en un ciber; le mandé un mail a Luciano con todos los datos del yanqui y le pedí que me averiguara cosas, que cualquier tipo de información me era útil; como a los 20 minutos Luciano me mandó un mail que decía: Ok. Dame unos días. Abrazo.

En internet encontré que la escalera de Selarón fue hecha por un artista plástico Chileno, radicado en Brasil, un tal Jorge Selarón, de ahí el nombre. Según el artista, la escalera llevó más de 2.000 azulejos provenientes de todas partes del mundo y que tuvo que financiar la obra pintando más de 25.000 cuadros de mujeres embarazadas: una locura.

Vila-Matas me aburría muchísimo en aquel restaurante, así que dejé el libro sobre la mesa y me puse a estudiar con detenimiento a los clientes del lugar: vi a una pareja de ancianos que almorzaba contra la ventana, calculé que tendrían unos treintaicinco años de casados y que eran españoles y que habían aprovechado las vacaciones de él para escaparse unos días a Sudamérica; por alguna razón, imaginé que el hombre era un abogado respetado de Madrid, especializado en juicios laborales y que la mujer era una ama de casa descuidada a quien le gustaba florearse por la alta sociedad madrileña hablando de sus espirituales viajes por Sudamérica. Vi que en una de las mesas del fondo había una mulata que no paraba de mandar mensajes por el celular. Se la veía sola y triste. Fantaseé con la posibilidad de que la hubieran dejado plantada y acercarme y decirle algo chistoso o contarle algo de mi soledad y de lo triste que yo también me sentía. Después desistí de la idea: la morena estaba tan buena y mi portugués tan malo, que opté por seguir mirándola en silencio, apartando cada tanto la vista para volver a concentrarme en mi libro que insistía, a pesar de toda resistencia, a llevarme de la mano por las frías calles de Dublín. Finalmente la mulata se levantó y salió por una de las puertas laterales del restaurante y la vi cruzar la calle y perderse entre la multitud.

Como no podía quitarme la mulata de la cabeza, aquella noche escribí un cuento, en donde yo era el protagonista y la mulata era mi amante brasilera. En el cuento, la mulata bebía una cerveza sobre la playa, era de noche y ella bebía mirando el horizonte y yo me le acercaba y le decía algo de la inmensidad del mar y entonces ella sonreía, con unos dientes perfectos (así la describo en el cuento) y me invitaba a sentarme a su lado, después seguían una serie de reflexiones livianas y cargadas de existencialismo barato acerca de la soledad y del eterno retorno que terminaban por conquistarla. Hacíamos el amor en su departamento y después tomábamos vino y nos quedábamos abrazados escuchando música brasilera hasta que amanecía. Tristísimo.

Al día siguiente me saqué una foto con el Cristo redentor de fondo y se la envié por mail a Sofía. Esa misma tarde fui a un puesto de artesanos que estaba en una de las calles principales y le compré una remera de Brasil a Sofía y un collar hecho con semillas de palmera de colores chillones. Por la noche cené en un restaurante lujoso y pedí una botella del mejor cabernet que tuvieran y comí pescado de mar mirando el océano. Cuando regresé al hotel me sentía cansado y satisfecho, así que me quité los zapatos y me tiré sobre la cama y a los pocos minutos me quedé dormido mientras en la radio sonaba Zonzinho de Caetano Veloso.

Tres días después volví a ver a la mulata. Estaba sentado en la playa, intentando sacarme la arena de los pies, después de haberme metido al agua y vi que la mulata pasó por mi lado con un grupo de amigas. Eran cinco y la mulata sin dudas sobresalía por encima de todas. Llevaba un biquini rojo y se reía con soltura. Hablaban en portugués y por lo que pude descifrar se reían de un muchacho que bailaba Tecno en la playa con unos enormes auriculares vincha. La mulata y sus amigas se sentaron a unos veinte metros de donde yo estaba, y sacaron unas cervezas de la hielera y se pusieron a hablar. Parecía que hace mucho tiempo no se veían. Hablaban mucho y se interrumpían cada dos minutos para dar paso al relato de otra que también era interrumpida de la misma manera que lo había sido su interlocutora anterior. Hablaban. Imaginé que eran ex compañeras de la secundaría que se estaban poniendo al día. Sólo una llevaba sortija, las otras parecían felizmente solteras. Saqué un cigarrillo y me puse a mirar a mi mulata: era linda, tenía unos hermosos ojos negros y el pelo le caía con suspensión sobre los hombros. Calculé que debía tener unos 24 años, tal vez un poco más, estudiante de indumentaria o algo por el estilo, me di cuenta por cómo iba vestida la primera vez que la vi en el bar; llevaba una remera rosada y unos enormes anteojos de esos que ahora están a la moda pero que por aquellos años eran impensados en una muchacha joven. Una precursora mi mulata. Vi que un morocho grandote se acercaba al grupo de amigas y se paró frente a ellas y dijo unas cosas en portugués y las chicas se rieron. Mi mulata se levantó y lo tomó por los hombros y le besó el cuello y se fueron los dos caminando hasta la barra del chiringo. Los vi sentarse sobre unas butacas y se pusieron a hablar. Eran novios. No había dudas. El moreno hablaba y mi mulata lo escuchaba atentamente, tenía esa expresión en la cara que ponen las mujeres cuando están enamoradas, o tal vez no estaba enamorada y sólo lo miraba con ternura. Pasaron unos minutos, entonces el moreno se levantó y la tomó de la mano e intentó arrastrarla con él, pero mi mulata se resistió, primero con cortesía, después con fastidio; el moreno insistía y vi, por la violencia con que movían las manos, que estaban discutiendo, entonces la mulata se levantó y volvió a reunirse con su grupo de amigas y el moreno se quedó por un rato mirándola hasta que finalmente se marchó.

La mañana del día siguiente Luciano me mandó un mail que decía: “Todo ok. Dale para adelante”. Llamé por teléfono a Sofía y le dije que el yanqui estaba limpio, que le diera vía libre a la venta de la chacra. Sofía me dijo que ahora mismo lo iba a llamar para acordar una fecha, le dije que pagará en efectivo y al contado, si no, no había trato. Después corté y bajé a desayunar. Poca gente en el restaurante. Uno de los mozos me dijo que la mayoría de la gente del hotel se había ido a una excursión en barco que ofertaba el mismo hotel; me preguntó si yo me había enterado del asunto. Le dije que no, pero que no se preocupara, que de todas formas los barcos no me gustaban y el mozo se rió y me dijo que a él tampoco. Desayuné un café y dos media lunas y salí a saciar mis inquietudes de turista. Anduve caminando como cinco horas por las calles de Río. Por la noche había decidido no visitar ningún lugar turístico, y solamente fotografiar el lado B de la ciudad. Anduve por calles inhóspitas y solitarias, cada tanto me detenía para fotografiar una puerta o un balcón viejo adornado exclusivamente con flores que, si mis conocimientos de botánica no me fallaban, eran siemprevivas o alguna otra flor por el estilo. Cuando empezó caer la tarde, decidí regresar al hotel; había visto que por aquellas calles pasaba un colectivo que yo había visto pasar más de una vez por la puerta del hotel, así que me paré en una garita y me puse a esperar. Anochecía sobre Río. Los últimos rayos de sol bañaban las calles de cierta melancolía y romanticismo. Saqué una última fotografía y mientras hacía foco a un almacén de ramos generales que interceptaba una de las esquinas, juro que vi pasar a la mulata y a aquel moreno que había visto el día anterior en la playa. La moto se detuvo unos segundos delante de mí y luego aceleró y se perdió en una de las esquinas. Me sentí abrumado y triste. Finalmente apareció el colectivo.

No pude pegar un ojo en toda la noche. La imagen de la mulata y el moreno no me dejaban conciliar el sueño, así que me levanté y me puse a fumar contra la ventana. Era una noche calurosa y húmeda: en el horizonte se podían ver unos relámpagos que avanzaban hacia la ciudad. Calculé que dentro de unas dos horas comenzaría a llover y mi mulata andaría a estas alturas por las calles de Río, abrazada a aquel mulatón, feliz y zigzagueante, entre automovilistas que envidarían su juventud y su belleza. O tal vez no. Tal vez había discutido nuevamente con aquel moreno y ahora dormía en su casa, sola y triste, abrazada a un enorme peluche que le obsequió uno de los tantos novios que tuvo en su época de estudiante. De las dos formas era triste para mí. Apagué el cigarrillo contra el marco de la ventana y me tiré sobre la cama a esperar que amaneciera. Cuando los primeros rayos de sol entraron en el cuarto, me dormí.

Cuando desperté me di cuenta de que no había llovido y que la humedad era insoportable. La gente andaba malhumorada y se quejaba de que los aires acondicionados no habían funcionado durante toda la noche. Desayuné rápido y salí. Anduve vagando por las calles del centro, tratando de forzar algún encuentro casual con la mulata. No tuve suerte. Al caer la noche entré en un bar y me senté contra la barra y pedí una cerveza; un grupo de hombres miraba un partido de fútbol en un televisor chiquito que colgaba de una de las columnas de cemento. Jugaba Cruzeiro contra San Lorenzo, por los cuartos de final de la copa libertadores, así que me tomé la cerveza y me quedé ahí en silencio tratando de no delatar mi identidad de argentino parlante. Cuando terminó el partido, que finalmente fue para San Lorenzo, pagué la cerveza y salí a la calle, en la vereda aun se podían escuchar los lamentos de los “torcedores” brasileros. Me puse feliz.

Una mañana, cuando bajé a desayunar al restaurante del hotel, vi que la mulata hablaba con Fernandinho, uno de los mozos que atendían el bar. La mulata se había pedido un café y lo tomaba junto a la ventana. Conversaban. La mulata hablaba y Fernandinho la escuchaba con detenimiento. Cuando se marchó le pregunté si la conocía de algún lado. ¿A quién? Pregunto Fernandinho. A la mulata, le contesté. Me dijo que sí, que la conocía de la secundaría, había sido compañera suyo durante tres años, después él había abandonado el colegio y perdió todo tipo de contacto. Lo único que sabía es se había casado con un argentino y que se había ido a vivir un par de años a Buenos Aires y que tuvo un hijo y que después el matrimonio no había funcionado y ella había decidido regresar a Río dejando al chico al cuidado de su padre. Lo veía poco, pero el hecho no la mortificaba. Si tuvo el chico, me dijo Fernandinho, es porque el marido le insistió para que se quedara embarazada, pero que él sabía bien que Mariana (así se llamaba mi mulata) no era de ese tipo de mujeres que llevan una vida ordinaría. Ella es como un ave, señor, me dijo Fernandindo, nació para volar y ser libre.

En los días siguientes mi obsesión por la mulata creció desmesuradamente. Me la pasaba todo el día sentado en las mesas del bar esperándola, hasta había planeado la forma de entablar conversación: la mulata llegaba, se sentaba en una de las mesas del fondo y pedía algo para beber, entonces yo me levantaba y le decía algo de su cara: que le encontraba parecida a una muchacha de Buenos Aires, una muchacha que hace mucho tiempo no veía, pero que pasaba todos los días por la puerta del edifico donde yo vivía, entonces ella me diría que es posible y me contaría de sus años en Buenos Aires y de su vida allá y yo la escucharía atentamente y me mostraría sensible y amistoso y llegaríamos a consolidar una amistad que con el tiempo se convertiría en noviazgo. Era perfecto… Pero mi mulata nunca llegaba y yo me hundía en una profunda depresión. No lograba dormir por las noches y mi ansiedad me obligaba a levantarme de la cama y dar vueltas por la habitación hasta que llegaba el día. Hasta que la obsesión llegó a su fin. Una mañana de las tantas que pasé en aquel hotel, me levanté y bajé a desayunar y decidí preguntarle a Fernandinho por la mulata. Recuerdo que Fernandinho se empalideció y yo juro que nunca en mi vida había visto a un mulato ponerse tan blanco como aquel mozo que ahora me estaba sirviendo el café. Fernandinho temblaba y no podía mirarme a la cara, creo que estaba a punto de llorar. Finalmente habló y lo que dijo fue muy triste para mí. Triste y violento como un hachazo en el medio de la nuca. Fernandinho me dijo que la Mulata se había matado hace unos cincos días en un accidente de moto. Me quedé helado; sentí que todo el peso del mundo se me vino encima. Recuerdo que subí hasta la habitación y vomité con la cabeza metida en el inodoro. Vomité todo lo que había comido y todo lo que había vivido aquellos días en Brasil, vomité las calles y la gente, vomité la escaleras de Selarón y los 25 mil cuadros que el artista había tenido que realizar para financiar su obra, vomité mis noches en la playa, vomité el centenar de cigarrillos que me había fumado mientras pensaba en mi vida y en mi futuro, vomité todas la noches de insomnio, vomité todos los vinos que me había tomado y mi planito con anotaciones al margen de los lugares que había recorrido, vomité a la mulata (a mi mulata que nunca había sido mía) y a su grupo de amigas y hasta el mulatón infeliz que la acosaba, vomité todo lo que tenía para vomitar…

A la mañana siguiente partí para Buenos Aires. Sofía me esperaba en el aeropuerto con malas noticias. El yanqui se había bajado de la compra de la chacra por motivos que no eran demasiados claro. Le dije que no importaba, que sólo quería regresar a casa y dormir —y vomitar— y que me prometiera que no me iba a preguntar nada de mis vacaciones en Brasil. Sofía asintió con la cabeza y salimos del aeropuerto y nos subimos a su auto y encaramos el regreso a Entre Ríos. Creo que en algún momento del viaje me largué a llorar.
 
esclavo_moderno,05.09.2014
Matt y el ilegal.

Baltasar cerró los ojos. Golpeó el respaldo con la parte posterior de su cabeza, empuñó el timón. La ventanilla de su carro color rojo emitió un chirrido al ir bajando. Matt, el oficial de policía, cauteloso, se aproximó con la mano sobre la pistola y con voz áspera le dijo que pusiera las manos sobre el volante. Intranquilo y preocupado el flaco Baltasar oyó la temida pregunta en un spanglish masticado.

—¿Dónde estar la drivers licence and insurance del carro?

***

Habían transcurrido algunos meses desde entonces y al momento se reconocieron. Allí estaba Matt de nuevo; ahora, descubriendo a Baltasar entre las máquinas de ensamblar cajas de cartón. El olor a pegamento y a aceite quemado inundaba la nariz. Lo caliente de la lámina hacia sudar el cuerpo. Se observaron: uno de ojos azules intimidatorios y el otro con ojos negros de angustia.

En esa mirada Baltasar revivió el viaje de Guatemala hasta Iowa. Contempló las estrellas y apreció la faceta de la luna descorrerse en el cielo. El aullar de los lobos lo despertaba por las madrugadas; los demás dormían agotados. El sol lo halló caminando y le tostó la piel y el calor le secó la ropa de los vendavales. Por los atajos del desierto encontró restos de hombres, mujeres y niños; algunos abandonados y otros masacrados por los *coyotes, o narcotraficantes. Se persignó y elevó una plegaria para los que habían muerto en el intento.
El estómago se le descompuso al ver la sombra de una pared. Le enchinó la piel al divisar la frontera. A la siguiente noche terminaría de abrir un boquete en el muro.

Matt y Baltasar continuaban enfrascados en un fastidioso mutismo. Querían platicar; así como lo hicieron la última vez. Cuando matt, lo detuvo en una de las calles de **Postville por no tener una licencia de conducir. Necesitaban cualquier excusa para hablar, pero los dos sabían porque estaban ahí. El destino los obligaba a revivir el acosamiento de los blancos en contra de esclavos, ahora, era la persecución de ilegales. La cacería de los nuevos esclavos modernos en pleno siglo XX. Se reciclaba la historia gringa.
Las palabras enmudecieron, no querían ser oídos. Las láminas seguían acaloradas y la camisa se le empapó a Baltasar. Estaba asustado, acorralado; su libertad dependía del policía, de Matt. Ese mismo cosquilleo de intimidación que le embargaba ahora, su cuerpo lo percibió al traspasar el agujero en la pared y enfrentarse a la turbulencia del ***Río Grande. Siempre que se acordaba se recriminaba cuando la corriente le arrebató aquel hombre que no sabía nadar; trató de sujetarlo para que no diera volteretas; el agua se lo tragó. Arrastras salió y sus lágrimas las borró la arena. No quería volver atrás la mirada, pero tenía que hacerlo, porque separada por desierto, montañas y ciudades su mujer preñada esperaba su retorno.

Un ruido en la entrada desatendió a los dos. Con el rabillo del ojo Matt, reconoció al individuo. Baltasar se agazapó hasta que las nalgas sintieron la frescura del piso. Matt retornó la vista, aún alcanzaba a ver los fanales entre las cajas apiladas. El recién llegado con voz chillona dijo.

—¿Alguna novedad?

Un silencio mezquino y traidor aguijoneó al cazador. Ese alguien debía hacer cumplir la ley.
Matt se enteró el día que detuvo a Baltasar que pronto sería papá y no tendría la oportunidad de ver al hijo nacer. Allá, de donde Baltasar venia, el hambre es un reguero de muertos inocentes; esa fue la razón que lo hiso emigrar. La violencia fue otra razón; y durante un buen rato le contó la infinidad de razones del porque había llegado al suelo americano. Esa noche, cuando Matt llegó a su casa lo primero que hizo fue ir a ver a su hijo a la cuna y abrazo fuertemente a su esposa, él tenía una familia que lo esperaba todos los días en casa. En la mesa había siempre comida que después se tiraba en el basurero.
Esa misma noche, el reloj de pulsera lo encontró despierto, cavilando y se sorprendió de haber llenado una jarra con colillas en la búsqueda de respuesta a una pregunta tan simple ¿why? La madrugada le ayudó a volver aceptar su mundo blanco, el único que conocía. Pero aún seguía con la sensiblería hacia el color, el acento al hablar. Matt estaba confundido; de algo si estaba seguro al alba, que el dolor se lleva metido en el pellejo, escondido, para que el resto no lo fueran a descubrir.
Durante días, semanas y meses pasó con ese sentimiento enrarecido de no saber qué hacer; él representaba la ley
****EL Home Land Security, carraspeó para dar a entender que aún seguía allí.

—No yet. —Matt, respondió cortante.

—¿Dónde estarán escondidos? No es posible haber capturado solo a trescientos ochenta y nueve.

Ese día, antes que el sol saliera, Matt recibió una orden vía telefónica de presentarse a las instalaciones de la planta *****Agriprocessor’s. Habían pasado diez horas de esa llamada cuando la redada dio inicio. A puñetazos, patadas y bastonazos sometieron a los trabajadores y después los encadenaron.

Matt titubeó un instante; suspiró. Recordó a su familia. Unos aguijonazos le atacaron bajo la piel, pero, no lo invadió la fría indiferencia americana; sintió miedo y dolor del escondido.

—¡Let’s go, no hay más ilegales in this room! —dijo Matt.

—¿Estás seguro? —espetó el de la migra.

—¡Yes!

Matt se pasó la mano en la frente; sudaba; iba tranquilo, sonriendo y feliz.

—Mi familia me espera en casa y sabias que es pecado tirar la comida. —el agente de inmigración lo miro en forma extraña y Matt agrego: —y es la primera vez en mi vida que disfrutó haciendo mi trabajo, respeto mi trabajo; me gusta ser policía.

Calló. Traspasaron la puerta. La bodega y Baltasar quedaron en la oscuridad.



*Coyote - traficante de personas.
**Postville - Pequeño pueblo al norte de Iowa de USA. Habitantes 2,500.
*** Rio Grande – Conocido también como Rio Bravo, es el rio fronterizo más largo del mundo, divide a Estados Unidos y México; en él han muerto miles de inmigrantes.
****Home land security - Agente de inmigración.
*****Agriprocessor’s.- Planta Kosher de matanza de vacas y pollos. Fundada en 1987 por Aarón Rusbashkin. En 12 de mayo del 2008 se llevó a cabo la redada de inmigración más grande de los Estados Unidos; a un costo de seis millones de dólares, capturando únicamente a 389 trabajadores ilegales. Shalom Rubashkin se encuentra en una cárcel de New york purgando 27 años de cárcel por fraude bancario.
 
ninive,05.09.2014
Pichiciego: el texto es extenso lo voy a rewvisionar en dos tiempos.
 
ninive,05.09.2014
PICHICIEGO AQUÍ VA TODO

Vacacionar

Paré en un hotel bastante bueno, a 200 metros del mar. LOS NÚMEROS SE ESCRIBEN EN GENERAL CON LETRAS

Desde mi habitación se podía ver la playa, el mar y una franja celeste de cielo cortando el horizonte.
DECIR LA PLAYA,EL MAR ES REPETICIÓN

Desempaqué AQUÍ PUNTO .M mi equipaje (que) consistía en pura ropa de verano: camisas, short, bermudas, zapatos y un par de libros que TRAJE (había decidido traer conmigo) por si Brasil no lograba superar mis expectativas. Desde el lobby del hotel telefoneé a Sofía para avisarle que todo estaba bien y que el hotel era magnifico y que el trato de los empleados era excelente. Sofía se rió y dijo que disfrutara de mis vacaciones, que ella se iba a encargar de la venta de la chacra y que cualquier novedad me iba a mantener TENER al tanto,AQUÍ PUNTO después cortó y me quedé (solo) en el lobby del hotel sin saber qué hacer.

Los primeros días (de la semana)fueron de profunda soledad para mí, no conseguía hallarme y por la noche me iba a la playa con un paquete de cigarrillos y una cerveza y me echaba sobre la arena y me ponía a contemplar el cielo PENSANDO(y a pensar) en mi vida. Cuando me aburría, cuando las cavilaciones se me volvían demasiado profundas, me levantaba de allí y caminaba por la orilla con los pies en el agua hasta que me entraba el sueño y no me quedaba más remedio que regresar al hotel y dormir algunas horas. A la mañana siguiente volvía a despertar de buen humor y *desayunaba( en el restorán del hotel), casi siempre jugo de naranja con tostado mientras leía los encabezados de los diarios argentinos, después me levantaba y volvía a deambular por las calles de Río.

Una mañana decidí pasar por las famosas escaleras de Selarón y llegué allí y tomé algunas fotos y le pedí a un hombre que estaba en el lugar, que (en un principio) me había parecido Brasilero, que me contara la historia de la escalera, pero el tipo dijo no entender mi idioma y se excusó con una frase en inglés y se dio media vuelta y se marchó. Seguí tomando algunas fotos, convencido de que cuando llegara al hotel lo primero que haría sería buscar información acerca de la dichosa escalera. No lo hice. Llegué al hotel cansado y con pocas ganas de instruirme. Pedí que me enviaran una botella de vino a la habitación y me pasé toda la noche fumando y bebiendo y planificando las excursiones de la mañana siguiente: había extendido sobre la cama un plano de la ciudad de Río( que había conseguido en el lobby del hotel)

TENÍA UN MAPA DE RIO DE JANEIRO, NO IMPORTA DONDE LO CONSIGUIÓ


y con una birome roja fui marcando con un circulito todos los lugares turísticos que ya había visitado y los que me quedaban por visitar.
SI MARCA TODO CON CÍRCULOS NO VA A SABER QUÉ LE FALTA VISITAR

(Según mis cálculos,) sólo me quedaba el Cristo Redentor y un par de lugares más que me eran completamente indiferentes y que yo sabía, —muy en el fondo— que no visitaría en los doce días DE ESTADÍA que me quedaban (de estadía) en aquella ciudad. ESO DE ( Como a) las 4 de la mañana me dormí y al día siguiente desperté con resaca y mal HUMOR (humorado.) *Desayuné un café cargado en el restaurante del hotel y llamé por teléfono a Sofía para ponerla al tanto de mi situación y para preguntarle, de paso, como iba con la venta de la chacra. Sofía me contó que durante mi ausencia había aparecido un comprador que ofrecía 50 mil dólares por las tierras, un tal Huck, de origen norteamericano. El yanqui estaba muy entusiasmado y al parecer parecía dispuesto a pagar las tierras al contado. El hecho me pareció un poco extraño y le dije a Sofía que me pasara los datos del supuesto comprador, que en un par de días la volvería a llamar con noticias. Sofía me pasó algunos datos que yo anoté sobre una de las servilletas del restaurante y me la eché en el bolsillo y de un sorbo largo apuré lo que quedaba del café y pagué la cuenta y salí a la calle.


Caminé algunas cuadras y entré en un ciber; le mandé un mail a Luciano con todos los datos del yanqui y le pedí que me averiguara ALGUNAS cosas, que cualquier tipo de información me SERÍA (era) útil;( como )a los 20 VEINTEminutos Luciano me RESPONDIÓ :(mandó un mail que decía) Ok. Dame unos días. Abrazo.

En internet encontré que la escalera de Selarón fue hecha por un artista plástico Chileno, radicado en Brasil, un tal Jorge Selarón, de ahí el nombre. Según el artista, la escalera llevó más de 2.000 DOS MIL azulejos provenientes de todas partes del mundo y que tuvo que financiar la obra pintando más de 25.000 VEINTICINCOMIL cuadros de mujeres embarazadas: una locura.

ESTÁBAMOS EN UN CIBER, EL SALTO AL RESTORANTE ES MUY BRUSCO . Vila-Matas me aburría muchísimo en aquel restaurante, así que dejé el libro sobre la mesa y me puse a estudiar con detenimiento a los clientes del lugar;( vi a) una pareja de ancianos (que) almorzaba contra la ventana, calculé que tendrían unos treintaicinco años de casados y que eran españoles y que habían aprovechado las vacaciones de él para escaparse unos días a Sudamérica; por alguna razón, imaginé que el hombre era un abogado respetado de Madrid, especializado en juicios laborales y que la mujer era una ama de casa descuidada a quien le gustaba florearse por la alta sociedad madrileña hablando de sus espirituales viajes por Sudamérica. Vi que en una de las mesas del fondo había una mulata que no paraba de mandar mensajes por el celular. Se la veía sola y triste. Fantaseé con la posibilidad de que la hubieran dejado plantada y acercarme y decirle algo chistoso o contarle algo de mi soledad y de lo triste que yo también me sentía. Después desistí de la idea: la morena estaba tan buena y mi portugués tan malo, que opté por seguir mirándola en silencio, apartando cada tanto la vista para volver a concentrarme en mi libro que insistía, a pesar de toda resistencia, a llevarme de la mano por las frías calles de Dublín.

Finalmente la mulata se levantó y salió por una de las puertas laterales del restaurante y la vi cruzar la calle y perderse entre la multitud.

Como no podía quitarme A la mulata de la cabeza, aquella noche escribí un cuento, en donde yo era el protagonista y la mulata era mi amante brasilera. En el cuento, la mulata bebía una cerveza sobre la playa, era de noche y ella bebía mirando el horizonte y yo me le acercaba y le decía algo de la inmensidad del mar y entonces ella sonreía, con unos dientes perfectos (así la describo en el cuento) y me invitaba a sentarme a su lado, después seguían una serie de reflexiones livianas y cargadas de existencialismo barato acerca de la soledad y del eterno retorno que terminaban por conquistarla. Hacíamos el amor en su departamento y después tomábamos vino y nos quedábamos abrazados escuchando música brasilera hasta que amanecía. Tristísimo.

Al día siguiente me saqué una foto con el Cristo redentor de fondo y se la envié por mail a Sofía. Esa misma tarde fui a un puesto de artesanos que estaba en una de las calles principales y le compré una remera de Brasil a Sofía y un collar hecho con semillas de palmera de colores chillones. Por la noche cené en un restaurante lujoso y pedí una botella del mejor cabernet que tuvieran y comí pescado de mar mirando el océano. Cuando regresé al hotel me sentía cansado y satisfecho, así que me quité los zapatos y me tiré sobre la cama y a los pocos minutos me quedé dormido mientras en la radio sonaba Zonzinho de Caetano Veloso.

Tres días después volví a ver a la mulata. Estaba sentado en la playa, intentando sacarme la arena de los pies, después de haberme metido al agua.AQUÍ PUNTO
( y)V vi que la mulata PASABA (pasó por mi lado con un grupo de amigas. Eran cinco y la mulata sin dudas sobresalía por encima de todas.
SOBRESALIR ENCIMA ES REDUNDANCIA. MEJOR “SOBRESALÍA SOBRE

Llevaba un biquini rojo y (se) reía con soltura. Hablaban en portugués y por lo que pude descifrar se reían de un muchacho que bailaba Tecno en la playa con unos enormes auriculares vincha. La mulata y sus amigas se sentaron a unos veinte metros de donde yo estaba, y sacaron unas cervezas de la hielera y se pusieron a hablar. Parecía que HACÍA (hace) mucho tiempo QUE no se veían. Hablaban mucho y se interrumpían cada dos minutos para dar paso al relato de otra que también era interrumpida de la misma manera que ELLA HABÍA INTERRUMPIDO A INTERLOCUTORA ANTERIOR( lo había sido su interlocutora anterior.)( Hablaban.) Imaginé que eran ex compañeras de la secundaría que se estaban poniendo al día. Sólo una llevaba sortija, las otras parecían felizmente solteras. Saqué un cigarrillo y me puse a mirar a mi mulata: era linda, tenía unos hermosos ojos negros y el pelo le caía con suspensión sobre los hombros. Calculé que debía tener unos VEINTICUATRO
24 años, tal vez un poco más, PENSÉ QUE DEBÍA SER estudiante de indumentaria o algo por el estilo,( me di cuenta) por cómo iba vestida la primera vez que la vi en el bar; llevaba una remera rosada y unos enormes anteojos de esos que ahora están a la moda pero que por aquellos años eran( impensados)IMPENSABLES en una muchacha joven. Una precursoraCOMA mi mulata. Vi que un morocho grandote se acercaba al grupo de amigas y se paró frente a ellasPUNTO( y)dijo unas cosas en portugués y las chicas se rieron. Mi mulata se levantó y lo tomó por los hombros y le besó el cuello y se fueron los dos caminando hasta la barra del chiringo. Los vi sentarse sobre unas butacas y se pusieron a hablar.

Demasiados *SE*, ARREGLAR

Eran novios. No había dudas. El moreno hablaba y mi mulata lo escuchaba atentamente, tenía esa expresión en la cara que ponen las mujeres cuando están enamoradas, o tal vez no estaba enamorada y sólo lo miraba con ternura. Pasaron unos minutos, entonces el moreno se levantó y la tomó de la mano e intentó arrastrarla con él, pero mi mulata se resistió, primero con cortesía, después con fastidio; el moreno insistía y vi, por la violencia con que movían las manos, que estaban discutiendo, entonces la mulata se levantó y volvió a reunirse con su grupo de amigas y el moreno se quedó por un rato mirándola hasta que finalmente se marchó.

La mañana del día siguiente Luciano me mandó un mail que decía: “Todo ok. Dale para adelante”. Llamé por teléfono a Sofía y le dije que el yanqui estaba limpio, que le diera vía libre a la venta de la chacra. Sofía me dijo que ahora mismo lo iba a llamar para acordar una fecha, le dije que pagará en efectivo y al contado, si no, no habRía trato. Después corté y bajé a desayunar.* Poca gente en el restaurante. Uno de los mozos me dijo que la mayoría de la gente del hotel se había ido a una excursión en barco que ofertaba el mismo hotel; me preguntó si yo me había enterado del asunto. Le dije que no, pero que no se preocupara, que de todas formas los barcos no me gustaban y el mozo se rió y me dijo que a él tampoco.*
TODO ESTE PÁRRAFO este párrafo de * a* ME PARECE SUPERFLUO
Desayuné* un café y dos media lunas y salí a saciar mis inquietudes de turista. Anduve caminando como cinco horas por las calles de Río. Por la noche había decidido no visitar ningún lugar turístico, y solamente fotografiar el lado B de la ciudad. Anduve por calles inhóspitas y solitarias, cada tanto me detenía para fotografiar una puerta o un balcón viejo adornado exclusivamente con flores que, si mis conocimientos de botánica no me fallaban, eran siemprevivas o alguna otra flor por el estilo. Cuando empezó A caer la tarde, decidí regresar al hotel; había visto que por aquellas calles pasaba un colectivo que yo había visto pasar más de una vez por la puerta del hotel, así que me paré en una garita y me puse a esperar. Anochecía sobre Río. Los últimos rayos de sol bañaban las calles de cierta melancolía y romanticismo. Saqué una última fotografía y mientras hacía foco a un almacén de ramos generales que interceptaba una de las esquinas, juro que vi pasar a la mulata y a aquel moreno que había visto el día anterior en la playa. La moto se detuvo unos segundos delante de mí y luego aceleró y se perdió en una de las esquinas. Me sentí abrumado y triste. Finalmente apareció el colectivo.

No pude pegar un ojo en toda la noche. La imagen de la mulata y el moreno no me dejaban conciliar el sueño, así que me levanté y me puse a fumar contra CONTRA¿¿¿ la ventana. Era una noche calurosa y húmeda: en el horizonte se podían ver unos relámpagos que avanzaban hacia la ciudad. Calculé que dentro de unas dos horas comenzaría a llover y mi mulata andaría a estas alturas por las calles de Río, abrazada a aquel mulatón, feliz y zigzagueante, entre automovilistas que envidarían su juventud y su belleza. O tal vez no. Tal vez había discutido nuevamente con aquel moreno y ahora dormía en su casa, sola y triste, abrazada a un enorme peluche que le obsequió uno de los tantos novios que tuvo en su época de estudiante. De las dos formas era triste para mí. Apagué el cigarrillo contra el marco de la ventana y me tiré sobre la cama a esperar que amaneciera. Cuando los primeros rayos de sol entraron en el cuarto, me dormí.

Cuando desperté me di cuenta de que no había llovido y que la humedad era insoportable. La gente andaba malhumorada y se quejaba de que los aires acondicionados no habían funcionado durante toda la noche. Desayuné*rápido y salí.
A ESTE PUNTO TE DEBO DECIR QUE ESTE SUJETO SE PASA LA VIDA DESAYUNANDO. En serio qué necesidad hay de señalar todas las veces que desayuna¿¿



Anduve vagando por las calles del centro, tratando de forzar algún encuentro casual con la mulata. No tuve suerte. Al caer la noche entré en un bar y me senté contra la barra y pedí una cerveza; un grupo de hombres miraba un partido de fútbol en un televisor chiquito que colgaba de una de las columnas de cemento. Jugaba Cruzeiro contra San Lorenzo, por los cuartos de final de la copa libertadores, así que me tomé la cerveza y me quedé ahí en silencio tratando de no delatar mi identidad de argentino parlante. Cuando terminó el partido, que finalmente GANÓ (fue para) San Lorenzo, pagué la cerveza y salí a la calle, en la vereda aun se podían escuchar los lamentos de los “torcedores” brasileros. Me puse feliz.

Una mañana, cuando bajé a *desayunar ¿OTRA VEZ DESAYUNA ?al restaurante del hotel, vi que la mulata hablaba con Fernandinho, uno de los mozos que atendían el bar. La mulata se había pedido un café y lo tomaba junto a la ventana. Conversaban. La mulata hablaba y Fernandinho la escuchaba con detenimiento. Cuando se marchó le pregunté si la conocía de algún lado. ¿A quién? Pregunto Fernandinho. A la mulata, le contesté. Me dijo que sí, que la conocía de la secundaría, había sido compañera suyo durante tres años, después él había abandonado el colegio y perdió todo tipo de contacto. Lo único que sabía es QUE se había casado con un argentino y que se había ido a vivir un par de años a Buenos Aires y que tuvo un hijo y que después el matrimonio no había funcionado y ella había decidido regresar a Río dejando al chico al cuidado de su padre. Lo veía poco, pero el hecho no la mortificaba. Si tuvo el chico, me dijo Fernandinho, es porque el marido le insistió para que se quedara embarazada, pero que él sabía bien que Mariana (así se llamaba mi mulata) no era de ese tipo de mujeres que llevan una vida ordinaría.ORDINARIA Ella es como un ave, señor, me dijo Fernandindo, nació para volar y ser libre.

En los días siguientes mi obsesión por la mulata creció desmesuradamente. Me la pasaba todo el día sentado en las mesas del bar esperándola, hasta había planeado la forma de entablar conversación: la mulata llegaba, se sentaba en una de las mesas del fondo y pedía algo para beber, entonces yo me levantaba y le decía algo de su cara: que le encontraba parecida a una muchacha de Buenos Aires, una muchacha que hace mucho tiempo no veía, pero que pasaba todos los días por la puerta del edifico donde yo vivía, entonces ella me diría que es posible y me contaría de sus años en Buenos Aires y de su vida allá y yo la escucharía atentamente y me mostraría sensible y amistoso y llegaríamos a consolidar una amistad que con el tiempo se convertiría en noviazgo. Era perfecto… Pero mi mulata nunca llegaba y yo me hundía en una profunda depresión. No lograba dormir por las noches y mi ansiedad me obligaba a levantarme de la cama y dar vueltas por la habitación hasta que llegaba el día. Hasta que la obsesión llegó a su fin. Una mañana de las tantas que pasé en aquel hotel, me levanté y bajé a *desayunar y decidí preguntarle a Fernandinho por la mulata. Recuerdo que Fernandinho ( se) empalideció y yo juro que nunca en mi vida había visto a un mulato ponerse tan blanco como aquel mozo que ahora me estaba sirviendo el café. Fernandinho temblaba y no podía mirarme a la cara, creo que estaba a punto de llorar. Finalmente habló y lo que dijo fue muy triste para mí. Triste y violento como un hachazo en el medio de la nuca. Fernandinho me dijo que la Mulata se había matado hace unos cincos días en un accidente de moto. Me quedé helado; sentí que todo el peso del mundo se me VENÍA (vino) encima. Recuerdo que subí hasta la habitación y vomité con la cabeza metida en el inodoro. Vomité todo lo que había comido y todo lo que había vivido aquellos días en Brasil, vomité las calles y la gente, vomité la escaleras de Selarón y los 25 mil cuadros que el artista había tenido que realizar para financiar su obra, vomité mis noches en la playa, vomité el centenar de cigarrillos que me había fumado mientras pensaba en mi vida y en mi futuro, vomité todas la noches de insomnio, vomité todos los vinos que me había tomado y mi planito con anotaciones al margen de los lugares que había recorrido, vomité a la mulata (a mi mulata que nunca había sido mía) y a su grupo de amigas y hasta el mulatón infeliz que la acosaba, vomité todo lo que tenía para vomitar…

A la mañana siguiente partí para Buenos Aires. Sofía me esperaba en el aeropuerto con malas noticias. El yanqui se había bajado de la compra de la chacra por motivos que no eran demasiados claroS. Le dije que no importaba, que sólo quería regresar a casa y dormir —y vomitar— y que me prometiera que no me iba a preguntar nada de mis vacaciones en Brasil. Sofía asintió con la cabeza y salimos del aeropuerto y nos subimos a su auto y encaramos el regreso a Entre Ríos. Creo que en algún momento del viaje me largué a llorar.

APLAUSOS . TE FELICITO

 
pichiciego,05.09.2014
Gracias ninive, por su entrega. Coincido con lo del desayuno. Limpiaré el texto de torpezas.
 
ninive,12.09.2014
esclavo_moderno,05.09.2014 [k=0] [Borrar] [Karma-]

Matt y el ilegal.

Baltasar cerró los ojos. Golpeó el respaldo con la parte posterior de su cabeza, empuñó el timón. ¿LA MARCHA?

PUEDE SER QUE SE TRATE DE UN MODISMO LOCAL “TIMÓN” PARA MI SE RELACIONA CON BARCO.

La ventanilla de su carro color rojo emitió un chirrido MIENTRAS BAJABA (al ir bajando.) Matt, el oficial de policía, (cauteloso), se aproximó CAUTELOSO (coma), con la mano sobre la pistola y con voz áspera le dijo que pusiera las manos sobre el volante. Intranquilo y preocupado AQUÍ COMAel flaco Baltasar oyó la temida pregunta en un spanglish masticado.

—¿Dónde estar la drivers licence and insurance del carro?

***

Habían transcurrido algunos meses desde entonces y al momento se reconocieron. Allí estaba Matt de nuevo; ahora, descubriendo a Baltasar entre las máquinas de ensamblar cajas de cartón. El olor a pegamento y a aceite quemado inundaba la nariz. Lo caliente de la lámina hacia sudar el cuerpo. Se observaron: uno de ojos azules intimidatorios y el otro con ojos negros de angustia.

En esa mirada Baltasar revivió el viaje de Guatemala hasta Iowa. Contempló las estrellas y apreció la faceta de la luna descorrerse en el cielo. El aullar de los lobos lo despertaba por las madrugadas; los demás dormían agotados. El sol lo halló caminando y le tostó la piel y el calor le secó la ropa de los vendavales. Por los atajos del desierto encontró restos de hombres, mujeres y niños; algunos abandonados y otros masacrados por los *coyotes, o narcotraficantes. Se persignó y elevó una plegaria para los que habían muerto en el intento.
El estómago se le descompuso al ver la sombra de una pared. Le enchinó la piel al divisar la frontera. A la siguiente noche terminaría de abrir un boquete en el muro.

Matt y Baltasar continuaban enfrascados en un fastidioso mutismo. Querían platicar; así como lo hicieron la última vez. Cuando M matt, lo detuvo en una de las calles de **Postville por no tener una licencia de conducir. Necesitaban cualquier excusa para hablar, pero los dos sabían porque estaban ahí. El destino los obligaba a revivir el acosamiento de los blancos en contra de esclavos, ahora, era la persecución de ilegales. La cacería de los nuevos esclavos modernos en pleno siglo XX. Se reciclaba la historia gringa.
(Las palabras enmudecieron, no querían ser oídos.) TENDRÁS QUE PENSAR SI QUIERES CONSERVAR ESTA FRASE. Yo creo que no era el MOMENTO DE CONVERSAR .

Las láminas seguían CALIENTES (acaloradas)y la camisa EMPAPADA SE PEGABA AL CUERPO DE (se le empapó a) Baltasar. Estaba asustado, acorralado; su libertad dependía del policía, de Matt. Ese mismo cosquilleo de intimidación que le embargaba ahora, su cuerpo lo **percibió al traspasar el agujero en la pared y enfrentarse a la turbulencia del ***Río Grande. Siempre que se acordaba se recriminaba cuando la corriente le **arrebató aquel hombre que no sabía nadar; **trató de sujetarlo para que no diera volteretas; el agua se lo **tragó.
**SALIÓ A rastras (salió y sus lágrimas las **borró la arena.
EN ESSTE PÁRRAFO ANTERIOR SEÑALÉ CON DOS** LOS VERBOS USADOS EN EL MISMO TIEMPO. ESTE ERROR LO TUVO OTRO CUENTO TUYO Y EVIDENTEMENTE ES UNA TENDENCIA DIFÍCIL DE CONTROLAR. . ALGUNOS PUEDEN QUEDAR OTROS SE DEBEN REEMPLAZAR



No quería volver atrás la mirada, pero tenía que hacerlo, porque separada por desierto, montañas y ciudades su mujer preñada esperaba su retorno.

Un ruido en la entrada desatendió DISTRAJO¿¿¿ a los dos. Con el rabillo del ojo Matt, LO reconoció (al individuo.) Baltasar se agazapó hasta que las nalgas sintieron la frescura del piso. Matt retornó la vista, aún alcanzaba a ver los fanales entre las cajas apiladas. El recién llegado con voz chillona dijo.

—¿Alguna novedad?

Un silencio mezquino y traidor aguijoneó al cazador. Ese alguien debía hacer cumplir la ley.
Matt se enteró el día que detuvo a Baltasar que pronto sería papá y no tendría la oportunidad de ver al hijo nacer. Allá, de donde Baltasar venia, el hambre es un reguero de muertos inocentes; esa fue la razón que lo hiso HIZO emigrar. La violencia fue otra razón; y durante un buen rato le contó la infinidad de razones del porque POR QUÉ había llegado al suelo americano. Esa noche, cuando Matt llegó a su casa lo primero que hizo fue ir a ver a su hijo a la cuna y abrazo fuertemente a su esposa, él tenía una familia que lo esperaba todos los días en casa. En la mesa había siempre comida que después se tiraba en el basurero.
Esa misma noche, el reloj de pulsera lo encontró despierto, cavilando y se sorprendió de haber llenado una jarra con colillas en la búsqueda de respuesta a una pregunta tan simple ¿why? La madrugada le ayudó a volver aceptar su mundo blanco, el único que conocía. Pero aún seguía con la sensiblería hacia el color, el acento al hablar. Matt estaba confundido; de algo si estaba seguro al alba, que el dolor se lleva metido en el pellejo, escondido, para que el resto no lo fueran a descubrir.
Durante días, semanas y meses pasó con ese sentimiento enrarecido de no saber qué hacer; él representaba la ley
****EL Home Land Security, carraspeó para dar a entender que aún seguía allí.

—No yet. —Matt, respondió cortante.

—¿Dónde estarán escondidos? No es posible haber capturado solo a trescientos ochenta y nueve.

Ese día, antes que el sol saliera, Matt recibió una orden vía telefónica de presentarse a las instalaciones de la planta *****Agriprocessor’s. Habían pasado diez horas de esa llamada cuando la redada dio inicio. A puñetazos, patadas y bastonazos sometieron a los trabajadores y después los encadenaron.

Matt titubeó un instante; suspiró. Recordó a su familia. Unos aguijonazos le atacaron bajo la piel, pero, no lo invadió la fría indiferencia americana; sintió miedo y dolor del escondido.

—¡Let’s go, no hay más ilegales in this room! —dijo Matt.

—¿Estás seguro? —espetó el de la migra.

—¡Yes!

Matt se pasó la mano en la frente; sudaba; iba tranquilo, sonriendo y feliz.

—Mi familia me espera en casa y sabias que es pecado tirar la comida. —el agente de inmigración lo miro en forma extraña y Matt agrego: —y es la primera vez en mi vida que disfrutó DISFRUTO haciendo mi trabajo, respeto mi trabajo; me gusta ser policía.

Calló. SALIERON (Traspasaron la puerta) . La bodega y Baltasar quedaron en la oscuridad.



*Coyote - traficante de personas.
**Postville - Pequeño pueblo al norte de Iowa de USA. Habitantes 2,500.
*** Rio Grande – Conocido también como Rio Bravo, es el rio fronterizo más largo del mundo, divide a Estados Unidos y México; en él han muerto miles de inmigrantes.
****Home land security - Agente de inmigración.
*****Agriprocessor’s.- Planta Kosher de matanza de vacas y pollos. Fundada en 1987 por Aarón Rusbashkin. En 12 de mayo del 2008 se llevó a cabo la redada de inmigración más grande de los Estados Unidos; a un costo de seis millones de dólares, capturando únicamente a 389 trabajadores ilegales. Shalom Rubashkin se encuentra en una cárcel de New york purgando 27 años de cárcel por fraude bancario
 
sullivan074,10.11.2014
Hola Ninive.

Un Saludo desde la frontera norte de México. Le envío este relato para su visto bueno.

Interestatal 10
A las 5:30 a.m. iniciaba su jornada, se despertaba antes de que sonara el viejo y destartalado reloj de cuerda, siempre justo antes de que sonaran las destempladas campanillas. Aún oscura la mañana, preparaba su café y ponía a hervir dos o tres huevos para llevar de bocadillos.
Con el pijama colgándole y dejando ver media nalga, se encamino a la parte trasera del jacal y descargó la vejiga.
Sintió en sus pulmones el fresco sereno de la madrugada y eso lo despabilo por completo. Un largo bostezo, después estiraba su brazos y arqueaba la vieja espalda la cual soltó unos secos crujidos. Así iniciaba sus dias.
Estanislao López, se llamaba aquel viejo. Preparo sus alimentos, sus materiales y su herramienta y subió todo a la vieja apache del '68
– Vieja desgraciada aún tienes tus encantos -
Pensó en referencia a su querido vehiculo, mientras sonriendo para sí mismo buscó un cuenco y vertió unas cuantas tortillas húmedas, mezclándolas con un huevo crudo; las depositó en el suelo para su perro llamado ‘limón’. Llamando con un penetrante silbido al animal atisbaba en el horizonte. Siguió llamando sin obtener respuesta del cánido, decidió entonces que quizá el can andaría de romance con alguna perrita de por ahí. Con gesto desinteresado se encamino al vehiculo.
-Ese maldito bicho sí que sabe en qué ocupar su tiempo - Gruñó y encendió la marcha para seguidamente tomar camino hacia la carretera interestatal 10.
Llegó temprano al tramo que le habían asignado, y pronto comenzó sus labores de mantenimiento, colocó los conos de seguridad y las barreras con ayudas visuales que indicaban “PRECAUCION HOMBRES TRABAJANDO 500 mts.”
El clima en el desierto de Texas es muy extremoso, aunque las noches registraban temperaturas cercanas a los 5 grados centígrados, en el transcurso del día podía subir hasta cercanos los 40 grados. Esa mañana para cuando el sol estaba apretando Estanislao se secó el sudor de la frente con la manga de su camisa y miró hacia el horizonte . Nadie por el camino.
-Como siempre nadie a quien saludar nadie con quien conversar.- Dijo en voz alta
- Que al cabo que ni falta me hace – Volvió a expresar y se sonrió . De la caja de su camioneta sacó su termo de agua y bebió a grandes tragos el refrescante líquido.
- Pinche limón a ti si te extraño viejo bicho -
Pensó en su perro al que había recogido de cachorro a orillas de ese mismo camino.
- De seguro andarás por ahí persiguiendo y fornicando con tu perrita.- Transcurrieron las horas y ya se metía el sol en el horizonte, Estanislao recogió sus materiales con los que sellaba las grietas de la cinta asfáltica y subió todo a su camioneta. Recogió las ayudas visuales y los conos de plástico anaranjados. Llego a su jacal cuando casi oscurecía; se preparó un recalentado que aún tenía en la nevera.
En total silencio consumio sus alimentos y después se recostó en su camastro evocando las imágenes de otros tiempos, penso en cuando era joven y tenía la ilusión de llegar a su hogar , recordaba a su esposa cuando se amaban y en los tiempos en que ella aún no tenía en su imaginación irse con otro. Fumándose un destartalado cigarrillo mantenía su vista fija en el calendario, un día tras otro y todos los días le eran parecidos, la misma rutina, levantarse, preparar el desayuno, dejarle alimento a su vagabundo perro, e ir al tramo de la carreta y de regreso... igual que el día anterior.
-Ya va a ser día quince, a ver si mañana llega el supervisor a revisar el tramo y a ver si me cambian a otro sector donde haya más tráfico, de perdida para distraerme un poco –
Pensó, antes de quedarse dormido.
La mañana siguiente fue exactamente igual a la anterior , fría la madrugada cálida la mañana y caluroso el atardecer.
Día tras día era lo mismo y Estanislao no recibía indicaciones de sus jefes. Hasta pareciera que se habían olvidado de él. De alguna manera sabía que no era así, porque en el almacén pegado a su jacal siempre había material disponible para las reparaciones y siempre que regresaba había suministros para él . Imaginaba que surtían su despensa mientras él estaba en el tramo de la carretera. De esa manera transcurrían días y días siempre lo mismo.
El aburrimiento comenzaba a hacer estragos en su mente, Estanislao ya conversaba de manera habitual consigo mismo preguntándose cómo había amanecido, si ya tenía hambre o haciendo comentarios acerca del calor.
A veces recapacitaba en que conversaba consigo mismo y soltaba una risotada insultándose asimismo
- Jajaja ya estás bien pinche loco tanis’ - así se refería asimismo.
En su mente comenzó a fraguar la idea de no regresar al día siguiente al tramo de la carretera y esperar al camión surtidor de materiales para preguntar por sus jefes, o al menos conversar con el operador.
Pero siempre ganaba el imperativo categórico hacíendo que cumpliera con sus deberes. Aunque Estanislao poco o nada supiera de Immanuel Kant y sus criticas de la razón.
-Mañana me voy a traer al limón - pensó - a ver si ese chingao perro de perdida me hace compañía, hace un montón de días que no lo veo a lo mejor hasta se lo comieron los coyotes. …. mm no creo - se contestó asimismo, - ahí hemos vistos su pisadas y además se traga toda la comida que le dejo cada día.
-¿pero a donde ´fregaos´ se mete ese animal? Debería andar aquí en la chinga! para que se gane el alimento. -
- Ya no seas chillón tanis y mejor friégale a poner los conos.-
- ¿Para que me molesto en poner las ayudas visuales y los conos de protección si nunca pasa ni una maldita bicicleta?.-
Así eran los pensamientos que cruzaban la mente de Estanislao y como siempre el sentido del deber ganaba y cumplía su habitual rutina.
Estanislao había escuchado del proyecto de esta carretera, la interestatal 10 que cubría un amplio corredor que atravesaba los estados de California, Arizona, Texas, nuevo México Luisiana, Mississippi, Alabama y Florida, con más de 3.900 km era una vía importante, es por eso que se le hacía raro que por su tramo no hubiera tráfico vehicular. Sabia por ejemplo que allá en Houston esta misma vía tenía el nudo de tráfico más complejo del mundo y por el tramo que le habían asignado para su ver era el pedazo de carretera menos concurrido del universo.
Conforme pasaban los días el sentimiento de Estanislao cambio de la simple ansiedad por saber de sus jefes, al enojo y a la persistente idea de que lo habían dejado olvidado, en su febril imaginación hasta pensó que había sido abducido por alguna de esas naves locas con monitos verdes en su interior.
Había algunos días, en especial los días de máximo calor en que casi sentía que venían carros, casi escuchaba los motores rugir raudos a velocidades altas pero cuando levantaba la cabeza para divisarlos el sonido se iba y la imagen de un auto a la distancia nunca llegaba.
En algunas ocasiones le parecía escuchar sirenas de vehículos de emergencia, otras veces en que atardecía le parecía ver a lo lejos los faros brillantes de un auto pero este nunca se acercaba, Estanislao se subió a su camión y se dirigió hacia donde venian los faros, pero nunca acortaba la distancia, un miedo aquedarse sin combustible le hizo regresar y esperar el auto. Pasaban los minutos y las luces no llegaban así el sueño le venció y en ese dormitar lo despertó el ruido de motores pasando pero al levantar la cabeza y ver la carretera. Seguía sola como siempre. Vencido por el cansancio regresó a su jacal.
Al amanecer ya lo tenía decidido. ese día no iría al tramo, esperaría hasta que llegara alguien y así obtendría las respuestas, además así sabría quien se comía la comida de su perro, porque ahora estaba casi 100 por ciento convencido que su perro al igual que su mujer y que sus jefes lo habían abandonado.
Una profunda depresión comenzó a ocupar su mente haciéndole sentir desprecio por quienes no habían valorado su trabajo y que lo habían simplemente dejado ahí olvidado como una herramienta inservible. Pero la razón se imponía y la lógica de su mente le cuestionaba ¿pero entonces porqué me traen los materiales? ¿Quién me los trae? ¿Será que revisan lo que avanzo por medio de esos satélites tan modernos que dicen que te pueden ver limpiándote el culo en pleno monte.?
No, no lo creía tanto así pero de alguna manera sus jefes sabían del trabajo que estaba realizando.
Sentado en su silla y fumando un cigarro tras otro, lamentaba no haber pedido en la lista de suministros una botella de licor. Ahorita sí que necesitaba un trago de aguardiente para calmar sus nervios. Y relajarse un poco. Diantres! si no había tomado descanso al menos que recordara, trabajaba diario sin importar si era sábado o domingo.
Ahora qué estaba haciendo un alto en sus actividades reparó en ese pequeño pero significativo asunto. No había tenido ni un día de descanso en…. ¿Cuánto tiempo tenía trabajando? !Cielos! no podía recordarlo!. Con esfuerzo hizo memoria de la fecha en que llego al tramo.
Comenzó por recordar la fecha en que se casó, luego cuando su mujer lo dejó que fue dos años después, no recordaba exactamente pero no habían pasado a lo mucho dos meses que se embarcó en este proyecto, y como no tenía a que regresar a su abandonado hogar decidió trabajar y quedarse en ese habilitado jacal. Recordó que los primeros días se quedaba con él un compañero, ¿cómo se llamaba? …. Creo que José, un mexicoamericano que era muy reservado pero al menos tenía platica, hasta que un día también él lo abandonó.
Caray como le costaba recordar. Con mucho esfuerzo hizo memoria de cuando encontró al cachorrito indefenso, que después sería su hasta ese entonces: fiel compañero. que por cierto, también lo abandonó.
¿Qué he hecho mal? ¿porqué me abandona todo el mundo? ¡¡¡Si solo hago mi trabajo le mejor que puedo!!!- gritó.
Le pareció escuchar afuera el sonido de un motor que se acercaba y salió al cobertizo.
Nadie, solo el polvo que levantaba el aire.
La noche llegó como siempre, y lo despertó la sensación de frio y hambre, se había quedado dormido en el sillón esperando. -Hoy no vino el mensajero, quizá hoy no le tocaba su vuelta mañana seguro vendrá.-
Entró al jacal y preparó una cena ligera, después de fumarse dos cigarrillos se recostó en su camastro. No tenía sueño pues había dormido un buen rato así que en la oscuridad de la noche solo brillaba la tenue lucecilla rojiza del pitillo.
Mañana me largo a la ciudad - Pensó con determinación. Y con esa convicción inició el día. Se levantó de su camastro muy de madrugada. Preparó un buen almuerzo para la media mañana, bebió café negro y se dirigió al cobertizo de almacén para cargar el tanque con combustible.
Una terrible sensación de miedo e incertidumbre le recorrió el cuerpo cuando descubrió que el tanque de almacenamiento estaba vacío, buscó el otro y también estaba vacío y recubierto de una espesa capa de polvo. Corrió hasta donde estaba la vieja camioneta y la descubrió con las llantas bajas y en un estado deplorable, con el capó abierto y el motor desvencijado. En el interior de la camioneta los asientos estaban deshechos y el polvo era el dueño y señor. Esa camioneta parecía tener más de diez años abandonada, el óxido cubría la mayor parte de lo que antes era una pintura opaca.
-¡No!. ¡No es posible! si ayer conduje esta misma troca. - ¿Ayer? Su voz retumbó en su cabeza preguntándose- ¿ Estás seguro Estanislao que fue ayer? Te quedaste dormido ¿lo recuerdas? -si pero, no me pude haber dormido tanto tiempo. ¡¡no chingues!!.
-¿¡¡Qué está pasando!!?
Gritó, mientras caía de rodillas en el polvo del semidesierto, extendiendo los brazos al cielo.
Poco a poco se fue calmando y enjugando una lagrima con el dorso de su mano supo qué había pasado.
Era seguro que lo habían despedido por no haber ido a trabajar el día anterior - si eso debía ser - se repetía constantemente.
-Aunque … ¡no!, no podría ser eso puesto que aún tenía en su jacal los restos de comida del día anterior, entonces no pudo haber sido así,
¿Cómo se había metido en esto?
El sonido de una puerta metálica al abrirse lo saco de su ensimismamiento. Contrario a lo que hubiera esperado no escuchó el ruido del motor del enorme camión amarillo que había estacionado justo enseguida de él.
El chofer del autobus le miro sonriente y le pregunto: ¿Estanislao López Salazar?
-Si señor soy yo para servirle-
- Bueno, pues suba ¿qué espera?
- Pe...pero! a dónde se supone que va?
-¿Es que no lo sabe aún?
-¿Saber qué?
-Suba, acá le explico-
Estanislao subió al camión. Y la puerta se cerró.

Lunes por la mañana.
Ernesto conducía su camioneta a velocidad moderada por la interestatal 10 salió de Houston esa mañana y se dirigía hasta la ciudad del paso Texas para visitar a sus tíos. Ahí pensaba pasar unos días y luego continuar con su viaje hasta la ciudad de California. Con él, iba su pequeña hija Montserrat de solo ocho años, estaba aprovechando el periodo vacacional de su pequeña y programó sus vacaciones para pasar ese verano juntos. Después de un largo juicio de divorcio, había cedido gran parte de su fortuna y muchas propiedades a cambio de poder contar con los beneficios de pasar los fines de semana y las vacaciones de verano con su hijita.
Al lado del camino la niña se entretenía contando los vehículos de determinado color
- veinte papi, ya conté veinte de color verde, ahora contaré los de color rojo. ¿qué te parece?-
-Me parece muy bien hija. Cuenta los rojos y alternadamente resta los verdes.-
Iban por la carretera cuando a orilla del camino la niña vió algo que le sorprendió.
-¡Ay! papi ¡ví un panteón!-
-¿Cómo un panteón?-
-Si, al lado del camino estaba una tumba-
-¡Ahh!, -Sonrio- No hija, no es una tumba.-
-¡Sí! papá, ¡yo la ví! tenía una cruz y estaba de color blanco.-
-Sí, lo sé, también la ví. Pero ahí debajo no hay nadie, es solo una ofrenda o como un monumento que alguien dejó para recordar algo que ahí paso; como un accidente, o algo así. De hecho creo que hay una historia de un trabajador de esta ruta que tuvo un accidente cuando estaban construyendo esta carretera. ¿Te cuento algo tenebroso?-
- ¡Si papi! dime-
-Algunas personas cuentan que aún lo pueden ver trabajando. Sobre todo en los días calurosos de verano. Justo como hoy
Mira ahí...-
-¡Ayyyy Papi no me asustes!... - dijo la niña sonriendo.
A un lado del camino Estanislao vio pasar la veloz camioneta de Ernesto y a la pequeña de mirada triste que pareció reconocer que él estaba ahí.


 
nINIVE,22.11.2014
CORRECCIÓN DE INERESTATAL 10
AUTOR sullivan074

nterestatal 10
A las 5:30 a.m. iniciaba su jornada, se despertaba antes de que sonara el viejo y destartalado reloj de cuerda, siempre PUNTUAL ,justo antes (de) que sonara (n las destempladas campanillas). (Aún oscura la mañana,) preparaba su café y ponía a hervir dos o tres huevos para llevar de bocadillos, AÚN CUANDO ERA OSCURA LA MAÑANA.
NO ES GRAVE PERO SI PUEDES CAMBIAR LOS DOS ***SONARAN***SER+IA MEJOR. Están demasiado cerca en frase tan corta

Con el pijama colgándole HASTA (y dejando ver) media nalga, se encamino Ó a la parte trasera del jacal PARA DESCARGAR )y descargó la vejiga.
AL SENTIR (Sintió en sus pulmones el fresco (sereno) de la madrugada SE (y eso lo) despabiló por completo. Un largo bostezo, después ESTIRÓ LOS(estiraba su) brazos y (arqueaba) ARQUEÓ la vieja espalda QUE (la cual )soltó unos secos crujidos. Así iniciaba sus dias.
EL VIEJO SE LLAMABA Estanislao López,( se llamaba aάquel viejo.) Preparo sus alimentos, LOS (sus) materiales y su herramienta y subió todo a la vieja apache del '68
– Vieja desgraciada aún tienes tus encantos -
SE DIJO PENSANDO EN (Pensó en referencia a) su querido vehiculo, mientras sonriendo para sí mismo( buscó BUSCABA un cuenco y (vertióVERTÍA unas cuantas tortillas húmedas, mezclándolas con un huevo crudo QUE( las) depositó en el suelo para LIMÓN , su perro (llamado ‘limón’).EL ANIMAL NO SE ACERCÓ EN RESPUESTA AL PENETRANTE SILBIDO.( Llamando con un penetrante silbido al animal atisbaba en el horizonte). Siguió llamando sin obtener respuesta. (del cánido,) ANDARÁ( decidió entonces que quizá el can andaría )de romance con alguna perrita de por ahí, PENSÓ Y CON gesto desinteresado se encamino al vehiculo.
-Ese maldito bicho sí que sabe en qué ocupar su tiempo - Gruñó y encendió EL MOTOR Y TOMÓ (a marcha para seguidamente tomar) camino hacia la carretera interestatal 10.
Llegó temprano al tramo que le habían asignado, y pronto comenzó sus labores de mantenimiento, colocó los conos de seguridad y las barreras con ayudas visuales que indicaban “PRECAUCION HOMBRES TRABAJANDO 500 mts.”

El clima en el desierto de Texas es muy EXTREMO (extremoso,) (aunque) las noches registraN (ban) temperaturas cercanas a los 5 grados centígrados,PERO en el transcurso del día PUEDEN ASCENDER (a subir) hasta CERCA DE (cercanos) los 40 grados. Esa mañana YA( para cuando) el sol estaba apretando CUANDO Estanislao se secó el sudor de la frente con la manga de su camisa y miró hacia el horizonte…nadie por el camino.
-Como siempre nadie a quien saludar nadie con quien conversar.- Dijo en voz alta
- Que al cabo que ni falta me hace – Volvió a DECIR(expresar) y se sonrió . De la caja de su camioneta sacó su termo de agua y bebió a grandes tragos el refrescante líquido.
- Pinche Limón a ti si te extraño viejo bicho -
Pensó en su perro al que había recogido de cachorro a orillas de ese mismo camino.
- De seguro andarás por ahí persiguiendo y fornicando con tu perrita.- Transcurrieron las horas y ya se metía el sol en el horizonte, Estanislao recogió sus materiales con los que sellaba las grietas de la cinta asfáltica y subió todo a su camioneta. Recogió las ayudas visuales y los conos de plástico anaranjados. Llego a su jacal cuando casi oscurecía; se preparó un recalentado que aún tenía en la nevera.
En total silencio consumio sus alimentos y después se recostó en su camastro evocando las imágenes de otros tiempos, penso en cuando era joven y tenía la ilusión de llegar a su hogar , recordaba a su esposa cuando se amaban y en los tiempos en que ella aún no tenía en su imaginación irse con otro. Fumándose un destartalado cigarrillo mantenía su vista fija en el calendario, un día tras otro y todos los días le eran parecidos, la misma rutina, levantarse, preparar el desayuno, dejarle alimento a su vagabundo perro, e ir al tramo de la carreta y de regreso... igual que el día anterior.
-Ya va a ser día quince, a ver si mañana llega el supervisor a revisar el tramo y a ver si me cambian a otro sector donde haya más tráfico, de perdida para distraerme un poco –
Pensó, antes de quedarse dormido.
La mañana siguiente fue exactamente igual a la anterior , fría la madrugada cálida la mañana y caluroso el atardecer.
Día tras día era lo mismo y Estanislao no recibía indicaciones de sus jefes. Hasta pareciera que se habían olvidado de él. De alguna manera sabía que no era así, porque en el almacén pegado a su jacal siempre había material disponible para las reparaciones y siempre que regresaba había suministros para él . Imaginaba que surtían su despensa mientras él estaba en el tramo de la carretera. De esa manera transcurrían días y días siempre IGUALES (lo mismo.)
El aburrimiento Y LA SOLEDAD comenzaba a hacer estragos en su mente, Estanislao ya conversaba de manera habitual consigo mismo preguntándose cómo había amanecido, si ya tenía hambre o haciendo comentarios acerca del calor.
A veces recapacitaba en que conversaba consigo mismo y soltaba una risotada insultándose asimismo
- Jajaja ya estás bien pinche loco tanis’ - así se refería asimismo.
En su mente comenzó a fraguar la idea de no regresar al día siguiente al tramo de la carretera y esperar al camión surtidor de materiales para preguntar por sus jefes, o al menos conversar con el operador.
Pero siempre ganaba el imperativo categórico hacíendo que cumpliera con sus deberes. Aunque Estanislao poco o nada supiera de Immanuel Kant y sus criticas de la razón.
-Mañana me voy a traer al limón - pensó - a ver si ese chingao perro de perdida me hace compañía, hace un montón de días que no lo veo a lo mejor hasta se lo comieron los coyotes. …. mm no creo - se contestó asimismo, - ahí hemos vistos su pisadas y además se traga toda la comida que le dejo cada día.
-¿pero a donde ´fregaos´ se mete ese animal? Debería andar aquí en la chinga! para que se gane el alimento. -
- Ya no seas chillón tanis y mejor friégale a poner los conos.-
- ¿Para que me molesto en poner las ayudas visuales y los conos de protección si nunca pasa ni una maldita bicicleta?.-
Así eran los pensamientos que cruzaban la mente de Estanislao y como siempre el sentido del deber ganaba y cumplía su habitual rutina.
Estanislao había escuchado del proyecto de esta carretera, la interestatal 10 que cubría un amplio corredor que atravesaba los estados de California, Arizona, Texas, nuevo México Luisiana, Mississippi, Alabama y Florida, con más de 3.900 km era una vía importante, es por eso que se le hacía raro que por su tramo no hubiera tráfico vehicular. Sabia por ejemplo que allá en Houston esta misma vía tenía el nudo de tráfico más complejo del mundo y por el tramo que le habían asignado para su ver era el pedazo de carretera menos concurrido del universo.
Conforme pasaban los días el sentimiento de Estanislao cambio de la simple ansiedad por saber de sus jefes, al enojo y a la persistente idea de que lo habían dejado olvidado, en su febril imaginación hasta pensó que había sido abducido por alguna de esas naves locas con monitos verdes en su interior.
Había algunos días, en especial los días de máximo calor en que casi sentía que venían carros, casi escuchaba los motores rugir raudos a velocidades altas pero cuando levantaba la cabeza para divisarlos el sonido se iba y la imagen de un auto a la distancia nunca llegaba.
En algunas ocasiones le parecía escuchar sirenas de vehículos de emergencia, otras veces en que atardecía le parecía ver a lo lejos los faros brillantes de un auto pero este nunca se acercaba, Estanislao se subió a su camión y se dirigió hacia donde venian los faros, pero nunca acortaba la distancia, un miedo aquedarse sin combustible le hizo regresar y esperar el auto. Pasaban los minutos y las luces no llegaban así el sueño le venció y en ese dormitar lo despertó el ruido de motores pasando pero al levantar la cabeza y ver la carretera. Seguía sola como siempre. Vencido por el cansancio regresó a su jacal.
Al amanecer ya lo tenía decidido. ese día no iría al tramo, esperaría hasta que llegara alguien y así obtendría las respuestas, además así sabría quien se comía la comida de su perro, porque ahora estaba casi 100 por ciento convencido que su perro al igual que su mujer y que sus jefes lo habían abandonado.
Una profunda depresión comenzó a ocupar su mente haciéndole sentir desprecio por quienes no habían valorado su trabajo y que lo habían simplemente dejado ahí olvidado como una herramienta inservible. Pero la razón se imponía y la lógica de su mente le cuestionaba ¿pero entonces porqué me traen los materiales? ¿Quién me los trae? ¿Será que revisan lo que avanzo por medio de esos satélites tan modernos que dicen que te pueden ver limpiándote el culo en pleno monte.?
No, no lo creía tanto así pero de alguna manera sus jefes sabían del trabajo que estaba realizando.
Sentado en su silla y fumando un cigarro tras otro, lamentaba no haber pedido en la lista de suministros una botella de licor. Ahorita sí que necesitaba un trago de aguardiente para calmar sus nervios. Y relajarse un poco. Diantres! si no había tomado descanso al menos que recordara, trabajaba diario sin importar si era sábado o domingo.
Ahora qué estaba haciendo un alto en sus actividades reparó en ese pequeño pero significativo asunto. No había tenido ni un día de descanso en…. ¿Cuánto tiempo tenía trabajando? !Cielos! no podía recordarlo!. Con esfuerzo hizo memoria de la fecha en que llego al tramo.

Comenzó por recordar la fecha en que se casó, luego cuando su mujer lo dejó que fue dos años después, no recordaba exactamente pero no habían pasado a lo mucho dos meses que se embarcó en este proyecto, y como no tenía a que regresar a su abandonado hogar decidió trabajar y quedarse en ese habilitado jacal. Recordó que los primeros días se quedaba con él un compañero, ¿cómo se llamaba? …. Creo que José, un mexicoamericano que era muy reservado pero al menos tenía platica, hasta que un día también él lo abandonó.
Caray como le costaba recordar. Con mucho esfuerzo hizo memoria de cuando encontró al cachorrito indefenso, que después sería su hasta ese entonces: fiel compañero. que por cierto, también lo abandonó.
¿Qué he hecho mal? ¿porqué me abandona todo el mundo? ¡¡¡Si solo hago mi trabajo le mejor que puedo!!!- gritó.
Le pareció escuchar afuera el sonido de un motor que se acercaba y salió al cobertizo.
Nadie, solo el polvo que levantaba el aire.
La noche llegó como siempre, y lo despertó la sensación de frio y hambre, se había quedado dormido en el sillón esperando. -Hoy no vino el mensajero, quizá hoy no le tocaba su vuelta mañana seguro vendrá.-
Entró al jacal y preparó una cena ligera, después de fumarse dos cigarrillos se recostó en su camastro. No tenía sueño pues había dormido un buen rato así que en la oscuridad de la noche solo brillaba la tenue lucecilla rojiza del pitillo.
Mañana me largo a la ciudad - Pensó con determinación. Y con esa convicción inició el día. Se levantó de su camastro muy de madrugada. Preparó un buen almuerzo para la media mañana, bebió café negro y se dirigió al cobertizo de almacén para cargar el tanque con combustible.
Una terrible sensación de miedo e incertidumbre le recorrió el cuerpo cuando descubrió que el tanque de almacenamiento estaba vacío, buscó el otro y también estaba vacío y recubierto de una espesa capa de polvo. Corrió hasta donde estaba la vieja camioneta y la descubrió con las llantas bajas y en un estado deplorable, con el capó abierto y el motor desvencijado. En el interior de la camioneta los asientos estaban deshechos y el polvo era el dueño y señor. Esa camioneta parecía tener más de diez años abandonada, el óxido cubría la mayor parte de lo que antes era una pintura opaca.
-¡No!. ¡No es posible! si ayer conduje esta misma troca. - ¿Ayer? Su voz retumbó en su cabeza preguntándose- ¿ Estás seguro Estanislao que fue ayer? Te quedaste dormido ¿lo recuerdas? -si pero, no me pude haber dormido tanto tiempo. ¡¡no chingues!!.
-¿¡¡Qué está pasando!!?
Gritó, mientras caía de rodillas en el polvo del semidesierto, extendiendo los brazos al cielo.
Poco a poco se fue calmando y enjugando una lagrima con el dorso de su mano supo qué había pasado.
Era seguro que lo habían despedido por no haber ido a trabajar el día anterior - si eso debía ser - se repetía constantemente.
-Aunque … ¡no!, no podría ser eso puesto que aún tenía en su jacal los restos de comida del día anterior, entonces no pudo haber sido así,
¿Cómo se había metido en esto?
El sonido de una puerta metálica al abrirse lo saco de su ensimismamiento. Contrario a lo que hubiera esperado no escuchó el ruido del motor del enorme camión amarillo que había estacionado justo enseguida de él.
El chofer del autobus le miro sonriente y le pregunto: ¿Estanislao López Salazar?
-Si señor soy yo para servirle-
- Bueno, pues suba ¿qué espera?
- Pe...pero! a dónde se supone que va?
-¿Es que no lo sabe aún?
-¿Saber qué?
-Suba, acá le explico-
Estanislao subió al camión. Y la puerta se cerró.

Lunes por la mañana.
Ernesto conducía su camioneta a velocidad moderada por la interestatal 10 salió de Houston esa mañana y se dirigía hasta la ciudad del paso Texas para visitar a sus tíos. Ahí pensaba pasar unos días y luego continuar con su viaje hasta la ciudad de California. Con él, iba su pequeña hija Montserrat de solo ocho años, estaba aprovechando el periodo vacacional de su pequeña y programó sus vacaciones para pasar ese verano juntos. Después de un largo juicio de divorcio, había cedido gran parte de su fortuna y muchas propiedades a cambio de poder contar con los beneficios de pasar los fines de semana y las vacaciones de verano con su hijita.
Al lado del camino la niña se entretenía contando los vehículos de determinado color
- veinte papi, ya conté veinte de color verde, ahora contaré los de color rojo. ¿qué te parece?-
-Me parece muy bien hija. Cuenta los rojos y alternadamente resta los verdes.-
Iban por la carretera cuando a orilla del camino la niña vió algo que le sorprendió.
-¡Ay! papi ¡ví un panteón!-
-¿Cómo un panteón?-
-Si, al lado del camino estaba una tumba-
-¡Ahh!, -Sonrio- No hija, no es una tumba.-
-¡Sí! papá, ¡yo la ví! tenía una cruz y estaba de color blanco.-
-Sí, lo sé, también la ví. Pero ahí debajo no hay nadie, es solo una ofrenda o como un monumento que alguien dejó para recordar algo que ahí paso; como un accidente, o algo así. De hecho creo que hay una historia de un trabajador de esta ruta que tuvo un accidente cuando estaban construyendo esta carretera. ¿Te cuento algo tenebroso?-
- ¡Si papi! dime-
-Algunas personas cuentan que aún lo pueden ver trabajando. Sobre todo en los días calurosos de verano. Justo como hoy
Mira ahí...-
-¡Ayyyy Papi no me asustes!... - dijo la niña sonriendo.
A un lado del camino Estanislao vio pasar la veloz camioneta de Ernesto y a la pequeña de mirada triste que pareció reconocer que él estaba ahí.

MUY BUENO, SE VE QUE A MEDIDA QUE EL RELATO TOMABA CUERPO FUISTE DESARROLLANDO LAS IDEAS CON FACILIDAD Y CASI SIN NINGÚN ERROR. cASI TODOS LAS CORRECCIONES SE CONCENTRAN EN LA PRIMERA PARTE. eL CUENTO ESTÁ MUY BIEN CONSTRUÍDO Y AMBIENTADO. eL PERSONAJE ES CREÍBLE Y PERMITES COMPARTIR SU ANGUSTIA DE SOLEDAD Y DE AGOTAMIENTO. lA TUERCA FINAL DEL RELATO ES INGENIOSA. lA ABREVIARÍA SACANDO DETALLES SUPERFLUOS, ESE NO ES EL CUENTO. ELIMINA LAS RAZONES POR LAS CUALES LA NILÑA ESTÁ ALLÍ CONTANDO AUTOS Y ELIMINA LOS DIÁLOGOS. TODO ESO EMPOBRECE EL RELATO QUE ES MUY BUENO. SI QUIERES REVISO, CUANDO LO TENGAS LISTO, EL FINAL ABREVIADO.
FELICITACIONES
 
esclavo_moderno,11.12.2014
Señora le dejo un nuevo escrito, en espera de sugerencias y correcciones. Reciba un fuerte abrazo.

Ausencia.

Se levantó como resorte y rascándose el pelo encenizado escudriñó el lugar. El pecho le bufaba. Incrédulo, creyó estar soñando una pesadilla, pero la silenciosa habitación le confirmó que no.
El sol correteaba ya en el patio y unos rayos se enredaron en las cortinas. A través de la ventana vio las hamacas colgando de los árboles donde solían hacer el amor. Fue en una de esas hamacas que ella le dio la grave noticia.
Sus ojeras y barba de unas semanas reflejaban su penar. Oyó el bisbiseó en el corredor y se le erizó la piel. Anoche, también lo escuchó.
Sentado en la butaca; la soledad había iniciado a corroerle la vida. Quería aborrecer a su esposa por el dolor que se devanaba en su “yo”. Varias veces él, cuestionó a Dios y ella siempre le repetía: “El ser supremo sabe lo que hace y por qué lo hace”. Y él respondía: “Y que voy hacer hasta entonces con este suplicio”.
El abatimiento pudo más y se durmió. Soñó el baile. Ella iba vestida de color rosa; que bien le asentaba se decía a sí mismo. Lo tenían embobado los ojos caramelos. Aferrado a la cintura de ella se dejó llevar por la música y olvidó el hormigueó de las manos y los pies y le confeso su amor. Ella lo acepto. De regreso a casa y con las estrellas de testigo le dio libertad a las emociones atoradas en sus entrañas.
La había empezado a extrañar y fue naciendo en él esa pesadumbre que solo tienen los desahuciados. Sentía odiarle por ese rompimiento funesto y cruel, pero se resistía; la culpable no era ella. ¿A quién culpar? ¿Ah él? Sí, a él, a ese que se atrevió a separarlos sin impórtale el amor que sentía hacia a ella. ¡Maldito! Vociferó. ¿Y ahora qué? ¿Qué hacer con las jorobadas vivencias fantasmales? No quería echarse a tuto ese sufrimiento de por vida. Le amo y la seguía amando a su modo y manera porque no había otra forma de amarla; dejando en él esa ensarta de reminiscencia que devoraban cada espacio de su tiempo.
Él suspiró hondo, dormido. Siguió soñando. Se encontraron en la iglesia. Ella vestida de blanco y él de gris. En la fiesta la descubrió impecable con el vestido azul. Esa noche hicieron el amor como lo habían hecho antes, a escondidas, en lugares clandestinos.
La evocación de esos veinticinco años de matrimonio le dolieron hasta los huesos al recordar que hacía tres noches ella le dijo que se iba marchar. Entonces se encontró cara a cara con el huracán que destruyó su mundo. El pánico, las dudas asesinas se rebelaron y acuchillaron su ser. ¿Cómo curar esas tajaduras? ¿Acaso el tiempo podría sanarlas? ¿Existiría alguna posibilidad de que ella se quedara con él? ¡Qué no lo abandonara! Pensó por un momento en implorar y si fuese posible arrastrarse a aquel que se la había robado o en el último de los casos irse a vivir con ellos; a estas alturas de que servía el orgullo.
Despertó y su derredor estaba como ella lo había dejado. Caminó en el cuarto. Se sentía seguro allí; en compañía de su tristeza, amargura y aflicción, pero la rabia le mordía por dentro y el sufrimiento lo empujaba a salir y desgañitarse con un ¿Por qué? Cuando aún les quedaba tiempo por refocilar ese sentimiento y se tropezaba de nuevo con la frase de hacía tres noches que no quería aceptar: “Ya todo está escrito”.
Hundió la cara en la almohada y lloró.
Pensó en sus hijos y se preguntó: ¿Qué les diré? ¿Habría una forma de explicar lo sucedido? ¿Qué decir? Ellos al igual que él estaban sufriendo. Como desaplicar ese olor tan especial oliendo a ella. Cerró los ojos y deseó que al abrirlos encontrarla de nuevo; pero él sabía que era imposible. Se reprochó la infidelidad vivida, claro, ella nunca llegó a saberlo, porque de haberlo sabido; ella se hubiera ido de la casa sin despedirse; eso él lo sabía muy bien. Un temblor le recorrió la espalda y sus ojos desplegaron un destello de muerte. Esa era la solución, morir; no había razón de seguir viviendo. Si él se la había robado que más daba la vida sin ella. Revolvió la cama y agarro las sabanas. Sí, era el momento preciso para acabar con todo, pero, su cobardía lo llamó a la cordura y se aferró al fantasma de su mujer. Oyó susurros y pasos sigilosos en el corredor y el miedo lo aprisionó. No quería ver ni hablar con ninguno, nadie lo comprendería, no lo entenderían que es vivir sin pareja. ¿Qué haría con la casa? si en cualquier momento la encontraría con la escoba barriendo las cenizas de lo vivido. La cocina sería un monumento perpetuo a los guisos sazonados. Qué hacer con los programas de televisión, la película favorita. La canción que sonará en la radio y le hará recordar que ella sigue escondida en cada partitura.
Se oyeron leves golpes en la entrada.
—Papá, ya es hora. ¿Te encuentras bien? —era la voz de su hija
Quiso responder y el nudo en la garganta se lo impidió.
—Papá, te estamos esperando. Mi hermana dice que la camisa, el pantalón y los calcetines están sobre la silla. Los zapatos ya están lustrados bajo la cama —complemento su hijo.
El temor hizo presa a la indecisión de abrir y con voz temblorosa respondió:
—Denme unos minutos.
La puerta se abrió. Las piernas le temblaban y se abalanzó a los brazos de sus hijos y juntos lloraron.
—Papá, mamá está esperándote.
Ella estaba en la sala, esperándolo, hermosa como el primer día que la conoció, como cuando se casaron, como cuando tuvo sus hijos. Él sabía que, cuando ella cruzara la puerta hacía la calle no habría marcha atrás. Con un dejo de melancolía todos esperaban. Iban vestidos de negro, igual que sus hijos, igual a él.


 
nINIVE,10.01.2015
Ausencia.

Se levantó como un resorte y escudriñó el lugar rascándose el pelo encenizado (escudriñó el lugar). El pecho le bufaba. Incrédulo, creyó estar soñando una pesadilla, pero la silenciosa habitación le confirmó LO CONTRARIO (que no.)
El sol correteaba ya en el patio y ENREDABA SUS (unos) rayos (se enredaron en)ENTRE las cortinas. A través de la ventana vio las hamacas colgando de los árboles donde solían hacer el amor. Fue en una de esas hamacas que ella le dio la grave noticia.
Sus ojeras y barba de unas semanas reflejaban su penar. Oyó el bisbiseó en el corredor y se le erizó la piel. LA NOCHE ANTERIOR (Anoche,( también lo HABÍA ESCUCHADO( escuchó.)
sE SENTÓ (Sentado) en la butaca; la soledad había iniciado a corroerle la vida. Quería PODER aborrecerLA( a su esposa) por el dolor que se devanaba en su “yo”. Varias veces él,SUPRIMIR COMA cuestionó a Dios y ella siempre le repetía: “El ser supremo sabe lo que hace y por qué lo hace”. Y él respondía: “Y que voy hacer hasta entonces con este suplicio”.
El abatimiento pudo más y se durmió. Soñó el baile. Ella iba vestida de color rosa; que bien le asentaba se decía a sí mismo. Lo tenían embobado ESOS( los) ojos caramelos. Aferrado a SU (la )cintura (de ella )se dejó llevar por la música y OLVIDANDO (olvidó el hormigueó de las manos y los pies y le confeso su amor. Ella lo acepto. De regreso a casa y con las estrellas de testigo le dio libertad a las emociones atoradas en sus entrañas.
La había empezado a extrañar y fue naciendo en él esa pesadumbre que solo SIENTEN (tienen) los desahuciados. ( Sentía odiarle por) Ese ABANDONO¿¿¿rompimiento ERA ( funesto y) cruel, pero se resistía; la culpable no era ella. ¿A quién culpar? ¿Ah él? Sí, a él, a ese que se atrevió a separarlos sin impórtale IMPORTARLE SIN ACENTO el amor que sentía hacia a ella. ¡Maldito! Vociferó. ¿Y ahora qué? ¿Qué hacer con las jorobadas vivencias fantasmales? ESTA PREGUNTA NO LA CAPTO PERO GRAMÁTICAMENTE ESTÁ BIEN
No quería echarse a tuto TODO ese sufrimiento de por vida. Le amoÓ y la (seguía) SEGUIRÍA amando a su modo y manera porque no había otra forma de amarla; dejando en él esa ensarta de reminiscencia que devoraban cada espacio de su tiempo. REHACE ESTA ÚLTIMA FRASE ES MUY AMPULOSA. BUSCA LA SENCILLEZ.
(Él) suspiró hondo, (dormido.). Siguió soñando.( Se encontraron) ESTABAN en la iglesia. Ella vestida de blanco y él de gris.(LA FRASE SIGUIENTE ES SUPERFLUA , SE HABIAN CASADO EN LA IGLESIA ¿LA DESCUBRIÓ EN LA FIESTA? ¿SE CAMBIÓ DE VESTIDO?(En la fiesta la descubrió impecable con el vestido azul.) Esa noche hicieron el amor como lo habían hecho antes, a escondidas, en lugares clandestinos. YO DIRÍA QUE HICIERON EL AMOR CON OTRA INTENSIDAD NO IGUAL A LAS VECES PRECEDENTE... PENSAR
La evocación de esos veinticinco años de matrimonio leDOLIÓ( dolieron) hasta los huesos al recordar que hacía tres noches ella le dijo que se iba marchar. ESTA ÚLTIMA FRASE HACE PENSAR QUE ESTÁ DESPIERTO DIJISTE QUE SE HABÍA DORMIDO OTRA VEZ. ARREGLAR.
Entonces se encontró cara a cara con el huracán que destruyó su mundo.SIMPLIFICA LA FRASE

El pánico, las dudas asesinas se rebelaron y acuchillaron su ser.SIMPLIFICA LA FRASE, ¿Cómo curar esas tajaduras? ¿Acaso el tiempo podría sanarlas? ¿Existiría alguna posibilidad de que ella se quedara con él? ¡Qué no lo abandonara! Pensó por un momento en implorar y si fuese posible arrastrarse a aquel que se la había robado o en el último de los casos irse a vivir con ellos; a estas alturas de que QUÉ servía el orgullo.
Despertó y TODO(su derredor) estaba como ella lo había dejado. Caminó POR ( en) el cuarto. Se sentía seguro allí; en compañía de su tristeza, amargura y aflicción, pero la rabia le mordía por dentro y el sufrimiento lo empujaba a salir y desgañitarse con un ¿Por qué? Cuando aún les quedaba tiempo por refocilar ese sentimiento y se tropezaba de nuevo con la frase de hacía tres noches que no quería aceptar:FRASE ANTERIOR DEMASIADO CARGADA “Ya todo está escrito”.
Hundió la cara en la almohada y lloró. ACUÉRDATE QUE ESTABA CAMINANDO
Pensó en sus hijos y se preguntó: ¿Qué les diré? ¿Habría una forma de explicar lo sucedido? ¿Qué decir? Ellos al igual que él estaban sufriendo. Como desaplicar ese olor tan especial oliendo a ella.FEA FRASE MUCHO OLOR OLIENDO, HAY PALABRAS MEJORES PERFUME AROMA ... Cerró los ojos y deseó que al abrirlos encontrarla de nuevo; pero él sabía que era imposible.DEMASIADO REPETITIVO...,SUGIERO
CERRÓ LOS OJOS , Se reprochó la ANTIGUA infidelidad (vivida, claro,)QUE ella nunca llegó a CONOCER (saberlo,) porque de haberlo sabido; ella se hubiera ido de la casa sin despedirse; eso él lo sabía muy bien. Un temblor le recorrió la espalda y sus ojos desplegaron un destello de muerte. Esa era la solución, morir; no había razón de seguir viviendo. Si él se la había robado que más daba la vida sin ella. Revolvió la cama y agarroÓ las sabanas. Sí, era el momento preciso para acabar con todo, pero, su cobardía lo llamó a la cordura y se aferró al fantasma de su mujer. Oyó susurros y pasos sigilosos en el corredorPUNTO ( y )el miedo lo aprisionó. No quería ver ni hablar con NADIE (ninguno,) nadie lo comprendería, (no lo entenderían que es vivir sin pareja.) ¿Qué haría SOLO EN (con) la casa? TEMÍA VERLA EN CADA RINCÓN , LIMPIANDO, GUISANDO ¿CÓMO PODRÍA SENTARSE SOLO ANTE EL TELEVISOR , VER SUS PROGRAMAS FAVORITOS...(si en cualquier momento la encontraría con la escoba barriendo las cenizas de lo vivido. La cocina sería un monumento perpetuo a los guisos sazonados. Qué hacer con los programas de televisión, la película favorita.) LaS canciONES QUE ELLA AMABA SE LAS TRAERÍA LA RADIO PARA RECORDARLE QUE ELLA ESTABA EN CADA MELODÍA. ón que sonará en la radio y le hará recordar que ella sigue escondida en cada partitura.)

Se oyeron leves golpes en la PUERTA ( entrada.)
—Papá, ya es hora. ¿Te encuentras bien? —era la voz de su hija
Quiso responder y el nudo en la garganta se lo impidió.
—Papá, te estamos esperando.( Mi hermana dice que( la camisa, el pantalón y los calcetines están sobre la silla. Los zapatos ya están lustrados bajo la cama —complementoÓ su hijo.
El temor hizo presa a la indecisión de abrir y con voz temblorosa respondió:
—Denme unos minutos.
ABRIÓ LA PUERTA (La puerta se abrió. Las piernas le temblabanPUNTO ( y )se abalanzó a los brazos de sus hijos y juntos lloraron.
—Papá, mamá está esperándote.
Ella estaba en la sala, esperándolo, hermosa como el primer día que la conoció, como cuando se casaron, como cuando tuvo sus hijos. Él sabía que, cuando ella cruzara la puerta hacía la calle no habría marcha atrás. (Con un dejo de melancolía) todos LE ESPERABAN CIRCUNSPECTOS Y TRISTES (esperaban.) Iban vestidos de negro, igual que sus hijos, igual QUE (a) él.

DISCULPA LA DEMORA. TU DEFECTO PRINCIPAL ES LA REPETICIÓN. CUANDO UNA IDEA CLARA SE REPITE Y SE AGREGAN ADJETIVOS PARA ACENTUARLA ,AL CONTRARIO DE LO DESEADO, SE DEBILITA.

CREO QUE ESTE TEXTO NO FUE CORREGIDO BASTANTE POR TI. TRATA DE TENER PACIENCIA Y DEJAR A TUS TEXTOS EN ESPERA DE UNA NUEVA LECTURA. VERÁS LOS ERRORES CON MÁS FACILIDAD. SIEMPRE DISPUESTA A AYUDARTE










 
nINIVE,16.01.2015
cuamdo lo vea corregido te daré mi opinión.
 
sullivan074,19.01.2015
Correcciones aplicadas . Agradeceré mucho sus comentarios.

Escribir me gusta mucho, solo es que casi no me queda tiempo por el trabajo.

Saludos, desde Nuevo Laredo Mexico.

Interestatal 10
A las 5:30 a.m. iniciaba su jornada, se despertaba antes de que sonara el viejo y destartalado reloj de cuerda, siempre puntual, justo antes que timbraran las destempladas campanillas. Preparaba su café y ponía a hervir dos o tres huevos para llevar de bocadillos, aún cuando era oscura la mañana.
Con el pijama colgándole hasta media nalga, se encaminó a la parte trasera del jacal para descargar la vejiga.
Al sentir en sus pulmones el fresco de la madrugada se despabiló por completo. Un largo bostezo, estiró los brazos y arqueó la vieja espalda que soltó unos crujidos secos. Así iniciaba sus días aquel viejo llamado Estanislao López.
Preparó sus alimentos, los materiales y su herramienta; posteriormente subió todo a la vieja apache del '68
– Vieja desgraciada aún tienes tus encantos -
Se dijo pensando en su querido vehículo, mientras sonriendo para sí mismo buscaba un cuenco y vertía unas cuantas tortillas húmedas, mezclándolas con un huevo crudo que depositó en el suelo para limón, su perro. El animal no se acercó en respuesta al penetrante silbido con el que Estanislao lo llamaba. Intento dos veces más, sin obtener respuesta.
- Andará de romance con alguna perrita de por ahí- , pensó y con gesto desinteresado se encamino al vehículo.
-Ese maldito bicho sí que sabe en qué ocupar su tiempo - gruñó y encendió el motor y tomó camino hacia la carretera interestatal 10.
Llegó temprano al tramo que le habían asignado, y pronto comenzó sus labores de mantenimiento, colocó los conos de seguridad y las barreras con ayudas visuales que indicaban “PRECAUCION HOMBRES TRABAJANDO 500 mts.”
El clima en el desierto de Texas es muy extremo las noches registran temperaturas cercanas a los 5 grados centígrados, pero en el transcurso del día pueden ascender hasta cerca de los 40 grados. Esa mañana ya el sol estaba apretando cuando Estanislao se secó el sudor de la frente con la manga de su camisa y miró hacia el horizonte…nadie por el camino.
-Como siempre nadie a quien saludar nadie con quien conversar.- dijo en voz alta
- Que al cabo que ni falta me hace – volvió a decir y se sonrió. De la caja de su camioneta sacó su termo de agua y bebió a grandes tragos el refrescante líquido.
-Pinche limón a ti si te extraño viejo bicho -
Pensó en su perro al que había recogido de cachorro a orillas de ese mismo camino.
- De seguro andarás por ahí persiguiendo y fornicando con tu perrita.- transcurrieron las horas y ya se metía el sol en el horizonte, Estanislao recogió sus materiales con los que sellaba las grietas de la cinta asfáltica y subió todo a su camioneta. Recogió las ayudas visuales y los conos de plástico anaranjados. Llego a su jacal cuando casi oscurecía; se preparó un recalentado que aún tenía en la nevera.
En total silencio consumió sus alimentos y después se recostó en su camastro evocando las imágenes de otros tiempos, pensó en cuando era joven y tenía la ilusión de llegar a su hogar, recordaba a su esposa cuando se amaban y en los tiempos en que ella aún no tenía en su imaginación irse con otro. Fumándose un destartalado cigarrillo mantenía su vista fija en el calendario, un día tras otro y todos los días le eran parecidos, la misma rutina, levantarse, preparar el desayuno, dejarle alimento a su vagabundo perro, e ir al tramo de la carreta y de regreso... Igual que el día anterior.
-Ya va a ser día quince, a ver si mañana llega el supervisor a revisar el tramo y a ver si me cambian a otro sector donde haya más tráfico, de perdida para distraerme un poco –
Pensó, antes de quedarse dormido.
La mañana siguiente fue exactamente igual a la anterior, fría la madrugada cálida la mañana y caluroso el atardecer.
Día tras día era lo mismo y Estanislao no recibía indicaciones de sus jefes. Hasta pareciera que se habían olvidado de él. De alguna manera sabía que no era así, porque en el almacén pegado a su jacal siempre había material disponible para las reparaciones y siempre que regresaba había suministros para él. Imaginaba que surtían su despensa mientras él estaba en el tramo de la carretera. De esa manera transcurrían días y días siempre iguales
El aburrimiento y la soledad comenzaba a hacer estragos en su mente, Estanislao ya conversaba de manera habitual consigo mismo preguntándose cómo había amanecido, si ya tenía hambre o haciendo comentarios acerca del calor.
A veces recapacitaba en que conversaba consigo mismo y soltaba una risotada insultándose asimismo
- Jajaja ya estás bien pinche loco Tanis’ - así se refería asimismo.
En su mente comenzó a fraguar la idea de no regresar al día siguiente al tramo de la carretera y esperar al camión surtidor de materiales para preguntar por sus jefes, o al menos conversar con el operador.
Pero siempre ganaba el imperativo categórico haciendo que cumpliera con sus deberes. Aunque Estanislao poco o nada supiera de Immanuel Kant y sus criticas de la razón.
-Mañana me voy a traer al limón - pensó - a ver si ese chingao perro de perdida me hace compañía, hace un montón de días que no lo veo a lo mejor hasta se lo comieron los coyotes. …. Mm no creo - se contestó asimismo, - ahí hemos vistos su pisadas y además se traga toda la comida que le dejo cada día.
-¿Pero a donde fregaos se mete ese animal? Debería andar aquí en la chinga! Para que se gane el alimento. -
-Ya no seas chillón Tanis y mejor friégale a poner los conos.-
- ¿Para qué me molesto en poner las ayudas visuales y los conos de protección si nunca pasa ni una maldita bicicleta?-
Así eran los pensamientos que cruzaban la mente de Estanislao y como siempre el sentido del deber ganaba y cumplía su habitual rutina.
Estanislao había escuchado del proyecto de esta carretera, la interestatal 10 que cubría un amplio corredor que atravesaba los estados de california, Arizona, Texas, Nuevo México Luisiana, Mississippi, Alabama y Florida, con más de 3.900 km era una vía importante, es por eso que se le hacía raro que por su tramo no hubiera tráfico vehicular. Sabia por ejemplo que allá en Houston esta misma vía tenía el nudo de tráfico más complejo del mundo y por el tramo que le habían asignado para su ver era el pedazo de carretera menos concurrido del universo.
Conforme pasaban los días el sentimiento de Estanislao cambio de la simple ansiedad por saber de sus jefes, al enojo y a la persistente idea de que lo habían dejado olvidado, en su febril imaginación hasta pensó que había sido abducido por alguna de esas naves locas con monitos verdes en su interior.
Había algunos días, en especial los días de máximo calor en que casi sentía que venían carros, casi escuchaba los motores rugir raudos a velocidades altas pero cuando levantaba la cabeza para divisarlos el sonido se iba y la imagen de un auto a la distancia nunca llegaba.
En algunas ocasiones le parecía escuchar sirenas de vehículos de emergencia, otras veces en que atardecía le parecía ver a lo lejos los faros brillantes de un auto pero este nunca se acercaba, Estanislao se subió a su camión y se dirigió hacia donde venían los faros, pero nunca acortaba la distancia, un miedo aquedarse sin combustible le hizo regresar y esperar el auto. Pasaban los minutos y las luces no llegaban así el sueño le venció y en ese dormitar lo despertó el ruido de motores pasando pero al levantar la cabeza y ver la carretera. Seguía sola como siempre. Vencido por el cansancio regresó a su jacal.
Al amanecer ya lo tenía decidido. Ese día no iría al tramo, esperaría hasta que llegara alguien y así obtendría las respuestas, además así sabría quien se comía la comida de su perro, porque ahora estaba casi 100 por ciento convencido que su perro al igual que su mujer y que sus jefes lo habían abandonado.
Una profunda depresión comenzó a ocupar su mente haciéndole sentir desprecio por quienes no habían valorado su trabajo y que lo habían simplemente dejado ahí olvidado como una herramienta inservible. Pero la razón se imponía y la lógica de su mente le cuestionaba ¿pero entonces por qué me traen los materiales? ¿Quién me los trae? ¿será que revisan lo que avanzo por medio de esos satélites tan modernos que dicen que te pueden ver limpiándote el culo en pleno monte?
No, no lo creía tanto así pero de alguna manera sus jefes sabían del trabajo que estaba realizando.
Sentado en su silla y fumando un cigarro tras otro, lamentaba no haber pedido en la lista de suministros una botella de licor. Ahorita sí que necesitaba un trago de aguardiente para calmar sus nervios. Y relajarse un poco. Diantres! Si no había tomado descanso al menos que recordara, trabajaba diario sin importar si era sábado o domingo.
Ahora qué estaba haciendo un alto en sus actividades reparó en ese pequeño pero significativo asunto. No había tenido ni un día de descanso en…. ¿cuánto tiempo tenía trabajando? !Cielos! No podía recordarlo!. Con esfuerzo hizo memoria de la fecha en que llego al tramo.

Comenzó por recordar la fecha en que se casó, luego cuando su mujer lo dejó que fue dos años después, no recordaba exactamente pero no habían pasado a lo mucho dos meses que se embarcó en este proyecto, y como no tenía a que regresar a su abandonado hogar decidió trabajar y quedarse en ese habilitado jacal. Recordó que los primeros días se quedaba con él un compañero, ¿cómo se llamaba? …. Creo que José, un mexicoamericano que era muy reservado pero al menos tenía platica, hasta que un día también él lo abandonó.
Caray como le costaba recordar. Con mucho esfuerzo hizo memoria de cuando encontró al cachorrito indefenso, que después sería su hasta ese entonces: fiel compañero. Que por cierto, también lo abandonó.
¿Qué he hecho mal? ¿por qué me abandona todo el mundo? ¡¡¡si solo hago mi trabajo le mejor que puedo!!!- gritó.
Le pareció escuchar afuera el sonido de un motor que se acercaba y salió al cobertizo.
Nadie, solo el polvo que levantaba el aire.
La noche llegó como siempre, y lo despertó la sensación de frio y hambre, se había quedado dormido en el sillón esperando. -hoy no vino el mensajero, quizá hoy no le tocaba su vuelta mañana seguro vendrá.-
Entró al jacal y preparó una cena ligera, después de fumarse dos cigarrillos se recostó en su camastro. No tenía sueño pues había dormido un buen rato así que en la oscuridad de la noche solo brillaba la tenue lucecilla rojiza del pitillo.
Mañana me largo a la ciudad - pensó con determinación. Y con esa convicción inició el día. Se levantó de su camastro muy de madrugada. Preparó un buen almuerzo para la media mañana, bebió café negro y se dirigió al cobertizo de almacén para cargar el tanque con combustible.
Una terrible sensación de miedo e incertidumbre le recorrió el cuerpo cuando descubrió que el tanque de almacenamiento estaba vacío, buscó el otro y también estaba vacío y recubierto de una espesa capa de polvo. Corrió hasta donde estaba la vieja camioneta y la descubrió con las llantas bajas y en un estado deplorable, con el capó abierto y el motor desvencijado. En el interior de la camioneta los asientos estaban deshechos y el polvo era el dueño y señor. Esa camioneta parecía tener más de diez años abandonada, el óxido cubría la mayor parte de lo que antes era una pintura opaca.
-¡No! ¡No es posible! Si ayer conduje esta misma troca.
- ¿ayer? -Su voz retumbó en su cabeza preguntándose
- ¿estás seguro Estanislao que fue ayer? Te quedaste dormido ¿lo recuerdas?- se contestó asimismo
-si pero, no me pude haber dormido tanto tiempo. ¡¡no chingues!!
-¿¡¡Qué está pasando!!? -Gritó, mientras caía de rodillas en el polvo del semi desierto, extendiendo los brazos al cielo.
Poco a poco se fue calmando y enjugando una lágrima con el dorso de su mano supo qué había pasado.
Era seguro que lo habían despedido por no haber ido a trabajar el día anterior - si eso debía ser - se repetía constantemente.
-Aunque… ¡no!, no podría ser eso puesto que aún tenía en su jacal los restos de comida del día anterior, entonces no pudo haber sido así. Su angustia aumentaba y seguía preguntándose ¿Cómo se había metido en esto?
El sonido de una puerta metálica al abrirse lo saco de su ensimismamiento. Contrario a lo que se hubiera esperado no escuchó el ruido del motor del enorme camión amarillo que había estacionado justo enseguida de él.
El chofer del autobús, abrió la puerta, le miro sonriente y le pregunto: ¿Estanislao López Salazar?
-Si señor soy yo para servirle-
- Bueno, pues suba ¿qué espera?
- Pe...Pero! A dónde se supone que va?
-¿Es que no lo sabe aún?
-¿Saber qué?
-Suba hombre, acá le explico-
Estanislao subió al camión. Y la puerta se cerró.






Lunes por la mañana.
Ernesto conducía su camioneta a velocidad moderada por la interestatal 10, salió de Houston esa mañana y se dirigía hasta la ciudad del paso Texas para visitar a sus tíos. Con él, iba su pequeña hija Montserrat de ocho años. Después de un largo juicio de divorcio, había cedido gran parte de su fortuna y muchas propiedades a cambio de poder contar con los beneficios de pasar los fines de semana y las vacaciones de verano con su hijita.
Iban por la carretera cuando la niña vió algo que le sorprendió.
-¡ay! Papi ¡ví un panteón!-
-¿Cómo un panteón?-
-Si, al lado del camino estaba una tumba-
-¡Ahh!, -sonrió Ernesto- no hija, no es una tumba.-
-¡Sí! Papá, ¡yo la ví! Tenía una cruz y estaba de color blanco.-
-Sí, lo sé, también la ví. Pero ahí debajo no hay nadie, es solo una ofrenda o como un monumento que alguien dejó para recordar algo que ahí paso; como un accidente, o algo así. De hecho creo que hay una historia de un trabajador de esta ruta que tuvo un accidente cuando estaban construyendo esta carretera. ¿te cuento algo tenebroso?-
- ¡Si papi! Dime-
-Algunas personas cuentan que aún lo pueden ver trabajando. Sobre todo en los días calurosos de verano. Justo como hoy
Mira ahí...-
-¡Ayyyy papi no me asustes!... - dijo la niña sonriendo.
A un lado del camino Estanislao vio pasar la veloz camioneta de Ernesto y notó a la pequeña de mirada asustada que pareció reconocer que él estaba ahí.


 
ninive,20.01.2015
AUTOR Sullivan074

nterestatal 10
..........

De la caja de su camioneta sacó su termo de agua y bebió a grandes tragos el refrescante líquido.
-Pinche Llimón a ti si te extraño viejo bicho -
Pensó en su perro al que había recogido de cachorro a orillas de ese mismo camino.
- De seguro andarás por ahí FORNICANDO Y PERSIGUIENDO A TU PERRITA (persiguiendo y fornicando con tu perrita.)- transcurrieron las horas y ya se metía el sol en el horizonte,

###########
......................
ico Luisiana, Mississippi, Alabama y Florida, con más de 3.900 km era una vía importante, es por eso que se le hacía raro que por su tramo no hubiera tráfico (vehicular.)
###############
..... faros, pero nunca acortaba la distancia, un miedo aquedarse sin combustible
ERROR DE TIPEO "A QUEDARSE"
###########

í el sueño le venció y en ese dormitar lo despertó el ruido de motores pasando pero al levantar la cabeza y ver la carretera. SACAR PUNTO
VIÓ QUE SEGUÍ SOLA COMO SIEMPRE..(Seguía sola como siempre). Vencido por el cansancio regresó a su jacal.

############
Ahora qué QUE SIN ACENTO estaba haciendo un alto en sus actividades reparó en ese pequeño pero significativo asunto.
###############
gRACIAS POR TRAER LOS FRUTOS DE LA CORRECCIÓN INCORPORADOS . eXCELENTE. pOCAS ANOTACIONES PARA DEJARLO LIMPIO DEL TODO.
lA ÚLTIMA PARTE ME PARECE NECESARIA PERO NO EN LA EXTENSIÓN Y DETALLES.
ES SUPERFLUO QUE HABLES DEL DIVORCIO DE eRNESTO.

tE ACONSEJO PONERLE OTRO NOMBRE . EL PROTAGONISTA TAMBIÉN TIENE NOMBRE CON E Y ESTO PROVOCA CIERTA CONFUSIÓN .

EL NOMBRE DEL PERRO DEBE ESTAR EN MAYÚSCULA. BUEN TRABAJO. ME HAS DADO UNA GRAN SATISFACCIÓN. SIEMPRE DISPUESTA A AYUDARTE
 
stracciatella,01.02.2015
Hola. ¿ Me podría echar un cable ( al cuello)? Hay algo en este texto que no me termina de gustar, pero ni idea de por dónde empezar. Eclipse
 
esclavo_moderno,20.02.2015
“A estas alturas de qué me sirve el orgullo”

Se levantó de la cama al igual que un resorte y la habitación la percibió álgida, incolora y triste.
El sol ya correteaba afuera y los rayos se enredaron en las cortinas. Desde la ventana él contempló las hamacas colgadas en los árboles donde solían hacer el amor. Fue en una de ellas que su mujer le confesó que se iba a marchar.
Las ojeras y barba reflejaban en su afligido rostro el abandono. Oyó el bisbiseo en el corredor y se le encresparon los vellos. La noche anterior también lo escuchó.
Ella aún no se había marchado y la soledad le empezaba a corroerle la existencia. Quería aborrecerla por ese dolor agudo que como un puñal puyaba su “yo”.
El abatimiento pudo más y sin previo aviso el sopor le fue cerrando los ojos. Soñó el baile. Aquel baile en que ella iba vestida de rosa. Los ojos vivos amelcochados lo hipnotizaron. Aferrados, se apegaron al compás de la música y olvidando el hormigueó de manos y pies le confesó amarla. Ella no tardó en responder “Yo también”. El sueño lo preciso a seguir dormido y siguió soñando. Entraron a la iglesia; ella de blanco y él de gris. Esa noche hicieron el amor con otra intensidad, no como lo habían hecho antes en los lugares clandestinos. Por amor a ella se guardó el secreto de su claustrofobia aversión hacia la religión. Por amor a ella los amigos quedaron en segundo plano. Por amor a ella cambio los hábitos y vicios. ¿Para qué? Se preguntaba. El silencio le respondió sigilosamente.
Estaba germinando en él, ese espíritu maligno que cargan los desesperados. La extrañaba a pesar de que ella, aún seguía viviendo bajo el mismo techo, esperándolo para ese tortuoso momento del adiós. Él miraba venir desde hacía algún tiempo la separación. Ese abandono era cruel, pero se resistía; la culpable no era ella. ¿A quién culpar? ¿A él? Sí, a ese, que se atrevió a desunirlos sin importarle su amor por ella. ¿Y ahora qué? ¿Qué hacer con las jorobadas vivencias fantasmales?
Él rehuía echarse a tuto ese sufrimiento de por vida. Los veinticuatro años de matrimonio se hacían añicos y le dolía hasta los huesos. Habíase encontrado cara a cara con esa verdad que demolía su felicidad. Él, admitió su desesperanza y la desahucies de ella.
¿Cómo curar esas tajaduras? ¿Acaso el tiempo podría sanarlas? ¿Existiría alguna posibilidad de que ella se quedara? ¡Qué no lo abandonase! Sobresaltado despertó. Se sentía protegido en las cuatro paredes del cuarto; rodeado de los recuerdos más íntimos, pero al mismo tiempo la rabia lo empujaba a querer salir de la alcoba y desgañitarse con un ¿Por qué?... ¿Por qué? Y tropezaba de nuevo con la sentenciosa frase de hacía tres noches: “la voluntad de Dios es inescrutable”.
Se dejó caer en la cama y la almohada absorbió sus lágrimas.
Pensó en los hijos: ¿Qué les diré? ¿Habrá una forma de explicar lo sucedido?
Los pensamientos fueron abruptamente interrumpidos por un dolor en el pecho. El malestar se fue alejando; pero el otro dolor que estaba clavado muy adentro, ese nunca se marcharía. Le entraron ansias de implorar o arrastrarse a aquel que le había robado lo que más amaba. Una estúpida, insana y humillante idea le sobrevino; irse a vivir con ellos y se dijo: “A estas alturas de qué me sirve el orgullo”
Inusitadamente en la cara mustia se dibujó una mueca y los ojos develaron un destello muerto. Había encontrado la solución: morir; preferiría morir que seguir viviendo. Agarró las sabanas. Sí, era el momento preciso para acabar con todo, pero… en el último momento la cobardía le hizo un llamado a la cordura. Oyó de nuevo susurros y pasos sigilosos en el corredor. La pregunta le tomó de sorpresa: ¿Qué iba hacer solo en la casa? Temía verla en cada rincón, limpiando, guisando ¿Cómo iba sentarse ante el televisor y ver sus programas favoritos? Las baladas que le traería la radio para recordarle que ella estaba en cada canción.
Hasta él llegó el ruido de sillas; alguien las trasladaba hacia la sala. Pronto le llegaron voces y lo estremecieron unos leves toques en la entrada.
—Papá, ¿Estás bien? —fue la voz de su hijo.
Quiso responder y se le atragantó algo en la garganta.
—Papá, te estamos esperando —expresó la hija.
Con voz gemebunda, raquítica y pesarosa alcanzó a decir:
—Denme… unos minutos… por favor —y el luctuoso silencio se extendió en ambos lados.
Abrió la puerta y Abrazo a sus hijos.
—Mamá está esperándote —dijo la hija.
Ella, esperaba paciente en la sala; lucía hermosa. Él, estaba consciente que, cuando ella cruzara la salida nunca más la volvería a ver. Le dio un beso en la frente y le susurró al oído que la iba amar hasta el final de sus días. Las lágrimas de él, humedecieron la mejillas de los dos. Era un día lunes y el sol colgaba en el azulado manto. Todos empezaron a salir de la casa y en la calle los transeúntes miraron al gentío con pena. Iban vestidos de negro, igual que sus hijos, igual que él.



 
esclavo_moderno,01.04.2015
Querida Nínive le hice unas correcciones de último momento, así que esta es la versión más reciente.
Abrazos.

“A estas alturas de qué me sirve el orgullo”
Se levantó de la cama al igual que un resorte y la habitación la percibió fría, incolora y triste.
El sol ya correteaba afuera y los rayos se enredaron en las cortinas. Desde la ventana él contempló las hamacas colgadas en los árboles donde solían hacer el amor. Fue en una de ellas que su mujer le confesó que se iba a marchar.
Las ojeras y barba reflejaban en su afligido rostro el abandono. Oyó susurros en el corredor y se le encresparon los vellos. La noche anterior también los había oído.
Ella aún no se marchaba y la soledad le había empezado a corroerle la existencia. Quería aborrecerla por ese dolor agudo que como un puñal helado puyaba su corazón.
El abatimiento pudo más y sin previo aviso el sopor le fue cerrando los ojos. Soñó el baile. Aquel baile en que ella iba vestida de rosa. Los ojos vivos amelcochados lo hipnotizaron. Aferrados, se apegaron al compás de la música y olvidando el hormigueó de manos y pies le confesó amarla. Ella no tardó en responder “Yo también”. El sueño lo preciso a seguir dormido y siguió soñando. Entraron a la iglesia; ella de blanco y él de gris. Esa noche hicieron el amor con otra intensidad, no como lo habían hecho antes en los lugares clandestinos. Por amor a ella se guardó el secreto de su hostilidad hacia la religión. Por amor a ella los amigos quedaron en segundo plano. Por amor a ella cambio los hábitos y vicios. ¿Para qué? Se preguntaba. El silencio le respondió con otro silencio sigiloso, ausente y vacío.
Estaba germinando en él, ese espíritu maligno que cargan los desesperados. La extrañaba a pesar de que ella, aún seguía viviendo bajo el mismo techo, esperándolo para decirle adiós. Él miraba venir desde hacía algún tiempo la separación. Ese abandono era cruel, pero se resistía; la culpable no era ella. ¿A quién culpar? ¿A él? Sí, a ese, que se atrevió a desunirlos sin importarle su amor por ella. Sintió la paz del odio recorriéndole las venas como lava volcánica. ¿Y ahora qué? ¿Qué hacer con las jorobadas vivencias fantasmales?
Él rehuía echarse a tuto ese sufrimiento de por vida. Los veinticuatro años de matrimonio se hacían añicos y le dolía hasta los huesos. Habíase encontrado cara a cara con esa verdad que demolía su felicidad. Él, admitió su desesperanza y la desahucies de ella.
¿Cómo curar esas tajaduras? ¿Acaso el tiempo podría sanarlas? ¿Existiría alguna posibilidad de que ella se quedara? ¡Qué no lo abandonase! Sobresaltado despertó. Se sentía protegido en las cuatro paredes del cuarto; rodeado de los recuerdos más íntimos, pero al mismo tiempo la rabia lo empujaba a querer salir de la alcoba y desgañitarse con un ¿Por qué?... ¿Por qué? Y tropezaba de nuevo con la sentenciosa frase de hacía tres noches: “la voluntad de Dios es inescrutable”.
Se dejó caer en la cama y la almohada absorbió sus lágrimas.
Pensó en los hijos: ¿Qué les diré? ¿Habrá una forma de explicar lo sucedido?
Los pensamientos fueron abruptamente interrumpidos por un dolor en el pecho. El malestar se fue alejando; pero el otro dolor que llevaba clavado muy adentro, ese nunca se marcharía. Le entraron ansias de implorar o arrastrarse a aquel que le había robado lo que más amaba. Una estúpida, insana y humillante idea le sobrevino; irse a vivir con ellos y se dijo: “A estas alturas de qué me sirve el orgullo”
Inusitadamente en la cara mustia se dibujó una mueca y los ojos develaron un destello muerto. Había encontrado la solución: morir; preferiría morir que seguir viviendo. Agarró las sabanas. Sí, era el momento preciso para acabar con todo, pero… en el último momento la cobardía le hizo un llamado a la cordura. Oyó de nuevo susurros y pasos sigilosos en el corredor. La pregunta le tomó de sorpresa: ¿Qué iba hacer solo en la casa? Temía verla en cada rincón, limpiando, guisando ¿Cómo iba sentarse ante el televisor y ver sus programas favoritos? Las baladas que le traería la radio para recordarle que ella estaba en cada canción.
Hasta él llegó el ruido de sillas; alguien las trasladaba hacia la sala. Pronto le llegaron voces y lo estremecieron. Unos leves toques en la entrada lo hicieron suspirar.
—Papá, ¿Estás bien? —fue la voz de su hijo.
Quiso responder y se le atragantó algo en la garganta.
—Papá, te estamos esperando —expresó la hija.
Con voz gemebunda, raquítica y pesarosa alcanzó a decir:
—Denme… unos minutos… por favor —y el luctuoso silencio traspasó la pared.
Abrió la puerta y Abrazo a sus hijos.
—Mamá está esperándote —dijo la hija.
Ella, esperaba paciente en la sala; lucía hermosa. Él, estaba consciente que, cuando ella cruzara la salida nunca más la volvería a ver. Le dio un beso en la frente y le susurró al oído que la iba amar hasta el final de sus días. Las lágrimas de él, humedecieron la mejillas de los dos. Era un día lunes y el sol se alzaba sobre el azulado infinito. Todos empezaron a salir de la casa y en la calle los transeúntes miraron al gentío con pena. Iban vestidos de negro, igual que sus hijos, igual que él.



 
chilicote,01.04.2015
Excelente Taller NINIVE, gran ayuda a los creemos ser escritores. Bien, mal o regular pero escribimos je. je. je.
Gracias Yvette.
 
ninive,02.04.2015
ESCLAVO MODERNO

eSTE CUENTO CREO HABERLO CORREGIDO OTRA VEZ AHORA LO PRESENTAS CON OTRAS CORRECCIONES Y YO CORRIJO OTRAS COSAS. sIGUE ADOLESCIENDO DE EXCESO DE ADJETIVACIÓN. tE ACONSEJO QUE LO DEJES DESCANSAR UN POCO Y QUE LO CONSIDERES TERMinado.

“A estas alturas de qué me sirve el orgullo”
SALTÓ COMO UN RESORTE DE LA CAMA(e levantó de la cama al igual que un resorte y la habitación la)Y percibió LA HABITACIÓN fría, incolora y triste.
El sol ya correteaba afuera y los rayos se enredaron en las cortinas. Desde la ventana él contempló, COLGADAS DE LOS ÁRBOLES, las hamacas (colgadas en los árboles) donde solían hacer el amor. Fue en una de ellas que su mujer le confesó que se iba a marchar.

Las ojeras Y LA barba reflejaban en su afligido rostro el abandono. Oyó susurros en el corridor. (y se le encresparon los vellos). La noche anterior también los había oído.
Ella aún no se marchaba y la soledad le había empezado a corroer(le) la existencia. Quería aborrecerla por ese dolor agudo que como un puñal helado puyaba su corazón.
El abatimiento pudo más y sin previo aviso el sopor le fue cerrando los ojos. Soñó el baile. Aquel baile en que ella iba vestida de rosa. Los ojos (vivos) amelcochados lo hipnotizaron. Aferrados, se apegaron al compás de la música y olvidando el hormigueó de manos y pies le confesó SU AMOR (amarla). Ella no tardó en responder “Yo también”. El sueño lo ¿preciso ¿¿a seguir dormido y siguió soñando. Entraron a la iglesia; ella de blanco y él de gris. Esa noche hicieron el amor con otra intensidad, no como lo habían hecho antes en los lugares clandestinos. Por amor a ella se guardó el secreto de su hostilidad hacia la religión. Por amor a ella los amigos quedaron en segundo plano. Por amor a ella cambio los hábitos y vicios. ¿Para qué? Se preguntaba. El silencio le respondió con otro silencio sigiloso, ausente y vacío.
Estaba germinando en él, ese espíritu maligno que cargan los desesperados. La extrañaba a pesar de que ella, aún seguía viviendo bajo el mismo techo, esperándolo para decirle adiós. Él miraba venir desde hacía algún tiempo la separación. Ese abandono era cruel, pero se resistía; la culpable no era ella. ¿A quién culpar? ¿A él? Sí, a ese, que se atrevió a desunirlos sin importarle su amor por ella. Sintió la paz del odio recorriéndole las venas como lava volcánica. ¿Y ahora qué? ¿Qué hacer con las jorobadas vivencias fantasmales?
Él rehuía echarse a tuto ese sufrimiento de por vida. Los veinticuatro años de matrimonio se hacían añicos y le dolía hasta los huesos. Habíase encontrado cara a cara con esa verdad que demolía su felicidad. Él, admitió su desesperanza y la desahucies de ella.
¿Cómo curar esas tajaduras? ¿Acaso el tiempo podría sanarlas? ¿Existiría alguna posibilidad de que ella se quedara? ¡Qué no lo abandonase! Sobresaltado despertó. Se sentía protegido en las cuatro paredes del cuarto; rodeado de los recuerdos más íntimos, pero al mismo tiempo la rabia lo empujaba a querer salir de la alcoba y desgañitarse con un ¿Por qué?... ¿Por qué? Y tropezaba de nuevo con la sentenciosa frase de hacía tres noches: “la voluntad de Dios es inescrutable”.
Se dejó caer en la cama y la almohada absorbió sus lágrimas.
Pensó en los hijos: ¿Qué les diré? ¿Habrá una forma de explicar lo sucedido?
Los pensamientos fueron abruptamente interrumpidos por un dolor en el pecho. El malestar se fue alejando; pero el otro dolor que llevaba clavado muy adentro, ese nunca se marcharía. Le entraron ansias de implorar o arrastrarse a aquel que le había robado lo que más amaba. Una estúpida, insana y humillante idea le sobrevino; irse a vivir con ellos y se dijo: “A estas alturas de qué me sirve el orgullo”
Inusitadamente en la cara mustia se dibujó una mueca y los ojos develaron un destello muerto. Había encontrado la solución: morir; preferiría morir que seguir viviendo. Agarró las sabanas. Sí, era el momento preciso para acabar con todo, pero… en el último momento la cobardía le hizo un llamado a la cordura. Oyó de nuevo susurros y pasos sigilosos en el corredor. La pregunta le tomó de sorpresa: ¿Qué iba hacer solo en la casa? Temía verla en cada rincón, limpiando, guisando ¿Cómo iba sentarse ante el televisor y ver sus programas favoritos? Las baladas que le traería la radio para recordarle que ella estaba en cada canción.
Hasta él llegó el ruido de sillas; alguien las trasladaba hacia la sala. Pronto le llegaron voces y lo estremecieron. Unos leves toques en la entrada lo hicieron suspirar.
—Papá, ¿Estás bien? —fue la voz de su hijo.
Quiso responder y se le atragantó algo en la garganta.
—Papá, te estamos esperando —expresó la hija.
Con voz gemebunda, raquítica y pesarosa alcanzó a decir:
—Denme… unos minutos… por favor —y el luctuoso silencio traspasó la pared.
Abrió la puerta y Abrazo a sus hijos.
—Mamá está esperándote —dijo la hija.
Ella, esperaba paciente en la sala; lucía hermosa. Él, estaba conciente que, cuando ella cruzara la salida nunca más la volvería a ver. Le dio un beso en la frente y le susurró al oído que la iba amar hasta el final de sus días. Las lágrimas de él, humedecieron la mejillas de los dos. Era un día lunes y el sol se alzaba sobre el azulado infinito. Todos empezaron a salir de la casa y en la calle los transeúntes miraron al gentío con pena. Iban vestidos de negro, igual que sus hijos, igual que él.


 
granada,09.05.2015
Ninive, te agradecería que corrigieses el siguiente texto.
Un saludo,
Granada

El baile de la cometa

Recuerda aquellos días desde la lejanía que dan los años, y se ve cómo una cometa que sube y baja, un golpe de viento y se eleva estirando la cuerda que la sujeta. Siente dolor en los dedos. Tanto ir y venir tras ese pájaro de papel, que no se ha dado cuenta que los pies han caído en medio de un charco. Nota la humedad, sus manos van hacia las piernas intentando tocar los calcetines, pero todo está seco. El tiempo lo ha secado.

¿Cómo no se ha dado cuenta de los años que han transcurrido?
Estaba despreocupada, nada importaba más que los colores del pájaro de papel. Era muy hermoso contemplarlo, lo mostraba sin ningún pudor: Mirad bien qué colores, qué papel tan brillante tienen las plumas de la cola, unas más largas que las otras, verdes, azules, rojas, amarillas. Es un loro de Guinea. Se lo ha traído Adolfo, un amigo de la familia, que trabaja en el tendido de la nueva central telefónica de Santa Isabel. A los niños de aquella tierra les gusta bailar cometas, también ha venido cargado con pulseras de abalorios de múltiples colores y conchas marinas ensartadas en cuerdas hechas con hojas de palmera secas, pero lo que más le hacía disfrutar eran esos cocos de piel áspera, esos hilos vegetales que se enlazaban unos con otros y sobre todo el jugo lechoso y dulce que manaba cuando un golpe seco lo abría dejando al descubierto una carne blanca y consistente, que partida en pequeñas tajadas parecían lunas menguantes.


En un cajón de la cómoda varias cajitas de distintos colores reposan cómo recordatorios de otros tiempos. Tiempo de niñez, de aprendizaje, de dolorosa adolescencia, de juventud expectante, de madurez, de trabajos. Deseos lanzados, como quien envía una señal de socorro esperando un respuesta, que se retrasa una y otra vez.
Qué extraña le resulta la percepción de esos tiempos ya pasados. Se pregunta por qué se siente espectadora de sus propias vivencias, de aquellos días en que todo era postergado. Desde esa lejanía se pregunta qué hacer con aquello que no sabes qué hacer.
¿Cómo puede ella esquivar las agresiones que llegan cómo lluvia de otoño?
Esas que no avisan, que te cogen sin paraguas, con los pies casi descalzos porque al salir de casa lucía el sol, ese sol que dora los membrillos y madura las uvas, pero ese día no tenía ganas de mojarse, así que decidió correr y guarecerse del chaparrón que comenzaba a calar su ropa.

La cometa ya no existía, no había miedo a que el agua destiñera los colores, tampoco a que el papel brillante perdiera su lozanía. No había machetes para dar golpes a los cocos. Ni falta que hacía, no tenía ganas de cometas, ni de cocos y mucho menos de pulseras de abalorios.
Piensa qué hacer cuando el silencio te agrede. No hay palabras a las que contestar porque no han sido dichas. Silencio. Hay tanto que a estas horas inoportunas de la madrugada salta de la cama, cómo lo harían los granos de maíz en una sartén caliente para convertirse en palomitas, esas que acompañan a las películas en las noches de cine. No encuentra respuesta a su pregunta y, en ese momento, aparece de nuevo el silencio.

Se arrodilla sobre la alfombra, que hay delante de la cómoda y comienza a tocar las tapas de las cajitas, una a una. Pequeños letreros escritos con una letra bien cuidada ponen titulo a cada una de ellas: Colores, lecturas, amigos, amores,viajes, etc, etc.
Levanta la tapa de los colores y sólo encuentra una paleta de pintor que, de manera descarada, le pide que sea ella la que elija los nuevos tonos que habrá en su vida. Nada de colores predeterminados: El cielo puede ser rojo en lugar de azul, las amapolas amarillas, la tierra puede cambiar al color de los árboles. Es un trabajo pesado pero no importa, el disolvente puede actuar, puede borrar la huella de lo que fue.
- ¿Qué hacer con los libros? -Se pregunta. Esto le resulta fácil: No leerá aquellos que no le guste, los que le resulten tediosos los cerrará nada más empezar. Bueno, quizá, llegará hasta la página treinta. Por cortesía dejará hablar al escritor pero, sólo un poco, nada más.
-¿Amigos? - Si. De nuevo tendrá que tener paciencia. Sólo aquellos que escoja su corazón quedarán en su compañía. Los otros serán invitados a desaparecer. De nuevo aparece el silencio pero, esta vez, hablará con palabras, con esas palabras que solamente escuchará ella. Los otros no pueden entender sus monólogos porque nunca pasaron de eso.
-¡Ay los amores! Ella será el manantial que dé agua al río de su vida. Los otros afluentes quedan descartados.
-Uno no viaja para encontrar algo sino para huir del sitio donde está. Es hora de repasar las botas, que le acompañaron por tantos y tan distintos lugares. El polvo de mil caminos están adheridos a la piel y no piensa quitarlo. Permanecerá cómo testigo de cada búsqueda, indicador de huidas, es probable que le ponga una etiqueta con letra bien cuidada, cómo la de las otras cajitas: No quitar polvo. Buena medicina -piensa- mientras coloca con esmero las botas en la caja correspondiente, algo más grande que las otras. Esta será una caja que siempre tendrá a mano, para recordarse que hay caminos esperando, sin prisas y sin monólogos porque esta vez las palabras saldrán y no habrá muro de contención. Tampoco aparecerán cometas bailarinas, ni cocos chorreantes. Los loros estarán ocupados picoteando los abalorios de las pulseras.

Adolfo no volverá a Santa Isabel. Ya no existen ni el uno, ni la otra.
Sólo ella, cómo dueña de cada caja, pondrá el cartelito que se le antoje.
 
ninive,13.05.2015
TEXTO DE Granada

El baile de la cometa

Recuerda aquellos días desde la lejanía que dan los años, y se ve cómo SIN ACENTO una cometa que sube y baja, (un golpe de viento )y se eleva estirando la cuerda que la sujeta A CADA GOLPE DE VIENTO. Siente dolor en los dedos. Tanto ir y venir tras ese pájaro de papel, que no se ha dado cuenta que los pies han caído DENTRO (en medio )de un charco. Nota MEJOR SIENTE ¿¿ la humedad, sus manos van hacia las piernas intentando tocar los calcetines, pero todo está seco. El tiempo lo ha secado.

¿Cómo no se ha dado cuenta de los años (que han) transcurridoS?
Estaba despreocupada, nada importaba más que los colores del pájaro de papel. Era muy hermoso contemplarlo, lo mostraba sin ningún pudor: Mirad bien qué colores, qué papel tan brillante tienen las plumas de la cola, unas más largas que las otras, verdes, azules, rojas, amarillas. Es un loro de Guinea. Se lo TRAJO (ha traído) Adolfo, un amigo de la familia, que trabaja en el tendido de la nueva central telefónica de Santa Isabel. A los niños de aquella tierra les gusta bailar cometas, también ha venido cargado con pulseras de abalorios (de multiples) MUCHOS colores y conchas marinas ensartadas en cuerdas hechas con hojas SECAS de palmera (secas), pero lo que más le hacía disfrutar eran esos cocos de piel áspera, esos hilos vegetales que se enlazaban unos con otros y sobre todo el jugo lechoso y dulce que manabaN cuando un golpe seco lo PARTÍA¿¿¿ abría dejando al descubierto una carne blanca y consistente, que (partida) CORTADAS en pequeñas tajadas parecían lunas menguantes.


En un GRAN cajón de la cómoda LAS (varias) cajitas de distintos colores reposan cómo recordatorios de otros tiempos. Tiempo de niñez, de aprendizaje, de dolorosa adolescencia, de juventud expectante, de madurez, de trabajos. Deseos lanzados, comoDE quien envía una señal de socorro esperando un respuesta, que se retrasa una y otra vez. ¿QUE SE RETRASA O QUE NO LLEGA?
Qué extraña le resulta la percepción de esos tiempos ya pasados. Se pregunta por qué se siente espectadora de sus propias vivencias, de aquellos días en que todo PODÍA SER (era) postergado. Desde esa lejanía se pregunta qué hacer con aquello que no sabes qué hacer.
¿Cómo puede ella esquivar las agresiones que llegan cómo lluvia de otoño?
Esas que no avisan, que te cogen sin paraguas, con los pies( casi) descalzos porque al salir de casa lucía el sol, ese sol que dora los membrillos y madura las uvas, pero ese día no tenía ganas de mojarse, así que decidió correr y guarecerse del chaparrón que comenzaba a calar su ropa.

La cometa ya no existía, no había miedo a que el agua destiñera los colores, tampoco a que el papel brillante perdiera su lozanía. No había machetes para dar golpes a los cocos. Ni falta que hacía, no tenía ganas de cometas, ni de cocos y mucho menos de pulseras de abalorios.
Piensa qué hacer cuando el silencio ( te) agrede. No hay palabras a las que contestar porque no han sido dichas. Silencio.
SI PONES PUNTO DESPUÉS DE SILENCIO” A LA PRÓXIMA FRASE LE FALTA

Hay tanto SILENCIO que a estas horas inoportunas de la madrugada salta de la cama, cómo lo harían los granos de maíz en una sartén caliente para convertirse en palomitas, (esas que acompañan a las películas en las noches de cine. No encuentra respuesta a su pregunta y, en ese momento, aparece de nuevo el silencio.) TODA ESTA FRASE ME PARECE SUPERFLUA

Se arrodilla sobre la alfombra, que hay delante de la cómoda y comienza a tocar las tapas de las cajitas, una a una. Pequeños letreros escritos con una letra bien cuidada ponen titulo a cada una de ellas: Colores, lecturas, amigos, amores,viajes, etc, etc.
ANTES CORREGÍ GRANDES CAJAS PORQUE VEO QUE LAS BOTAS NO PODRÍAN ESTAR EN UNA CAJITA. A TU CRITERIO

Levanta la tapa de los colores y sólo encuentra una paleta de pintor que, de manera descarada, le pide que sea ella la que elija los nuevos tonos que PONDRÁ (habrá en su vida. Nada de colores ESTABLECIDOS¿¿¿predeterminados: El cielo puede ser rojo en lugar de azul, las amapolas amarillas, la tierra puede cambiar al color de los árboles. Es un trabajo pesado pero no importa, el disolvente puede actuar, puede borrar la huella de lo que fue.
- ¿Qué hacer con los libros? -Se pregunta. Esto le resulta fácil: No leerá aquellos que no le guste, los que le resulten tediosos los cerrará nada más empezar. Bueno, quizá, llegará hasta la página treinta. Por cortesía dejará hablar al escritor pero, sólo un poco, nada más.
-¿Amigos? - Si. De nuevo tendrá que tener paciencia. Sólo aquellos que escoja su corazón quedarán en su compañía. Los otros serán invitados a desaparecer. De nuevo aparece el silencio pero, esta vez, hablará con palabras, con esas palabras que solamente escuchará ella. Los otros no pueden entender sus monólogos porque nunca pasaron de eso.
-¡Ay los amores! Ella será el manantial que dé agua al río de su vida. Los otros afluentes quedan descartados.
-Uno no viaja para encontrar algo sino para huir del sitio donde está. Es hora de repasar las botas, que le acompañaron por tantos y tan distintos lugares. El polvo de mil caminos están adheridos a la piel y no piensa quitarlo. Permanecerá cómo testigo de cada búsqueda, indicador de huidas, es probable que le ponga una etiqueta con letra bien cuidada, cómo la de las otras cajitas: No quitar polvo. Buena medicina -piensa- mientras coloca con esmero las botas en la caja correspondiente, algo más grande que las otras. Esta será una caja que siempre tendrá a mano, para recorder(se) que hay OTROS caminos esperando, sin prisas y sin monólogos porque esta vez las palabras saldrán y no habrá muro de contención. Tampoco aparecerán cometas bailarinas, ni cocos chorreantes. Los loros estarán ocupados picoteando los abalorios de las pulseras.

Adolfo no volverá a Santa Isabel. Ya no existen ni el uno, ni la otra.
Sólo ella, cómo dueña de cada caja, pondrá el cartelito que se le antoje.

TE FELICITO, ME GUSTÓ MUCHO
NO ME DISTE MUCHO TRABAJO QUE DIGAMOS. POR SUPUESTO QUE MUCHAS COSAS LAS HUBIERA CAMBIADO O SUPRIMIDO PERO RESPETO TU ESTILO. NO SON ERRORES. ENCONTRÉ SUGESTIVO Y POÉTICO EL TEXTO AUNQUE DEMASIADO ÍNTIMO COMO PARA SER COMPRENDIDO PLENAMENTE POR UN LECTOR. Pero se intuye la profundidad. comenzaría el texto con la palabra ELLA
Un placer ayudarte a pulir y si quieres después que hayas aceptado o no las sugerencias te lo vuelvo a REVISAR .




 
granada,13.05.2015
Estoy muy agradecida, cuando corrija lo que me has indicado te lo envío de nuevo.
¡Shalom!
 
Ninive,20.06.2019
Se reciben textos.
 
ninive,19.04.2020
El rincón de correcciones de Ninive se pone nuevamente a disposición de quien quiera mejorar su texto. Me encuentro con la posibilidad de ayudar dado esta época de reclusión. Acepto textos de no más de 1000 palabras. Basta subir el texto a este foro . Les espero
 



Para escribir comentarios debes ingresar al sitio: Ingresar


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]