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Inicio / Lista de Foros / Literatura :: Talleres / CLUB DE LA PELEA 6° ROUND - PROSA - VOTO - [F:9:7782]


elnegropablo,09.12.2006
LOS PARTICIPANTES DE CUALQUIER CATEGORÍA (PROSA Y POESÍA) DEBEN VOTAR 3 TEXTOS GANADORES COLOCÁNDOLES PUNTAJE (3, 2 y 1) DE ACUERDO A SU PREFERENCIA



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PROSA: En realidad... (diekrankeKraken)


En realidad, sé que os gustaría vivir dónde yo vivo. Un tiempo, al menos. Una comida. Oyendo como las interminables borrascas barren el litoral, fragmentado en mil pedazos imposibles de océano y piedra. En esa piedra crece el tojo, la genista, que aunque tengan otros nombres en la lengua nativa, en esta se llaman así y son la misma cosa.

En realidad, sé que los cambios en el paisaje a raíz de las mareas, no son únicos en estas rías. Sé que las playas crecen y menguan en más lugares. Pero aún así, os quedaríais a vivir aquí, aunque sólo fuese para recoger por una vez atlánticas frutas bivalvas, crustáceas incluso. Para recoger el laurel con el que se cuecen, del mismo árbol que está cerca de mi casa, al lado de la carretera.

En realidad, sé que viviríais aquí. Sé que un día, con un estrafalario sombrero, comprobaríais cómo la gente decide unas cosas, elige a alguien para que las haga, y se vuelven contra él al día siguiente; palparíais vosotros mismos el suave tacto de las castañas cocidas, endulzando un vaso de leche.

En realidad, sé que viviendo aquí podríais observar que toda la belleza circundante es totalmente inútil; otras veces eres tan grande como ella. Y así, de nuevo la teoría de la dualidad del ser, del tríptico humano, podríamos seguir infinitamente…

En realidad, sé que queréis vivir aquí. Para ver cisnes nadando en el mar. Para ver cómo el agua dulce se come al agua salada, y cede, se deja llevar. Queréis vivir aquí para que os traten bien, y no os menosprecien por ir corriendo en mitad de la lluvia. Para que os den un vino de la casa que casi sabe a moras. Para que luengas barbas cuelguen de los árboles, y no para que plagas vegetales invadan la paz.

En realidad, sé que querríais vivir aquí, porque es un lugar como cualquier otro para vivir. Estaremos de acuerdo en que no tenemos guerra, ni tenemos un régimen abiertamente opresor. No tenemos escasez como para decir que la gente pasa hambre, y quizás no salgamos por eso en las noticias; no es un lugar interesante en el que pasen cosas cada dos por tres…

En realidad, por eso querríais vivir aquí: porque para que pase algo, hay que hacer algo.


DKK

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Derqui y los fantasmas- (zumm)

El sol estaba bajando Al mediodía estaba blanco, ese blanco que te ciega, luego derivó al amarillo y dentro de un rato se pondría rojo. Cuando el horizonte se tiñó de arrebol empecé a caminar hacia el pueblo fantasma. Tenía puesto un viejo gabán con los bolsillos llenos de libros de diferentes autores. Si la leyenda era verdad, regresaría a
mi casa con muchos de ellos autografiados.
Tomé por el viejo camino vecinal, ahora casi intransitable, donde las piedras y las ramas caídas de los árboles eran un tormento para mis pies. Tendría que haberme puesto las botas. Salí del camino hacia la izquierda. Seguí caminando, imaginando a la frágil Rocío haciendo el mismo camino un tiempo atrás.
La caída de la noche me sorprendió bajo los árboles. Nubes de mosquitos comenzaron a molestarme.
A través de las nubes la luna proyectaba un hilillo de luz. Había caído la noche cuando descubrí a lo lejos unas extrañas luces en el pueblo deshabitado. Era el pueblo fantasma, donde nadie osaba acercarse ni de día ni de noche. Caminé lentamente y con precaución hacia las luces que parpadeaban como diciéndome que me alejara. Que no me acercara más a ese lugar prohibido para los mortales.
Deseché mi temor y continué avanzando, esforzando la vista para tratar de ver algo. Al acercarme a unos cien metros pude ver que lo que antes fue la calle principal ahora era solo un montón de casas derruídas.
Sentí una congoja terrible, como si una mano espectral apretara con fuerza mi corazón. Me armé de valor y entré en la calle iluminada apenas por unas cuantas lámparas desnudas .Había gente en sus veredas. Paseaban los hombres fumando la mayoría y algunos hablando y moviendo sus brazos con gestos ampulosos. También habían damas que paseaban cogidas del brazo y riendo suavemente. No había niños, solo gente adulta. Parecía más bien una calle del lejano oeste, que hemos visto tantas veces en los films. Veredas entablonadas de crujientes y añejas maderas y en la calle propiamente dicha, tierra y pedruscos y algún matorral suelto llevado por la brisa.
En la primera esquina había más luz. Era, por lo que su desteñido letrero anunciaba, el Café Tortoni .
Se escuchaban cantos y risas y podía verse en su interior lo que se ve en todo Pub irlandés. Gente acodada en el inmenso mostrador, bebiendo jarros de espumosa cerveza, otros con copas de licores, todos charlando animadamente. Algunas de las pequeñas mesas estaban ocupadas. Era todo un espectáculo observar a ese bestiario humano en pleno tren de fiesta. Pensé que algo celebraba esa gente. Detrás del mostrador, había un largo espejo, manchado por la humedad de siglos, donde habían colocado un letrero que decía “Bienvenidos personajes de J.L.B.” Entré sin que nadie me mirara más de dos segundos y me senté en una mesa un tanto apartada del centro.
Se acercó un mozo rubicundo y me preguntó que quería tomar. Le pedí que me trajera una pinta de cerveza.

—Usted es argentino. Me dí cuenta por el acento y porque hoy tenemos mayoría de clientes argentinos. ¿Me podría decir de cuál cuento es?

Se me hizo la luz. Estos clientes argentinos y el cartel de bienvenida en el espejo se referían sin duda a los personajes de los cuentos de Jorge Luis Borges. Por suerte soy un fervoroso lector de Borges y algo me acuerdo de sus obras.

—Yo soy Juan Dahlmann —le contesté muy suelto de cuerpo.

Se hizo un silencio sepulcral en la taberna. Solo se escuchaban las respiraciones agitadas de los parroquianos que me miraban con asombro.

—¡Juan Dahlmann! El que compró un ejemplar descabalado de Las Mil y Una Noches de Weil y luego se enfermó...—dijo uno

—¡No se enfermó! Se rompió la cabeza con una ventana abierta —aseguró otro.

—¡Y después fue a su estancia a recuperarse! —recordó un hombre alto, de ojos afilados y barba gris a quien reconocí enseguida. Era Stephen Albert del cuento “El jardín de senderos que se bifurcan”.

—Pero no alcanzó a llegar, porque se metió en el almacén de ramos generales a comer —continuó una mujer que no podría ser otra que Beatriz Viterbo (Todavía recuerdo la frase —Beatriz, Beatriz Elena, Beatriz Elena Viterbo, Beatriz querida. Beatriz perdida para siempre, soy yo, soy Borges)

Se me acercaron todos y me saludaron con calor a pesar que yo sentía el frío de la muerte en sus manos. Decidí seguir con mi papel. Conocía el cuento “El Sur” como la palma de mi mano, pues una vez hice para unos amiguitos el guión de dicho cuento, para ser representado en el colegio. Demás está decir que fue un éxito.
Todos me hablaban a la vez. Todos recordaban partes del cuento, pero lo que absolutamente todos querían saber, aunque ahora ya lo sospechaban era el verdadero final del cuento. Borges hizo un final abierto. Que cualquiera podría imaginar a su manera, pero que siempre quedaría con la duda de si ese final elegido era el real. El que había imaginado Borges.
Ahora tenían ante ellos a Juan Dahlmann y no mostraba ninguna lesión.
Para dar más credulidad a esa idea, me quité el gabán que llevaba puesto y lo dejé sobre el respaldo de una silla.
Se fueron tranquilizando y aunque conversaban animadamente me dí cuenta que mi respuesta los había dejado satisfechos. Cuando quedé solo en mi mesa, me dispuse a beber mi pinta de cerveza. Estaba eufórico. Me había hecho pasar por un personaje de Borges y todo había resultado bien. Pagué mi cuenta y salí a la calle. Quería caminar por las pocas calles de pie todavía en ese pueblo fantasma. Al llegar a una esquina se me acercó un hombre tambaleándose. Era un compadrito de cara achinada. Me injurió con mil palabras, a los gritos, como si estuviera muy lejos. Jugaba a exagerar su borrachera. Sacó su largo facón y me invitó a pelear, diciéndome que ya me había matado una vez y ahora lo repetiría. Objeté con trémula voz que estaba desarmado. En ese punto algo imprevisible pasó. Desde la vereda del frente, casi arrastrando los pies, se acercó un viejo gaucho que me tiró una daga desnuda que vino a caer a mi lado.
Me incliné a recoger la daga y sentí dos cosas. La primera que ese acto casi instintivo me comprometía a pelear. La segunda, que el arma en mi mano torpe, no serviría para defenderme, sino para justificar que me mataran.
¿Sería este el final ideado por Borges, o acaso ahora desde el universo de los grandes escritores había decidido cambiarlo?
Me enrollé el gabán en mi brazo izquierdo y decidí averiguarlo.

Derqui, Abril de 2006


Derqui está a 50Km de Buenos Aires, en el partido de Pilar. Es fácil llegar por ferrocarril, aunque no recomiendo llegar de noche pues ningún taxi lo llevará al pueblo fantasma , después que cae el sol.


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Reinventando Historias (Otro J)

Particularmente cansado se encontraba nuestro amigo cuentero aquel día al llegar al anochecer a su casa, casi dormido lo esperaba aún su hijo mayor, el que ansioso se aprestó a saludar al padre al sólo oír el sonido de la llave abriendo la puerta.

- Papá, papá, necesito que me cuentes por qué nuestra ciudad se llama Villa Alemana.
- Claro hijo, acércate y siéntate a mi lado, que te lo contaré todo.

- Hace más de cien años las tierras que van desde nuestra casa hasta la ciudad de Quilpué eran propiedad de un par de familias de origen alemán, pero luego ellos dividieron el terreno y ...

Fue algún aroma en el aire, o quizá el zumbido de un zancudo cerca de su oreja, o tal vez sólo una reacción natural de un cerebro cansado, no lo sabemos, sólo podemos afirmar que el instinto de cuentero de nuestro protagonista despertó repentinamente y se negó rotundamente a continuar con la real, pero aburrida historia del nombre de su ciudad.

- ... disculpa hijo, creo que me equivoqué de historia, permíteme comenzar nuevamente.

“En el primer viaje de Cristóbal Colón, y como segundo hombre a bordo de La Pinta, viajaba un intrépido explorador, Don Germán Villa, un valiente soldado andaluz. Aunque esta parte no se cuente en las historias universales, Don Germán se quedó en el territorio descubierto y se adelantó al resto de los exploradores españoles, internándose en el nuevo continente y preparando el terreno para la vuelta de sus compatriotas.

Ninguna historia narra el por qué, sólo sabemos que el explorador, junto a cinco hombres más se dirigieron hacia el sur oeste del continente, avanzaron conociendo a la antigua gente de la tierra, se enamoraron de los paisajes, del clima y de algunas mujeres nativas, y fue tanto lo que se enamoraron que decidieron establecerse y fundar lo que sería (según ellos) la capital del nuevo mundo. El lugar escogido es exactamente el sitio en donde ahora está la estación del metro, ahí se construyó la primera casa de Las Américas.

La segunda parte de la historia es triste. Con los siguientes viajes de Colón y con quienes le siguieron comenzó la verdadera conquista, trayendo las guerras, saqueos y destrucciones ya por todos conocidas, hechos de los cuales se enteraron nuestros amigos fundadores. Tanto amaban ellos a su nueva tierra y a su nueva gente que decidieron pelear a su lado. Bravamente defendieron por años los terrenos al sur del estero que ahora atraviesa nuestra ciudad, dirigieron ejércitos, planearon y vencieron batallas hasta que, uno a uno fueron cayendo, el último, Don Germán, cuyo nombre quedó grabado en la memoria de los habitantes nativos del lugar, quienes comenzaron a llamar esta tierra con su nombre.

Ocurrió varios cientos de años después que un minero inglés que hacía prospecciones en la zona le preguntó el nombre a un descendiente de nativo, quien le respondió lo que sabía; es decir, “Germán Villa”. Una cabeza que piensa en inglés muchas veces escucha en inglés, y así fue como sucedió, el hombre escuchó “German Village”, y ese fue el nombre que luego transmitió ahora traducido, porque se lo preguntaron en español, sólo dijo “Villa Alemana”.

- Esa es la historia del nombre de nuestra ciudad hijo, tal como sucedió.

***

Otro día de duro trabajo y nuestro cuentero, antes incluso de sacar las llaves de su bolsillo es interceptado por su hijo mayor, quien encolerizado le abre la puerta y lo encara diciéndole:

- Papá, otra vez vas a tener que ir al colegio a darle explicaciones a la profesora.

Jota


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(Halcon Rojo)

A veces… es difícil saber cuál es tu lugar, y … mucho más difícil su descripción. Acabo de llegar y aquí, delante de la pantalla, manos al teclado, sin hogar que describir en la mente, me doy cuenta de la injusticia de mi sentimiento y escribo sobre el lugar en el que me encuentro. Este es mi texto en prosa:

Un cobijo en Rascafría

El anochecer cae. En la ciudad de las prisas los edificios proyectan sus luces y sombras sobre las calles abarrotadas de ruidos, coches y hombres que vagan, vienen, van, nacen y también mueren. Mi padre espera, no lo he visto en toda la semana. Abandono mi habitación alquilada y con él me alejo de tanto bullicio siguiendo una senda tan poblada como las calles y aceras de la ciudad. Noventa kilómetros, sesenta minutos largos que nos conducen a un rincón perdido en el monte, en medio de ninguna parte, tan próximo como alejado de la ciudad de las prisas.

Aquí es fácil saber en qué estación te encuentras, tanto de día como de noche. Esta noche hace frío, las primeras heladas caen sobre el valle. En el cruce de Oteruelo nos cruzamos con Paco el herrero. Nos saludamos en una lengua extraña, un golpe de claxon, dos de los mismos por respuesta.

Al llegar, la cancela está cerrada, el vaho sale de la garganta y menos mal que llevo guantes. Una casa de piedra, pequeña o no muy grande, habitada todo el año por un hombre solitario y también muy solo. Ella me vio gatear, dar mis primeros pasos, me escuchó llorar, reir y amar. Sus piedras, impregnadas de secretos a golpes de calor de chimenea y de noches frescas, están vivas. Hoy sienten y lloran su frío. ¿No me creeréis? pues… también hablan. Esta noche están contentas y me cuentan que intuyen próxima la llegada del invierno. La chimenea ya está encendida, junto a los rescoldos de la tarde nuevos troncos de encina arden. El chisporrotear comienza, se une al susurro de estas piedras y todos corean al unísono, casi en silencio, que pronto, muy pronto vendrán las primeras nieves.

Fuera, todo se revuelve salpicando las praderas en las laderas del camino de chopos y álamos. Robles ya rojizos con la hoja casi caduca, pinos, olmos, tejos, manzanos silvestres, matas de endrinos y zarzas pueblan el camino hacia el río. Más allá de El Puente del Perdón, apartado de Las Presillas, aislado, majestuoso durante años, con su nobleza inmutable, tú, amigo, el Gran Roble. Has llorado y reído marcado por niños, adolescentes y adultos, cuando al llegar las primeras nieves… han ido a visitarte, depositando esas marcas de nieve con las que has crecido y endurecido. Te has enamorado y sonreído rezumando el amor de tantos corazones tatuados. Contigo hemos llorado la muerte de tu hermano el Gran Olmo milenario, que allá en el pueblo presidiendo la gran plaza, un día no pudo soportar aquella enfermedad y junto a muchos otros calló para siempre.

El Gran Olmo fue centro de hogares que se elevaron a veces segovianos y otras veces madrileños, todos cercanos al Artiñuelo, riachuelo bravo que alimenta al Lozoya. Sus casas albergan buenas gentes, nobles, y no precisamente de la gran nobleza, como el roble y amigas como el olmo. El ganado, los caballos, los pinos y los robles son su sustento. Allí, las prisas no llegaron, las luces las irradian sus gentes, las sombras quedan en los bosques y dan cobijo a montañeros y duendes. Vecinos como Cali, Anita y Luisón, conocen el dolor, y jamás los vi llorar. Sus manos son fiel reflejo de la austeridad y de la serranía de en un pueblo.

Es tarde, adormecida, acurrucada, tecleando estas últimas líneas me duermo pensando en este pueblo y sus recuerdos. Mañana cuando amanezca, un manto blanco lo habrá cubierto todo. Peñalara quedará helada hasta la primavera. Los aires fríos de El Reventón, Cotos, La Morcuera y Navafría nos cortarán el habla para decirnos que el invierno ha llegado y hay que barrer la nieve del camino hacia la cancela.

>>>---Macarena--->>>


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EL ALMA DE BUENOS AIRES - CRÓNICAS DEL PUENTE GERLI (fishcake)

ELADIA BLÁSQUEZ "LA GALLEGUITA"

Cuando aparecen los duendes misteriosos de la noche,
para tener ciertos dones,
hay que ser de Buenos Aires.
Eladia Blásquez


Cobrando una particular fisonomía, mi barrio, fue creciendo como sus voces más entrañables, a puro corazón y emotividad; amando y sufriendo. Esta pasión despertó el atormentado talento urbano del hombre de Buenos Aires.
Este hombre es, en gran medida, el producto del paisaje que lo contiene.
Las huellas del suburbio, pero más aún, las marcas imborrables del arrabal, hicieron del clásico hombre de la ciudad portuaria un espécimen único; un fruto sentimental del árbol telúrico, hecho de individualidades rebeldes, tristes y nostálgicas. Podríase decir que es el producto de un acontecer apasionado y desafiante, colectivamente vivido. Solitario, individualista, de ácidas conjeturas existenciales y porfiados rencores. El hombre de Buenos Aires, emerge de un crisol de razas esencialmente europeas, mayormente española e italiana, provenientes de las corrientes migratorias de la primera y segunda posguerras mundiales. La mujer, inmersa en este mundo dentro de otro mucho más sumergido, fantástico y doloroso, juega un papel fundamental en el carácter díscolo, sensiblero y romántico del porteño. Es dentro de este marco de referencia donde la familia cobra un papel de innegociable importancia, y, especialmente, la figura insustituible de la madre tiene connotaciones sagradas y únicas. La música es el elemento distintivo que manifestará este sincretismo cultural en sus distintas formas a través del tango.

Del suburbio uno puede alejarse, pero del arrabal jamás se regresa. El arrabal está hecho de valores forjados con el fuego de la pasión, el coraje, el honor y la hombría. Tiene sus propios códigos de amistad y pertenencia, fundidos para siempre en el corazón sentimental del porteño. Tal como lo recitara Troilo: “Dicen que yo me fuí de mi barrio/ pero ¿cuándo? ¿cuándo?/ si siempre estoy llegando.” El arrabal y el hombre se hacen uno en el porteño. Donde quiera que vaya el porteño, allí estará el arrabal.


Justamente, de sus entrañables voces quisiera rescatar aquí, la de Eladia Blásquez. Vivió su infancia en un barrio de Avellaneda, a pocas cuadras del Puente Gerli. El barrio se llamaba “Villa Angélica”. Su casa estaba sobre la calle, recién pavimentada, Velez Sarsfield. Era inconfundible para el traseúnte que caminara esas veredas de baldosas flojas, removidas por las inundaciones, el claro y familiar discurrir de su piano.
La conocíamos entonces como “la galleguita”. Su padre, extremadamente delgado, comía bifes de lomo con puré todos los días para llevarse bien con la úlcera péptica que le roía el duodeno desde hacía una punta de años. Angelito, el carnicero de al lado de su casa, le preparaba todos los días el bifecito de lomo, desgrasado y no muy grueso, que yo le acercaba hasta su puerta todos los días.
A la galleguita casi nunca se la veía. Una vez, cuando la inundación fue casi un desastre universal en toda esa vasta zona de los bajos de Gerli, pude verla salir de su casa por la ventana, para subirse al bote inflable de los bomberos voluntarios de Echenagucía. Para mí fue como ver algo inalcanzable, como si fuera una estrella que sólo se puede ver raras veces y que sólo sirve para hacernos soñar.
Un dia estaba parada junto a la puerta, cuando yo, con dos chicos del barrio, venía de pescar ranas en el baldío del ferrocarril Roca. Ella estaba allí. Sus medias blancas tres cuartos. Su cabello siempre bien peinado, su pollerita tableada azul y su saco gris de colegiala nos hacía despertar no sólo curiosidad, sino, también cierta codicia infantile por entrar a ese mundo, que se nos antojaba más claro, divertido y mejor provisto que el que nosotros conocíamos. La saludé con la mano en alto desde la vereda de enfrente, pensando que no me contestaría el saludo, pero grande fue nuestra sorpresa cuando no sólo que me saludó con la mano en alto, sino que me gritó -chau Nito. Hasta muchos años después, cuando pude hablar con ella, pude enterarme que Eladia conocía el nombre de casi todos los chicos del barrio. Los averiguaba a través de la señora de Angelito el carnicero. La que, gracias a Dios, en paz descanse.


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La Cocaína de los Muertos. (Paseo por los Bares de Tenerife) (Ysobelt)

El paseo marítimo te lleva de un lugar a otro sin consideración. Y la música se rebosa de cada bar haciendo que aquello sea parecido a la famosa torre de Babel. Estoy colocada, colgada y para ser mas exacta, drogada. Para mi no hay fiesta, para mi no hay nada más allá de la línea del horizonte y mi mente cabecea gritándome un respiro.
No tengo piedad, no quiero respirar. Y me meto dentro de la masa de humo perpetuo: El bar de Freddy, el bar marrón y verde con techo de tela, como la carpa de un circo. Allí me mimetizo con la masa medio dormida, medio asqueada. Aguardo mi turno para pedir un trago y decido pedir dos, por aquello de no tener que volver a esperar. Hay mucho ruido. Un vaso se rompe y alguien estalla en carcajadas histéricas, yo me contagio y sigo el ritmo hasta llegar a verla. Es una tía, una chica en minifalda que se ríe mientras recoge los trozos de cristal. Su chulo, o su novio, eso tampoco me importa demasiado, la mira con cara de pasmado y la coge por los pelos, una larga coleta negra, de esas que ya casi no se ven, de esas que parecen extensiones de un cerebro con mechas invisibles. El seguratas de la puerta hace acto de presencia y la fiesta se va animando cada vez más. Levantó la cerveza por encima de mi misma y la dejo caer; la chica de la minifalda me mira; yo le guiño un ojo, o los dos, eso no lo recuerdo. Ella se acerca, me escupe en la cara y yo le doy las gracias a la vez que le pateo la entrepierna. Porque señoras y señores, a una dama, o una puta, eso también le jode. El seguratas nos coge como muñequitas de trapo y somos arrojadas al frío de la calle. Al salir alguien aplaude y yo me retuerzo porque quiero hacer una reverencia.
Me desentiendo de todo y camino rumbo a otro bar. Un bar muy limpio con butacas enfiladas a la barra como un pelotón de fusilamiento. Pido un trago, esta vez sólo uno, y me dedico a mirar. El techo es de madera, La barra es de madera y las mesas de billar brillan bajo las lámparas que las coronan. Suena una música espantosa y me bebo aquello con ganas de salir corriendo, pero primero voy al baño. Un baño silencioso con taza blanca, y luces amarillas. Después me fugo sin pagar la cuenta.
El siguiente bar es de ladrillos, si como el cuento de los tres cerditos. Ladrillos desnudos plagados de graffitis que no pude leer porque el enfoque estaba sobreexpuesto. En una esquina eché la pota, que coño, el bar olía a vomitonas y perros mojados. Me pareció ver una cucaracha caminando por el pasillo y la seguí a ver si aquello era una señal.
Había un reservado, una habitación oscura dónde tres tíos jugaban a las cartas. Entré y me senté, nadie hablaba, nadie se movía, cogí siete cartas y creo que gané. ¿Estaban muertos?
No, uno me pasó un espejo y yo aspire la cocaína de los muertos. Revivimos todos juntos. Se había hecho de día, había salido el sol y todo se convertía, de nuevo, en paseo turista y tiendas de todo a cien.


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MÁLAGA (margarita-zamudio)



Al conjunto de Málaga y sus pueblos ribereños se la conoce por “La Costa del Sol”. Todo el mundo sabe de sus playas, de ese sol espléndido que tuesta las blancas espaldas de los turistas nórdicos, de sus hoteles de lujo, campos de golf, etc, es decir, lo que atrae a un turismo ávido de sol, descanso y diversiones. Su famoso verano, sobre todo el de Marbella, es la máxima atracción de un abigarrado público de todas las posibilidades económicas.

Hermoso verano, sí, pero lo que se debería promocionar realmente es el invierno. El invierno de Málaga es casi único, excepcional, mucho más delicioso que ese calor sofocante del verano. Su temperatura media es de unos dieciocho grados. Rara vez baja de los diez, y sólo en contadísimas ocasiones ha hecho frío, sobre todo comparado con las bajísimas temperaturas de otros países. Algunos lo saben, vienen y se quedan para siempre. Por algo será.

Monumentos, los hay, como su “Manquita”, la catedral a la que le falta una torre, la que se quedó con un sólo brazo al aire saludando al viajero, su plaza de toros, el Castillo de Gibralfaro, etc…mucho más cómodos de disfrutar con una temperatura primaveral que bajo el Sol apabullante del verano malagueño.

Málaga, la ciudad donde vivo, está viva, sueña, respira y late, tiene altibajos, cara y cruz. Es cuna de artistas, toreros, poetas y pintores, pero como todo ser vivo, también tiene sombras y callejones oscuros, ruidos y la despreocupación de cualquier ciudad costera bulliciosa que nunca se cansa del jolgorio.

Tengo muchos amigos, casi todos escritores, con los que de vez en cuando me reúno en una de esas antiguas tabernas convertidas en museo, en uno de esos lugares emblemáticos donde se encuentran cuadros, fotografías y carteles de famosos del cine, la televisión y el Arte, con mayúscula.

Ésta es la ciudad donde me despierto al cielo azulísimo que veo desde mi ventana y donde me duermo a las sombras que velan mis sueños llenos de fantasías. Esta ciudad en la que no nací, pero que me ha acogido con sus brazos abiertos y en la que, seguramente, descansarán mis huesos.



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Mi corazón contigo Cali (juanalmatriste)

¡Oh ciudad de mis cuitas y alegrías, hija del Sol, madre de mujeres bellas, y prisionera de mis sueños! ¿Qué embrujo no me deja escapar de ti?. En mi mente están tus calles coloridas, tus parques como pequeños oasis en el desierto, y tus paisajes taciturnos en las noches de Luna y alborotados en los días calurosos. Yaces al pie de esa gran montaña rocosa salpicada por la rebeldía del verde que crece sobre la dura piedra y allá en lo alto se levanta el gran Cristo Rey, Dios monumental que abre sus brazos hacia ti, que conmemora una guerra por la libertad, que no te brinda consuelo pero llora contigo. Me llega el aroma de la miel, los cañales que dan fin a tu urbe se baten en una danza del azúcar, el viento del sur te refresca del astro rey que nos castiga con ímpetu bravío. Me interno por tus calles y camino con rumbo a ninguna parte, camino entre la gente distraída, entre la raza morena, mestiza y blanca, por un momento imagino que hay paz entre los hombres al ver a toda esa gente sonreír entre ellos sin diferenciar color ni religión, Cristo Rey abre sus brazos a todos. Tiempo a pasado desde que alguien te nombró la sucursal del cielo, tiempos en que un ritmo contagioso que llegó de New York te hizo la capital de la alegría y tus mujeres tuvieron el bamboleo de las palmeras en sus cinturas y fueron las mejores bailarinas de la tierra, han cambiado muchas cosas desde entonces, ahora otros ritmos modernos te invaden, tus jovenes creen en otras cosas, sin embargo el sabor de antaño se niega a morir y en un baile aun se escucha la vieja música salsa. Mis ojos divisan hombres trabajando, todas esas grandes máquinas taladrando tus calles, el progreso te abruma, caen tus cazas viejas y dan paso a edificios que desafían los cielos, nuevos sistemas de transporte prometen que llegó el futuro, de repente veo a los estudiantes de las universidades protestando porque caerán las enormes acacias para dar paso a nuevas calles, esos enormes árboles testigos longevos de tus triunfos y derrotas ahora son sentenciados a muerte, no hay espacio para ellos en tu nueva vida, cierro mis ojos. Llego al parque de las banderas, veo a los vendedores ofrecer las camisetas de los dos equipos de casa, camisetas verdes y rojas que despiertan amores y odios, holgorio y llanto, también en mi corazón uno de esos colores aún palpita igual que mi amor por el amor. Te quiero, me sentiría extraño en cualquier otro lugar, las que me amaron huyeron y yo me quede aquí con la misma gente, con los mismos sueños, con el Dios que me mira y que no me deja desmayar, me fui muchas veces pero aquí me tienes, necesito de tu calor, de la sonrisa de tus mujeres, de los corazones de poeta que tienen mis amigos y de mi propio corazón, porque mi corazón esta aquí contigo Cali.



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PROYECTOS INCONCLUSOS (dreamcatcher)

Proyectos inconclusos se abalanzan sobre la tarima. Es la fantasía antes del hecho. La pubertad anunciándonos.

Como todos los días santos. Navego en desuso, creyendo que la realidad no termina. Abanicos acumulados cual utopía, ventilando barriletes de indiferencia. Postores se amontonan en las veredas. Regalan la dignidad con la misma inocencia con que se escribe un cuento de hadas.

Pútrido insomnio que domina la esencia. Cuadros rojos acechando hasta el final. Ideales plasmados en papeles. Imposibilitados de escapar. No dura la conciencia, perdida en un rincón. Repitiendo el discurso que desgasta mi voz. Lejos y claros, los ecos de la ausencia.

Revolver los hechos y estudiarlos. Tapiar las paredes y encerrarnos dentro. Amar el silencio del ocaso. La frialdad de la luna menguante. Tibia la taza que se desvía. Costumbre de meternos todo lo que nos falta. A pasos agigantados se borran las huellas. Un día somos, ayer eras.

Melancólica canción. Un camino recto. De acá, para allá. Sin puntos medios. No nos pueden sobresaltar. El miedo acrílico, terminar el vaso de vino. Pulcrar todos los aspectos físicos. Aventura de obtener lo que momentáneamente quiero. Ordenar ideas para un mundo desordenado.

En el medio de la ciudad, hay desiertos, llanos. Olas que se abaten sin vanguardia. Albergues transitorios de puertas cerradas. Mastico sueños rotos mientras algún chaval vomita la esquina. Cada vez más ancha la línea, precios bajos para grandes consecuencias. La flor se marchita.

Pestilencia afectando las heridas. Los doctores no sanan. Farmacéuticos se impregnan en la piel. Tatuajes y pircings, moneda de cambio. Algún dante se pasea dando vueltas por mi cuarto. Todos los círculos se aferran hacia nosotros.

El purgatorio es un invento,
El paraíso son las mismas calles apagando los faroles mientras cinco cuervos tiran de mi existencia.


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elnegropablo,09.12.2006
SON 15 TEXTOS.

EJEMPLO DE VOTACIÓN:

VOTO POR:

TEXTO "XXXXX" : 3 PTS
TEXTO "YYYY" : 2 PTS
TEXTO "ZZZZ" : 1 PT.

NO SE PUEDEN SELECCIONAR MÁS DE 3 TEXOS.
 
elnegropablo,09.12.2006
SON 9 TEXTOS.
 
Otro_Jota,09.12.2006
Difícil, muy difícil comparar cosas tan diferentes, pero acá va mi votación:

3: PROYECTOS INCONCLUSOS (dreamcatcher) - Oscuramente bueno
2: MÁLAGA (margarita-zamudio) - Me dieron ganas de conocer esa tierra
1: Derqui y los fantasmas- (zumm) - El final es genial

... y que gane el mejor!
 
margarita-zamudio,09.12.2006
Los míos:
Un cobijo en Rascafría (Halcón Rojo)......3 puntos.
Derki y los fantasmas (Zuum)................2 puntos.
Reinventando historias (Otro_Jota).........1 punto.

La verdad es que me costó mucho decidirme.
 
alexandra,09.12.2006
ahhhhhh.......creía que estaba marimar acá...disculpen...
 
Halcon_Rojo,09.12.2006
EL ALMA DE BUENOS AIRES - CRÓNICAS DEL PUENTE GERLI (fishcake) 3 PTS
La Cocaína de los Muertos. (Paseo por los Bares de Tenerife) (Ysobelt) 2 PTS
MÁLAGA (margarita-zamudio) 1 PT
 
zumm,10.12.2006
Otro-j------------3 puntos
Margarita Zamudio------2 puntos
Fishcake---------------1 punto
 
Tejera,10.12.2006
La Cocaína de los Muertos. (Paseo por los Bares de Tenerife) (Ysobelt) 3 PTS
Derqui y los fantasmas- (zumm) 2pts.
PROYECTOS INCONCLUSOS (dreamcatcher) 1pt.



 
cramberria,10.12.2006
todos mis votos para dreamcatcher en prosa y en poesía
 
Marcos_con_D,10.12.2006
Un cobijo en Rascafría (Halcón Rojo)---3 puntos
Derki y los fantasmas (Zuum)----------2 puntos
MÁLAGA (margarita-zamudio)----------1 punto
 
elnegropablo,10.12.2006
Cram: sólo pueden votar los participantes.
 
cramberria,10.12.2006
y eso?
 
dreamcatcher,10.12.2006
reinventando historias, malaga, derqui, 3,2,1 en ese orden.

Una falta de respeto lo de cram, puede votar el o la que quiera, encima me vota ami
 
cramberria,10.12.2006
si no escribiras tan bien no te votaría, entiendo lo de votar sólo los participantes, no leí bien lo de la convocatoria
 
Ysobelt,11.12.2006
PROYECTOS INCONCLUSOS (dreamcatcher) 3 pts.
EL ALMA DE BUENOS AIRES - CRÓNICAS DEL PUENTE GERLI (fishcake) 2 pts
Derqui y los fantasmas- (zumm) 1 pts.
 
elnegropablo,11.12.2006
xxx
 
elnegropablo,12.12.2006
RESULTADOS DE LA VOTACIÓN

EL CLUB DE LA PELEA 6° ROUND - PROSA

Zumm 9
Margarita-zamudio 8
Dreamcatcher 7
Otro J 7
Fishcake 6
Halcon Rojo 6
Ysobelt 5
diekrankeKraken 0
Juanalmatriste 0


GANADOR: ZUMM

VICEGANADORA: MARGARTA - ZAMUDIO


FELICITACIONES A TODOS !!!!

Chau !!!

 
elnegropablo,12.12.2006
ZUMM Y FISHCAKE DE ACUERDO A LA TRADICIÓN DEBEN ORGANIZAR EL 7° ROUND.

Hasta la vista, baby !
 
dreamcatcher,12.12.2006
Casi gano, graicas cram, tus votos me ahcen sentir un ganador, felicitaciones a todos
 
margarita-zamudio,12.12.2006
Enhorabuena a Zuum y a todos, porque todos son buenos.
 
zumm,12.12.2006
BFelicitaciones a todos los participantes y en especial a Margarita Zamudio a quien agradezco de antemano el colaborar con Fishcake en la organización del 7o Round./B
 
cramberria,12.12.2006
Felicidades a zumm, que se pase por mi libro que tiene un regalo, y a margarita que a su Málaga la conocí en agosto y a dream por supuesto, y a todos los demás, y patá en el culo a zumm
 
Otro_Jota,12.12.2006
Gracias a todos, a los organizadores y al resto de los oponentes. Muy buena pelea ... hasta la próxima.
 
juanalmatriste,12.12.2006
Que pena que no alcance a votar...es que estoy hasta la nuca de trabajo y no me habia podido leer todos los textos...bueno si hubiera podido votar, habría votado asi,

En realidad... (diekrankeKraken) 2
El alma de buenos aires de 1
Malaga de Margarita Zamudio 1

Felicitaciones a los ganadores...
 
juanalmatriste,12.12.2006
na...me equivoque por el alma de buenos aire hubiera dao un tres.....buenco chauuu que pena ya me voy....
 



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