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Anatomía y características de un vampiro, en castellano.


El título que antecede a estas líneas es curioso, lo sé. Se estarán preguntando en este momento qué me lleva a aclarar el idioma en el cual está escrito el texto. Esto tiene su génesis en una anécdota personal. Hace muy poco, alguien me comentó tener un texto sobre la anatomía de un vampiro. Sin dudarlo, le pedí que me lo hiciera llegar. Pero cuando lo tuve en mi poder me encontré con que estaba escrito en italiano. La inaptitud mía para comprender o hablar dicho idioma es proverbial, así como también lo es mi total desconocimiento sobre alguna persona que lo hable o lo entienda. Estas dos cuestiones, sumadas a mi pereza para traducir el texto con un diccionario de idioma, me llevaron al inevitable desenlace de intentar forjar (siempre sabiéndome indigno) una anatomía sobre un vampiro. El texto que me enviaron, por si les interesa, se llama: Anatomia e caratteristiche dei vampiri.
Huelga decir que sólo voy a hablar de una raza de vampiros en particular. Imposible, para mí, sería hablar de todas las razas…o menos que imposible, trabajoso (ocurre que lo trabajoso en mí se torna imposible). Ahora bien, quien haya leído mis anteriores trabajos podría pensar que el texto será sobre un vaimone prostoxivi, pero no es así, la bestia en cuestión será un incubus. Se preguntarán por qué, y les diré que porque sí.
Concepto y descripción.

El incubus, de origen europeo (antigua superstición de los galos, creo), es un vampiro bastante popular, aunque esto es porque se lo define también como una clase de demonio llamada íncubo. No existe la necesidad de hacer una distinción entre uno y otro, da lo mismo si es un vampiro o un demonio a fin de cuentas, ¿no? El incubus es la forma masculina del súcubo o sucubus. Quiere decir que se alimenta de la misma forma que el último, a través del contacto carnal (aunque hay pequeñas diferencias). El incubus se presenta frente a las mujeres para, violarlas dicen algunos, o seducirlas aseguran otros. Como sea, la única forma de obtener su energía es a través de contacto sexual. Estos seres, tanto los masculinos como los femeninos, despiertan un apetito sexual desmesurado en sus víctimas, que, finalmente, termina provocándoles la muerte (debe ser un verdadero orgasmo). Esta última información podría desechar la idea de la violación. Más aun, existe una discusión académica sobre este asunto, hay quienes sostienen que: la increíble potencia sexual del incubus, sumada al tamaño prodigioso de sus partes verendas, hacen que la víctima obtenga un goce sexual que, en otras circunstancias, no experimentaría. Un incubus, según los expertos, puede estar fornicando por horas, incluso días (un dato más que refuta la teoría de la violación). Hay otro dato relativo a la forma de su miembro que veremos más adelante y que, creo, será útil para seguir analizando la teoría del goce de una víctima.
Características generales.

A continuación veremos algunas de las características generales de los incubus que, en su mayoría, son compartidas con otros vampiros:

 Pueden tomar una apariencia distinta de la propia, aunque las variantes son limitadas en comparación con otros vampiros. Los incubus sólo pueden tomar la apariencia de niños y de niebla, cuando otros vampiros pueden llegar hasta convertirse en arañas (detestables criaturas, por cierto).
 Todos los vampiros, sin excepción, tienen una fuerza física y unos sentidos superiores a los de los seres humanos. Tal cosa se debe a su naturaleza depredadora. Por supuesto que, teniendo en cuenta el tema tratado, nada quita que pueda haber excepciones, pero generalmente no las hay.
 Los incubus se ven afectados por la luz solar, aunque lo cierto es que los rayos ultravioletas no causan tantos estragos en su cuerpo como lo hacen en otros vampiros. Un incubus se debilita con la luz solar, y sólo puede llegar a perecer a causa de ésta si se lo expone mucho tiempo; estamos hablando de varios días o incluso, depende de lo poderoso que sea el incubus, semanas.
 Pueden dominar algunas especies de animales tan sólo con el pensamiento y, antes ya se mencionó, también influyen sobre las acciones de los seres humanos.
 El mito del ataúd no los alcanza, y lo cierto es que pocos vampiros duermen en ataúdes. Éste es un mito literario (muy interesante) que, se me ocurre, fue creado para darle excentricismo al personaje. Ciertamente, un ser de las tinieblas que por las noches vuelve al féretro, para volver a “resucitar” al día siguiente, es más interesante que uno que se acuesta en una confortable cama y amanece despeinado y con lagañas, como cualquier cristiano.
 Otro mito que tampoco alcanza al incubus es el del instrumento religioso para matarlo o espantarlo. Todo depende, y esto va para todas las especies –incluso humanos–, de las creencias religiosas del propio vampiro. Si un vampiro es fervientemente católico, reculará ante la cruz; de otra manera, la cruz sería inútil. ¿Por qué pasa esto? Por el mismo motivo por el cual los hombres se arrodillan ante la cruz, porque le temen, temen al castigo por sus acciones. Si un incubus, o cualquier otro vampiro, perteneciera a la nación del Islam, recularía, creo, ante la Media Luna. En definitiva, todo depende de lo poderoso que un vampiro crea que es aquel símbolo religioso con el cual se lo está atacando. A veces, a estas cosas se las llama placebos.
 Con respecto al reflejo en los espejos, la cosa es extraña. Los incubus, y varia especias más, sí se reflejan en un espejo. Sin embargo, hay vampiros que no lo hacen. Hay quienes sostienen que la ausencia de reflexión está supeditada a la ausencia de alma y otros dicen que es porque los espejos no reflejan maldad. Lo cierto es que disertar sobre el alma y sobre la moral (qué está bien y qué es maldad) es demasiado para mí, me supera ampliamente. Sólo puedo decir que imagino que Hitler o Torquemada sí se reflejaban en los espejos.
 Respecto de la longevidad sí deberíamos hacer una distinción entre el incubus y el íncubo. El primero, el que nos interesa, se cree que puede llegar a vivir unos cuatrocientos años, lo cual es bastante poco si lo comparamos con la mayoría de la otras especies; el segundo, por ser un demonio esbirro de Satán, vivirá tanto como viva su amo. No hay, esto sépanlo, vampiros eternos, la eternidad es demasiado.

Enfermedad del incubus.

Hay tres enfermedades que padecen los vampiros en su totalidad: la anemia, la talasemia (que es la anemia hereditaria) y la porfiria. Estos tres padecimientos están siempre en el organismo de un vampiro, incluso podríamos decir que básicamente hacen al vampiro, no concebimos a un vampiro sin alguna de estas enfermedades, o las tres. Desafortunadamente, estas enfermedades también atacan al hombre, lo cual explica las brutales ejecuciones de inocentes en los tiempos antiguos. En especial, un hombre afectado por la porfiria presentaba tan similares características a las del vampiro, que no había otra solución que la del exterminio. Lamentablemente, no hablaremos de este mal ya que la enfermedad que afecta al incubus es la talasemia y, por tanto, hablaremos de la anemia (del griego: “falta de sangre”).
La anemia, que viene intrínseca en un incubus, consiste, no en la falta de sangre en realidad, sino en la escasez de glóbulos rojos, que son los encargados de transportar oxígeno en la sangre. La falta de estos glóbulos provoca una serie de desórdenes en el organismo, tanto de personas como de vampiros, pero en el caso de un incubus, puede provocarle la muerte, lo cual lleva a que se procure los glóbulos en la forma que veremos a continuación.
Antes que nada debemos saber que un incubus no muerde cuellos ni nada por el estilo, habíamos establecido que su forma de alimentarse es a través del contacto carnal, y justamente por este motivo, veremos todo esto cuando expliquemos su anatomía.


Anatomía del incubus.

En su apariencia externa, sabemos que un incubus (al igual que otras clases de vampiros) presenta las mismas características que un ser humano, incluso es más bello de lo normal. Lo último se debe a que su forma de vida es el sexo, y para conseguirlo, usa la seducción. Por lo tanto, su belleza es la evolución lógica.
En cuanto a su interior, debemos saber que un incubus carece totalmente de un aparato digestivo, lo cual le impide el consumo vía oral de cualquier sustancia (no así el súcubo, que puede consumir líquidos).
Ahora bien, donde debería estar su aparato digestivo, este ser tiene los testículos, que son de considerable tamaño para poder liberar grandes cantidades de lo que podríamos mal llamar, su esperma. Estos grandes testículos están protegidos por un tejido cartilaginoso que descansa, según suposiciones, sobre unas extensiones alternativas del sistema óseo.
El miembro viril de un incubus, además de poseer grandes proporciones, tiene la notable particularidad de desdoblarse en dos. El objetivo de tal cosa es el de poder penetrar por ambas vías a sus víctimas, no por lujuria, sino por una necesidad concreta. Verán, el incubus libera, como dijimos, grandes cantidades de esperma, pero tal sustancia no tiene las funciones reproductivas normales, en realidad, es un potente ácido que desintegra a sus víctimas por dentro. Así, sepan lo siguiente, su miembro se divide en dos, un extremo es el encargado de liberar el ácido y el otro, el de absorber la sustancia resultante luego de la desintegración interior de la víctima. Esta teoría podría desechar la creencia de que un incubus puede copular por horas o días, ya que el ácido actúa muy rápidamente, a menos, claro está, que estos vampiros tengan tendencia a la necrofilia. En fin, la expuesta, es la forma que tiene el incubus de procurarse los glóbulos que necesita para vivir. Forma, ésta, similar a la de algunos arácnidos.

Reproducción.

La reproducción de estos seres la realiza, pura y exclusivamente, el súcubo. En efecto, el incubus no participa en ningún momento del engendramiento. La reproducción del súcubo es asexuada. Cada cincuenta años, las hembras desarrollan en su vientre una larva que, luego de crecer durante quince meses, es despedida al exterior en forma de crisálida, se protege a sí misma con un capullo, y tarda cuatro años en desarrollarse. Transcurrido el período de desarrollo, nace el vampiro, macho o hembra (incubus o súcubo), con forma ya adulta. Hay quienes aseguran que cada cuatro generaciones de hembras, nace un macho. Así, la especie asegura su mejor proliferación. Esta forma de engendrar presenta similitudes con la del gusano de seda.
También existen discusiones acerca de cuándo y dónde apareció el primer súcubo, pero humildemente –y es opinión compartida con muchos expertos– creo que, al igual que con los humanos, no hay un ser primo. No existe ni un Adán, ni una Eva de esta raza de vampiros. Yo tiendo a creer en una evolución lenta y esporádica.
Nada más por el momento.

Texto agregado el 02-05-2007, y leído por 742 visitantes. (0 votos)


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