La pensé una vez, y no quiso salir más de mi cabeza.
Le gustaba el lugar, y a mí me daba miedo que no.
Le daba miedo los payasos, y a mí su cara cuando los miraba.
La recuerdo cuando la olvido. ¡Cómo olvidar algo que no quieres olvidar!
No quiero recordarla, no quiero recordarla mucho.
No me lastima pensar en ella, pero me lástima que solamente puedo pensar en ella.
Quiero, quiero, y mientras más quiero me doy cuenta que más deseo de eso.
Ya no queda más remedio que ir a su casa, y admirarme de lo valiente que voy hacer.
Cuando un día antes le había dicho lo mismo, pero al revez.
Que hacer ¡ qué hacer cuando algo te duele, y te duele más cuando haces .
Mejor no pensar, y olvidar lo pensado, lo que ocurrió, y lo que ocurrirá si sigo pensando.
olvidarlo todo, sacarlo de mi cabeza.
Seguramente no se borrarán, porque si no están en mi cabeza en algún lugar deben estar.
Y si hay un lugar por donde salieron debe haber algún lugar por donde entrar.
Y aquí pierdo la ilarilaridad del poema, que son sólo líneas que se desprenden de pensamientos insustanciales.
Que aunque no tienen relación entre ellos por alguna extraña razón la tienen para mí.