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Ambos se amaban de una manera que el resto admiraba y muchos envidiaban. Era ese amor intenso, pleno, sin cortapisas. Pero, existía algo muy importante que impedía que consumaran dicho amor. Los dos tenían a sus padres vivos y además, a sus abuelos, seres centenarios y vitales que no se dignaban a abandonar esta existencia, pese a los achaques de su avanzada edad. Los viejos habían perdido hace mucho tiempo la capacidad de valerse por si mismos y Rafael y Raquel, los enamorados, eran los hijos solteros que vivían con los ancianos para servirlos, auxiliarlos y entregar su existencia por ellos si eso fuese posible. Así, casi a hurtadillas, cuando surgía alguien que tuviese la gentileza de cuidar a su anciana parentela por un rato, ellos se reunían contra el tiempo, se prometían amor eterno, con la mirada puesta en el reloj y atentos a cualquier llamada en donde se los informara de algún percance en el cual fuese protagonista cualquiera de sus ocho antigüedades vivientes.

Rafael y Raquel sobrepasaban ya la cincuentena y el tiempo apremiaba:
-¿Cuándo será ese día en que seamos libres? Yo quiero a mis viejos, pero también necesito tenerte a mi lado más tiempo. No me basta con verte a migajas - reclamaba Rafael.
-Ya llegará ese día en que seamos absolutamente libres, cariño. Ten un poco de paciencia.
- Poco de eso me queda. Pero, cuando miro a mis viejos, siento un poco de remordimiento.

Y así, entre preparar papillas y distribuir los medicamentos para cada anciano, se les iba yendo la existencia. Se comunicaban por teléfono, pero aquello era un pobre sucedáneo de un encuentro de piel a piel. En medio de los reclamos de los más ancianos y los quejidos de los que aún se podían mantener en pie, los enamorados renovaban sus votos antes que el llamado terminara y todo volviese a la misma rutina.

Una tarde, falleció la abuela de ella, una ancianita de ancestro alemán que hasta sus últimos días recordó su prístina existencia en el país europeo. Fue algo doloroso para todos, lo que se agravó más aún cuando al mes siguiente falleció su acongojado esposo, quien nunca pudo recuperarse de la partida de su amada. Raquel, que los amaba con todo su corazón, sufrió demasiado, pero ese duelo no pudo extenderse tanto como ella hubiese querido, pues sus padres requerían de su fortaleza.

Rafael la confortó como pudo, pero también debía velar por los cuatro ancianos que lo acuciaban en todo momento. Una noche que se miró con detenimiento en el espejo, se percató que había envejecido más de la cuenta: sus ojeras, las arrugas en la frente y el casi total encanecimiento de su cabellera, denotaban que sus desvelos y la angustia de no poder vivir con su amada, comenzaban a dejar dramáticas huellas en su rostro.

Angustiado por ello, entrampado en un enclave existencial que parecía no conducir a ninguna parte, le contó de aquello a su amada, quien sólo sonrío para sus adentros.

- Somos viejos, cariño, ¿qué más da? Mi amor por ti no cambiará por unas cuantas arruguitas más o porque tu cabello haya encanecido.

Los años transcurrieron tal si ese núcleo de amantes y viejos se hubiese desprendido de sus dictados. Nada cambió muy rotundamente en sus existencias: ellos continuaron amándose con cuentagotas, viéndose cada vez menos y cuidando a los ancianos, que pese a uno u otro malestar, continuaban viviendo muy a gusto en este mundo, como si el otro no tuviese la menor intención de llevárselos.

Aunque parezca cosa de cuentos, pasados diez años, los enamorados aún cargaban con la custodia de los ancianos, sintiéndose estos últimos unos verdaderos privilegiados por tener a alguien que los cuidase y les proveyese de lo más necesario. Pese a ello, Rafael y Raquel continuaban amándose, acaso sin la intensidad del comienzo, pero con el mismo sentimiento de fidelidad.

La casa de Raquel parecía una jaula de loros, con ambos ancianos graznando por todo y solicitando mayor atención. Y ella, fiel a su compromiso de hija, les brindaba todo el amor posible, los atendía con prodigalidad y entrega. Entretanto, aún pensaba en Rafael.

En casa de Rafael, la cosa no era distinta, ya que el chivateo de los viejos era infernal. Alguna vez pensaron con Raquel en casarse y vivir todos juntos, pero pronto comprendieron que aquello habría sido imposible. Los ancianos gustan de proteger sus espacios y la llegada de nuevos integrantes habría sido considerada por ellos como una verdadera invasión.

Aún transcurrieron cinco años más, antes que a Rafael comenzaran a olvidársele sus rutinas. Poco a poco, su cerebro se fue encastillando en miserables porciones de recuerdos, los que al final se diluyeron del todo, para transformarlo en un ser más inservible que los cuatro que habían estado bajo su protección. Raquel comprendió que sus sueños se habían desvanecido por completo. Lloró entre papillas y medicamentos y entremedio de la muda de cada uno de sus viejos, mientras les cantaba canciones infantiles y el corazón se le congelaba de pena. Los familiares de los viejos cortaron por lo sano y encerraron a Rafael y a los demás viejos en distintos hogares, en donde languidecieron y fallecieron al poco tiempo.

Raquel, pasados los años, ya libre de sus viejos, visitaba a menudo a su amado, el que la miraba con su vista perdida y musitando palabras vagas. Ella, le tomaba sus manos, le cantaba una canción de amor y luego, entre sollozos, regresaba a su muñón de vida. Así, hasta que un día, decidió crear un hogar de ancianos y contrató personal para atenderlos. De ese modo, recuperó esos días en que la esperanza era más una ilusión y su Rafael, aún bregaba con sus viejos.

Y el pasado, regresó…















Texto agregado el 11-02-2013, y leído por 538 visitantes. (29 votos)


Lectores Opinan
12-05-2019 Bastante angustiante la historia, con estos viejos más apellinados que Matusalén; lamentable que el llamado de la selva de esos amantes fuese tan tibio, en caso contrario nada puede contra el fuego primordial. Entretenida historia. 5* henrym
20-10-2018 Dónde estarás? volví y me fascine con lo que hasta ahora leí, si pasas que sepas que sigues siendo de mis favoritos. meci
13-09-2018 Las historias más hermosas suelen ser las más tristes, gran relato sobre amores geriátricos, Saludos! -Vincho-
02-06-2017 Excelente relato. Deprimente al máximo porque se centra en realidades nada esperanzadoras. En gran medida sigue siendo cierto eso de que vivir es aprender a morir. walker
07-02-2017 lei tu historia con dolorosa atencion la vida nos conduce en el marco aveces atroz de nuestro destino, el de esos viejos amante sucumbio ante el mandato de su corazon de velar por lo que amaban mas allá de sus necesidades de bello me encanto un abrazo gui rolandofa
22-12-2016 Una historia triste, buena narración.***** ¡FELIZ NAVIDAD!! ABRAZO lagunita
21-12-2016 cuánto dejaron pasar... yosoyasi
19-12-2016 Un relato agridulce. Y muy bien escrito. Me gustó. sespir
24-11-2016 deseaban. glori
24-11-2016 Pienso que ambos hicieron lo que deseaba. Por eso ella al final pone un hogar de ancianos. Cuidar viejitos le daba sentido a su vida. glori
14-11-2016 Creo que por más amor que tengamos por nuestros viejos, no podemos permitir que no nos deje vivir nuestra propia vida. Fue casi divertido el caso que has pintado, aunque se han dado casos reales de parecida magnitud (me refiero a lo demandantes que suelen ser, y aunque no sean tantos integrantes, para muestra sobra con un botón). ***** Clorinda
09-11-2016 ¡Que triste y loable historia! Me llegó al corazón esta voluntad de postergación que tenían los dos. Un abrazo. Marthalicia
04-05-2014 El amor en todas sus formas es la clave, aquí hubo amor de hijos y de pareja, muy lindo. bishujoo
04-05-2014 Tienes un gran manejo del idioma y me gusto mucho el cuento ya q describe q el amor es único algo muy difícil de encontrar y mejor cuando se quiere amar con el corazón, muy profundamente. De lo mejor, la historia muy bien narrada, un deleite al lector***** bishujoo
05-03-2014 Una historia maravillosamente narrada que llega hondo. Me dejaste sin palabras, Gui. Te abrazo y lleno de estrellas!!! MujerDiosa
12-01-2014 ***** ana_blaum
06-01-2014 Hermosa historia. agostina
27-11-2013 Es un texto que estremece porque demuestra el gran amor por los que envejecen y que en estos tiempos es tan difícil de encontrar,porque ahora deshacerse de ellos es cada vez más fácil. Tu sensibilidad es la misma de siempre,llegan al alma tus letras***** Besos Victoria 6236013
27-11-2013 Es un cuento que estremece. Los viejos siguen amando y soñando como los niños. Hermoso relato. Mis ***** girouette-
13-11-2013 me encanto le diste vida a tus personajes y llevaste de la mano y en el corazon el desarrollo de la historia bien escrita con realidades que dejan pensando en ese amor de viejos un placer leerte un fuerte abrazo rolandofa
27-09-2013 Muy buena la historia, dolorosa situación, y qué te digo, amigo; me conmovió porque sé que es real y porque lo has escrito tan re bien que se siente. Un abrazo, Gui querido. SOFIAMA
09-09-2013 Deberías publicar, si no lo has hecho todavía. Escribes con fluidez sorprendente que cautiva al lector. Tratas de temas tan profundos con un lenguaje cristalino y , a pesar de esa nota de ironía, se palpita la melancolía del que entiende y sabe...Te felicito pielfria
05-09-2013 Dicen que el amor prevalece en el recuerdo como sagrado y verdadero cuando nunca fue consumado, cuando se ha extinguido tempranamente. Y también que el amor de los viejos es más amor. Salú. leobrizuela
04-09-2013 Vivir con una ilusión, para muchos, es mejor que atreverse a ir por ella. godiva
04-09-2013 Vivir con una ilusión, para muchos, es mejor que atreverse a ir por ella. godiva
28-08-2013 Hermoso relato, realmente... un abrazo. gsap
05-08-2013 Que hermosa historia de amor y sacrificio Carmen-Valdes
02-08-2013 Imaginé desenlaces diversos, pero el tuyo me gustó más... Saludos! achachila
29-07-2013 debieron haber buscado la manera de vivir su amor, sin dejar de atender a los demas. Hay un tiempo para todo, paso y ya no hay vuelta atras. jaeltete
26-07-2013 Los viejos vivieron más que en Macondo y el pobre Rafael pagó un precio muy alto. El paso del tiempo, los avatares de un amor especial, y la vejez encuentran en esta historia una agradable lectura. remos
06-07-2013 Siempre se tiene el temor de llegar a viejos y molestar a seres tan queridos como los hijos. Es una hermosa historia donde el amor tiene la última palabra,si no fuese así,serían felices en medio de la culpa. Terrible situación****** Victoria 6236013
10-06-2013 Qué bien te quedó esto! qué curioso destino el de tus protagonistas... galadrielle
12-02-2013 Caray hermano, me desespere leyendo tu precioso texto. No todos los cuentos tienen un final feliz...¿verdad? Un abrazo amigo!!! Cinco aullidos tristes yar
12-02-2013 Increíble comedia de viejos, magistralmente narrada! rincon_azul
11-02-2013 Es una historia muy triste de sacrificio y amor sobre todo filial, muy bien escrita. ELISATAB
 
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