Escríbeme,  
delinea la comisura de mis labios 
con el cosquilleo de las vocales, 
juega con las expresiones que te ofrendo 
bajo la mirada delatadora, 
ésta, sumida en las llamas  
que en el interior de tu corazón se prolongan.  
 
Comprende el caos de tantas lenguas espartanas, 
ábreme en la expresión que mi conciencia proclama, 
ayúdame a salir  de este cuerpo que cargo 
porque tanta vida es una infamia,  
y no se aguanta.  
  
Bordea los holocaustos de mi templo 
y si me das lo que deseo 
te cambio un beso por un verso, 
te entrego como prisión la simetría de mis huesos,  
y te subordino a mis antojos 
mientras en la alucinación de mis pupilas te sostengo, 
¡dime que te agrada tal juego!  
 
Decodifica los jeroglíficos de mis pasiones encerradas, 
baña mi boca en la tinta de las palabras, 
doma sus impulsos  
y otorgarle el tacto de tus manos, 
bríndale el aroma primitivo de tu carne 
para que no te haga daño  
en la emoción que contraes.  
 
¡Escríbeme un poema sobre la boca!, 
deja tatuado tu sentir  
en la intensa profundidad que me desborda, 
haz dulce el manantial que trago  
en la misericordia que te deplora. 
 
Hazme sangrar la boca  
con la opresión de tu fuerza creadora,  
hazme doler el alma sobre la libertad  
que me aniquila entre las sombras. 
 
Devuélveme a la calma, 
devuélveme lo que he sido cuando no era nada, 
muérdeme las penas que trago entre lágrimas, 
y saborea el dolor, que después del amor 
ha sido un mecer austero  
en el lánguido palpitar de la pasión.  
 
Y te amo- pronunciaré en las paredes de tu santuario,  
te amaré en la prolongación de los malos hábitos, 
te sanaré de besos, 
te abriré los dedos, 
te engrandeceré los miedos, 
te lanzaré al aire en pleno cielo 
y te dejaré tumbado en el crudo invierno, 
precipitándote al inquisidor acecho de los cuervos, 
en un mundo mísero e incierto.   
 
 
 
  |