Ha pasado un poco más de un año desde que sopló la brisa a mi favor, podría ser sincera y decir que desde entonces, el espacio a mi alrededor ha sido menos calido y acogedor, pero ha sido el medio correcto para desafiar las tormentas y engañar al corazón.

Veinticuatro horas de luz y 365 días podrían ser suficientes para ver un nuevo sendero, desconocido y sin rumbo al caminar, tal vez sea esperanzador pensar que es así; sin embargo el hoy se asemeja a un cuerpo que toma forma en medio de una mecha flameante que arde intensamente, transformando parte del pasado y moldeando el presente mientras se consumen las tristezas, el egoísmo, la indiferencia y el rencor.

Aún no se que posibilidades hay, ni que camino tomaré, lo único cierto es que mientras la luz de la vela persista, mi esperanza en el amor no apagaré.