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En una hermosa playa sobre el mar, bajo un sol intenso de verano, vaya uno a saber en que lugar del mundo, cuatro bellas deportistas se encontraban entrenando pensando en las futuras competencias en las que iban a participar. Se trataba de Georgina Klug, Fernanda Pereyra, Ana Gallay y Virginia Zonta, cuatro jugadoras de beach volley, volley de playa, que entrenaban duramente de sol a sol.
Ocurrió entonces que de repente, cuatro muchachos, altos, guapos y patones, aparecieron en esas playas. Uno de ellos, el más corpulento (los otros tres eran bastante delgados), con aspecto de rugbier, les dijo a las jugadoras de beach volley:
- Hola girls, somos un grupo de chicos que queremos jugar al beach volley con ustedes, ¿Hacemos un partidito?
- Nosotras somas federadas, participamos en competencias oficiales – dijo Georgina, tomando el mando del grupo de las chicas – estamos entrenando, no estamos jugando porque sí.
- Nosotros solo queremos jugar y divertirnos un rato, dale, somos un equipo de aficionados – dijo el más delgado y alto de los cuatro muchachos, que tenía unos pies muy largos y grandes, propios de Bob Patiño.
- Sorry, boys – dijo Fernanda Pereyra – pero no queremos que nos molesten. Sigan su camino, nosotras vamos a los Juegos Olímpicos, no somos aficionadas. Jueguen entre ustedes.
- Que malvadas que sois – dijo otro de los muchachos con cierto tonada que revelaba un origen paraguayo – bueno, jugaremos entre nosotros.
- Dejemos que los chicos jueguen – intervino Ana Gallay – será divertido, ellos contra nosotras, ellos son hombres y nosotras mujeres, la vamos a pasar bien.
- Yo también opino como Ana – dijo Virginia – así nos distendemos un poco, al fin y al cabo será un juego, only a game.
- Bueno, bueno, dale, juguemos entonces – aceptó resignada Georgina con poco entusiasmo – pero como se llaman chicos, nosotras somos Georgina, Fernanda, Ana y Virginia.
- Nosotros somos Carlos, Carlos, Carlos y Carlos – dijo el alto y patón – o sea que nuestro equipo se llama simplemente “Los Carlos”.
- ¿Todos se llaman Carlos? – dijo Fernanda – vaya que curioso. Preséntese uno a uno.
- Soy Carlos Alberto Reich, modelo y fotógrafo, ahora más fotógrafo – dijo uno de los Carlos.
- Yo soy Carlos Alejandro Elder, rugbier de San Albano, equipo de la URBA.
- Yo Carlos Manuel Eisler, gran actor, antes también modelo, admirador de El Zorro y de la obra cinematográfica de Alfred Hitchcock.
- Y por último estoy yo, Carlos Edgar Machado Mattesich, paraguayo de origen, mi madre fue Miss Paraguay, y aunque vengo de Asunción, hoy estoy en Europa, donde triunfo como modelo.
- Bueno, queridos Carlos, veo que son todos patones, que pies grandes que tienen – acotó Virginia.
- Patones y Quesones, olemos a Queso, pero de eso nos ocuparemos luego, ja, ja, ja – río Carlos Machado.
Entonces comenzaron a jugar al beach volley, el partido comenzó siendo una competencia normal, al principio, la superioridad de las chicas, expertas en el deporte, se sintió, pero no por mucho tiempo, a medida que el partido avanzaba, los pies de los cuatro Carlos empezaron a transpirar más y más, y el olor a Queso empezó a expandirse en el ambiente, ni siquiera el aire de mar y el intenso viento lo pudo evitar, todo lo contrario, hasta parecía expandirlo, asi fue que las chicas empezaron a aflojar su rendimiento y por el contrario, los Carlos comenzaron a imponer su juego, y tras una gran reacción, dieron vuelta el resultado.
- ¡Nos están ganando por el olor a Queso! ¡Los pies de estos Carlos emanan un olor asfixiante! ¡Es increíble! – dijo Georgina.
- Yo no doy más – dijo Fernanda – quiero oler esos pies.
El partido se paró, y Georgina, siempre tomando el mando del equipo femenino, les dijo a los Carlos:
- Queremos oler los pies de ustedes, son impresionantes.
- Dale – dijo Carlos Reich – veo que las conquistaremos con nuestros Quesos, ja, ja.
Así fue que las cuatro jugadoras se tiraron sobre la arena, mientras los cuatro Carlos, uno por uno, fue poniendo los pies sobre el rostro de cada una, empezaron chupando, lamiendo, besando y oliendo los pies, eran pies muy grandes, los cuatro calzaban 47, y el tamaño de los pies parecía aumentar mientras jugaban a los pies, la bacanal de los pies dio lugar a una auténtica fiesta sexual, tras oler por largo rato los pies de Carlos Reich, Georgina se tiró sobre el modelo, y este la penetró con furia y pasión, lo mismo hizo Fernanda con Carlos Elder, Ana con Carlos Eisler y Virginia con Carlos Machado.
Fueron cogidas rápidas sobre la arena, algo incomodas, pero llenas de furia y pasión, las cuatro deportistas parecieron alcanzar el cénit del placer y de la felicidad.
Pero quedaron exhaustas, hechas una piltrafa, tanto, que al terminar, se recostaron sobre la arena, no daban más.
- Que bueno que fue esto, algo magnifico y fabuloso - Ustedes están frescos como una lechuga. Nosotras quedamos hecha bolsa.
- Frescos como lechuga no, estaremos frescos como Quesos, ja, ja – río Carlos Eisler.
- Es que aún no hemos terminado – dijo Carlos Machado, mientras cada uno de los Carlos, con guantes negros, se paraban encima de cada una de las chicas.
- Lo siento chicas, pero además de patones y Quesones, y además de llamarnos Carlos, o porque nos llamamos Carlos, somos también asesinos, y las vamos a asesinar, las vamos a quesonear.
- ¡Nooooooooooooooooooo! – exclamaron de terror las cuatro deportistas.
Los cuatro Carlos avanzaron, cada uno con su estilo de asesino.
Carlos Reich se puso delante de Georgina, sacó un revólver con silenciador y disparó ocho balazos.
- Queso – dijo Carlos Reich mientras tiraba el Queso sobre el cadáver de Georgina Klug.
Carlos Elder se puso delante de Fernanda, la tomo del cuello con sus manos y la estranguló.
- Queso – dijo Carlos Reich mientras tiraba el Queso sobre el cadáver de Fernanda Pereyra.
Carlos Eisler se puso delante de Ana, sacó un martillo y la atacó a martillazos.
- Queso – dijo Carlos Eisler mientras tiraba el Queso sobre el cadáver de Ana Gallay.
Carlos Machado se puso delante de Virginia, sacó un cuchillo y la apuñaló salvajemente.
- Queso – dijo Carlos Reich mientras tiraba el Queso sobre el cadáver de Virginia Zonta.
Los asesinos contemplaron los cadáveres de sus víctimas, luego de tirarles el Queso y no conformes con ello, las empalaron, y se fueron cantando una canción: “Somos los cuatro Carlos, nos gusta amasijar minas, tiramos Quesos a las chicas que matamos, olemos a Queso en nuestros pies gigantes”.
Dicen que los cadáveres quesoneados y empalados no permanecieron mucho tiempo allí, porque cuatro mujeres, con instintos robóticos, similares a María Laura Santillan se encargaron de llevárselos, vaya uno a saber para que.
Y así termina otro relato, repleto de Quesos sangrientos.

Texto agregado el 05-06-2021, y leído por 83 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
06-06-2021 Estuvo bueno y extraño jaja PachiloLoco
05-06-2021 Un festival de quesos bastante sexo-truculento, ¿y los triglicéridos? Me pregunto. remos
 
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