Cuando mirás la extensión del Océano Pacífico te sorprenden el tamaño y la cantidad de agua.
Sin duda en lo primero que pensás no es en Fernão de Magalhães.
Pensás en las islas, la pesca, los pedazos de satélites que todos tiran ahí porque total "el Pacífico es grande y caerá ahí" (sic) como dijeron los chinos hace un tiempo con la chatarra espacial que dejaron caer.

Hace unos años viajé a Australia por la ruta transpolar, desde Buenos Aires a Sydney directo, es un viaje que lleva unas once a doce horas y no tenés nada para mirar porque todo es agua, agua y más Pacífico.
Vas en una máquina repleta de tecnología, conectada por satélite que sabe todo el tiempo dónde está, tenés mapas cartográficos, posición de gps, distancias automáticas, reporte climatológico.
Vas sentado lo más cómodo que se puede en la cabina de un Boeing 767, mirando televisión, escuchando el zumbido de los motores.
Cada tanto mirás hacia abajo y volvés a constatar que no hay nada para ver, sólo agua.

Hace 500 años Fernão de Magalhães conocido como Magallanes navegó una ruta muy similar, y su única tecnología de punta era una brújula y un látigo.
Nadie duda de que era un navegante excepcional, como la mayoría de los portugueses, aunque en este caso trabajaba al servicio de España.
El viaje de Magallanes completado por Elcano duró tres años.
Un año -de esos tres- demoró Magallanes en llegar desde su estrecho hasta Asia -donde murió-, eso quiere decir que hoy día viajamos aproximadamente 600 veces más rápido.
No es solo un tema de velocidad, Magallanes no sabía qué había, qué iba a encontrar, si había monstruos, vientos que destruyeran sus barcos o un invierno más crudo que los europeos.
Lo único que sabía es que existía otro océano, porque Nuñez de Balboa lo había visto años antes.

Hoy día salís a la esquina y tu teléfono -porque no vas a ningún lado sin tu teléfono- te muestra por gps dónde estás, dónde queda el Mc Donald's más cercano, dónde están tus amigos y el tiempo que hace en Islamabad.
Magallanes empezó con una tripulación de 250 hombres y la expedición volvió a España con apenas 20, el resto murieron, desertaron, fueron comidos por sus compañeros o ajusticiados durante el viaje.
Vos llegás al estrecho de Magallanes, casi en el confín de América del Sur, donde la violencia del Océano Atlántico se aplaca y podés cruzar al Océano Pacífico, llamado así por el contraste de tranquilidad de sus aguas comparado con el Atlántico; igual los vientos no te la hacen fácil, cruzar el estrecho es para navegantes hábiles, no cualquiera cruza por ahí con barco a vela del año 1500.

Sos Magalles y hace casi un año que estás circunvalando América para encontrar un pasaje, no sabés que más al sur se termina el continente y empieza el Polo, pero sabés que no te conviene seguir al sur porque el frío es cada vez más intenso. Perdiste cerca de 60 hombres, tuviste motines, amenazas, violencia, perdiste barcos que se destruyeron contra la costa arrastrados por los vientos, o porque sus tripulaciones desertaron.
Estás convencido de que existe una alternativa a la ruta de África de Vasco da Gama.
Crees que por fin todo va a mejorar, que al lograr llegar al Pacífico vas a alcanzar las indias en unos días más de navegación, un mes a lo sumo.

Lo peor está por venir.
El océano es interminable, llano, inmenso, eterno.
Mueren más de 100 hombres por pestes, hambre, sed o por ajusticiamento preventivo anti motín.
Sos un militar, no te tiembla la mano a la hora de aplicar la disciplina del látigo o de la pena de muerte.

Miro por mi ventanilla y creo divisar una isla allá abajo.
Hace una hora que estoy mirando desganado una película en la pantalla que está adosada al respaldo del asiento de adelante.
Calculo que el recorrido del avión durante esa hora de viaje le llevó a Magallanes unos 25 a 30 días y seguramente murieron de 10 a 15 hombres.
Faltan 5 horas de viaje para llegar a Sydney, unos 140 días más de viaje para Magallanes, que morirá poco tiempo después de llegar a Asia.

Siento la vibración de las ruedas del avión mientras van bajando.
Veo los flaps extendidos casi al máximo, tengo una vista privilegiada del ala del avión.
Toca tierra, veo los spoilers que salen, los motores aceleran y frenan la máquina, estoy en otro continente.

Elcano regresó a España con la noticia de que la tierra era redonda, fue la constatación de las teorías de Colón, la tierra es redonda, se puede navegar hacia el oeste y llegar a las indias, ese continente llamado América, que está en el medio del camino, no impide dar la vuelta al mundo.
El viaje de Magallanes-Elcano también testificó que las dimensiones de la tierra no eran como se creía, es mucho más grande de lo que previeron.
El viaje es demasiado largo para transformarse en una ruta alternativa, los portugueses son dueños de la ruta de África, los turcos son dueños de la ruta de la seda, no se pueden invertir 3 años de viaje para llegar a las indias.

La manga se acerca al avión, se abre la puerta y entra aire fresco.
El zumbido de los motores ya casi no se escucha.
Hace calor, siempre hace calor en Australia.

Magallanes luego de cruzar el estrecho navegó con total coherencia hacia el norte, de haber navegado casi en línea recta se habría topado con Australia o Nueva Zelanda y habría sobrevivido él y gran parte de su tripulación ahorrándose muchos días de viaje.
Australia hoy se llamaría Magallalia, o algo así.

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La travesía de retorno de Elcano hacia Molucas y luego a España es un capítulo increíble del viaje.
Los portugueses controlaban toda la ruta del sur y oeste de África, un barco español cargado de especias como el de Elcano no podía pasar por ese trayecto.
Elcano evaluó volver por la misma ruta de Magallanes, Filipinas-estrecho de Magallanes-América del sur-España.
Era imposible, ni el barco ni la tripulación resistirían ese viaje interminable.

Elcano aprovechó el estado del barco y de la propia tripulación para convencer a los portugueses de que venían de América, a la altura de Brasil, empujados por una tempestad, las mareas y el propio océano que los habían arrojado a la costa Africana.
Utilizó la falta de información de los portugueses de que existía una ruta rodeando el planeta y logró convencerlos.
A mitad del rodeo de África los portugueses se dieron cuenta de que era mentira y los persiguieron a cañonazos.
Sólo 20 hombres lograron retornar a España.