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Serían las once de la noche cuando la insistencia del timbre me obligó a
descender por la escalera.
Apenas entreabierta la puerta, fui empujado contra la pared y una mujer corrió
escaleras arriba. Subí aturdido y la encontré en mi balcón, mirando hacia la
plaza con cara de asombro.

-Siempre miro de reojo tu ventana. Ahora quiero saber cómo es la vista desde
aquí…

Le ofrecí un café y no me hizo caso. ¿Tendría frío? Su cuerpo era visible en los
incontables pliegues de la ropa.
Alisó el pelo manchado de tiempo y me ofreció una sonrisa cerrada. Apoyó el
brazo izquierdo sobre la entrada al balcón y continuó explicándome:

-Nos conocemos. Te he visto cruzar por mi plaza muchas veces. A tal hora
compras cigarrillos y a tal otra vas al trabajo. Algunas veces no me ves y otras
me miras con disimulo.

Su voz era disonante y exhalaba un vaho alquitranado. Sus cuerdas vocales
parecían un metal oxidado.

-Es verdad –balbuceé-, creo haberte visto. Pero nunca tan de cerca, te pareces
mucho a la estatua del pedestal…
-¡Exacto! Se trata de mirar. A eso vine: ¡a que me muestres…!

Observé con más atención las ropas de la mujer: el color verde antiguo se
alzaba orgulloso, bordado en detalles negros con penurias de intemperie. La
soledad contorneaba su cuerpo. Los ojos casi opacos adivinaban el mundo, tal
vez cansados de haberlo visto todo.

-¿Mostrarte? ¿Qué es lo que quieres ver?
-Quiero ver otra plaza y tal vez escaparme de ésta.

Empecé a comprender: su mundo eran las plazas y las multitudes que las
rodean. Su alimento eran las horas ajenas, como las mías.
Le ofrecí un abrigo y salimos a caminar por la ciudad.
Mis pasos señalaron hacia la Ciudad Vieja, pero ella me empujó en dirección
contraria: hacia ese rumbo ya he visto todo lo importante.
Pocas personas transitaban nuestro camino. Al divisar algún fugitivo errante,
ella levantaba el brazo izquierdo hacia el cielo, provocando mi risa nerviosa y el
asombro del extraño.
Sus pies estaban oscuros de frío. Me arrepentí de no haberla calzado y la llevé
en mis brazos el resto del camino.

-¡Aquí! ¡Esto es lo que quería ver! –me gritó dejándome casi sordo.
Torcí el cuello y observe El Gaucho. ¿Allí quería llegar?
-¡Esto no es una plaza! ¡Es una estatua!
-Me da lo mismo. ¡Quiero que me lo muestres!

Saltamos la pequeña reja de separación y ella trepó a la estatua. Se dejó caer
sobre el caballo: el brazo izquierdo siempre extendido y el derecho a la altura
de su cadera, rodeando una pierna del jinete.
Fumé diez o doce cigarrillos hasta que se decidió a bajar.

-¿Por qué son huecas las estatuas?
-Porque serían muy costosas si fueran macizas –contesté distraídamente.
-No, porque el arte está en el hueco y no en el bronce.

Intenté retomar el camino pero volvió a corregirme: ahora sí quiero ir a la
Ciudad Vieja.
La sostuve nuevamente en mis brazos y noté que no temblaba.
Un amanecer plomizo se anunció a nuestras espaldas.
Cuando llegamos a su plaza sintió nostalgia.
Intentó acariciarme la frente y sentí un latigazo de bronce.
Suavizó la voz con un acierto de registro y se despidió a su manera:

-Me llamo Rosa Pittaluga y fui la esposa de José Livi.
-¿José Livi… ¡el escultor que hizo la estatua de la libertad!?

Ya no me escuchaba. Corrió poseída hacia el centro de la plaza y trepó al
pedestal. Desde lo alto volvió a extender su brazo izquierdo y colocó el derecho
a la altura de la cadera, empuñando el arma que contradictoriamente la retiene
en libertad; condenada a ver ocasos, siempre de espaldas al sol naciente.
El amanecer descubrió caricias verdosas y negras sobre un jinete lejano
llamado El Gaucho, mientras el rocío descendía por el cuello ya rígido de Rosa
Pittaluga, convertida nuevamente en la estatua de la libertad.



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Texto agregado el 02-03-2023, y leído por 410 visitantes. (17 votos)


Lectores Opinan
13-04-2023 Creativo, exultante, original, tus palabras crean imágenes en mi ágil y febril mente. Martilu
29-03-2023 La originalidad dela trama va de par paso a la impecable redacción.Te felicito y te envidio. Hay un dicho bíblico sobre la envidia de los escritorws, lo busco y te lo mando. Yvette27
28-03-2023 Qué linda historia, me gustó mucho. Saludos, sheisan
17-03-2023 Bravo!!Excelente cuento ,me encanta leer-te ,ya te han dicho de todo ,tienes un estilo singular, atractivo, nitido,con cierta atmosfera muy peculiar. Felicitaciones!.(grato momento de lectura me regalaste)beso. plumi
08-03-2023 Muy Lindo cuento, Cafeina. Atraido por esa estatua que busca recuperar su libertad te permites recorrer, casi a contraviento del Gaucho, el mundo inédito Rosa Pittaluga. Me encantó Shou
06-03-2023 Cuando observo una estatua y sus facciones tan perfectas ,además de sus ojos que siento que me miran,pienso que podrían hablarme, e imagino lo aburrida que me dirían que se encuentran al ver pasar las mismas personas. Algunas que se detienen a mirarlas y otras que pasan indiiferentes... Al leerte me sorprendió tu imaginación en un texto diferente a los anteriores;pero que demuestra tu talento... Siempre es atrapante leerte Jorge. Mis felicitaciones. ***** Beso Victoria 6236013
03-03-2023 Linda historia. Marcelo_Arrizabalaga
03-03-2023 Qué feo ese título, suena a japonés. Hablando de japonés. Ahora voy a buscar una cerveza al chino y si veo algún título más o menos por ahí te aviso. guy
03-03-2023 Ayer pasé por los lugares de tu cuento y hoy pienso que me hubiera gustado haber leído este cuento ayer. Saludos. ome
03-03-2023 Por un momento fue libre de su pedestal, invitándote a ver lo que ella percibía, lo que ella sentía, haciéndote participe de su mundo vasto. spirits
02-03-2023 Hace más de diez años hice una poesía con el mismo tema de las estatuas. Al leer tu texto que corre a la perfección. Me ha gustado. Abrazo grande. sendero
02-03-2023 Me han gustado mucho todas las publicaciones tuyas que he leído, puede ser por tu sello personal impregnado en cada letra que escribes, por la creatividad que derrochas, sin ser rebuscado o porque te refieres a situaciones que pueden pasar en la vida real, lo cual hace que tu decir sea fresco y palpable. Gracias. gsap
02-03-2023 —Cuando un cuento me gusta e impresiona mis sentidos no puedo pasar sin dejar un indicio de que lo leí, aunque nunca haya comentado algo del autor. —Realmente me gustó por su trama desde comienzo a final y por que ahora puedo decir que sin haber estado allí ya conozco algo de Montevideo. —Saludos. vicenterreramarquez
02-03-2023 Jajajajaa... tu link tienen el "Abusix", perdedor. ¿De quién quieres averiguar cosas? eRRe
02-03-2023 Un cuento gótico. remos
02-03-2023 Un lapiz inquieto. Una historia que es creatividad literaria. Te felicito. peco
02-03-2023 Muy buena historia, original, de las que me gustan. Saludos. ValentinoHND
02-03-2023 Pero muy bien, cafeina, mis felicitaciones. Una historia muy original. remos
 
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