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		| Un Tal Martín
 
 En verdad no sé si el nació en la comarca que alguien una vez me mencionó. Cuyo nombre confirma que los primeros en llegar de afuera   se establecieron en nuestros campos. Y este es un lugarcito más arriba de Naranjo Dulce. Pero siempre el tal  Martín sonaba en  los cuentos después de la cena. Y   lo pintaban en un rol protagónico.
 
 Cosa que verifiqué cuando mi apellido apareció en los libros del oficialato civil sin la ‘s’ final. Lo que me llevó a hurgar en el pasado. Para averiguar    sí mi padre la tenía. Y cómo tampoco la tuvo pasé a mi abuelo y  el resultado fue   el mismo. Sin embargo, lo que se mantuvo invariable fue que para ambos  el declarante fue el tal Martín. Y eso hablaba de una hegemonía familiar.
 
 Qué en dominicano sé traduce como influyente. Que es un término que define una posición; y la posición en el campo depende del tamaño del fundo. Y lo dicho  me obligó a escribir su historia. Que es una historia muy estricta en   su significado lingüístico: aportando solamente que fue tío de mi abuelo paterno y  qué trepó al catre  de una hermana de su novia siendo casado y mayor de edad. Por lo que un nieto de esa anomalía es  primo tercero mío.
 
 Y  lo peor fue  que ese primo  durmió mucho tiempo en una cama situada a un metro de la mía. Por lo que puedo  decir que era  mi hermano. Pero que a los veinte sé marchó por el rumbo de  la llamada línea noroeste del  país. Y  buscaba  el padre imaginario que le fue muy difícil  de encontrar a nuestro lado. Y el complejo panorama descripto hasta ahora, mide  el grosor  del atrevimiento de su abuelo, un tal Martín.
 
 Porque lo que se cuenta, es que  mi abuelo paterno invitó a su tío(el tal Martín) a casa de su novia(una abuela que no conocí) un domingo de la tercera década del siglo pasado. Y que estando ambos en aquel rancho de pueblo nuevo(luego llamado ‘el barrio libre de la gallera’), salió de su aposento una chica, cuñada de  mi abuelo. Y que el tío, ni tonto ni perezoso, la acometió pelando por su  cartera. ¡Y el resto es historia!
 
 Y una historia que no paró con la barriga que le pegó a la muchacha. Porque la bastarda  terminó prostituyéndose. Y de esa indecorosa conducta salió la mujercita que dio a luz  a mi primo. El que  una tarde emprendió el viaje en busca de ‘su padre’.  Hégira qué le llevó a un poblado llamado El Mamey.
 
 Y así mi primo se alejó para siempre de mi lado. Hasta que ahora, sin ningún dato relevante,  intento construir esta leyenda. Sin saber que un día ignorado regresó al puerto de origen. Comprando  una casita en lo alto del barrio que se observa desde el liceo nuevo. Pero que mi informante al contármelo, noté  que usaba todos los verbos en tiempo pasado.
 
 
 Entonces, al cuestionarlo, me dijo que el había muerto, hacía  ya veinte y cuatro años. ¡Qué aunque son menos que los transcurridos  desde el domingo de la  compra de la niña por el tal Martín, tampoco son un buen consuelo!
 
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Texto agregado el 15-03-2024, y leído por 174 
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