Un segundo plagado de minutos,
hediondo.
Flotando con la vista al nivel,
veo.
La cara de un hombre maduro,
siento que es la mía.

Sereno, tranquilo,
ya sufrió, ya lo amaron,

Se mira en el espejo y yo me miro en él.
No sabe qué pasó,
no sabe como fue,
y no sabe si interesarse.

No necesita estar bien para lo que vendrá,
y tampoco necesita estar mal
para lo que vendrá.

No necesita estar para lo que vendrá.