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[C:120019]

[Sé a cometido un robo en la mansión de la condesa. De la caja fuerte han desaparecido las joyas de la vieja dama. En su lugar fueron encontrados un antifaz y una caja de fósforos]
Que extraño articulo, un antifaz no es más que tela...
¿Cómo sería aquel antifaz?...
¿Tal vez sea un fumador compulsivo?.....
En aquel minuto recordé aquella noche, la ultima que pase en los brazos de ella, de una desconocida que solo conocía en camas ajenas y en mis sueños.
10 de Septiembre del presente año, lo recuerdo como si fuese ayer. Pretendía hacerme el dormido para hacerla caer sobre la cama cuando volviera, salió del baño con paso seguro, solo traía puesta ropa interior negra y un antifaz de seda verde, dentro del sostén se asomaba una pequeña cajita de fósforos que intentaba ocultar con su largo y ondulado pelo castaño. Se sentó a mi lado y hablo algo sobre como le gustaría ser rica, tener joyas por doquier y dormir en una cama enorme, cada noche un amante distinto y no ser ella la puta, la miré directamente a los ojos y le dije que si se quedaba cerca de mí lo tendría todo, le daría lo que ella quisiera incluso a mi mismo, no le pedía nada, ni fidelidad siquiera lealtad tan solo un polvo de vez en cuando, una caricia lejana y visitas fantasmas en mi vida. Se paró y mientras su mirada se perdía tras el antifaz tomo su ropa y volvió al baño luego de unos minutos salió y con voz alterada me grito desde la puerta de salida “Ya lo veras, seré como una condesa y tu ni nadie me retendrá, podré volar con alas propias”. Un portazo se escuchó a lo lejos tras desaparecer el eco de su voz, me pare rápidamente de la cama y corrí al baño, tan solo quedaba de ella el antifaz, la caja de fósforos y un papel en donde decía Mariana.
Ya era tarde y tenía que olvidarla, jamás había dicho su nombre en estos 4 meses de visitas constantes, tras el segundo mes ella dejó de cobrarme y me confeso que le agradaba estar conmigo, que la hacia sentir mujer y no objeto y que por mucho que fuera varios años menor le parecía que era el único que la escuchaba. La primera vez que la visite fue por insistencia de un amigo, había terminado con mi novia y él me recomendó que una buena noche con una puta me haría sentir mejor, no sé porque le hice caso nunca me gusto el utilizar a las mujeres y siempre creí que las prostitutas eran sucias. Tras entrar en un burdel clandestino me acerque a una chica ella me pregunto que era lo que necesitaba, mis manos sudaban y la voz me temblaba, ella lo notó; sonrió y me dijo $15000 la hora, ¿Cómo te gustan?. Al rato estaba en una habitación totalmente pintada de blanco, en la pared tan solo colgaba un cuadro horrible de colores opacos y detrás de la ventana se oía la lluvia de mediados de Junio, me movía por toda la pieza como si por primera vez viera una, la verdad es que nunca antes había entrado a un prostíbulo.
La puerta se abrió sorpresivamente y de ella apareció una mujer fina y alta, con el cabello muy largo, su piel blanca sé mimetizaba con el color de la habitación y tras un antifaz verde se asomaban unos ojos negro profundo, mientras se acercaba a mí el corazón me latía a mil, nunca creía que una puta pudiera ser así, no era voluptuosa ni chabacana, de hecho caminaba firme y elegante, sus piernas eran la gloria, largas y finas tal como su cuerpo. Paso por mi lado rozándome con su lado izquierdo luego se sentó en la cama prendió un cigarrillo y tras botar el humo me pregunto mi nombre, sentí que la voz se me había ido y me sonroje tras contestarle “Diego”.
Me llamo con la mano y me observo unos segundos.

-Se nota que no estas acostumbrado a esto, por lo general los hombres llegan directo al grano y tu tan solo has querido conversar. Dime Diego, ¿cuantos años tienes?
-20 y ¿tú? – Tan solo pensaba en lo bella que era su boca y en lo mucho que me gustaría quitarle el antifaz para ver su rostro.
-¿Qué crees? Ja!... como 6 años más que tu, sabes aun no sé que es lo que pasa, no entiendo tu visita o sea si quisieras conversar podrías ir donde un amigo ¿o no?
-No lo sé, un amigo me convenció de venir acá, aunque ya no me siento capaz de hacer nada, pero no te preocupes igual te pagaré, pero...
-¿Pero qué?
-¡No nada!, a propósito ¿por qué ocupas ese antifaz y no quieres decir tu nombre?
-Gajes del oficio, sabes yo vivo normalmente, tengo padres y amigos y no quiero que se enteren de lo que hago, esto es por necesidad y no tengo la vocación necesaria como para sobreexponerme.
-¿Podría visitarte nuevamente?
-Por supuesto, ¿pero vas a estar pagando por conversar?
-No tan solo.

En ese momento ella se acercó a mi boca y me beso, me sentí como si nunca hubiese conocido otra boca. Sus manos recorrían mi cuerpo por completo y yo tan solo me entregue, ella me guió y aprendí como nunca antes, los juegos de seducción, los tira y afloja de sus ósculos y el orgasmo más grande de mi vida hicieron que sintiera el deseo de volver a sus brazos. La mañana siguiente fue eterna en mis ojos se reflejaba una fantasía pero más que nada el miedo a no tenerla, en que sabía que me enamoraría de aquella prófuga del amor y que me estaba aventurando al sufrimiento.
El primer mes fue constante, cada dos días la visitaba en el burdel, conversábamos horas de todo tipo de tema y justo en el orgasmo de la conversación comenzaba la acción, sexo desgarrador y suave, caricias constantes y perdidas en el tiempo, era como una droga que me consumía rápidamente. A medida que transcurrían los meses el sentimiento crecía y aunque a mi no me gustara algún día todo iba a estallar. No me podía enamorar de una puta, lo más probable que al terminar conmigo ella se iría con otro y otro. Cada noche más de un hombre que la utilizaba y siquiera le preguntaba si estaba bien. Mientras conversábamos me confeso que le temía al amor y que por su condición jamás podría ser feliz, que le encantaría salir de este mundo de algún modo pero con poder y dinero, repetía constantemente esto.

Luego de que traspaso esa puerta su vida se transformo en algo lejano a la mía, sus miedos ya no me pertenecían pero aun mi carne estaba unida a su cerebro, el palpitar de su alma y el vibrar de los cuerpos lo podía sentir en mi interior, mi mente estaba que explotaba y tan solo necesitaba verla aunque fuese tan solo una vez más. Recorrí todos los moteles del lugar, en el burdel pregunte por ella y nadie sabía su paradero, fuera del deseo de tenerla por ultima vez estaba la incertidumbre del encabezado del robo. ¿Quién más utilizaría un antifaz así?. Diariamente visitaba el prostíbulo donde trabajaba y durante 20 días nadie sabía responderme ya que ella nunca entregó datos verdaderos, tras mucha insistencia de mi parte la chica que me había recibido la primera vez que había estado en ese lugar me dio una pista, me contó que Mariana tenía una amiga no muy lejos de ahí, anoto la dirección y me dijo que tuviera cuidado, el enamorarse de una chica como ella era difícil de entender y que mi corazón iba a sangrar como nunca antes, sus especialidad era el daño y su placer el llanto.
Tarde tres días en armarme el valor suficiente como para ir, mientras caminaba desde mi departamento hacia la pista central del paradero de Mariana el pecho se tensaba y el aire cada vez era más pesado, mire la fachada de la casa y tras meditar un rato e intentar varias veces tocar el timbre preferí sentarme en la cuneta a fumar un cigarrillo, pasaron casi 4 horas cuando logre pararme, el timbre parecía lejano y casi peligroso, trague saliva y lo toque, se escucharon pasos tras la puerta el nerviosismo se hizo insoportable y mientras pensaba en salir corriendo por la puerta se asomo una mujer muy bella, algo de ella me recordó a Mariana.

-Hola ¿qué deseas?
-emmm...Ho..o... o... la... soy Diego- ella sonrió y eso hizo que mi nerviosismo creciera aun más – busco a Mariana.
- ¿A quién?- El rostro de la bella chica palideció y su voz se volvió más dura y fuerte.
-Mariana...

Me hizo pasar al living de la casa, era totalmente blanca y luminosa, los muebles eran opacos y en mitad del living colgaba un cuadro igual al de la pieza en la cual me recibía Mariana. Nos sentamos en el patio trasero bajo un Nogal muy alto, ella parecía estar muy nerviosa y yo no sabía que decirle y menos aun como.

-Mariana se fue de acá hace mucho tiempo. Ella peleó con el papá y quiso ser independiente, quería fama, poder y lujo lo que en nuestra familia era algo poco trascendental, estábamos saliendo recién de la perdida de nuestra madre cuando una mañana despertamos y ella ni sus cosas estaban en la casa, desde ese día lo único que recibimos de ella fueron un par de llamadas en las cuales no explicaba si necesitaba algo y menos aun donde estaba ni que hacia. Con el tiempo por unas amigas de la infancia nos enteramos de que estaba trabajando de noche, cuando mi padre supo casi se muere y dijo que mientras él estuviera vivo Mariana no podría pisar esta casa- Mientras me contaba esto sus ojos se llenaban de lagrimas y yo no supe que hacer - ¿Por qué la buscas?
-Porque tiene algo mío y necesito que me lo devuelva.
-¿Cómo la conociste?
-En su trabajo... – ella se calló y cambiamos el tema.

Se llamaba Angélica y era la hermana menor de Mariana, desde pequeñas que siempre habían estado juntas, para ella su hermana era un modelo a seguir, claro era según todos una persona perfecta en todo sentido. Angélica era muy tímida y de bajo perfil, su imagen siempre había sido opacada por la de su hermana esto la había llevado a esconderse tras una mascara de indefensa y tierna niña. Cuando supo que su hermana se había escapado también lo quiso hacer, el peso del mundo callo en sus hombros y la opaco nuevamente ya que su padre estaba muy enfermo, como siempre tubo que seguir viviendo a la sobra de su hermana, sin poder ser ella volvió al miedo y a la soledad hasta aquel día.

Salí de la casa con un sabor amargo en la garganta aun no sabía que haría, todo este tiempo había tenido claro que el buscar a Mariana era tan solo una manera de estar seguro de que ella ya no estaría más en mi vida, que se había ido para siempre y que nunca la iba a tener a mi lado. El miedo y la angustia de ya no poder hacer nada era tanto que la locura fue inmediata, falto dejar de ver la casa de ella a lo lejos para que corriera sin rumbo. Tras un par de cuadras pare y comencé a caminar lentamente casi sin mirar atrás, cuando me di cuenta que de mis ojos comenzaban a brotar lagrimas reaccione, el dolor ya se había instalado en mi, lo que antes había anestesiado con falsas esperanzas carcomía poco a poco mi corazón. Decidí que lo más sano era volver a la rutina y que hacerle una visita a mí ex novia no era una mala idea aunque aun en mis canciones y cartas le pido a Mariana que me devuelva el trozo de alma que algún día le entregue sellado en un sobre y que prometimos devolver si es que algún día nos aburriéramos de la vida. Nunca supe si ella fue la del robo, la verdad es que siquiera tuve el valor de investigarlo, la mente estaba hinchado y el corazón tan desecho que hubiese preferido tirarme de un décimo piso antes de sentir esta explosión, su recuerdo era tan solo cenizas de miles de escritos inspirados en su cuerpo y que a pesar de todo lo que hice no pude olvidar. Hoy sigo viviendo como siempre, sin adicciones más que el recuerdo de su olor pero sin embargo ya no me duele tanto como antes.

Texto agregado el 05-07-2005, y leído por 102 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
05-07-2005 hermoso... me gusta como haces sentir al lector ortiga mia, deberias hacerlo mas seguido amapola-
 
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