En una cruz de blancas flores se hallaba acomodada una flor algo marchita, su reino era una pared de ladrillos grises, rematados por algunas grietas, su motivo en esta vida era adornar la pared, victimas de una creencia religiosa tenían que desempeñar ese papel; de pronto empezó a llover, la lluvia torno mas oscuro el día y poco a poco la pared al humedecerla. La flor recordó otros tiempos, antes mas bello, y con compañía, pensando en su ayer el viento lo sorprendió al arreciar sin piedad sobre el lugar e irremediablemente la florecilla se desprendió de su casi crucifixión y cayo.

Ante la burla de las demás la flor se mojaba pero ahora en el lodo, ya no estaba en el lugar de importancia, ya no cumplía su cometido al ser parte de la cruz, las demás flores se reían de su soledad, nadie al verlo manchado se acercaría a el pero alguien si lo hizo, una segunda flor se dejo caer a su lado, ahora no estaba solo, aquel ser de pétalos con un leve toque de rosa se hallaba junto a el, la vida tendría un cometido ahora, pero ahí en el barro no podría hacerlo.

El viento se hizo sentir una vez más, soplando sin piedad sobre sus cuerpos silvestres y arrojándolos hasta un pequeño riachuelo que los llevaría a una eternidad donde el camino conocian, pero no el final.