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[C:122006]

Mari, ¿estoy loco?
Séptimo cielo

Cierta noche me encontré en el séptimo cielo medio desnudo, casi cadavérico, hipertenso, hemorrágico y sanguineamente maltratado. Pareciera que el cielo se hubiera vuelto contra mí, que las montañas advirtieran mi olor y lo cobraran con venganza. Recuerdo tardes flácidas intentando ahorcarme, recuerdo el sol que abrazaba mi cara y las niñas se reían tanto que llegaron a cansarme, a pisotear mi más estruendoso ego de mierda. Por primera vez sentí la ridícula gloria de vencer sin luchar. Soy malo, pensador mediocre, pensador sufrido y supuestamente de alcurnia y de refinados modales pero esto no es así, soy brujo de las noches y miserable del día, pongo en consideración mi muerte, a ustedes.
Ayer salí a caminar como todos los días, la espesa nube gris que me sigue desde hace algunos años me atemoriza. Mi tortuosa sombra me pesa en la espalda, las sombras me siguen, y a pesar del mal ánimo que perpetua mi existencia sigo por una de las vías principales que llevan a la casa de mi amada madre pero antes paso por la habitación de mi abuelo quien descansa en el lecho que lo asesina poco a poco como cuando se dispara una nota musical que entra en el corazón destrozando todo sentimiento bueno, si lo hay, en el corazón del humano. Mi abuelo es frágil pero a la vez su aspecto atemoriza, es negro y su corazón también además siempre se aprieta los labios poco a poco mientras se clava el diente hasta hacer brotar sangre que se mezcla en su boca ayudado por el abatimiento de su lengua. Su lengua nunca me gustó, en ella se expedita la mierda que tanto hablaba y a la vez su pasividad inmersa de cólera y de algo que yo no podría explicar. Su aliento me devora la insaciabilidad ante las mujeres, porque yo al igual que mi abuelo éramos dos pensamientos femeninos atizados con el homosexualismo latente que siempre nos gritaba hasta perderse. El abuelo murió una noche prostituida por la delincuencia, mientras él moría yo me recreaba en la gloria diáfana que ocasionan en mi las mujeres y los hombres desnudos. Luego de ver morir a mi abuelo mientras también se revolcaba en las sabanas que días antes le aliviaban, pensé en visitar a mi madre. Ella es una mujer buena y sensata, irracional como yo pero más dinámica y furtiva. Pienso en ella en cada instante pero no sé qué voy a hacer, no entiendo como la vida nos puede unir, no comprendo si podré unirme a algo, sea lo que sea, hombre, mujer, perro, perra, casa, moto. Acabo de entender mientras pensaba las anteriores líneas que No, no puedo unirme a nada, es algo que aunque me duele hasta el culo me toca aceptarlo.
Mi madre y su amiga Mari Sol comparten una expresión bellísima en sus rostros, además me gustan las dos. Mari sol me causa erección. El solo hecho de hablar de ella me masturba la mente, sus tetas parecen operadas más no lo son, son bellas, redondas, morenas, se nota que han estado abrazadas por el sol durante largo tiempo. Es también de imaginar que han sido besadas por múltiples cabrones que le pagan buenas cantidades de dinero. Además de sus tetas, es notable su rostro inspirador de lujuria, y lo juro, jamás había visto una mujer con tanta cara de puta, pareciera que al hablar sus labios se remitieran a la palabra sexo, sexo y nada más que sexo. Cuando yo hablo con ella tan solo me imagino las siguientes palabras: “quieres penetrarme y hacerme tuya”. Hoy me he decidido y la voy a hacer mía, así tenga que pagarle el dinero que no poseo, pues lo pagaré. Para el sexo y las drogas el dinero brota de cualquier lado. Me desvié mucho de mi narración original pero me importa un bledo, ahora solo quiero pensar en Mari, oh Mari, me excitas, veo tu finura y me excito, te escucho y mi mente empieza a jugar.
Pero por qué mi madre y Mari son tan parecidas, no lo sé, creo que con Mari identifico el amor sucio que sentí por mi madre alguna vez, ella fue la primera mujer que vi desnuda, y Mari fue la primera mujer que mi imaginación desnudó… No es en vano la sensación que me invade al hablar de Mari, ella fue mía durante mucho tiempo, a medida que crecía, en eso de los 13 años me masturbaba cada dos horas por Mari, me la tiraba por detrás, por delante, metía mi pene en su boca, la golpeaba, la maltrataba e insultaba. Ella tan solo se reía de su infortunio por no poder hacer lo mismo conmigo. Es muy en serio lo que les cuento, mi obsesión es enferma, soy una criatura enferma, hijo puritano de mi sociedad y un desadaptado que al igual que Mari tan solo adora el placer.
Hoy es el gran día, después de 20 años le voy a decir a Mari que hagamos el amor, si me dice que no, pues bien, seré capaz de ofrecerle el dinero que no tengo, si ella lo acepta correré a robar…
… Cuando me le acerqué las piernas me temblaban, una sensación de miedo y excitación me invadió. ¿Cómo estás Mari?, no la dejé responder nada e inmediatamente le dije que quería hacer el amor con ella desde hace 20 años. Con gran asombro me dijo que si, que ella también estaba esperando éste día.
Conseguí dinero con mi padre, le dije que estaba sin un peso y que el hambre me aquejaba por esos días. Yo necesitaba comer algo pero prefería acostarme con mi lujuriosa diva. Le hice el amor como nunca lo había hecho, mi lengua se postró ante su dorado cuerpo ocasionando escalofríos en ella, le lamí la boca, y sus piernas también fueron objetos de mi insaciable deseo sexual, la penetre conjuntamente por su sabrosa concha y por su culo, mis dedos hacían un aquelarre que terminó una hora después de ser penetrada. Luego fue todo más fácil porque ya no le temía, ella ya era mía. El segundo acto sexual fue mucho más deleitable que el anterior, yo le dije que quería penetrarla por detrás hasta que ella gimiera de dolor. Esas nalgas bronceadas fueron mías por 30 minutos hasta que le eyaculé su abierto agujero.
Hoy después de eso podría morir con tranquilidad más no fue así. Me despedí de Mari pero antes le robe los mismos pesos con los que le había pagado, ella esbozaba una sonrisa que no le permitía movimiento y palabra alguna; le di una palmada en las nalgas y me largué-
Ahora Mari me busca y me asedia para que la vuelva a penetrar, yo ya no la deseo, ya tuve lo suficiente para satisfacer mi ego homosexual.
Instantes previos y posteriores a mi encuentro con Mari estuve pensando en mi madre.
II
… Luego de transitar sin rumbo fijo con la mirada en el suelo, alcé la cabeza y observé a la vieja Mery y la salude con un gran beso de esos que le da un buen hijo a su madre, ella me sonrió y me dijo: mijo vaya a comer que acabo de terminar un trabajillo de esos que a usted ni a mí nos gustan pero que nos dan los dineros para llenar el estómago. Jamás había cuestionado a mi madre pero ese día le recriminé el por qué de su prostitución, ¿es por placer o por dinero?, ¿se apena? , ¿No le duele el culo de ser penetrada? Le comenté a mi madre. De sus mejillas empezaron a vislumbrarse un par de lágrimas que me hicieron correr toda la noche hasta que me encontré a Ursula mi novia, mi prostituta favorita y mi querida hermanastra. Le hice el amor bajo la sombra de una palmera de cocos que se encontraba solitaria en el parque la independencia. Mi hermana y todas las mujeres de mi familia fueron prostitutas, desde mi tatarabuela en adelante todas lo han sido y seguirán siendo putas, sin excepción alguna.
Ursula y yo nos fuimos a bailar, para ser sincero ella se fue a bailar y yo la seguía pisoteándole sus pies bajo la luz tenue de una bombilla roja que permitía escasamente ver la silueta de mi dulce hermana. Con el dinero que le robé a Mari compré unas cervezas y un cigarrillo de Marihuana el cual me lo fumé inmediatamente. Ese cigarro produjo en mí alegorías de sensaciones y masturbaciones solitarias que me extasiaron. Le dije a mi hermana que quería hacer una orgía con sus demás amigas, con la prefijación que no tenía un peso más. Ella aún con el efecto de la marihuana y el pegante que también yo le había comprado movió su cabeza dejando prever que también lo deseaba.
Las desnudé a todas, las lamí y sequé sus culos con mi lengua; mi hermana fue la primera en ser penetrada por mí, luego una a una me iba cogiendo hasta que eyaculé sobre sus rostros. Mi hermana, la gran puta del barrio, se empezó a besar con sus demás amigas, ellas también usaban sus lenguas y sus anos eran estrepitosamente saboreados entre sí. Tres horas después, el efecto de la hierba desapareció en mí. El cuadro lascivo que observé mientras ellas dormían entrecruzadas me dio asco y un extraño instinto me lanzó directo a mi antigua escuela. Allí visité a mi hermano y le dije que mi madre era una puta pero que él no iba a vivir más con esa humillación. Me despedí de él y lo besé en la mejilla inocente de un niño de 6 años.
Volví a encender la poca marihuana que me quedaba y empecé a viajar a mi niñez, comprendía que había sufrido de niño bastante humillación por ser un cabrón hijo de puta. En aquel viaje surrealista recordé el viejo revolver de mi difunto abuelo que se encontraba envuelto en una toalla higiénica que era la única herencia de mi abuelita. Minutos después me hallé desenvolviendo la toalla higiénica aún con rastros de sangre y tomé el revolver en mis manos, lo llevé hacía mi bolsillo con la precaución que no fuera visible a nadie mientras caminaba de camino a la casa de mi madre. Mi madre estaba con un cliente cuando yo llegué, como siempre no le importó que yo la viera como la penetraban por detrás mientras otro tipo le daba golpes en todo el cuerpo para que ella se pudiera excitar.
Aún hoy desde el Séptimo cielo recuerdo esa mirada de placer que me dirigió cuando yo entre por la puerta, aún hoy recuerdo también la mirada que me decía que no me fuera, que me quedará viendo el espectáculo sátiro y los golpes que ella juzgaba como una simple forma de trabajar.
Me llené de valentía y decidí fumarme otro porrito ahora acompañado de un Brandy que me quemaba la garganta. Mi mente viajaba. Inmediatamente agarré mi revolver mientras me embrutecía con más licor y luego entré disparando a diestra y siniestra asesinándolos a todos.
En un una escuela de nombre futuros del mañana en la localidad de tierra mojada fueron asesinados ocho niños por manos de un ex-alumno. - era la primera plana del periódico local.

… Luego de asesinar a varios de mis compañeros, mi hermano se suicido, se disparó un certero tiro en su cerebro dejando caer su revolver a mi lado… yo lo miré enternecido y dispuse el revolver en mi mano, luego lo dirigí hacía mi cabeza y me disparé tres veces. Fue el tercer tiró el que hizo explosión sobre mi cabeza, ocasionando un grave problema cerebral que días después produjo mi muerte. Recuerdo que mientras estaba tirado en la cama del hospital séptimo cielo no me quejé, tan solo me dejé morir debido a que no quería ser hijo de una mujer prostituta al igual que mi hermano.

…Dios lo juro por usted que toda esta historia es verdad. Por caridad déjeme entrar al Séptimo cielo, ¿ah, qué dice?

…Por fin estoy en el séptimo cielo con mi hermano menor y maría, la yerna de un amigo mío, y aunque ella es virgen y eso me gusta mucho, yo tan solo pienso en Mari, mi prostituta favorita.

¡María excítame por favor!

Mari, ¿Cuándo te vas a morir?, necesito penetrarte. Por favor muérete rápido, ¿sí?-

Fin

Texto agregado el 13-07-2005, y leído por 176 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
06-09-2006 hace falta q más autores se arriesguen a escribir de aquello en lo que todos hemos pensado alguna vez. Mi puñado de estrellas vá para ti. muchocarajo
 
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