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Inicio / Cuenteros Locales / lalo2912 / Julio el pez y Custoe, su amigo el buzo

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En la pecera estaba Julio durmiendo junto a Custoe, el buzo. Y resulta que los dos tenían una cara de haberse acostado escuchando ‘Last night on the porch’ improvisada por Woody Allen; es decir, de un aburrimiento oxidado. Eran las nueve de la mañana y me preparé el desayuno de tortillas y aceitunas evitando los ruidos, porque ellos cuando despiertan respetan mis sueños, y mi sueño es una liturgia irreligiosa. Cuando yo duermo ellos conversan en voz baja, pero cuando no, a veces los escucho charlar del menú que les sirvo: Mirá che –dice Custoe que es de Buenos Aires-, este hombre no me cambia las pilas hace dos semanas y tú que te quejas de la pepas que te tira todas las mañanas, esas son boludeces Julito; y Julito no responde, y mueve la cola advirtiendo mi presencia. Entonces cambian de tema al clima, las mujeres o la política.

Custoe se queja siempre, además de buzo a pilas es una queja con aletas. Quiero cigarros. Quiero mate. Quiero tango y milonga y mujeres. Yo no digo nada. Es un buen tipo, le hace compañía a Julio desde que entró en una tristeza cuando supo que en lo que estaba era una pecera, y que debía comer la dieta que le recetó mi amigo el veterinario. Entre los dos hay una buena amistad. He descubierto que Julio tiene unas palabras maravillosas que nunca hubiera imaginado, como ‘honrar’, ‘escafandra’, ‘polizón’ e incluso ‘estatutaria’. O frases como: ‘la tristeza de los domingos es tan triste que yo no la considero tristeza, sino felicidad negada’ o ‘la astrología es algo que uno no entiende cuando es un pez’ o cuando dice sarcástico y ya con un acento argentino que le pegó Custoe: ‘estoy como pez en el agua’. En cambio Custoe antes de iniciar una conversación salvaje de tres horas sobre un mismo tema, dice, vamos a tocar una obra --- muy profunda --- que se llama --- chipi chipi, bum bum. Y así comienza, como Charly García.

Una vez Julio, cuando se enteró que estaba en una pecera intentó suicidarse. Un pez suicida, me alarmé. Saltó fuera de la pecera y comenzó a temblar sobre el piso, no dijo nada. El veterinario, que estaba ahí y que también es psiquiatra lo vio todo. Entonces recomendó terapia, y lo que sucedía era que Julio quería un amigo. Entonces compré a Custoe a un dólar noventa y nueve y punto final al asunto. Se llevan bien desde el primer momento. Son buenos amigos, un francés y un argentino. Buena combinación improvisada.

Los dos se han despertado y se han dado los buenos días, me han visto pero ellos siguen en lo suyo, conversan de sus ojos. Julio come sus pepas. Se atoró y se ha muerto. Cojo a Custoe, le cambio las pilas. Tiro el agua de la pecera. Y traigo a un nuevo Julio otra vez. Ojalá Custoe se acostumbre, y no lo patee tanto, como al anterior.

Texto agregado el 24-07-2005, y leído por 139 visitantes. (0 votos)


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