Caminaba sin saber donde lo llevarían sus pasos, no podía creer lo que había sucedido Recordaba el día que empezó esta historia.
Había pasado el día trabajando, cansado manejaba por la carretera, como siempre estaba sin luz y solitaria. Le apetecía una cerveza bien fría, divisando las luces de un pequeño local detuvo su vehiculo y fue en busca de la fría.
-¡Buenas! Dame una fría.- dijo al camarero, sentándose y contemplando el ambiente. Era un salón de baile. Veía varias parejas muy acarameladas.
Recordó de pronto a Bella, voluptuosa secretaria de su oficina. Había pasado agradables horas con ella, pero en las últimas semanas evitaba su encuentro. Cansado y hastiado decidió seguir su ruta.
Entro en su carro deseando llegar pronto, un buen baño y sueño lo despejarían.
A pocos metros del salón de baile vio caminando a una joven, - ¡Santo Dios, que hermosa!- Pensó deteniéndose.
-¿Puedo ayudarla? ¿Qué hace tan sola por aquí?
Ella lo miró con ojos lloroso y sentándose le dio las gracias, confesándole que camina sola porque perdió el auto de sus amigos que estaban en la playa. No sabe que les paso ni porque la dejaron.
El atrapado en su belleza y aquella dulce mirada se ofrece a llevarla a su hogar.
La joven agradecida dice llamarse Elena Valdivia y da su dirección.
Siente por vez primera la necesidad de seguir con esa mujer, cuestionándose si será amor a primera vista. Llegando a la casa de la joven le pide permiso para visitarla, ella sonriéndole le dice que si y él feliz parte deseando que amanezca para verla de nuevo. Sabe por ella que no tiene novio y crecen sus esperanzas de un nuevo día.
Ha pasado el día con la ansiedad del reencuentro, dentro de pocas horas vera de nuevo a Elena.
Toca la puerta y un señor de unos 50 a 60 años le abre.
-Buenas, perdone la molestia, ¿Podría ver a Elena Valdivia?-
- ¿Elena?- responde el señor sorprendido.
-Si, señor. Yo soy Pedro Gauss, el que ayer la trajo al encontrarla perdida. ¿Usted es su padre?-
-Si lo soy, entre, creo que tenemos que hablar.
Pedro escucha al señor, su corazón y mente se niega creerle pero las pruebas le demuestran la verdad. Elena, ¡Su Elena! murió hacen tres años en esa carretera junto con tres amigos más. Su padre con lágrimas en los ojos le muestra su foto. Pedro siente que nada importa ya, ha perdido el amor, ha perdido la única mujer que sabe lo hubiese hecho feliz.
Sus pasos guiados por su corazón se detienen, allí esta el cementerio, allí el cuerpo de su amada. Ahora sabe que hacer.
En aquella carretera repite sus pasos, para en el salón de baile, pide su fría, de nuevo sigue su ruta y allí a pocos metros la ve. Ella le sonríe y dice. - ¡Te esperaba!.-
Al otro día asisten al funeral de Pedro Gauss, muerto trágicamente en un accidente en la carretera.
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