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para Valeria

El día que vayas, recorre lo turístico, no está de más, aunque sea lo más manido que puede haber en un lugar, y, cuando te canses, busca lo que te voy a decir: tendría que haber una cantina en una cerrada cuyo nombre no recuerdo y poco importa. Tendrías que sentarte en la acera de enfrente a observar el edificio un momento: los ventanales opacos por la mugre, la fachada blanca pero de vieja, las letras casi ilegibles y cortadas ya nadie recuerda desde cuándo y donde sólo se lee Cantina La Es; las cuarteaduras de las paredes donde de un momento a otro podría comenzar a desangrarse toda la arquitectura. Observa el conjunto y trata de soñar todas las historias que allí habrán acaecido, los asesinatos, las riñas, las risas sobre todo; toda la vida de la que una cantina está preñada. Toma una foto si te parece pertinente, aunque sepas que no hay aparato alguno que pueda registrar lo que verdaderamente ocurre cuando algo ocurre. Deberías respirar hondo varias veces para ganar coraje y entrar, porque vas a percatarte de dos cosas al instante: que el silencio es insólito, aunque la cantina esté casi llena, y que el aroma a orín es lacerante. Tras unos minutos, aunque te repugne y sorprenda, lo vas a dejar de notar, porque se te habrá impregnado de tal forma y te habrás unificado con él, que tú misma tendrás ese fétido olor a meados amargos de borracho. Tendrías que ubicar rápidamente una mesa prudentemente alejada de todos. Seguro encontrarás alguna. No mires fijamente a nadie. Ya tendrás tiempo para eso. No notarás que algunos te mirarán con recelo y otros, con lascivia. Cuando el mesero se te acerque no repares en sonreírle, es buena persona, se llama Vicente. Podría incluso llegar a ser como un padre para ti, podría darte serenos consejos sobre todas esas cosas que piensas y callas, pero el salto a ese camino no lo darán, así que limítate a ser amable con él y pídele una cerveza de barril, una Kloster clara. Cuando bebas tu primer refrescante trago podrías empezar a ver el lugar ahora por dentro. Observarás una vieja rocola en un rincón. Podrías levantarte para ver qué canciones tiene y hasta podrías tener la osadía de meter monedas para elegir un par, pero eso te daría mucho miedo; no podrás saber que a nadie le importaría mucho que pusieras una canción, ya las conocen todas y lo mismo les da escuchar a José José que a Madonna. Tendrías que ver los techos tan altos de la cantina. Al segundo trago ya sería momento para empezar a ver a la gente. Nada fuera de lo común, de lo esperable. Pero en el rincón opuesto al tuyo, verás a un tipo solo igual que tú que bebe una bebida roja y sulfurosa, que tendrá la cabeza apoyada en la mano y mirará fijamente la mesa, postura que desde hace siglos se considera como la estampa del melancólico. Ese individuo seré yo. Me mirarás fijo porque te retendrá la vista mi soledad. Podrías ensoñar mi timbre de voz, la suavidad de mis manos, las cosas que me entristecen, las cosas que no he hecho y las veces que tuve el deseo de ser otra persona de la que soy. Notarás lo fácil que te resulta imaginarme cosas, lo bien que me acomodo a tus fabulaciones. Levantaré la cabeza directamente hacia ti atraído, imantado. Nos sonreiremos. Todo estará sabido. Tendríamos que hacer algo ya, ahora, porque la aeromoza ya ha anunciado que aterrizaremos en pocos minutos y hay que abrocharse los cinturones. Al tocar tierra uno tiene que hacer muchas cosas, trámites, traslados, y se pierde uno en el tráfago de lo cotidiano. Tendrías que levantarte y poner una canción de José José, que nada te importen los demás, tendrías que venir a mi mesa y preguntarme qué hace un tipo como yo en un lugar como ese. Tendrías que venir tú porque yo no puedo, aunque sea una cantina anodina y tenga mi bebida roja sulfurosa apuntando hacia mi boca. No te levantas. No hay canción de José José. Pero ya evoco una mientras me bajo del avión. Es lo único que me queda. Tendrías que existir. Sólo me queda la canción, el vacío y el nombre incompleto de la cantina.

Texto agregado el 09-03-2006, y leído por 123 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
09-03-2006 Que buena narración, en verdad me gusto, tiene de todo además de calidad, saludos derian
 
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