Al momento de cruzar esa puerta ella ya lo sabía; no era premonitorio, pero también sabía lo que arriesgaba.
Miedo, fue la primera palabra que se le cruzó por su cabeza, miedo oculto que nadie entendía por qué estaba ahí...sólo el bastardo y ella. El amor que ella sentía era demasiado grande y no lo quería perder.
Ella ingenuamente sabía a lo que iba; antes de salir se puso un colales negro y su sostén más lindo; se arregló, se pintó, estaba todo listo, pero ella no entendía qué iba a pasar.
Con unas suaves caricias y un falso te amo comenzó la aventura de ser mujer; con un suave roce por los labios y por la piel, ella se ahogaba en su última esperanza y en su primer gran miedo de niñez.
Era tanto el amor que ella sentía que se entregó; por un día jugó a ser mujer...ahora, ya lo es...