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Todas las señoritas del colegio católico "ave Maria" guardaban ya sus libros lentamente con un aire de fastidio, faltaban ya 2 minutos para que el reloj marcara otra vez como todos los días la hora más esperada de Alicia, las 3 de la tarde, hora en que cómo era su costumbre, vería a Esther, su hermana mayor parada frente a la puerta de salida de la escuela junto con muchos padres que también se disponían a reencontrarse con sus hijas como si fueran dos pedazos de mierda unida que nadie se atrevería a separar otra vez. Sin embargo esta vez Esther no estaría parada frente a la aburrida mirada de Alicia tratando como siempre de que el joven del gorro blanco y bigote que siempre la acosaba con su mirada la hiciera sonrojar mientras él vendía sus helados Holanda, esta vez no, esta vez estaría dejandose tocar la vagina por un escrupuloso médico. Alicia no era precisamente rebelde, sin embargo si era un poco inadaptada y no compartía ciertas ideas y comportamientos de las otras señoritas que tan pulcramente vestidas la acompañaban en su salón de clases, y era eso lo que la orillaba a hacerse amiga de las jovenes mas rebeldes e indisciplinadas del aula. Era viernes y Alicia se alegraba de no haber visto a su malhumorada hermana que siempre la regañaba durante todo el trayecto de escuela a casa por verla salir con "ese par de demonios" como les llamaba Esther a las amigas de Alicia, así que este día no tuvo reparo en acompañar a Mariay Julieta a donde acudían todos los viernes después de clases para recuperar su tranquilidad perdida por el stress durante la semana. A dos esquinas de la escuela un joven de cabello largo y gafas obscuras junto con otro que sólo traía una gorra estaban rodeados por quizá 5 o 6 niñas del mismo colegio que Alicia.

-¿a donde vamos?- preguntó Alicia ingenua al ver a los chicos, nerviosa pero dentro de sí emocionada.
-vamos a comprar mota- le contestó Julieta discretamente, Alicia había escuchado "mota" algunas veces en televisión y en los periodicos pero no estaba muy segura de lo que era, solo que era una droga, así que se hizo la valiente y camino a su lado con fingida seguridad.

El joven de las gafas obscuras saludó a Julieta alzando despreocupadamente la cara y ella respondió de la misma manera. "Lo de siempre" dijo Julieta como un a costumbre que compartía con Maria sabiendo las dos lo que hacían y enfrentando la cara del dealer con seguridad e incluso, precisó Alicia, con confianza.

Alicia era a veces tímida, la mayoría de las veces reservada pero pocas ocasiones como esa la hacían sentir especial, diferente, había violado la ley impunemente a un lado de la estricta y respetable escuela "Ave Maria", siempre había despreciado las normas morales tan patéticas que imponía la escuela y hoy las había roto y había salido con exito. Era un día especial para la tímida Alicia.

Caminaron tranquilas hacia la casa de Maria, era una casa amarilla de dos pisos, vivía con sus padres y ambos trabajaban, de algun lado salía el dinero para su colegiatura, su madre llegaba hasta las 6 y su padre hasta las 9 así que tenían un buen tiempo para disfrutar de su adquisición. Abrieron la puerta y subieron las escaleras hasta la azotea de la casa, Alicia pensó que quizá su hermana debía estar furiosa, pero una ocasión así era especial. En el cuarto de la azotea dejaron sus mochilas en el suelo y se quitaron los sacos del uniforme, a sus 17 años, Maria y Julieta dejaban ya ver unos senos firmes y curveados, igual que Alicia que era un año menor que sus compañeras. Fabricaron una improvisada pipa con una manzana y comenzo el viaje, la primera en fumar fue Julieta, la que mas experiencia tenía, después Maria y al final Alicia, que por su inexperiencia tuvo con dos toques para quedar en las nubes, al principio sintió panico al ver que sus amigas se reían de ella pero al poco rato comenzo también a reirse sin razón, junto con Maria y Julieta que miraban el televisor en el canal católico entradas en lo que la consejera matrimonial decía tan convencida. Sentadas en la cama, Alicia somnolienta recostó su cabeza sobre las piernas de Maria mientras ésta acariciaba sus cabellos. Julieta, la mas aventada hizo lo mismo sobre las piernas de Alicia mientras metía la mano debajo de sus faldas, su respiración iba cada vez mas rapido, Julieta comenzó a acariciar el clitoris de Alicia mientras ella, animada ya hacía lo mismo con el miembro de Maria, Julieta se acariciaba a sí misma mientras acariciaba también el clitoris de Alicia, de pronto todo era una orgía lesbica adolescente. El programa católico sobre consejería matrimonial había ya terminado hacía rato y ahora frente a las caricias vaginales y lengüetazos en los pezones, el televisor mostraba un crucifijo enorme de alguna catedral donde Juan Pablo II balbuceaba un discurso sobre la importancia de la castidad en la juventud, Alicia tenía ya mojadas las pantaletas.

Texto agregado el 29-03-2006, y leído por 406 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
30-03-2006 Consejo: hace un curso de escritura...violas ciertas reglas basicas y no veo una rebeldia solo un poco de incoerencia..la historia gustó aguarias1
 
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