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Sin rumbo (probando suerte)

Con un boleto de tren en la mano, una historia se iba dejando de lado.
Una hoja en blanco en la maleta y una ilusión en la mente.
Decidido estaba para por fin emprender su recorrido.
Un destino incierto, pero una ruta bien establecida. Cualquiera que fuera el futuro, no hablar marcha atrás.
Ahora todo se reducía a esto, la decisión estaba hecha.
El final debería ser mejor que lo que ahora dejaba, enfrascado, hermético, alejado de todos y de todo, con el único fin de borrar la existencia de un hombre que nunca se atrevió a mas.
Tomo su maleta y emprendió el viaje que lo llevaría a los mismos lugares que en su vida pasada, pasando por las mismas estaciones, recorriendo los mismos caminos, tomando los mismos rumbos, robando las mismas historias.
Muy dentro de si, respiro, exhalo el un aire de esperanza perdida y vio como el tren avanzaba.
La gente como siempre lo acompañaba, el tren siempre estaba lleno.
Murmullo por todos lados, sueños divulgados, historias revividas, encuentros inesperados, pasiones imaginadas, todo se encontraba ahí, dentro del vagón, en donde pasaría el resto de su viaje, hasta el día en que se encontrara por fin su estación y con ella iniciara por fin la historia que siempre ha querido contar, pero tal vez para eso tendrían que pasar centurias, tiempo que por supuesto no disponía.
Su poco tiempo lo vendió, un día que estaba chico, la paga una promesa de que todo ese tiempo algún día serviría para encontrar la felicidad, pero no fue así.
El plazo de la esperada recompensa se venció hace ya varios meses, y no ha recibido respuesta de aquellos libros, de aquellos lugares de trabajo en donde invirtió su tiempo para recibir un poco de felicidad.
La primera estación llegaba y la gente comenzaba a salir. ¿Cómo saben ellos que eso es lo que de verdad les conviene? ¿Cómo saber si ese es su rumbo?
No lo sabía. En ese momento recordó a la niña que llego a su cabeza un día de ocio. Sse apareció simplemente ahí en el pastizal, no le predecían huellas, no se reconocía su aire, solo emergió de la nada.
Recordó la conversación, recordó la pregunta que le hizo, como con una voz tímida preguntó: ¿de donde vienes pequeña? Como la chica le contesto con tono incauto, infantil: ¿Acaso importa de donde venimos? ¿No lo que importa es a donde vamos? Y a donde vas niña, quien te acompaña que es lo que esperas, esas fueron las preguntas que pudo recordar, pero lo que mas estaba presente en ese momento fue su respuesta.
“No acaso para eso viajamos, no a caso para eso venimos al mundo, para descifrarlo, por que, que malo seria nacer y viajar sabiendo a donde vas a llegar, a las personas que vas a conocer a los amores que vas a extrañar”
Tal vez eso aplique ahora, ninguno de ellos saben si esa es la estación correcta, si bajarse es una decisión, pero ellos si viven su vida, por que tal vez no es vida, planearlo todo, tal vez por eso no ha llegado el pago.
El tren prosiguió con su marcha, la lluvia empezaba y la visión se empezaba a nublar, todo ahora se concretaba en el vagón.
Los ruidos de la locomotora todavía no eran lo suficientemente fuertes para callar a esas almas que imaginaban todo lo que les esperaría la estación esperada.
Las ideas, el sentimiento de incertidumbre, todo eso estaban en su cabeza mientras el tren se detenía, una maraña de voces se alojaban dentro de el. La incertidumbre lo invadía cada vez más y más.
Con el pasar de los durmientes las dudas se hacían más presentes, el miedo empezaba a hacer su aparición, la lucha que siempre trataba de evitar empezaba a mermar su cuerpo, todo se hacia borroso, todo empezaba a desvanecerse a perder forma antes sus ojos incautos, no resistiría mucho tiempo, sin poder soltar un grito, pero esta fue opacado por el silbar de la locomotora que anunciaba la segunda estación.
Sin más, como un instinto, o tal vez por un simple capricho, tomo su maleta y saco su hoja, con el único fin de llenarla de todo lo que encontrara en la estación que tal vez no le pertenecía.
Todo era diferente, pero familiar, todo era gris pero con matices de color, la gente que me recibía era la misma que en tiempos anteriores, pero tenia un toque de misticismo, el lugar acogedor pero a la vez hostil.
Salio, y una nueva aventura inicio.
Un tiempo pasó, ahí acogido por la felicidad vacía y por su siempre toque esperanzador, por la imaginación de que tal vez y por fin ese era el lugar en donde siempre habría querido emprender el viaje.
Una persona llego a su vida, tal vez también seria la persona que finalmente cumpliera el compromiso de llenar aquello por lo que dejo atrás su vida pasada.
Lo vio como una vida, pero en realidad fue tan poco tiempo, en donde su nueva compañera, en donde su nueva compañera de batallas estuvo junto a el, por que un día sin mas partió rumbo a la niebla, rumbo a aquello que desconocía, se fue sin mas, con la hoguera encendida y le herida abierta partió, solo pocas palabras bastaron para confirmar que las sorpresas nunca son buenas
Un día lleno de alegrías, una noche llena de olvido, de tristeza.
El lugar donde estaba se empezó a derrumbar, poco a poco las colinas se vinieron abajo y lo árboles solo quedaron mirando como lo que la felicidad había creado se destrozaba.
Después de la catástrofe, lo que quedó fue un espíritu roto, una sensación de equivocación, un rencor, un error a flor de piel, todo mientras los colores hipócritas se volvían a crear y las risas se volvían a escuchar y el tren volvía a pasar.
No había mas para el en esas tierras, donde la hoja no fue llenada, sino destruida, con el agua de las lagrimas que emergieron al ver destruida su fantasía.
Las palabras se fueron corriendo y las oraciones se fueron olvidando, pero en su mente se hacia mas grande la desilusión y la tristeza. Aquella tierra encantadora, aquellas personas amigas, todo fue el mismo espejismo de antes.
Y ahora? Que quedaba?
Solo una cosa por hacer, fue vendió algo de su orgullo y con ello junto para un boleto, otro boleto mas.
Llegó el tren, en la maleta ni los recuerdos quedaban, solo dolor y desilusión, lo acompañaban.
De nuevo subió, de nuevo vio a la gente en el vagón, con los mismos rumores, con las mismas ideas, todo era tal y como lo recordaba.
Solo era él un pasajero que se atrevió , pero que tal vez no podría hacerlo de nuevo, solo era otro mas, que esperaba la siguiente estación para probar mejor suerte.

Ser ahí.

Texto agregado el 20-05-2006, y leído por 107 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
21-05-2006 esa pequeña de la q hablas tiene mucha sabiduría... gusto me da q la hayas escuchado Un abrazo Myadermond
20-05-2006 Porque también es importante saber partir. Saber añorar que llegue el tren cuando no nos queda nada en el lugar en el que estamos. La cuestión es, ¿cuántas cosas hemos de vender, que nos pertenecen, para poder llegar al destino final? Si el tiempo y el orgullo se nos acaba, ¿que sigue? ¿Seremos pasajeros eternamente? Queremos creer que no. ítaca está al final de la historia. deaguasprofundas
 
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