Los Dragones son unos animales como los cocodrilos, pero con alas y echan fuego por la boca.
A veces, raptan a una Princesa y la encierran en la torre más alta de su castillo.
La Princesa, asomada a la pequeña ventana, llora y grita pidiendo ayuda.
¡Socorro, socorro! ¡Sáquenme de aquí, este malvado Dragón no me deja salir!
El Caballero, que pasa cabalgando por allí, con su armadura, su casco, su bufanda y su larga espada, oye a la Princesa y se acerca al castillo.
¿Qué os ocurre Princesa? ¿Por qué lloráis de ese modo?
¡El Dragón me tiene secuestrada! ¡Sácame de aquí, Caballero! ¡Sácame de aquí!
¡Ea, Dragón, suelta a la Princesa o ven a luchar conmigo!
El Dragón sale por la puerta principal y se planta, todo verde, en la explanada del castillo.
¡Che, Caballero, vete de aquí o te achicharraré con mi fuego!
FFFUUU, una vez. FFFUUU, dos veces. El Dragón lanza sus
llamaradas sobre el Caballero. Pero a este no le hace daño, pues se protege con su escudo y su bonita bufanda.
FFFUUU, FFuu, Fff, ff, f, larga sus últimas bocanadas de fuego.
El Caballero. ¡Ahora verás, malvado, te pincharé la barriga con mi espada! ¡Ahora verás!
Y PIN, PAN, PIN, lo pincha en la barriga y la cola, en la cola y la barriga.
¡Ay! ¡Ay! No me pinches más Caballero, quédate con la Princesa, pero no me pinches más que me duele. ¡Ay! ¡Ay!
El Dragón abre sus enormes alas y plaf, plaf, plaf, huye volando por el cielo.
La Princesa baja corriendo por las escaleras.
¡Gracias, gracias, Caballero! Mi padre, el Rey, se pondrá muy contento. Solicita lo que desees que Él te lo concederá.
El Caballero. ¡Oh, Princesa, lo único que deseo de vos es un besito para mí, y otro para quien ha contado el cuento!
Y, colorín colorado...
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