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Dos veces lo vi... solo dos, se lo juro... y por Arturo... yo trabajo en una empresa de seguros, por cierto esta es mi tarjeta... La primera vez que lo entrevisté, sucedieron extrañas situaciones, pero trato con tanta cantidad de gente, tan disímiles unos de los otros, que, no afirmo estar acostumbrado... todavía me asombro de ciertas circunstancias y personajes... pero me resulta sencillo enfrentarme a un equis tal de personalidades bien distintas...

Una vez aseguré un cuadro en blanco, el marco de un cuadro portador de un lienzo en blanco, considerado de un valor incalculable, el padre de este señor, Aleaga era su apellido, murió mezclando óleos que usaría para ese cuadro, un obra que si bien no alcanzó su apogeo estaba proyectada... eso me explicó cuando aseguré la pieza... que el padre, el artista, ya había visto en su plan, que sería de esa tela blanca... una locura... podría haberme reído sin fin... pero me limité a mi labor y es lo que hago... perdón, estoy mintiendo lo que hacía hasta conocer a Víctor...

Yo vivo con mi gato, Arturo, un persa de 6 años que me resulta de gran compañía... Todas las noches llego a casa y mi primera misión es alimentarlo, lo hago de maneras bien sanas y variadas... es todo lo que tengo... Arturo vive a cuerpo de rey... cocino para el igual o mejor que si se tratara de homenajear a otro ser humano... esa noche cocinaba para él un foie a la provenzal... manjar desperdiciado si los hubo... sonó el teléfono, no el celular porque quedó sin batería, el de línea, que está en mi cuarto... a veintidós metros y medio de la cocina, es que mi casa es antigua, muy amplia, he decidido ponerla en venta, ya no podré limpiarla a fondo los fines de semana, si supiera de alguien que busque una casa de estilo colonial... no deje de avisarme... perdón, vuelvo... fui allí y en ese diálogo telefónico que perdí la noción del tiempo, quien llamaba era mi jefe, anunciándome la primera entrevista con Víctor, el día siguiente a las diez AM.

Ignacio Arrieta, tal es el nombre de mi jefe, se extendió en detalles de la próxima transacción, indicándome deferencias para con nuestro nuevo cliente, un literato de renombre para los hispano parlantes, un hombre tosco y misterioso, dueño de una fortuna incalculable, obviamente no alcanzada solo por su profesión sino por la suma de herencias que acumulaba celosamente en cuentas bancarias de cuatro países latinos... mas de media hora oí a Ignacio y sus consignas para mi primer encuentro con Víctor Mejía.

Cuando logré regresar a la cocina el hígado era una masa incinerada que Arturo no podría comer... abrí para el una lata de atún al agua, fast food, pero proteínico y sabroso... Yo no cené, fui directo al cuarto de baño por una ducha y luego vuelta a mi habitación, programé el despertador a las seis treinta, no hice más que apoyar la cabeza en la almohada y rendirme a Morfeo en un segundo.

Amanecí empapado en sudor, asustado... no pude recordar nada de la pesadilla que me atormentó la noche entera... bañé mi cuerpo, lo sequé... elegí mi mejor ambo y salí hacia la oficina olvidando el desayuno de Arturo... Imperdonable... Mucho calor en la City Porteña... un exceso de olores a protesta, demasiados caminos cortados... esa mañana hasta Esther, la secretaria de Ignacio, llegó con una demora de más de media hora... lloraba desconsolada, pobrecita... más de veinte años al servicio de los Arrieta y su primera llegada tarde a causa de esos hombres y mujeres que hartos de no dar más, reclaman tan justificadamente por sus derechos...

Nadie manifestó disconformidad, por suerte... el mismo Ignacio se demoró... revisé unos contratos pendientes y anticipado salí rumbo de la dirección de mi nuevo cliente, uno que haría al cobro de una comisión importante... al llegar a la casa, con trece minutos de atraso, un amo de llaves me guió hasta una sala digna del mejor cine europeo, decenas de antigüedades muy bien dispuestas que brillaban hasta relucir, un mate labrado en madera y peltre que me recordó al que usaba mi abuelo Simón en sus desayunos, un par de cuadros de desnudos masculinos, sembraban rubor en mi cara... una tetera humeante de porcelana lista para un desayuno de trabajo y su aparición repentina envuelto en una Robe de seda negra.

Me puse de pie... le extendí mi mano...

- Sin tanta formalidad, ponete cómodo... desayunaste.

- No, pero no se moleste...

- No es molestia querido... y por favor no me anules tratándome de usted...

- No me presenté...

- Ariel Furlong, el mejor vendedor de seguros del país...

- Si usted lo dice...

- Perdón... vamos de nuevo si?

- Si vos lo decís...

- Tu edad...?

- 26... cumplo 27 en dos días...

- Estás invitándome a tu cumpleaños...

- Sería un honor... aunque me obligaría... no suelo celebrar fiestas por mi natalicio...

- Sos rápido no???

- Argentino

- En efecto...

Su calidez hizo en mi una comodidad inmediata, hablamos por mas de dos horas de Política, Historia, Letras, Movimientos Artísticos... un deleite... un verdadero deleite que nunca hubiera proyectado al primer momento del encuentro.

El hombre que lo asistía vestido de negro también, irrumpió en esa paz, portando un teléfono inalámbrico que Víctor dudo en atender...

- Malos días... estoy ocupado ahora... recuerdo haberte explicado los motivos por los que no quiero volver a hablar de esa cuestión...

Estalló en cólera... rebatió los improperios mas soeces que pude escuchar de un hombre de su cultura y cerró la escena reventando el aparato contra la pared de espejos de la sala, notó mi presencia, me pidió disculpas, se deslizo apoyado sobre su espalda, por la pared hasta el mármol helado y echó a llorar con un grado de angustia irrefrenable, no se por qué, pero sentí la necesidad de contenerlo, entonces fui hacia el, lo abracé, permanecimos así una eternidad, hasta el momento en el que cesó de llorar, levantó su vista a mi rostro, primero a mis ojos, luego a mis labios, acercándose lentamente a ellos y rozándolos casi de manera imperceptible, con tanta tibieza y dulzura, que logró desaparecer el control de mis actos hasta encontrarme besándolo con la mayor carga de amor que hube experimentado...

- Podemos hablar de un importante grado de intimidad con el señor Mejía?

- No entiendo...

- Hablo de estas mariconadas que...

- Mal habla señor...

- Explíquese mejor entonces Furlong...

- Usted interrumpió... no prejuzgue... no vuelva a hacerlo, me hace daño...

Caía la tarde en Buenos Aires, se avecinaba una tormenta que terminaría con la insufrible humedad de la ciudad... las protestas se silenciaban, los hijos de esta tierra, retornaban a sus hogares de sus labores cotidianas, los trenes se repletaban de almas sedientas y agobiadas... los ojos de Ariel se humedecieron tenuemente, sonrió aún mas suave...

- De que se ríe Furlong?

- La ironía del destino señor... la vida de un hombre puede modificarse de monótona y vulgar a la pudrición más extrema, en solo un segundo... ojalá nunca suceda en usted algo similar... no puedo hacer registro de mis emociones como para explicarle claramente que siento en este preciso momento... lo que siento presumo podría ser el vacío, la nada... y siento paz también... mucha paz... solo me aqueja la incógnita de saber que será de Arturo... ahora está solo en el mundo... como yo, usted tiene familia?

- Una esposa, dos hijas, un perrito callejero y una gata persa de 5 años de edad, Amanda, así la bautizaron mis hijas...

- Podría usted hacerse cargo de Arturo... no le ocasionará molestias, se manifiesta con la educación de un Lord Inglés, carece de instintos sexuales, lo asistieron clínicamente a tales fines... le aseguro una cuota por manutención de por vida, costear los gastos que produzca Amanda también... no es un pedido más, es una súplica...

- Lo consultaré... entenderá que no vivo solo... las decisiones importantes se toman en conjunto... una reunión familiar y sanseacabó... mañana le contesto...

- Tengo una foto de el entre las pertenencias que me quitaron, ahora es suya... muestre a sus hijas y esposa el rostro de Arturo, verá que no podrán resistirse...

- Si no dispone lo contrario quisiera volver al tema que nos convoca...

- Hoy no... estoy cansado... debo juntar fuerzas para contar todo aquello que no creerán... y rebatirán con preguntas que no podré responder...

- Inocente o culpable...

- Culpable... es un hecho no?

- Hablamos de lo mismo entonces...

- No...

- Hasta mañana Furlong... descanse...

- Si me promete que alguien esta noche alimentará a Arturo...

- Lo haré yo personalmente... más tranquilo?

- Ahora si.

(continúa)

Texto agregado el 31-08-2006, y leído por 213 visitantes. (0 votos)


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