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Mientras él hablaba y sostenía firmemente un cigarro en su mano, ella lo miraba aparentando poner atención a sus palabras. En realidad, su mente recordaba escenas de su historia juntos, aquella que construyeron durante años.
Recordó lo extraño del momento en que lo conoció… Ella estaba acompañando a una de sus primas a comprar ropa en un mall, cuando se le acercó un atractivo hombre pidiendo ayuda para comprar una falda para su madre; la que más tarde se volvió uno de sus mayores problemas.
Salieron un por un tiempo y sin darse cuenta, al cabo de unos meses, ya estaban viviendo juntos en un departamento que compartían con un amigo de ella.
Ambos aprendieron a convivir con sus diferencias, hasta que la tolerancia fue acabándose y cambiando por la rutina. Recordó el primer día que lo llevó a su casa con sus padres, lo nervioso que estaba y la cantidad de vasos que quebró hasta que se sintió cómodo en la casa de ellos. Se dio cuenta que todo lo que antes había sido detalles que adoraba, en un momento se volvieron diferencias que los fueron separando.
De pronto volvió a escuchar a su marido. Lo miró fijamente a los ojos y por más que lo intentó no descubrió al hombre que tenía en sus recuerdos, hasta ese momento lo había justificado con el trabajo, la casa, el cansancio, pero nunca se había dado cuenta que simplemente ya no eran los mismos, y que el cambio lo habían hecho cada uno por su lado, hasta llegar hoy, a no saber quien era la persona con que vivían.
Él se paró y se dirigió al baño, lo vio alejarse y notó que su caminar era más lento. Mientras él estaba en el baño, ella se dijo que tal vez podrían retomar el tiempo perdido y podrían redescubrirse como pareja, sentía que aún lo amaba y que todo podría cambiar si ambos lo intentaban.
No habían tenido hijos, después de un tiempo de intentarlo habían preferido dedicarse a tener mejor situación para ellos y los hijos que vendrían después. Cuando se casaron querían tener tres hijos, dos hombres y una mujer. Se dio cuenta que la situación la tenían hace tiempo y que los hijos nunca habían llegado.
Cuando él volvió, todo lo que había querido decir sobre continuar juntos ya no tenía razón de ser. Como podía amar a alguien que no conocía y con quien no tenía ni un lazo por el que seguir juntos.
Lo volvió a mirar, mientras él protestaba por su actitud pasiva frente a sus palabras. Después de un rato se decidió a decir:
- Aunque nunca antes me di cuenta o peor aún, no quise verlo tienes razón, la vida es más de lo que tú y yo tenemos. Nosotros fuimos una vez un todo, hoy solo somos dos mitades que cada día se separan más y más. Siempre quise hacerte feliz, que disfrutáramos por siempre el amor que nos unió al principio, que me hicieras feliz. Ser parte de todo lo que tuviese que ver contigo, yo supiera todo de ti y que tú supieras todo de mi, que todo fuese parte de nuestra historia… que miráramos atrás y solo viéramos risas y juegos, y que hoy no fuésemos dos desconocidos. Me encantaría creer que todo se arreglara en unas vacaciones, por que lo necesitamos es tiempo para nosotros, pero ya es tarde, no hay nada que arreglar por que ya no tenemos nada… Ahora lo que realmente necesitamos es tiempo para cada uno, solo. Te deseo lo mejor, te quiero y conmigo siempre podrás contar.



Se fue a la pieza, mientras caminaba sintió un dolor en el pecho que no se lo esperaba, se dio cuenta que le dolía esta decisión más de lo que ella hubiese podido pensar.
Tomó su maleta metió dos o tres cosas, como nunca. Trató de grabar ese momento en su memoria. Avanzó lentamente por aquel pasillo, quería grabarse cada detalle de aquella casa en la que alguna vez fue feliz.
Se paro delante de él, lo besó en la frente y mirándolo a los ojos le sonrió.
Se dio vuelta y comenzó su caminar. Por primera vez en años caminaba sola de verdad, no sólo sintiéndose sola, ya no tenía que inventar un tema para poder hablar o pelear para tener una conversación, no debía consultar si estaba bien o no algo, solo caminaba mirando a su alrededor con sus ojos llenos de lágrimas.
Al doblar la esquina, se compró un helado y se sentó en una banca de la plaza, hasta que cayó la noche.

Texto agregado el 07-09-2006, y leído por 81 visitantes. (0 votos)


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