Era tan tarde para empezar una noche de juerga. Pero era muy temprano para ir a casa a dormir...Que extraña es la noche cuando tu trabajo es de noche y tu vida es en el día.
Salí de mi turno y decidí irme a casa caminando, a sabiendas de que me exponía cara a cara con la noche y sus secretos. Una noche que se percibía tranquila, por lo mismo mas perturbadora que nunca. Dicen que antes de la tormenta viene la calma.
Yo solo quería ver algo novedoso, algo nunca antes visto, de esas historias que te cuentan, personas ebrias de mentiras y licor, nostálgicos de una vida que no tienen y que exageran o inventan situaciones para no sentir que sus vidas son tenues y que se pueden agitar sólo con un aleteo de un colibrí.
Iba con los sentidos muy dispuestos, las orejas eran unos sensores, los ojos veían los malos pensamientos de los árboles de la calle, mis pies viajaban sobre puentes y carreteras hacia historias que la gente nunca me creería.
Pero no sucedía nada. Decidí relajarme y ver las cosas mas tranquilamente, no presionando a la noche. Después de todo, las mejores historias suceden cuando menos te lo esperas.
Ya casi llegando a mi casa, enciendo el último cigarro de la ruta, estaba tan enceguecido por buscar algo que nunca sucedería que llegué a omitir un detalle no menor. Estaba parado en la entrada de un motel.
"No esta noche. Hoy no me tiene ningún regalo la vida", pensé mientras me acordaba que tenía que llegar a casa y llamar a mi novia, para decirle que (lamentablemente) no me sucedió nada desde el trabajo a mi casa.
"Esta noche, los designios de la noche no trabajan", decía en voz alta, "La llamaré para ver si quiere hacer algo, aunque sea muy tarde, total a esta hora nadie tiene un panorama muy claro de lo que va a hacer".
Luces, un auto, sale del motel. Un hombre maneja y a su lado una morena. "Bien agradable la mujer del tipo", pienso cuando del asiento trasero sale otra mujer, una rubia aún mas linda que la morena y ahí me quedo embobado mirando al auto que se va, como un mudo cómplice de las correrías sexuales de su dueño.
Corrección. Esta noche, los espíritus no descansaron, sólo que cambiaron de adicto. Esta noche la droga se llama sexo y por esta vez, la aventura se la lleva otro.
Y yo...¿A quién debía llamar?