…que consistió en, mediante razones sagradas, infligir dolor en los demás. Ello se logró mediante la idea del castigo obligatorio y necesario (“purificador”) para con todos aquellos que poseyesen una dudosa fidelidad para con la iglesia y su doctrina (duda casi siempre subjetiva ¿Cómo demostrar que no se tiene pactos con el diablo?). Todo esto conllevó a una dinámica de modo de relación entre los individuos – suspicacia de unos para con otros, castigo como obligatoriedad e incluso el derecho a ejercer la pena de muerte sobre otro individuo - . Hemos, quizás, olvidado las causas de nuestro comportamiento colectivo, fenómeno que dificulta en mucho revertir la dinámica que trajo como consecuencia.

Tal fenómeno (el considerar a otros individuos suspicazmente y abrogándose el derecho a castigarlos – que nos ilustre el comportamiento de nuestras policías aún cuando el fenómeno no se concentra únicamente en ellos), tal fenómeno, repito, ha sido superado en gran medida en algunos países que sufrieron la nefasta influencia del catolicismo o de un catolicismo pervertido. Pero, en América el fenómeno se intensificó abismalmente de manera incomprensible porque pudo ejercerse de la manera más brutal imposible de imaginar sobre individuos sobre los cuales la iglesia consideró oficialmente que no poseían almas, por lo mismo el salvajismo se ejerció de la manera más monstruosamente impune de la que se pueda ser capaz de imaginar – y ha sido así hasta nuestros días, tal engrama está tan profundizado en nosotros que consideramos que los negros traídos para seren esclavos desde África por lo menos deberían mostrarse más agradecidos por el hecho de que los dejamos libres… y no se quieren mostrar agradecidos, para colmo pareciera que quieren ser como nosotros.

Dicha dinámica de maltrato mutuo y gratuito terminó por condicionarnos a un modo de ser como sociedad (y debo aclarar que al decir “sociedad” me refiero absolutamente a todos los habitantes de un estado o terreno que se quiere hacer llamar país Y SIN SERLO, pero pudiendo serlo mediante un profundo cambio de valores que a muchos no nos da la gana de asumir (porque deberíamos entonces reconocer al otro y sencillamente no nos da la gana – por algo creemos que ganamos la Conquista!) y pareciera que estamos incapacitados para revertirla; nos avergonzaría – esta vez sólo a algunos – indagar en las causas, preferimos repetir el error y justificarlo – este es el origen de la desesperanza que nos caracteriza como hijos del catolicismo: sencillamente no somos – y nos construimos mediante formalismos (Constituciones) que en lo absoluto representan nuestras realidades. Simplemente vivimos de la falsedad y no podemos salirnos de la mierda en la que nos hemos metido… ni queremos, ni tenemos logos o inteligencia para ello. Somos tan increíblemente estúpidos culturalmente que seríamos incapaces de reconocer la coca en la coca cola (y tememos a la coca de los indios)

... lo único que sí hemos aprendido ha sido a satanizar todas nuestras posibilidades y a doblegarnos ante quien mejor de nosotros abusa!