Caricias dolorosas, palabras crueles, lágrimas de sangre,… momentos que marcan cada día acompañados por un lo siento y una excusa. Una cárcel escondida en 4 paredes y un corazón esclavo del recuerdo de un sentimiento que ya no existe. Miedo por un final ya escrito, la esperanza es su libertad. Libertad amenazada por un puño. El suspiro de la impotencia y la fuerza de la determinación de huir y aprender a volar sin alas.
Una sonrisa triste, ojos con las marcas de su sello y la vista fija en el suelo, para saber donde pisa por miedo a caer y no levantarse más. Fuerzas perdidas por cada golpe de la vida, pasos inseguros que no conducen a ningún lugar.
Una muerte en vida.
Pero una vida que aprenderá a volar y no mirar a atrás. Porque nadie merece el poder de decidir nuestra vida y nuestra muerte.

Por aquellas personas que vivieron y que viven con miedo por cada golpe y palabra que no se merecieron y no se merecen. Y por aquellas personas que encontraron la fuerza para salir de ello.