Entre las muchas disciplinas en que se aplica la filosofía Zen está la Arquería. Uno de los secretos para alcanzar el estado de meditación perfecta es lograr que el arquero dispare la flecha sin considerar al blanco como un objetivo a lograr.
De ese modo, en relajación absoluta, el arquero toma la cuerda del arco y la estira con una profunda inspiración. para soltarla sin preocuparse si la flecha va a dar o no en el centro del blanco, aunque seguramente lo hará.

Esta filosofía milenaria no resultó demasiado efectiva en el caso del ciudadano alemán Rudolf Mertens. Luego de tres años de práctica diaria, Mertens se presentó al examen final del Doyo Zen de Kioto, ataviado con su túnica negra y la cabeza rapada.

Al llegar el momento, su maestro, Kenzaburo Mikuna, le hizo una señal imperceptible, apenas un movimiento de cabeza.. Mertens respiró hondo y estiró la cuerda mientras recordaba todo lo aprendido durante esos tres años, la postura, el doyo, la mente zen, el desinterés. Casi sin mirar el blanco soltó la flecha. La imagen del Maestro con la vara afilada atravesándole el cuello fue demasiado fuerte para el alemán, que perdió el conocimiento.

Los médicos del servicio de emergencias que cubría el evento actuaron con eficiencia y lograron salvar la vida de Mikuna. Pero desde entonces, en el Doyo se lo conoce como Otoko Kubi Seiya (hombre con el cuello atravesado por una flecha).





© RNPI Nº 155707 - Junio 2008