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LO QUE TÚ QUIERES

Esta mañana salí de mi casa rumbo al almacén para comprar pan para el desayuno. Ya avanzando un par de metros fuera de ella me di cuenta que en la esquina se encontraba Carlos, un amigo de la infancia, quien fue mi primer amigo de andanzas. Hace tiempo que no lo veía, ya no vive en la casa de su abuela donde también viven su mama y su tío. Me acerco y es inevitable el saludarlo, el lo hace y es muy afectuoso, yo respondo y no se muy bien que decirle. Ya no tenemos muchas cosas en común y la última vez que nos vimos me costaba bastante mirarlo a la cara. Aquella vez me contó que iba a realizar un bingo en su beneficio, había perdido el ojo izquierdo en un accidente y necesitaba operarse urgentemente. Ahora llevaba lentes más claros que aquella vez y podía verse un deterioro importante de su ojo.
Me pregunta como estoy, le contesto que bien en todo ámbito, me dice que le han contado que trabajo de profesor. Afirmo que es cierto, el tema en seguida se le torna apasionante. El estudio tres años pedagogía y no pudo terminar por falta de dinero y debido a que nació Natalia su primera hija.
Me dice que conoce los lugares donde yo trabajo y opina de ellos con información y datos certeros. Me agrada su tono y dicción, no lo recordaba así, en ese momento tengo la impresión de que el seria un excelente profesor.
Yo le devuelvo la pregunta diciendo
- ¿Que ha sido de tu vida?
Pero antes de contestarme lo interrumpe tironeándolo del pantalón David, su segundo hijo que tiene cuatro años. Me lo presenta, mientras le dice que ambos fuimos amigos cuando teníamos su misma edad, pero el ni siquiera me mira, esta empeñado en que su papa le eleve el volantín que trae entre las manos. Carlos contrario a lo que pienso, me deja solo he intenta un par de veces sin éxito encumbrar el volantín, David lo sigue y ambos ríen de la situación. Los espero mientras observo la escena, al volver Carlos me cuenta que esta sin empleo estable, que los fines de semana esta a cargo de un grupo de jóvenes que lavan autos en el supermercado, gana por supervisarlos pero también por lavar algunos él mismo. Pienso en decirle que llevare mi auto donde él, pero creo que no es prudente. Se ve conforme, me dice que no es gran cosa pero que el dinero no esta mal mientras encuentra algo mejor.
Es sábado en la mañana y el viene a dejar a David con su abuela para que lo cuiden mientras el trabaja, Natalia por su parte queda al cuidado de una tía materna. La madre de ellos y pareja de Carlos también trabaja y todos viven juntos en una casa que arriendan.
Abrazándonos afectuosamente y prometiendo conversar más la próxima vez, nos despedimos, el camino contrario a mi con un bolso bajo su brazo rumbo a su trabajo, yo seguí mi camino hacia el almacén mientras pienso en su situación, y la verdad es que siento algo de pena por él.

El resto del día transcurrió y no volví a pensar en la situación.
Era de noche ya y me disponía a salir a carretear con mis amigos como cada fin de semana. En eso suena el teléfono, es mi hermana que me pide por favor la vaya a buscar al trabajo, ya es cerca de la media noche así que accedo de inmediato. Saco mi auto y me dirijo hacia su trabajo. Continuo, y a unas cuadras de ahí me toca el primer semáforo. Me detengo a dos automóviles de la esquina. Mientras espero el verde miro a la esquina, y veo parado a Carlos, junto a el están David y otra niña más grande la cual seguramente es Natalia, me sorprende tanta coincidencia en un mismo día. Los dos niños saltan a su lado mientras se acercan al colectivo que esta parado justo en la esquina. Se abre la puerta y de el desciende ella, Carlos la besa en la boca mientras los niños intentan colgarse de ella, luego se arrodilla y besa y abraza a cada uno. Mientras miro absorto la escena siento como una gran presión actúa sobre mi pecho, mi garganta se anuda y seca, y mis ojos casi precipitantes siguen cada detalle. Realmente es una bella imagen.

Me despierta de mi letargo un bocinazo tras de mi. Avanzo y al girar mi auto pasa junto a ellos. Corro la mirada de forma que el no pueda reconocerme. Continúo mi camino y no puedo dejar de pensar en lo ocurrido.
Luego de un rato y ya habiéndolo meditado creo que la verdadera pobreza, aquella casi franciscana esta de mi lado y no con el.

Y yo me pregunto ¿Por quién sientes pena ahora?

Texto agregado el 26-09-2007, y leído por 660 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
03-01-2008 Vaya que reflexión... profunda... joelbarish
14-12-2007 Muy buena reflexión y excelente redacción. Felicidades. grinche_joven_
08-11-2007 Aunque tiene este, digamos, "mensaje moral" al final, se salva nomás por el hecho de cómo está contado y su falta de afán sorpresivo o de giros inesperados que tanto gustan a los que no son capaces de contar una historia de forma sencilla y natural, como ésta. Aristidemo
26-09-2007 Creo que es una de las mejores redacciones que te he leido,... uno es pobre de muchas formas, sobre todo cuando la pobreza es del alma, pero enriquecerla es parte del desafío de cada día...con lo que tenemos, o con lo que nos queda...saludos y un abrazo. cibernauta
26-09-2007 yo siento pena..ten cuidado con lo que deseas que se te puede cumplir dice mi madre.Me gustó mucho! monicachica
 
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