Mi padre y yo solíamos tener "charlas" que mucho influyeron en mis decisiones en cuestiones del amor. Así fue como un día me dijo que si realmente amaba a un hombre no era malo que la entrega fuera en cuerpo y alma pero si es que no estaba enamorada, no visitara camas porque sí, éso me convertiría en una vulgar prostituta y que para llegar a esa situación era preferible que lo hiciera por buen dinero y así sería "una prostituta de categoría".