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Leo!
“La primera maniobra nos permite establecer el fondo fetal presente en el fondo uterino. El examinador deberá tener mucha experiencia para poder identificar las nalgas de la cabeza… bla bla bla……” Estaba en clases de gíneco y el hastío y el aburrimiento llenaban el espacio desde la pared del fondo hasta la pizarra del frente. Veía a Alex, pobre, tan escuálido y sin gracia. A veces pienso que en cualquier momento puede perder el equilibrio pues no tiene cuerpo suficiente para sostener esa enorme cabeza. No entiendo como pude estar enamorado de el hace un par de años cuando comenzamos la carrera. Ahora el pobre no solo tiene que cargar con su enorme cabeza sino que aparte tiene que cargar a la pesada de su novia. Yo se que no la quiere, se que me desea, lo he visto como ve mis abdominales y como repasa mis gruesas y velludas piernas cuando vamos a la piscina del Colegio Médico, porque no te animas de una vez por todas Alex, y nos escapamos unos días de nuestras respectivas parejas por un fin de semana. Estudiemos gíneco, no entiendo nada de ese Leopold y sus técnicas para adivinar la posición del feto. Vos me enseñas a tocar como lo hacia Leopold y yo te enseño como lo hago yo.
“En algunos casos el tacto vaginal también nos sirve para saber la posición del feto. Como en el caso de los fetos anencefalicos, en los que al momento del tacto logramos tocar la cabeza del feto y si tenemos suerte nos puede hasta chupar el dedo……” el doctor continúa con su perorata. Yo sigo proponiéndole cosas sucias a Alex, en mi mente por supuesto. Es tan correcto y recatado él, creo que ni al espejo es capaz de reconocer que se muere por poseer y ser poseído por un hombre, yo te enseño cuando querrás Alex.
Ya basta. Porque solo pensamientos de ese tipo me acechan, será que ya no estoy a gusto con lo que tengo y busco desesperado por afuera lo que desafortunadamente ya tengo pero no me satisface.
Hace tiempo no hago más que pensar en eso. En que momento seguí caminando y te deje atrás. Como es que tomamos caminos diferentes y yo no me di cuenta. Porque tengo que seguir mintiendo, a causa de qué. Talvez porque no quiero perder la seguridad que me das. Anoche, como cada noche que ya mi templanza aparente no puede más, oré y pedí a Dios que no me quitara lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo: vos. Yo se que en cualquier momento te puedo perder pero mi Yo conciente y racional no quiere, aunque en estos casos la razón sale sobrando y mas bien estorba. Pero valdrá la pena continuar a pesar de los inconvenientes. Cuando el sexo se vuelve obligación ya todo se ha ido a la mierda, cuando al abrir las piernas y entrar en él, cerras lo ojos y pensás que es alguien mas y deseas venirte pronto, no hay nada mas que hacer. Un tercero no seria mala idea, un tercero en quien pensar que me provoque insomnio y remordimiento, que me haga mentir e inventar solo por estar con el. Pero aun así seguiría hundido en este hoyo y dudo mucho que pueda salir con la ayuda de alguien.
Y quien me dará la salvación cuando haya entregado voluntariamente mi alma al diablo mismo, quien me salvara de las llamas eternas del remordimiento si vos ya vas a estar muy lejos pero a la vez tan cerca que tu recuerdo rondara mis pasos donde quiera que yo vaya.
El doctor continúa… “bla bla bla bla…” y yo continuo ajeno a todo lo que pasa a mi alrededor en el aula de clases. De vez en cuando una mirada furtiva a Alex solo para recordarle que aun existo y que si se anima después de todo aquí estaré esperándolo.
El tercero debuto ayer. Vestido con camisa a cuadros, unos ojos verde menta opacados por unos lentes demasiados gruesos para mi gusto, y un jean que se me antojo delicioso. Y como ocurre en estos casos una sola mirada basto para saber que ambos estábamos del mismo lado del charco. Miradas furtivas de cuando en cuando, un gesto, una sonrisa hasta el clásico “Hola”. El resto es historia como en todos los caso, no importa si es niño con niña, niña con niña o niño con niño. La danza del flirteo y la conquista se aplica en todos los caso, lo único que cambia es el blanco hacia el que apuntamos. Y por supuesto no puede faltar el obligado intercambio de teléfonos.
Al fin termina la clase y lo único que alcanzo a escuchar es que mañana no hay clases y pienso que entonces seria un buen día para estudiar con Alex, invitarlo a mi apartamento e inventarte alguna excusa para poder librarme de voz por un día y así olvidar con un cuerpo ajeno mi predecible vida al lado tuyo.
Salgo del aula y deambulo por el hospital antes irme a mi casa. Pienso. Porque los seres humanos somos tan codiciosos, porque no amamos a quien nos ama, porque no extendemos nuestras manos y recibimos lo que se nos brinda, y en cambio deseamos la fruta que esta en lo mas alto del árbol y trepamos el tronco, porque desde abajo luce la mas apetecible de todas, luego las ramas y nos deslizamos y estamos a punto de caer pero seguimos insistentes hasta llegar a él, y justo entonces nos damos cuenta que aquello estaba podrido y que atrás dejamos muchos otros que si bien no eran perfectos tenían buen aspecto y se nos ofrecían amablemente.
Un paciente me detiene, Doctor, mi esposa recién parió anoche y no se donde encontrarla, me puede ayudar. Y yo, Suba hasta el cuarto piso del materno y ahí pregunte por puerperio y seguro la encuentra.
Siento vibrar el teléfono y un escalofrío me recorre desde la nalga derecha hasta la ingle y el pubis. Anoche no recibí ninguna llamada, talvez sea esta y por eso esa sensación en la nalga. Trascurre una eternidad antes de que pueda contestar, me sudan las manos y el fuego de la infidelidad se enciende y me consume. Cuando por fin me decido contestar veo que es tu número y vacilo en contestar o ignorar. Finjo escuchar, como siempre, y me limito a responder con las frases de rigor… “bien y voz”, “si”, “no”, “yo también”… y llega un momento que sigo como un autómata y ya ni se lo que digo. Pasan 5 o 10 minutos y me doy cuenta que seguís hablando sabe dios que cosa y no puedo evitar sentir rabio conmigo mismo por no poder decirte “ya no te soporto mas, dejáme en paz”. Como puedo balbuceo una excusa y te digo “te llamo luego”.
Sin darme cuenta he atravesado todo el Materno Infantil y ahora estoy en el Hospital Escuela justo en la emergencia de cirugía. Al parecer ha habido un trágico accidente que se ha cobrado la vida de varias personas, todo es un caos a esta hora. Al fondo logro distinguir un cuerpo anónimo y sin vida tendido en una camilla, empapado en su propia sangre, con lo ojos aun abiertos y luchando por evitar avanzar hacia la famosa luz y seguir en este mundo de locos donde nadie nos pregunto si queríamos estar y nos pusieron sin mas ni mas como figuras dispuestas en un pesebre. Por un momento sentí como si nuestras miradas se cruzaban y me quede así un buen rato pero yo estaba muy lejos y ajeno de todo lo que pasaba a mi alrededor. Estaba en algún lugar entre tu sombra y tu presencia, entre tu recuerdo y mi olvido, entre la desesperación de no poder dejarte y la excitación de un prometedor encuentro con Leo. Leo, había olvidado mencionar su nombre. Por cierto, no ha llamado. Por supuesto no pienso ser yo el que de el primer paso, seria buscar la traición y prefiero que ella me busque a mí para así no tener que dar cuentas a mi conciencia por si se le ocurre juzgarme luego.
Mas o menos entre estos lugares andaba, entre esto y lo otro, entre nada y aquello cuando otra llamada me hizo reaccionar. A diferencia de la anterior la conteste de inmediato sin pensar y era El. Donde estas, Saliendo del hospital, y vos; Estoy por aquí cerca, querés que pase por voz; Esta bien, te espero afuera. Salgo del hospital y compro un cigarro en uno de esos puestos que le dan esa apariencia tan peculiar a nuestro queridísimo Hospital Escuela. Generalmente no fumo, solo cuando necesito que el humo nuble aun mas mi cabeza. Cruzo la calle hasta llegar al Café de en frente, me siento y pido un café. Fumo. Pienso. El cigarro que sostengo entre mis dedos es como nuestra relación o lo que queda de ella, poco a poco se ha ido consumiendo hasta quedar reducida a casi nada. No logro recordar cuando fue la última vez que hicimos el amor, pero creo que hace dos días estube dentro de voz. Fue como preparar un guiso, todo a base de una receta, ya todo estaba escrito, sabia que movimiento hacer en el momento adecuado y cual seguía después, cuándo voltearte a un lado o hacia el otro y el justo instante para emitir un gemido de “placer” contando los minutos exactos, que no fuera tan corto ni tan largo de modo que no te dieras cuanta que todo ese delicioso placer era fingido. Mientras entraba una y otra ves, pensaba de todo menos en voz, o talvez si pensaba en voz. Como en las palabras que utilizaría para decirte, ya no te amo mas, y a partir de esta frase improvisar un discurso maquillado y decorado con unas palabras por aquí y otra lagrima por allá. O simplemente decirte “no más” y levantarme sin dar ninguna explicación. Se que seria una grosería pero no puedo disculparme por no amarte, no importa las palabras que use, jamás entenderías. Las cosas son y punto. Pero no soy capaz de irme así nomás, te amo demasiado como para no darte una excusa mas o menos creíble, pero no lo suficiente para tenerte como compañero de cama el resto de mi vida.
Desde hace tiempo siempre es así cuando estoy con voz, hablas y hablas de cosas sin importancia, de vuelos, viajes, pasajes de avión, de políticos y empresarios que ni siquiera imaginaba que existen y, lo de lo que mas me irrita, de un futuro no muy lejano, juntos. Mientras estas en esos interminables monólogos, yo estoy a un millón de años luces rogándole a todos los santos, porque el jefe siempre delega las responsabilidades de menor interés mientras Él decide guerras por aquí, inundaciones por allá y pestes al otro lado del mundo. En qué estaba, ah te decía que mientras voz hablas yo ruego porque te calles de una vez por todas y dejes de joder.
Hola doc, me despierta una vos, y aparece justo frente a mi este personaje tan temido y a la ves deseado. Que bueno que hace rato se apago el cigarro y no me vio con él en la mano. Como estas, me dice; Deseando verte, alcanzo a responder, y me pierdo en la inmensidad de sus ojos y de repente esa sonrisa que me vuelve ajeno a todo lo que pasa a mí alrededor. Nos vamos entonces, dice, No se te antoja un café primero, Me enfermo si me quedo mucho tiempo frente al hospital. Yo te curo todo lo que querrás pienso para mi, empezaría con la obligatoria inspección, continuaría con una minuciosa y prolongada palpación con énfasis en los muslos y los brazos, especial cuidado en el abdomen para continuar hasta abajo y hacia atrás donde pienso depositar solo un poco de todo este trastorno hormonal que me provocas.
Nos subimos a su carro y por su puesto no tengo la menor idea de hacia donde vamos, un agujero negro y enorme nubla mi cabeza pero no me importa y decido continuar porque se que de todo modos ya lo nuestro no existe. Quién es este tipo que esta a mi par, de donde ha salido y porqué lo he dejado entrar. Siento que el centro de la ansiedad se dispara aquí adentro a mil por segundo, el corazón comienza a moverse agitado contra el pecho y un chorro de sudor moja mis manos. Para tener el control y sentirme un poco seguro propongo ir a mi apartamento. Mi apartamento queda en el tercer piso de un edificio cerca de cualquier lado, es amplio y decorado con buen gusto desde que estas conmigo. Antes solo tenía lo indispensable, una mesa para estudiar, el closet para la ropa y la cama para dormir o como morada de paso para el que la quisiera. Ahora siento un placer infinito cuando llego y huelo ese olor a aceites e incienso que voz encendés para espantar el tufo de mis cigarros, la refri cargada de frutas y vegetales de todos los colores imaginables, el baño con las paredes relucientes y esos detalles decorativos que has puesto y finalmente el cuarto con la cama tendida y con edredones nuevos que trajiste de tu ultimo viaje.
Al llegar, Leo se sienta en tu sillón favorito y desde ahí me observa. Veo como va bajando su mirada y la fija en mi entrepierna. Parece que tenés prisa, dice. Claro que tengo prisa, dentro de un rato iré a cenar con voz. Sin pensarlo avanzo hacia el y le caigo a besos como un sediento tomaría de un vaso con agua tras varios días perdido en el desierto. Siento como el demonio se apodera de mí y ya no pienso en vos, de ves en cuando una sombra asoma desde muy lejos y alcanzo a distinguir tus formas pero prefiero concentrarme en este que ahora tengo entre mis brazos. Mientras lo despojo de esa incomoda camisa voy descubriendo unos pectorales duros y redondos y un abdomen absurdamente firme y moldeado. Mi boca recorre su cuello mientras mis manos recorren su espalda y un poco más abajo. Así, medio desnudo, lo llevo a mi cama, a nuestra cama, pero no pienso en ese detalle. Aquí termino de sacarle el resto de ropa que le queda, es una maravilla lo que tengo en frente. En este momento te agradezco por convencerme de entrar al gimnasio porque de lo contrario me hubiera sentido avergonzado. Ahora estoy desnudo, no se en que momento me quite o me quito la ropa y ahí están nuestros cuerpos desnudos, no se reconocen el uno al otro pero se entienden porque ambos persiguen un fin común: el simple y egoísta placer. Tendido boca arriba y con sus piernas apoyadas en mis brazos, penetro despacio y con cuidado en este ser desconocido, un universo nuevo aunque no se cuantas veces explorado. No se cuanto tiempo estamos en esta posición cuando de repente se viene hacia mi y su boca muerde mi cuello, mis orejas y busca ansiosa mis labios. Se va de espalda en un movimiento brusco y un chorro de ese líquido blanco y espeso sale de su pene y una explosión de estrellas en mi cabeza: nos venimos juntos. Salgo inmediatamente de él y evito quedarme tendido en la cama, las palabras después de un buen sexo salen sobrando y las caricias sin cariño son absurdas.
Me meto al baño y el agua limpia mi cuerpo, no necesito limpiar mi conciencia porque salio de mi casa cuando Leo entro. De nuevo en el cuarto, me visto mientras aquel sigue echado en la cama. No logro comprender como las personas necesitan caricias y frases de cursilería luego del coito, yo no necesito nada de eso, lo que quiero es que este se acabe de ir de una vez por todos. Suena el celular y veo que sos voz, Estoy en el hospital todavía, que querés, Esperáme ahí y paso por vos para cenar juntos, Esta bien, Te amo, Yo también… Debo irme, Te llevo, Yo puedo solo gracias, y me preparo para la cena.
La mentira debe ser completa y bien hecha y primero la tiene que creer uno para que el resto la crea, así que me visto de nuevo con mi uniforme y parto hacia el hospital donde voz, como siempre, amorosa y mojigatamente pasaras por mi. Acaso no te das cuenta que ya todo es una mierda.

Texto agregado el 09-01-2008, y leído por 88 visitantes. (0 votos)


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