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De pronto caes en la cuenta. Te tienes que ir.
Ya.
Ahora.
No hay tiempo de hacer las maletas. De cualquier forma, son tan escasas tus cosas.


1.
Piensas en ella, en su rostro, en su mirada profunda y conmovedora. En sus ojos suplicantes y brillantes. En sus labios entrecerrados que apenas pueden musitar una palabra.

Ella te dirá – y tal vez hasta quieras creerle -, que por favor no te vayas. Que eso no puede ser. Que eres demasiado en su vida. Que eres su único amigo fiel, su íntimo confidente. Que qué va a ser mi vida sin ti, que no ahora, por lo menos, no. No ahora que me encuentro en ésta crisis existencial; ahora que los problemas me llueven por todas partes. Tu sabes, mi matrimonio, bueno, nunca nos hemos casado, pero 12 años viviendo juntos, y él con esa otra vida con su primera esposa – esa sí, su esposa – y sus hijos que no dejan de depender de él. Todo hubiera sido tan diferente, entonces, si tal vez hubiera estado más tiempo conmigo y yo no habría buscado otras compañías. Nunca lo hubiera engañado. Pero bueno, por cierto, a todos los hombres que pasaron por mi vida siempre les puse la condición de que él era intocable, inamovible. Podíamos estar mucho tiempo juntos pero jamás esperen que lo deje a él.

Hubo varios, sí. De todo un poco, aventureros, arrogantes, tímidos, tontos.
Y te contará de aquel amante intrascendente que un día llegó y se fue sin dejar nada importante. Jugaban a decirse cosas irreales como eso de vivir juntos e irse lejos.

Mientras tanto ella había tenido una hija con su pareja. Tal vez nunca comprenda realmente porqué emprendió esa aventura. Tal vez deseaba que ese lazo de sangre se convirtiera también en un lazo de amor y de fidelidad; en un vaso donde lavaran sus culpas y sus traiciones. Si fue por eso, error de cálculo. Mejor asumir que fué porque sí sin mayores ambiciones.

Porque un día el amante intrascendente regresó. A decir verdad, ella lo trajo a sí. Y recapitularon los viejos pasajes y se empeñaron en creerse sus viejas historias de amor.

Pero nada de esto era gratuito, ya que su pareja también la engañaba. Desde luego con su esposa, pero con alguien más. ¿Fué primero él que ella?

De todos modos su relación tiene pecado original pues ella también era casada. Su matrimonio, ¿era tan malo? Bueno, el tipo era terrible. Misógino y egoísta. Ella lo traicionó con él. Se separaron metódicamente, contando cosa por cosa, espacio por espacio, peso por peso. Con un hijito que quedó a su cargo.
Y ahora ésta hija.

2.
¿Qué es la traición para ti?
Un concepto demasiado ambiguo en este mundo moderno.
Asumes que él te traiciona y entonces traicionas tu también. Porque antes ambos habían traicionado.
Piensas que la traición se da entre dos personas, pero puede ser que te equivoques. Porque en ese juego interminable no sólo lo traicionas a él y traicionas a tus hijos. Tracionas a los demás y te traicionas a ti misma.

3

El no hará nada. No tengas miedo.
Tantos años de vivir una mentira verdadera. O un real engaño. Tan real y contundente que todos se han instalado cómodamente a vivirlo (¿a disfrutarlo??). Tú, tu pareja y el amante intrascendente. Una historia tan desgastada que da flojera vivirla. Y hay que aderezarla con nuevas y falsas acciones. Con nuevos juegos e intrigas que ya no emocionan a ninguno.

4

De pronto caes en la cuenta.
Te tienes que ir.
Ya.
Ahora.
No hay tiempo de hacer las maletas.
Son tan escasas tus cosas.
Tus sueños y tus melancolías. Tus espacios y tus silencios.
Tus viejas aventuras amorosas.
Tu ausencia Tu soledad
Tu poesía, tu amor a la vida
Tu historia tan larga y luchada

Qué sabe ella de ti
qué sabe.

Te dirá que por favor no te vayas
Que eso no puede ser, que eres demasiado en su vida. Que eres su único amigo, su íntimo confidente. Que no ahora, por lo menos, no. Ahora que vive esta crisis existencial.
Pero tu ya no la escuchas a ella, sino lo miras a él. Un tipo sin dignidad y sin coraje. Ni siquiera enfrentado por el otro tipo, un amante instrascendente, tan gris como todo el engaño.

¿Y tú, que haces ahí, ahora que tienes luz? ¿Qué haces en las tinieblas de la falsedad y la mentira?

Tienes que irte ya, ahora.
Reventar el último hilo que te une a lo que ya no eres más.
Despídete ó no te despidas. Enfrenta o rehuye por última vez ese rostro. Esa mirada profunda y conmovedora. Esos ojos suplicantes y brillantes y esos labios entrecerrados que apenas pueden pronunciar una palabra.

Escapa como Perseo.
Como Lot.
No mires atrás. No te detengas.

Texto agregado el 31-01-2008, y leído por 94 visitantes. (0 votos)


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