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“La mala racha”

(Inspirado en una historia real).

María Concepción González Paz se apretaba con fuerza las sudadas manos. Sabía que una dama de su alta alcurnia o status social debía evitar esas vulgares manifestaciones de nerviosismo ante la adversidad, pero estaba sufriendo una de esas situaciones que tienen más peso que la educación de toda una vida y no lograba evitarlo; seguía retorciéndose las manos (sus delicadas manos de finos dedos terminados en cuidadas uñas suavemente pintadas de rojo), jugando inconcientemente con sus anillos y rogándole a un Dios que parecía sordo que la escuchara y se apiadara de ella. Sentía, pese a la ligereza de la tela de si vestido comprado para esa ocasión en una exclusiva casa de alta moda de la no menos exclusiva avenida Quintana de Buenos Aires, un calor que la ahogaba y unos nervios que le endurecían la boca del estómago.
Decidió (si es que podría hacerse algo así) empezar de nuevo y para ello se dirigió al tocador fingiendo una serenidad que estaba lejos de sentir; quería secarse esas diminutas perlas de sudor que daban brillo a su frente, arreglarse un poco el peinado y retocarse el maquillaje que no hacía más que realzar su natural atractivo. Creía que con esos inocentes artificios recuperaría la anhelada calma perdida.
Creyéndose más tranquila (o intentando que los demás así lo creyeran) atravesó el amplio salón, se sentó en una mesa elegida por riguroso azar y pidió un anís con hielo que bebió con sobriedad y no sin cierta soberbia, espiando a su reloj que le decía que eran las tres de la mañana. Con sorpresa se dio cuenta que hacía cinco horas que estaba ahí y que apenas le quedaba una para recuperarse.

Volvió a la mesa de juego, pero la suerte siguió siéndole esquiva. De nada sirvieron las edades de sus hijos, los años de casada, el día que había llegado a Mar del Plata, el número del ticket del guardarropas, la suma de las cifras de la adición de la cena, ni la fecha de su cumpleaños; parecía ser suficiente con que ella pensara un número para que este no saliera. Puso sus últimas fichas, para ella sería la última bola y pensó –sin remordimiento alguno- que lo apostado equivalía a un poco más de lo que le pagaba a la niñera para que cuidara de sus hijos durante un mes. La mala racha continuó: salió el cero y María Concepción González Paz vio como sus fichas eran arrastradas por el rastrillo del joven y buen mozo crupier pagador. Erguida, exteriormente inmutable, altanera y casi soberbia en la derrota, abandonó la mesa sin proferir una queja. Salió al balcón porque quería sentirse sola.
Vio el mar como un hermoso manto oscuro de tenues bordes blancos, vio la gente que caminaba despreocupadamente por la rambla, vio el esplendor de la ciudad, vio el pacífico espigón del Club de Pesca Mar del Plata que se internaba en las tranquilas aguas; hacia donde dirigiera su mirada de cristalinos ojos verdes no veía más que la felicidad de los otros. La noche estaba fría pero no le importó, ella sentía que se ahogaba. Pensó en sus campos, a orillas del río Salado, cubiertos de maíz (aunque de eso poco entendía ya que de la estancia se ocupaba su marido). Su marido, ¿cómo iba a explicarle la pequeña fortuna que había perdido? Pensó en sus hijos que dormirían inocentes en su mansión del barrio Los Troncos, pensó… No pudo seguir, en su mente resonó, como sentencia dictada por un juez implacable, el último número: cero. El número maldito que no tiene color, que no es ni menor ni mayor, que no forma parte de ninguna docena, que no es par ni impar, que no forma parte de ninguna columna. ¿Qué mente diabólica lo habrá incluido en el inmaculado paño verde de la ruleta?

María Concepción González Paz no lo soportó más. A sus pies y a un alto piso de distancia vio a su querida rambla de duras baldosas iguales y se arrojó a ella como la única salida posible a su derrota, como una forma de mantener incólume su honor. La suerte (que esa noche se había ensañado con ella) le siguió siendo adversa. Apenas se fracturó una pierna y terminó sus largas vacaciones encerrada en su casa, con un yeso que dificultaba su andar y, lo peor, menguaba notoriamente su natural elegancia.

Texto agregado el 13-02-2008, y leído por 741 visitantes. (24 votos)


Lectores Opinan
25-08-2012 Una hermosa ironía, narrada con pluma magistral. Se extrañan tus textos, amigo. Salú. leobrizuela
05-02-2011 ¡Qué placer da releer esta narración, y uno termina sonriendo! Susana compromiso
05-12-2008 Es un buen relato, entretenido, bien escrito y con su historia que te hace recordar que los ricos tambien sufren, un saludo 1313
21-11-2008 Lo narrás de una forma magistral, Te felicito!***** MujerDiosa
18-08-2008 Uno no se pude detener en la lectura ni un sólo instante. Es exquisito tu modo de narrar. 5* Susana compromiso
04-06-2008 Y todo por una mala racha...Todos tenemos un día como esos en nuestra vida... The_Pie_Maker
18-05-2008 Miles de estrellas para esta narración. holaquetal
16-05-2008 Tu texto, al margen de la historia, refleja un buen dominio del idioma, mucha imaginación y un buen oficio de escritor. 5* ZEPOL
23-04-2008 Un tema profundo de esos que a mi me gusta leer,bien narrado y con un final que parecia obvio pero que le diste una espectacular vuelta de tuerca. MCS
23-04-2008 Excelente. Un placer leerte. holaquetal
08-04-2008 ***** muy bueno, un abrazo mesera
28-03-2008 ¡¡Muy bueno!!Con todos los condimentos para hacer de esta una agradable narración con un final impecable,basado en un hecho real(como tú dices)Mis***** almalen2005
21-03-2008 Me encantó este texto lleno de evocaciones, descripciones puntuales, y narrativa excelente. Y aunque u poco antes del desenlace se sepa o presienta como va a terminar el interés no decae. Un placer de leer. Un saludo.***** josef
20-03-2008 Que te digo Esdre, tus escritos me gustan porque los haces dulsones de a poco, y no me refiero a dulce como a tiernos, si no a que mientras los lees te deja su sabor mas y mas. Y luego se te queda una triste mujer estampada en piso sin dinero ni suerte. Ja ja ja ja ja , disculpá, pero me causo mucha risa. profundis
18-03-2008 Es notable cómo llevaste todo el relato hasta el final; nos mantuviste durante dos párrafos especulando acerca del motivo de tanto nerviosismo, con un final tragicómico magistral. Nos hiciste acompañar ese estrés en carne propia. El tener que explicarle a su marido que perdió un poco de dinero, era difícil si, pero seguro el tener que explicarle su accidente a todo el mundo, debe haber sido mucho peor.... jejejeje, perdón... esto no es para reírse, es muy triste.... jajajaja ***** dulceamiga
13-03-2008 IMPECABLE! 5*! y un abrazo!!!! MAGAROSA
11-03-2008 Expectante preparación introductoria en la que se describe detalladamente el incontenido nerviosismo de una dama enfocado especialmente en sus manos. Luego cuando el lector descubre que ello se debe a un desatino en el juego, piensa que no llegará la sangre al río y se equivoca al ver caer a la señora estampada contra el asfalto. Pero el escritor aún más se ensaña, y no la mata como se esperaba, para que pueda vivir en su carne restaurada su vergüenza. azulada
07-03-2008 Buen relato. Muy digna esta señora, tal cual la muestras; yo en cambio cada vez que voy juego poco, pierdo ese poco y salgo diciendo barbaridades.Saluditos adriana73
05-03-2008 MUY BUEN RELATO,UN SALUDO mesera
27-02-2008 pero ¡leñe! estás hecho un escritor de toma pan y moja. Tienes asegurada la copa del triunfo... y la de anise también.5* jardinerodelasnubes
25-02-2008 Nada para agregar, mi amigo, solo para parecer por aqui, le digo: buenrelato de pequeños de talles del mundo y grandes para muchos. mis saludos poetasantafesino
25-02-2008 Muy bien. Un texto de los mejores. Te felicito***** tio_coco
17-02-2008 Veo lo rápido que un autor se hace famoso gracias al café. Felicitaciones por esta nueva ingeniosa obra. 5 vandoleros. hippie80
17-02-2008 Insisto en que usted es un gran maestro de aquella literatura de bolsillo, o de café como llamamos, en esta obra se explaye verdaderamente.. Espero ya esté diseñando algún compendio de obras ligeras para leer en el micro o metro.,. saludos. 5* Attis
17-02-2008 Que buenas descripciones, se forman las imagenes en uno a medida que las lee. Pobre mujer, merecía morir. ggg
17-02-2008 me encanto !! que bien relatas ! me parecio estar en ese lugar .felicitaciones !! CARINAIDEALISTA
15-02-2008 jjaajaj, un fino toque de ironía evitando cualquier moraleja. Muy buen ceunto. marfunebrero
15-02-2008 Pruebas del irónico azar, la vida misma sube y rueda como una ruleta, y siempre cada camino deja un resultado, lo parcializamos según nuestra conveniencia. De otro lado, me parece q tienes una fluidez descriptiva, y una redacción impecable, me parece q nada sobra. mitsy
14-02-2008 Muy bien narrado, lenguaje elegante y natural, historia desplegada en orden y concierto. ******** y mi afecto. avefenixazul
14-02-2008 A la protagonista no le cuesta ganar el dinero como a la mayoría de las personas. Y hasta tuvo "suerte" en el final. Tu cuento está escrito con buen gusto y me resultó entretenido. PeggyMen
13-02-2008 No en vano estás en mi lista de favoritos. El cuento es redondito, pero me tomo el atrevimiento de sugerirte revisar cierta tendencia a abundar en adjetivos que retardan el texto y le quitan la fuerza que tiene la idea. Dicho ésto con todo respeto y desde la admiración. aicila
13-02-2008 Desconcertante final. Lo lógico hubiera sido que se matara en la caída y así tendríamos moraleja y todo. Muy buen relato, narrado con sobriedad y buen decir. "Quien juega por necesidad, pierde por obligación" zumm
 
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