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La vi el otro día en la esquina, mostrando las piernas a los autos que pasaban por la calle. Me cargó esa actitud de ofrecida, fumándose ese derby corriente, mirando a las oscuridades, inclinándose un poco para ver los que viajaban en los autos, movía la mano para ver si algún auto paraba y retrocedía otros pasos, para tomarse el café que le dieron los del hogar de cristo, para que no se resfriara. Pero que iban a saber ellos de lo tonta que era, la muy puta, salía a ventilarse, a que la miraran los hombres y que la tocaran por plata. Que mierda me importa a mí que ella no consiga otro trabajo, la muy tonta nunca tuvo más de lo que ahora tiene, la diferencia recae en que ahora duerme más de día que de noche y que se tiene que morder los labios de dolor cuando un viejo gordo y todo sudado se place con su cuerpo.
Fue virgen, alguna vez, llegaba a ser estúpida, perdida todo el tiempo entre los libros de Gabriel García Márquez, llorando con las novelas de Corín Tellado y suplicando no tener que crecer nunca, para no trabajar, para no dejar nunca sus revistas Ritmo y a Sandro. La muy puta besaba el rosario de su abuela, otra vieja de mierda que con esos ojos opacos se le olvidó fácilmente que la vaca, como vaca que ella era, también fue ternero. La hacía besar el rosario cuando volvía de jugar conmigo, porque yo estaba enferma a su parecer, porque yo era la del problema, nunca supo que fue ella la primera en tocarme las piernas y en pedirme que me bajara los calzones para ver lo que yo escondía tras el vestido de guindas, que mi mamá me regaló un día. Que iba a saber ella si yo también toda pava me quedaba callada y lloraba en silencio que después de jugar conmigo no volvía en dos días y yo la echaba de menos y la sufría toda, porque no había quien, cariño como el de ella me diera. Pero la vieja de mierda la hacía besar el rosario y la otra tonta volvía a su revista Ritmo, a soñar con Sandro, cantándole Rosa Rosa o sobajearse el cuerpo con la foto de Tormenta cantando en un programa que animaba Juan La Rivera.
Me cansé de verla metida en mi casa, un día que llegó después de casi tres semanas sin volver, me dijo que la vieja de mierda, le saco la mugre con una rama de durazno, por que nos vio juntas jugando a los besos franceses, a mi me dijeron que no se supo como la vieja, que nunca se paro de su cama ni para ir al baño, porque hasta para eso le era útil; le ponía la chata cuando tenía ganas, se paro y como pudo le dejó en la espalda las marcas, que hasta ese día que la vi en la calle, todavía se le notaban, en el escote vulgar que esa noche usaba. La miré de arriba abajo, con rabia, se había perdido mi cumpleaños por besar rosarios y por leer revistas de cabra chica, es que 15 años no se cumplen en vano y al verla ahí sentada en el living de la casa, con su faldita plisada y su polerita de cuello alto, la odié, con un odio que me subió desde los pechos hasta los labios, de deseos de partirle la boca con un beso, y de llevármela a la pieza, donde no habían fotos de Sandro, ni revistas Ritmo, pero la miraba con el pelo liso el cintillo rosado a juego con unos zapatos weones, que me provocaban inocencia, que no le hice nada, solo la miré mientras escuchaba a mi mamá decir: “Mira quien se decidió a volver a la casa”, “¿acaso no estás contenta de verla?”, “ya vallan a la pieza, en un rato más les llevo un juguito y así hablan un rato... porque te perdiste el cumpleaños que estuvo de miedo”.
Caminamos juntas por el pasillo, ni el hola nos entregamos, cuando entramos a la pieza, ella me miró con esos ojos soberbios, llenos de besos a rosarios, de chicles dos en uno y colmados de fingir algo que nunca fue. Yo le devolví la mirada, no le dije nada y me acerque a ella, la tome por el cuello y le di un beso, ella se dejó de linda y de muy putona cuando entró mi mamá con la bandeja con jugo me alejó de ella con un leve chillido de cabra hueca: “¡Suéltame, ordinaria, estúpida, chuchona, no soy igual a ti!” y se fue.
Mi mamá no me dijo nada, yo no le supe que decir, se sentó junto a mi mientras yo lloraba, tenía rabia, ella fue la primera en besarme y en tocarme, en hacerme ver como hembra viva a tan corta edad, pero la muy puta de mierda, nunca quiso reconocer lo en su cuerpo le pasaba conmigo, con que cara la muy caliente de mierda me reprochaba a mi eso que yo jamás viví si no hasta conocerla.
Después de ese episodio, pasaron algo de dos semanas cuando un día nos despertamos con el sirena de la ambulancia llegando a la casa de ella, poco después los carabineros y luego la prensa, hacía varios días que de la casa de ella salía un olor de mil demonios y no se veía mucho movimiento más que el de ella salir a dejar la basura. Salió en la tele que la vieja había muerto hacían varios días, al parecer por causas naturales y que la “niña”, como en la tele se refirieron de ella, había temido llamar a la ambulancia por quedarse sola. Solo el hedor que salía de esa casa fue lo que movilizó a los vecinos para llamar a la ambulancia. Desde esa vez no supe más de ella, la gente decía que se había ido a vivir a un hogar, que su mamá era prostituta y que cuando cumplió los 18 se había ido a Europa con la jugosa herencia de la vieja que nunca gastó ni un peso más de lo debido y que ahora ella lo gastaría todo.
No supe más que eso, y el tiempo pasó impávida para las dos, ella haciendo su vida en Europa seguramente y yo me atreví a ser normal, encontré un buen hombre, me casé y le di dos hijos. Hace como dos meses atrás la volví a ver, le mostraba sus piernas a los autos que pasaban, yo venía con mi hijo de vuelta del colegio en el auto, cuando la vi la reconocí de inmediato, la muy puta era ella, me quedé hipnotizada por su estructura y por su cuerpo, no supe que hacer, fui a dejar a mi hijo a la casa y le dije; “métete, yo acabo de olvidar algo voy al supermercado y vuelvo altiro, dile a tu papá que prepare la cena”. Volví a su cuadra ahí estaba ella parada, me estacioné lejos y me quedé mirándola un buen rato, hasta que un Sedan 97 paró y se la llevó cuando pasó por mi lado el auto vi que el sujeto al volante era mujer, me entró una ira interna, no pude tolerarlo y las seguí. Llegaron al paseo 21 de mayo se detuvieron y yo me detuve también, poco a poco los vidrios se llenaron de sudor y no pude más, un grupo de jóvenes que pasaba por ahí cerca con unos ropajes que me parecieron familiares, lo llamé y les dije; “Oigan, vengan porfa” “¿Les puedo pedir un favor?” Los muchachos se portaron muy bien y me atendieron de maravillas les dije todo lo que sabía; “En ese auto hay dos tortilleras, quiero que vallan y hagan lo que Uds. saben, para que aprendan, cuando yo les toque la bocina Uds. se van. Bueno?” Antes de terminar de hablar, los jóvenes ya corrían hacia el auto, en un rato vi como la sacaban del auto y la pateaban, le escupían, uno le agarro los pechos y se los apretaba hasta que ella soltaba gritos de dolor. La veía tirada en el suelo y me veía a mi misma golpearla entre ellos a la muy puta, nadie quiso reconocerlo, la chuchona había matado a su abuela y nadie se dio cuenta, pero yo lo sabía mejor que nadie, a mi no me engañaba, ella lo había hecho, porque a mi me lo había dicho un día en mi pieza recostada sobre mi cama cuando yo dejaba que me besara los pechos. Ahora se paseaba por Chile con todo su aperaje Europeo, al final era tan puta como las demás que se paraban con ella en esa vulgar esquina. Y yo la miraba desde lejos, sangrando ella mientras yo lloraba, hasta que toque la bocina y los cabros se fueron y yo me quedé mirando, como ella media desnuda no se movía, como a la otra el cuerpo le saltaba, probablemente estaba muriendo, me atreví a bajarme del auto y me acerque a ella y con mi pié la volteé quería que, si le quedaba un poco de vida, que me viera antes de morir. “La única chuchona fuiste tú, te revolcaste con cuanta puta quisiste y a mi nunca me tomaste en serio... eres tu la chuchona”.
Me fui de ese lugar, dejándolas a las dos morir ahí, no salio en la tele nada, así que supongo que no murió, pero de todas maneras no la he vuelto a ver, cuando paso por 6 norte con dos poniente ya no la veo y su lugar lo ocupan un par de maricones mal vestidos, al menos ya no me hecha a perder las tardes cuando vengo de vuelta con mis hijos. Porque no está ahí más, porque no la veo, a la larga la sangre te acusa y no te perdona nunca, si no era mía, no era de nadie, porque yo fui así por su culpa, y no importa cuanta tierra conozcas, acá lo que vale es lo que se ve y por lo que vi seguía siendo la misma de siempre, ya no usaba esos tontos zapatos, la falda corta, la polera de cuello alto ni el cintillo con el pelo liso, ahora la vi en el suelo, sangrando, por maricona, por chuchona.

Texto agregado el 18-06-2008, y leído por 594 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
05-06-2011 impactante!! me gustó mucho magoazul
13-08-2008 creo que es demasiado personal, bueno, divertido, bien escrito. rextanaka
19-06-2008 me da lata leer el cuento, pero no puedo dejar de escribir para decirte q me sorprendio lo q dejaste en mi pagina. si es cierto, espero q trates de contactarme y decirlo en persona portadora
19-06-2008 woow.. la pasión que muestras es asombrosa.. tus sentimientos desbordan una ambivalencia exquisita.. enhorabuena psikis
 
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