LA TERCERA EDAD Y LA DEMENCIA SENIL
JESUS QUINTANILLA OSORIO.


Es tradicional en nuestra sociedad actual que a las personas de la tercera edad, se les considere disminuidas en sus facultades mentales, y se crea que por el hecho de ser ancianos, ya no cuentan con los atributos necesarios para la convivencia social o el desempeño en distintas actividades. Generalmente, la palabra senil se utiliza en tono despectivo, para referirse a quien, a causa de su edad, ya no cuenta con las facultades mentales completas, y así, cuando existen fallas en la memoria o explosiones severas en el carácter del anciano, se dice está padeciendo "senilidad", interpretando este término como un problema en el cerebro de la persona.
Sin embargo, pese a las ideas populares, los transtornos mentales que asociamos con el envejecimiento, contienen un origen distinto. La demencia senil, agrupa a diferentes padecimientos, entre ellos, al Alzeheimer, que implica una reducción de la masa cerebral con severas consecuencias en las áreas de memoria, principalmente, con la inmediata y fijándose en la retrógrada o memoria de los hechos pasados, pues a causa de la enfermedad, las tomografias axiales computarizadas, proveen una imagen del órgano cerebral, encogido, con una disminución drástica cuya evolución lleva finalmente al enfermo a un estadio cercano a la muerte y al término de la vida misma en un tiempo desafortunadamente largo, en muchos casos. Por esto, es imprescindible revisar las conceptualizaciones de las demencias para no encasillar a quienes son mayores de edad como enfermos mentales. Hay que recordar que el Alemán Rudolf Diesel era un anciano cuando diseñó el famoso motor diesel que lleva su apellido, Gotlieb Daimler consiguió el primer motor a combustión interna cuando frisaba ya edad madura, y los ejemplos se multiplican. Este tabú sirvió de pretexto a la dictadura Nazi para eliminar a los viejos y los discapacitados, ignorando el potencial presente en todas las personas, y en particular en quienes han acumulado la experiencia de los años y pueden servir con sus conocimientos a las nuevas generaciones.
Por esto, deben destrabarse estos prejuicios y aportarse más luz sobre el tema, para no dejar a un lado a nuestros queridos ancianitos, que merecen atención y respeto.